Revista académica de economía
con
el Número Internacional Normalizado de
Publicaciones Seriadas ISSN
1696-8352
Luis C. Oliveros B.
(CV)
Economista
luis_cesar_13@yahoo.com
Una colega que admiro y respeto me solicitó profundizar, con ideas más especificas las bondades de la globalización, como especie de complementar mi escrito de hace algunas semanas relacionado a la globalización. Para tal fin tomé algunos trabajos desarrollados por David Dollar y Aart Kraay, investigadores del Banco Mundial, los cuales cuentan con una amplia bibliografía sobre el tema.
La conclusión general de sus investigaciones radica en que la globalización ha producido un incremento del crecimiento en aquellos países que se “globalizaron” (proceso que arranca a partir de 1980, que consiste en reducción paulatina de aranceles e incremento del volumen real del comercio) en comparación a los países ricos, lo que significa que están logrando disminuir la brecha del ingreso per cápita. Por otra parte la expansión de países como China o la India, ha tenido un efecto mundial positivo sobre la desigualdad. Igualmente es claro que los verdaderos perdedores son los países en desarrollo que aún no se han montado en el proceso. Para que tengamos una visión de esto, estudios recientes señalan que los países que se globalizaron pasaron de crecer en promedio 1% en los años sesenta, a un 5% en la década pasada.
La idea central de ellos es que la apertura económica es un medio importantísimo para aumentarle los ingresos a los pobres, gracias al incremento que se da implícitamente en los niveles de inversión extranjera y en las oportunidades de producción dentro del país. La evidencia presentada les sugiere que los eventuales beneficios no resultan de “un derrame hacia abajo”, en donde primero se benefician los ricos y luego por un efecto cascada se benefician los pobres. Los atractivos niveles para la inversión hacen que las familias pobres vean incrementadas sus posibilidades de mejorar sus ingresos.
Una asignatura todavía pendiente es la de tratar de parar el creciente incremento en los niveles de proteccionismo de los países ricos, que están limitando la integración con los pobres. El fracaso de la cumbre de la OMC en Cancún, a pesar de ser celebrada por varios grupos antiglobalización, se traduce en duro golpe para las pretensiones de los países pobres de mejorar el tratamiento que les otorgan los países ricos a sus productos en cuanto a aranceles. Esta es la razón por la cual, los principales líderes de las naciones en desarrollo lamentaron profundamente el rompimiento de las negociaciones, ya que sabían ampliamente que esto los perjudicaba mucho. El único que no entendió esto fue nuestro presidente, el cual dijo sentirse muy feliz del fracaso de la reunión. Parece que nunca supo que en la reunión, la idea planteada por su amigo Lula era, el discutir el problema de los pesados aranceles y subsidios que imponen los países desarrollados sobre los productos agrícolas de las naciones más pobres. Otro error de política exterior.
Los países en desarrollo deben buscar mecanismos para adaptarse a las cambiantes condiciones que les presenta un mundo cada vez más integrado y hacer mucha presión para luchar contra ese incipiente proteccionismo. La tarea no es fácil, pero el premio es muy atractivo.
Lamentablemente, todos sabemos que para lograr una eficaz apertura económica, se debe tomar en cuanto varios puntos que generen un clima favorable en ese país, destacando derechos de propiedad privada, seguridad jurídica, buena infraestructura, servicios básicos de calidad, disciplina fiscal y estabilidad macroeconómica, amigo lector: ¿cómo ve a nuestro país en estas asignaturas?