Revista académica de economía
con
el Número Internacional Normalizado de
Publicaciones Seriadas ISSN
1696-8352
Enrique R. González Porras (CV)
enriquergp@yahoo.es
El año 2003 se inicia con una política económica de decreto, estrategia un
la cual control tras control parece ser la norma y el efecto de los mismos
pretenden ser solucionados con nuevas imposiciones o fijaciones de variables
económicas. Contrario a lo que parece pensar los actuales tomadores de
decisiones sobre política económicas y políticas publicas, las consecuencias
de las medidas recién estrenadas así como de los controles que creen
efectivos, constituirán una dolorosa lección de mercado.
La “Quimera” del Control de Cambio:
El control de cambio podría tener un efecto a corto plazo y otro a mediano
plazo. En el corto plazo, el control de cambio puede favorecer una
recuperación de la liquidez monetaria y de sus tasas de crecimiento. Al
decretarse la suspensión de las operaciones en divisas se hace innecesario
mantener y resguardar la paridad de intereses, esto derivado a la
imposibilidad para los agentes económicos de trasladar o denominar sus
ahorros o parte de su patrimonio en instrumentos financieros denominados en
dólares. Es así como para el fisco nacional la situación de control de
cambio se erige como un mecanismo de incentivo para reducir la estructura de
tasas de interés, permitiendo así, aliviar la comprometida situación fiscal
producto del sobre-dimensionamiento de la deuda interna.
En el mediano plazo la represión del ahorro y de los ingresos de los agentes
económicos en bolívares permitiría la recuperación de los niveles de
monetización de la economía venezolana. Esto significaría que se expandirá
la oferta monetaria con mayor fuerza a la mostrada en los anteriores años de
la gestión Chávez. Un incremento de la oferta monetaria también actuaría en
pos de una reducción de los niveles de tasas de interés.
Sin embargo, aunado al pronunciamiento presidencial de reducción y control
de tasas de interés por parte del B.C.V., una reducción de los niveles de
tasas con las expectativas inflacionarias en el mejor de los casos entre
45-55%, generará indefectiblemente tasas reales negativas.
Efectos y Distorsiones:
Un escenario de tasas negativas traerá como consecuencias entre otras:
• Destrucción del Ahorro (en términos relativos y potenciales): El ahorro
dejará de representar una promesa de consumo futuro y por el contrario se
constituirá en una promesa de detrimento de consumo futuro. Nadie en su sano
juicio ahorrará hoy para poder comprar menos mañana. Situaciones como estas
son las que han alimentado el proceso de desmonetización y de desahorro en
Venezuela, así como a la pérdida de participación del ahorro a mediano
plazo, particularmente el cuasi-dinero sobre la liquidez monetaria. Se hace
común en Venezuela ahorrar o pasar por el sistema financiero formal
estrictamente por razones o necesidades transaccionales en moneda nacional.
• Compra de Activos Fijos como estrategia de Resguardo: En los episodios de
tasas de interés reales negativas en Venezuela los individuos buscan
protegerse de la pérdida de valor de la moneda debido a la inflación
comprando activos fijos que en el mayor de los casos se revalorizan a la par
de la inflación.
• Huida hacia el Mercado Paralelo: Si bien es cierto que en Venezuela ha
existido una recurrencia en el resguardo en activos fijos ante estructura de
tasas reales negativas, la situación actual se diferencia significativamente
del pasado. La falta de credibilidad no sólo en la sostenibilidad de la
gestión fiscal, sino en el sistema político y por ende sobre el nivel de
gobernalidad necesario, produce e imprime sobre los activos fijos
características no deseadas. En un país donde existe una absoluta
indefensión de lo privado ante el Estado, donde las reglas del juego
existentes son desconocidas o no son cumplidas, los activos fijos terminan
representando activos de muy largo plazo. Es de esta manera, como una
porción de los retiros motivados por las tasas reales no irá, como de
costumbre, tras activos fijos sino detrás del mercado negro, con mayor
fuerza que en el caso de no existir el control de cambio. Los activos fijos
al representar los activos de más largo plazo y por tanto menos líquidos no
serán considerados como resguardo por aquellos individuos que ven lejano el
horizonte de solución de la crisis actual. Todo lo anterior alimentará una
inusual y más nutrida demanda en el mercado negro o paralelo, buscando
proteger no sólo el valor de su patrimonio, sino la posibilidad de disponer
del mismo. Finalmente esta demanda sobre el tipo de cambio paralelo tenderá
de depreciar con mayor velocidad al bolívar, a la vez que constituye un
caldo de cultivo perfecto para el lavado de dólares en Venezuela.
• Iliquidez de la Banca: Todas las razones anteriores indican que la
situación de iliquidez en el sistema financiero venezolano puede agravarse,
pudiendo exponer a algunas de las instituciones más débiles al respecto. Los
efectos psicológicos del conocimiento y difusión de una situación como la
expuesta, alimentará un fenómeno de profecías autocumplidas de la que más de
una institución financiera no podrá escapar. Es así como el pánico ante una
eventual situación de dificultad de una institución financiera en particular
podrá generar una situación de retiros nerviosos comprometiendo la
sostenibilidad de la entidad financiera.
• Competencia Destructiva: Si la velocidad de “inundación” de liquidez
monetaria ante el corralito implícito que representa el control de cambios
no es suficiente, la disminución reciente en la estructura de tasas pasivas
que desalienta el ahorro, nos harán presenciar un episodio de “destructive
competition” o de competencia predatoria que sin duda alguna profundizará la
crisis económica. Esta es una de las razones que influirá en contra de una
reducción de las tasas de interés. Muchas instituciones financieras, aún
cuando la estructura de tasas activas disminuya se verán obligadas o
tentadas a mantener las pasivas, toda vez que su situación de liquidez no
sea de holgura. Esta situación pondrá en peligro la gestión y situación de
algunas instituciones financieras que componen el sistema financiero
venezolano.
Gestión Bancaria nada Fácil:
Un eventual control de tasas desencadenado por añadidura al control de
cambio y de precios, con el sentido de controlar no solo los ingresos de los
empresarios sino también sus gastos financieros asociado a sus “insumos”
financieros, podría colocar a la banca nacional en aprietos.
Por un lado, el control de cambios y el eventual control de tasas tendrán un
efecto sobre el Margen Financiero de la banca para el 2003, y por el otro la
inflación esperada impactará la estructura de Gastos de Transformación del
sistema financiero reduciendo la capacidad de maniobrabilidad de la misma,
todo esto sin que necesariamente mejoren los índices de calidad de la
cartera de créditos.
En una primera instancia la disminución de las tasas de interés cobradas por
la banca tanto por sus inversiones en títulos valores (principalmente deuda
pública nacional) como por su cartera de créditos, presionará hacia una
disminución de los ingresos financieros. Este efecto tasa podría ser más
negativo si se le suma un efecto monto, representado por los bajos niveles
de tenencia promedio tanto en la cartera de inversiones como de crédito y
explicado por una lenta recuperación de los niveles de liquidez en el
mercado financiero.
Asimismo, las expectativas inflacionarias y el incremento en los Gastos de
Transformación ejercerán sobre las tasas pasivas hacia la baja, aún cuando
exista el riesgo de que los depositantes encuentren poco atractivo ahorrar a
tasas tan bajas y reales negativas.
Ante el escenario descrito previamente la banca nacional se verá forzada a
acometer un esfuerzo de racionalización de los Gastos de Transformación que
se traducirán en despidos, evaluación de rentabilidad y de oportunidad de
agencias bancarias, e incremento del riesgo al ser forzada a financiar a los
proyectos de mayor retorno e incertidumbre.
A raíz del eventual control de las tasas de interés no necesariamente se
observará una recuperación ni de los índices de intermediación, ni se
recuperará o mejorará la situación de morosidad de la cartera de créditos
manejada por la banca.
El nivel de empapelamiento de la banca nacional producto de la negociación y
compra de títulos del gobierno han desplazado a la actividad privada como
demandante por excelencia y natural de los recursos financieros con los que
cuenta el sistema financiero nacional. De hecho se ha producido en fenómeno
de trade off (desplazamiento) de la deuda pública a la privada. Esto
constituye un elemento que hace pensar no deseado tasas reales muy negativas
para el fisco, ya que se destruirá ahorro que finalmente esta financiando la
burocracia actual.
Sobre la calidad de la cartera de crédito que posee la banca nacional, podrá
terminar pesando más la incertidumbre y la disminución de flujo de efectivo
de los deudores ante un escenario recesivo de controles de precios, que la
disminución de los gatos financieros generada por la reducción de las tasas
de interés.
Finalmente, la banca se verá sobre-expuesta no sólo a problemas de liquidez
sino al riesgo crediticio, ya que es reconocida por la literatura
especializada, así como por especialista en la materia que la banca en
países en vías de desarrollo, tradicionalmente expuestos a shocks
externos, cobra subsidios cruzados de los buenos a los malos pagadores vía
mayores niveles de tasas de interés o de ensanchamiento del spread
bancario.