Por. Econ. Luis Araoz Cuba
Tanto se ha hablado del Gas de Camisea que hasta se ha manoseado la forma de explotación, este proyecto desde diferentes puntos de vista es muy complejo y de retos ambientales variados, felizmente la traza del ducto ya se hizo viable, y lo mas próximo de este ambicioso proyecto es llevar el Gas de Camisea a la ciudad de Lima esto con el propósito del uso domestico y tratar de que el transporte use y obte por esta alternativa el gas, esto en una primera fase: tratar de cubrir el uso interno. Recién se esta viendo la posibilidad en su segunda fase: Realizar la exportación del producto.
El Gas de Camisea tiene una duración de explotación de 30 años y con la exportación de este producto (segunda fase), se piensa exportar en un valor de 400 a 500 millones de dólares, solo falta la ejecución de este anhelado proyecto, exportando el producto, obteniendo así ingresos frescos.
Concretando la realización de este proyecto, el 8 de Setiembre el Presidente de la República Peruana Alejandro Toledo, confirmó la aprobación del Directorio del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) de un préstamo de 75 millones de dólares de recursos propios por un plazo de hasta 14 años y 60 millones de recursos comerciales por un plazo de 12 años, para la construcción del último tramo del proyecto gasífero de Camisea, las tasa de interés en ambos préstamos será equivalente a las tasas del mercado del sector privado.
El proyecto del gas de Camisea que llevará gas natural a la ciudad de Lima para agosto del 2004, permitirá ahorrar combustible por un valor de dos millones de dólares, aumentando la eficiencia e incrementando la competitividad, asimismo, favorecerá la creación de industrias paralelas como las petroquímicas.
El tema principal de discusión de este proyecto es la protección que se debe dar a la biodiversidad existente en la zona de Camisea (La Convención - Cusco - Perú).
Según el Presidente Toledo no existe discrepancias entre este megaproyecto, la modernidad y el respeto a las comunidades nativas, pero muchas instituciones y Organizaciones no gubernamentales no coinciden con esa afirmación, pues aseguran que este megaproyecto romperá todo el equilibrio ecológico de la zona, destruyendo toda la biodiversidad, dentro de un territorio indígena virgen.
Los grupos indígenas que viven en la zona del proyecto permanecen en estado de aislamiento voluntario, y por lo tanto su vulnerabilidad a las intervenciones foráneas es grave, ya que carecen de defensas contra enfermedades tan comunes como la gripe o malestares gastrointestinales. Aunque se estableció una reserva para su protección, la mayoría de los pozos de extracción están ubicados dentro de dicha reserva, por lo que a lo largo de los treinta años de vida que tiene programado el proyecto, se causará impactos irreparables para las personas que viven dentro o cerca de la reserva.
Además de sus impactos sociales, el proyecto de gas de Camisea ya ha causado daños irreversibles al medio ambiente. La erosión masiva, la sedimentación y la perdida de la biodiversidad ya se han presenciado durante las primeras construcciones.
Además este proyecto amenaza una de las reservas marinas de mayor importancia para la región latinoamericana: La reserva marina de la bahía de Paracas, que se encuentra bajo la protección de la Convención de Ramsar sobre los humedales de importancia internacional.
Dentro de toda esta discrepancia, lo que no se puede negar es que el proyecto del Gas de Camisea, brindara enormes beneficios al Perú, estimando un aumento del crecimiento del PBI en un 1% anual durante los 30 años de operación, pero tampoco se puede negar que dicho proyecto atenta contra la biodiversidad de la zona y contra los derechos de las comunidades nativas que viven cercanas a los pozos de extracción.
Se espera que el proyecto, declarado por Perú como una prioridad de interés nacional, traiga al país importantes beneficios económicos, reduciendo el costo de energía, disminuyendo la contaminación atmosférica y substituyendo otros combustibles por gas natural, el más limpio de los hidrocarburos; pero guardando el debido respeto por la naturaleza y los pobladores de las zonas aledañas, verdaderos dueños de este importante recurso.