Revista académica de economía
con
el Número Internacional Normalizado de
Publicaciones Seriadas ISSN
1696-8352
Domingo Sifontes
Universidad de Carabobo
dsifontes@uc.edu.ve
Como es sabido por todos el problema de las invasiones de terrenos o
edificios sin ocupación es una actividad que se ha venido desarrollando con
cierta tranquilidad desde hace algún tiempo y en el último mes han
aumentado, casualmente a la par de la puesta en marcha de los Decretos
Zamoranos. Con esto se quiere decir que los mismos dan incentivos para
realizar las invasiones, sólo eso, basta recordar el famoso y bochornoso
caso de la “Comandanta Manuit” para aclarar que las invasiones no comenzaron
con dichos decretos.
El principal argumento presentado por las personas que invaden es NO TENER
UNA VIVIENDA PROPIA, esa es condición suficiente y necesaria para que estas
personas realicen dicha actividad. Desde ese punto de vista es lamentable
que las personas se encuentren en una situación tan delicada, pero eso no
les da derecho a tomar algo que no es de ellos, ningún criterio de justicia
puede sostener ese argumento, por otra parte, sería interesante ver cuantas
familias en Venezuela viven en condición de arrendamiento para darse cuenta
que la diferencia entre los que no tienen vivienda y pagan alquiler y los
que no tienen vivienda e invaden es que los primeros tienen trabajo mientras
que los últimos seguramente no, con lo cual, el problema no es de falta de
vivienda sino de acceso al empleo. Si el problema es no tener una vivienda
propia, créanme que la cantidad de invasiones sería mucho mayor a las que
actualmente existen.
Por otro lado, tenemos a los invasores de profesión, es decir, aquellas
personas que se dedican a realizar la actividad para luego vender los
terrenos a otros que forman parte del primer grupo: los que no tienen
vivienda . Estas personas actúan con la más pura y dura racionalidad
económica, lo que algunos mal llaman, capitalismo salvaje. Que exista este
tipo de invasor no es del todo malo, eso es una lección para aquellos que
critican al mercado y creen que las personas humildes por tener dicha
condición no piensan en términos económicos sino en términos sociales
Mientras existan incentivos para invadir y luego vender lo harán: NO HAY
NADA NI NADIE QUE SE LOS IMPIDA. Luego hablan del modelo social y humano en
contraposición al modelo economicista-individual. Será que un
revolucionario-bolivariano hasta los tuétanos no pensaría de la misma
manera?, es un problema de incentivos no de ética y moral, mucho menos
revolucionario.
Esta situación de las invasiones- injustificadas- en cualquiera de sus
variantes tiene que ser tomada en cuenta y analizada en su justa dimensión.
Respecto a las personas que demandan una vivienda, pues nada hay que darles
trabajo, darles una solución habitacional sería un error, como diría el
Prof. M.J Cartea: “estarían resolviendo un problema sin comprenderlo” y la
consecuencia inmediata de ese tipo de actuaciones-populistas por demás- es
la generación de políticas públicas ineficientes. Respecto a los invasores
profesionales, el Estado está obligado a dar una respuesta contundente para
evitar que siga sucediendo, el problema es que posiblemente quien esté
ordenando dicha actividad sea alguien con cierta cuota de poder en
determinados niveles decisionales y contra eso es difícil luchar.
Las invasiones actuales son una muestra adicional del deterioro
institucional de nuestro país, lamentablemente, eso que llaman un modelo más
social, justo y humano pasa por este tipo de situaciones porque se le da al
PUEBLO los incentivos suficientes para actuar de determinada manera. Si en
este país muchas familias no tienen vivienda propia, los culpables de eso en
dado caso son los Gobiernos por no crear empleos productivos y salarios
competitivos, no las personas que tienen sus propiedades.