Revista académica de economía
con
el Número Internacional Normalizado de
Publicaciones Seriadas ISSN
1696-8352
La Economía Política del Socialismo del Siglo XXI
Enrique R. González Porras
(CV)
enriquergp@yahoo.es
Una de las cuestiones más importantes en torno al tema de la regulación, las políticas públicas y las acciones administrativas y públicas tanto del Gobierno como del Legislativo es cuál debería ser el nivel óptimo de este tipo de normas o de acciones intervencionistas.
Los efectos de las regulaciones pueden ser las correcciones de externalidades y de incentivos mientras que demandan recursos para su construcción, puesta en marcha y seguimiento (enforcement).
Así, los efectos de la regulación pueden ser clasificados en dos tipos dependiendo de su aporte al bienestar social conjunto. El primero de los efectos positivo a favor de un mayor nivel de bienestar social es la reducción de las fallas de mercado. El segundo efecto, negativo en contra del nivel del bienestar social lo constituye el incremento de las fallas del gobierno. Por falla del gobierno podríamos entender que un exceso de regulación cree incentivos hacia el uso discrecional de las normas o que la regulación sustituya una situación de bienestar por una de nivel inferior.
La interacción o unión de estos dos efectos o fallas, como función de la regulación probablemente se manifieste por medio de no-linealidad, pero puede suponerse que existe una combinación de los efectos que resulten en una situación de bienestar máxima posible para la sociedad, lo que significa que exista solución interior o que el conjunto de soluciones posibles se encuentre acotado. El gráfico presentado infra ilustra la idea anterior y permite imaginar la lógica de la no linealidad y de la eventual pérdida de eficacia de una regulación a partir de cierto punto, así como el eventual aporte marginal decreciente de un proceso de desregulación (a partir de cierto punto).
González Porras, E.R.: "La Economía Política del Socialismo del Siglo XXI" en Observatorio de la Economía Latinoamericana Nº 73, enero 2007. Texto completo en http://www.eumed.net/cursecon/ecolat/ve/
Resulta cierto que las vías por medio de las cuales la regulación se relaciona con el crecimiento económico pueden ser numerosas, y se concretan por medio de diferentes canales del sistema económico, evidenciando la complejidad de la relación entre regulación y crecimiento económico.
Sin embargo, la regulación afecta al desempeño general de la eficiencia económica por medio de la reducción o el incremento de las fallas de mercado y del gobierno. La eficiencia puede mejorar a través de la modificación de los incentivos de los agentes hacia una reducción de la generación de externalidades negativas.
Muchas de las regulaciones aprobadas e instrumentadas no se fundamentan en razones estrictamente económicas, sino en motivos de redistribución de la riqueza, por defensa, para complacer grupos de adeptos buscadores de renta e incluso para “comprar” votantes (estos son motivos regulatortios que escapan, en ocasiones de las razones normativas y constituyen razones positivas de la regulación). Tales políticas o regulaciones inspiradas en estas razones positivas, intereses personales, grupales o electorales, y que distan del “deber ser” de la regulación, desde el punto de vista del crecimiento económico, constituyen fallas del gobierno, toda vez que minan la productividad, el proceso de creación-destrucción y el crecimiento económico.
Es así, como existe un criterio común sobre las posibilidades de actuación del gobierno (basado en el “deber ser” de las acciones públicas, incrementar el bienestar social). Sin embargo, existe cierto desacuerdo sobre qué efectivamente hará el gobierno. Esta falta de unanimidad sobre qué efectivamente terminará haciendo el gobierno se debe a la dualidad de los incentivos a los cuales podría estar respondiendo el mismo.
Los incentivos pueden ser de dos tipos, uno de carácter positivo y otro de carácter negativo. El primero, de carácter positivo, consiste en que el gobierno es inherentemente bueno o que alternativamente es forzado a ser bueno por el sistema político. Lo anterior es lo que se conoce como un gobierno o un regulador benevolente, el cual actúa como un agente maximizador del bienestar social conjunto. Bajo este esquema de incentivos el gobierno como regulador, tratará de remediar las fallas de mercado, mientras evitará cometer fallas del gobierno.
Por el contrario, los incentivos de carácter negativo, responden al “enfoque pesimista” de la escuela de “Public Choice”. Este enfoque plantea que el “enfoque optimista” sobre la existencia de un gobierno benevolente es una representación muy restringida de la realidad. Así, plantea alternativamente que la política resulta ser un proceso complejo en el cual los intereses de los individuos generan el equilibrio en el corto plazo. Aun así, el resultado de este proceso no arroja un nivel de bienestar social máximo. Lo anterior se debe a que en economía, muchas relaciones comerciales, productivas y distributivas no constituyen un juego de suma cero, y el hecho de solo ponderar un conjunto de agentes económicos involucrados en la función objetivo (los intereses y objetivos) del gobierno o del regulador imposibilita transacciones entre estos, así como acceder a una situación de first best o de bienestar social máximo. Por el contrario, la posibilidad de “inmunizarse” a la debilidad política de ser capturado o de perseguir rentas, podría conseguir un bienestar social máximo. El problema se encuentra en diseñar instituciones contraloras y fiscales independientes, así como la existencia de votantes disciplinadores que permitan “obligar” al gobierno a no ser parcializado, ni a ponerse de espaldas a los intereses del conjunto de la sociedad. Lo anterior solo puede lograrse por medio de amenazas creíbles o un strategic commitment. Casos como el venezolano en el cual existe un Fiscal General de República que formó parte del Ejecutivo o de un Contralor y un Defensor del Pueblo que actúen más como Procuradores Generales, alejan a la sociedad de mecanismos institucionales que disciplinen las acciones discrecionales y oportunistas del Ejecutivo, condenando a la sociedad a bajos niveles de crecimientos económico y bajos niveles de bienestar social (comparados con el potencial que tiene el país). Debemos entender, que lo anterior no contradice de ninguna manera que el país se encuentre creciendo a una tasa envidiable por muchos otros países, sino que existe un costo de oportunidad o un crecimiento potencial al cual no estamos teniendo acceso, por culpa exclusiva de la actual administración ejecutiva del poder.
El nivel de regulación económica se encuentra representado horizontalmente de derecha a izquierda, mientras que el nivel de desregulación se medirá, igualmente horizontalmente, pero de izquierda hacia la derecha sobre el eje Φ. Así, bajos valores de Φ corresponden a mucha regulación, mientras que altos valores de Φ, significará bajos niveles de regulación.
Los efectos de la regulación pueden venir expresados en términos de las fallas de mercado y de las fallas del gobierno. Así, asumiremos el supuesto de que todo el espectro de variables, distintas a la regulación, que podrían afectar al crecimiento económico, se mantendrá constante.
Así, podría escribirse al crecimiento económico como función de los niveles de fallas que se presenten dependiendo del grado de regulación establecida. La función de crecimiento económico se expresaría:
c=(ffm(Φ),ffg(Φ))
Donde ffm(Φ) significa el nivel de fallas de mercado en función del nivel de regulación dada, y ffm(Φ) representa el nivel de fallas del gobierno en función del nivel regulatorio. Esta forma funcional es asumida como aditiva para sus dos componentes (fallas de mercado y fallas del gobierno).
Así, tenemos que el efecto de cambios en el nivel de regulación económica podría descomponerse en dos efectos. Asumiendo que las funciones de crecimiento y las de fallas que la componen son diferenciales, podemos expresar el efecto sobre el crecimiento económico de un cambio en el grado de regulación como sigue:
dc/dΦ = (∂c/∂ffm)( ∂ffm/∂Φ) + (∂c/∂ffg)( ∂ffg/∂Φ)
El primer término representa el efecto de la reducción de las fallas de mercado. En el gráfico presentado anteriormente la curva Fallas de Mercado ilustra como el crecimiento económico crece a partir de una situación de total liberalización, cb, mientras se van corrigiendo las fallas de mercado. Si la regulación no implicara costo alguno, ni efectos colaterales perniciosos, el crecimiento se incrementaría a su nivel máximo como muestra la curva de fallas de mercado, al corregir estas últimas. Asimismo, en este modelo la desregulación incrementaría las fallas de mercado, y éstas impactaran negativamente sobre el crecimiento económico. Obsérvese, que de ninguna manera se está asumiendo apriorísticamente que la regulación es mala del todo, sino que, como veremos más adelante, determinan y explican las fallas del gobierno. Así tenemos que menos regulación es entendida como incremento en las fallas de mercado y un nivel mayor de estas últimas reducen el crecimiento económico. Por ello, la pendiente o inclinación de la curva de Fallas de Mercado es negativa:
(∂c/∂ffm)( ∂ffm/∂Φ) < 0
Por otra parte, la regulación causa fallas del gobierno, representadas en el segundo término de los componentes del crecimiento económico presentado supra. En el gráfico, la curva de Fallas del Gobierno describe como, mientras la regulación aumenta, el crecimiento cae, que es lo mismo que decir que a mayores niveles de regulación el aporte de las Fallas del Gobierno son menores o mejor dicho más negativas. Por ello esta curva presenta una pendiente positiva en dirección del crecimiento de la desregulación:
(∂c/∂ffg)( ∂ffg/∂Φ) > 0
La curva de crecimiento actual, representada por medio de la línea más gruesa, proviene de la suma de la curva de Fallas de Mercado y la curva de Fallas del Gobierno. Una vez que ambas presentan desempeños marginales contrapuestos a lo largo del nivel de regulación, algunos supuestos extras deberán ser considerados para determinar la evolución del crecimiento total ante cambios en los niveles de regulación . En específico, no solo debemos definir las pendientes como ya lo hemos hecho, sino de igual manera debemos tener claro la velocidad de cambio de cada una de las fallas ante los cambios en los niveles de la regulación.
Así, desde el punto de vista del enfoque optimista o de un regulador-gobierno benevolente, éste último maximiza el crecimiento económico a cierto nivel de regulación. Un decrecimiento de regulación (incremento de Φ) se instrumenta para eliminar grandes fallas de mercado, introduciendo menos que proporcionalmente ciertas fallas de mercado. Lo anterior se expresa en los signos de las segundas derivadas como sigue:
∂((∂c/∂ffm)( ∂ffm/∂Φ))/ ∂Φ < 0
∂((∂c/∂ffg)( ∂ffg/∂Φ))/ ∂Φ < 0
Los signos anteriores de igual manera ilustran una situación que resultaría lógica y que efectivamente debe ocurrir en la realidad. Se producen rendimientos decrecientes de la regulación sobre la corrección de las fallas de mercado y rendimiento decrecientes de la desregulación sobre la corrección de fallas del gobierno. Resulta razonable pensar que llegados a un nivel de regulación, por más que se pretenda seguir creando una inflación regulatoria su capacidad de corregir fallas de mercado se encuentra marginalmente inoperante. De igual manera, por más desregulación que se genere, llegaremos a un punto en el cual la curva de Fallas del Gobierno se hace prácticamente asintótica a cero.
Una vez que ha sido identificado la existencia de un fallo de mercado y establecido los costos y beneficios de la Regulación, podemos pasar a determinar el óptimo económico de la regulación. A medida que los objetivos perseguidos por la regulación sean más ambiciosos, los beneficios proporcionados irán disminuyendo, a la par que aumentarán los costos de la misma, por lo que la norma óptima será aquella que minimice los costos totales.
Aun cuando anteriormente, hemos mencionado algunos cotos, no hemos prestado detalle de la existencia de distintos tipos de costos que pudieran venir atados a una regulación.
Costos de la Regulación:
1.- Costes Directos:
• Costos Administrativos.
• Costos de Cumplimiento.
2.- Costos Indirectos (Fallas de Gobierno):
• Efectos Dinámicos Adversos sobre la Innovación.
• Buscadores de Rentas (Rent Seeking, producto del cambio en los incentivos).
• Captura del regulador (producto del cambio en los incentivos).
Así las cosas, resultará importante tener en mente que lo relevante desde el pinto de vista económico, así como de la eficiencia de la norma y del bienestar social, no es tanto el número de normas como su calidad. Una regulación bien diseñada debe minimizar los cotos netos en términos de eficiencia que ocasiona, y para ello es preciso que su aprobación este justificada por la presencia de un fallo de mercado relevante y realizar una valoración minuciosa de sus costos y beneficios, incluyendo un diseño cuidadoso y la evaluación de instrumentos alternativos.
Conclusión:
Una visión autocrática, con prejuicios en contra de la propiedad privada y en contra de los agentes económicos privados buscará generar y aprobar la mayor cantidad de leyes, normas y regulaciones. De hecho, en Venezuela, existen altísimos incentivos para la búsqueda de rentas por parte del Gobierno de turno. Las ansias de absoluto control del actual Gobierno en prácticamente todas las instancias económicas y todos los mercados podría al menos crear la sospecha de si constituye un indicio o una evidencia de que efectivamente se está actuando en función de sus intereses propios.
Así las cosas, mientras un Gobierno como el actual, que actúa motivado por los incentivos de captura y manejo personalista de la riqueza petrolera de todos los venezolanos, se mantenga en el poder, el nivel de riqueza que la sociedad podría disfrutar se acercará a cb (ver el gráfico). Por el contrario, un Gobierno conciliador, que ejecute una valoración costo-beneficio de las acciones regulatorias y que no presente parcialidad, comportándose como un gobierno-regulador benevolente, permitirá a la sociedad alcanzar el mayor bienestar, nivel de riqueza y crecimiento económico posible, cmax (ver el gráfico).
El mejor resultado que la filosofía de gobierno “Roja Rojita” puede lograr se encuentra muy por debajo de la que podría alcanzarse con una alternativa de gobierno que pondere a todos los venezolanos y que no se enfoque, a la hora de gobernar y legislar, a crear victimas y victimarios.
Un Gobierno que no se encuentre comprometido con ideologías, ni posiciones dogmáticas y ultrosas podría hacer uso de un proceso de análisis que le permita un trade-off entre las distintas fallas, moviéndose hacia un nivel de regulación económica que le permita ofrecer a la sociedad un nivel de bienestar social máximo.
La última palabra la tenemos los electores, continuar con un modelo de gobierno que en sus fundamentos y su praxis nos mantiene negados una situación de máxima generación de riqueza para Venezuela, o la alternativa de buscar un nuevo gobierno más ponderado, menos visceral y más consciente de la responsabilidad que implica las funciones públicas.
Economista.
Master en Economía Industrial.
Especialización en el Sector Energía.
Especialización en el Sector Telecomunicaciones.
Especialización en el Sector Transporte.
Especialización en el Sector Farmacia.
Universidad Carlos III de Madrid.
Experto-consultor en Regulación de Competencia y Regulación Económica.
enriquergp@yahoo.es