Revista académica de economía
con
el Número Internacional Normalizado de
Publicaciones Seriadas ISSN
1696-8352
Luis C. Oliveros B.
(CV)
Economista
luis_cesar_13 en yahoo.com
Abraham Lincoln dijo una
vez que todos los hombres son iguales hasta que nacen, esta frase
fácilmente puede encajar cuando analizamos la distribución del ingreso en
los países latinoamericanos y en especial en nuestro país.
Tanto en Latinoamérica como en Venezuela, unos pocos concentran un
porcentaje muy elevado del PIB, mientras que la mayoría de la población
debe “subsistir” con niveles de ingresos sumamente bajos. Esta mala
distribución del ingreso esta estrechamente relacionada con los dramáticos
cambios económicos experimentados por la región en los últimos años. Los
modelos económicos implantados en nuestros países, lejos de mejorar la
situación y bienestar de la mayoría, privilegiaron los sectores más
pudientes de nuestras sociedades. Recordemos que estos países fueron los
laboratorios experimentales de toda clase de políticas públicas, las
cuales de la teoría, pasaban a la práctica en los países latinoamericanos,
sin importar que siempre trajeran represiones financieras, altas tasas de
inflación y fuertes devaluaciones.
Esta distribución de ingresos tan diversa (según cifras del Banco Mundial, un 60% de los países sudamericanos se encuentran en la “prestigiosa” lista del 20% de países con una distribución más desigual), explica perfectamente los elevados y peligrosos niveles de pobreza que padecemos en Latinoamérica. Muchos teóricos concuerdan en el hecho que no es del todo correcto definir pobreza a partir de la distribución de ingresos, pero es evidente que una mejoría en este indicador, conlleva a una reducción de la cantidad de personas pobres.
La mala distribución del ingreso, que además de sus perversos efectos, no es funcional para el desarrollo de los países, debido a sus incidencias en le consumo, ahorro e inversión, debe ser enfrentada por los gobiernos empleando diversos mecanismo, los cuales ataquen el problema de raíz, para con esto mejorarle la cantidad y calidad de ingresos a los más necesitados. Estos mecanismos deben contemplar un incremento en los niveles de escolaridad de la población, para con esto mejorarle las posibilidades de encontrar un buen empleo, políticas de crédito para la pequeña y mediana empresa e industria, incentivos para atraer inversión nacional y extranjera, algo fundamental es revertir las actuales condiciones del mercado laboral donde el desempleo y la economía informal marcan la pauta; pero todo esto no será posible si al mismo tiempo no se defiende, en términos reales con baja inflación y sin devaluaciones traumáticas, el ingreso de cada persona. Un arduo trabajo de largo plazo para generar un elevado bienestar general.