Revista académica de economía
con
el Número Internacional Normalizado de
Publicaciones Seriadas ISSN
1696-8352
José Julio Cevallos Becerra (*)
jcevallos@cuscoconsultores.com
Todos los días seguimos escuchando que la economía peruana esta creciendo y que los indicadores económicos están batiendo records, pero la sensación del poblador peruano es que su economía no mejora y lo que es peor sigue en una caída libre.
Como paradoja de esta situación, conviene recordar, hace 18 años, al finalizar el lamentable primer gobierno de Alan García, las reservas internacionales netas (RIN) peruanas no existían. En lugar de tener un saldo neto internacional positivo de corto plazo, el país debía dinero al mundo y se hallaba en virtual estado de bancarrota, resultado de que el gobernante nos proclamo como país inelegible.
Para revertir esta difícil situación se elaboro un buen programa económico aplicado a partir de los años 90, y que se mantiene sin mayor variación, las RIN fueron recuperándose. Así, al finalizar dicho decenio y entrar al nuevo milenio, ya habían trepado hasta poco más de US$ 8 mil millones. Con ello, el país comenzaba a mostrar capacidad de afrontar contingencias externas negativas. Sin embargo, la deuda externa total (pública y privada) aún triplicaban las reservas.
Para citar el artículo puede utilizar el siguiente formato:
Cevallos Becerra, J.J. "Bonanza macroeconómica, malestar económico y nuevas expectativas en el Perú después del primer semestre del año 2008" en Observatorio de la Economía Latinoamericana nº 101, 2008, accesible a texto completo en www.eumed.net/cursecon/ecolat/
Este proceso de acumulación no se detuvo, y continúo aceleradamente, apuntalado por los fuertes ingresos por exportaciones, inversiones y remesas, así como por la debilidad internacional del dólar. Como consecuencia de todo ello, las reservas se incrementaron vertiginosamente y a fines de junio de este año, era de US$ 35 mil 518 millones frente a la deuda externa total que se estima en los US$ 31,000 millones, es decir que el Perú podría pagar el total de su deuda externa.
La semana pasada el Perú logro el ansiado Grado de Inversión, por parte de una de las calificadoras internacionales de riesgo crediticio, la Standard & Poor’s, es bueno recordar que en octubre del 2007 Dominion Bond Rating Service y en abril de este año Fitch, también otorgaron el Grado de Inversión al Perú, sin embargo aún queda Moody’s que nos mantiene por ahora la calificación del riesgo crediticio soberano del Perú. En todos los anteriores casos nos han situado en el primer peldaño identificado como moderado riesgo crediticio ó adecuada capacidad de pago.
Esta calificación ha provenido de la perspectiva estable que muestra el Perú, de altas perspectivas de crecimiento y disminución de vulnerabilidades, pero con una política en desarrollo del marco institucional.
Por otro lado el ministerio de economía y finanzas MEF, ha informado que el producto bruto interno PBI del primer semestre, registra un crecimiento acumulado del 10,2% cifra sin precedentes en la historia reciente del Perú.
Por todo lo antes dicho verificamos que estamos frente a una inquietante paradoja, ya que suponíamos ingenuamente que, si crece el PBI, deberían mejorar también las condiciones de vida y el grado de satisfacción de las personas. La explicación es que el PBI no es un buen indicador del bienestar de las personas, ya que solo una parte de su crecimiento va a los bolsillos de la gente.
Si bien es cierto que el crecimiento económico es por las exportaciones y/o a la inversión, pero como la gente no come, ni el cobre o la harina de pescado que se exporta, ni máquinas o cemento que son inversión, el auge no recae en la expansión del consumo personal. El malestar de nuestra población se esta convirtiendo en un estado de ánimo negativo permanente, o quizás una enfermedad congénita. Es evidente que esta situación hace peligrar la democracia y la gobernabilidad
Para explicar la paradoja comentada ubicamos que el malestar de la gente se da por la brecha existente entre las expectativas, aspiraciones y los logros alcanzados efectivamente por las personas y la frustración de sus consumos por los ingresos bajos y los empleos volátiles.
Se presenta aun más pronunciada la crisis distributiva, las personas no están dispuestas a tolerar cualquier grado de desigualdad. Hay grados de extrema desigualdad que no tolerarían. Huelgas, protestas, redistribución privada con violencia son algunos de los mecanismos que utilizarán para tratar de restaurar una situación de desigualdad que sea más justa.
Se atribuye también a la falta de previsión del gobierno y a la inexistencia de canales institucionalizados de concertación como el aumento del precio del pan y del pollo, la eliminación de exoneraciones y similares, puede rebalsar el vaso de la paciencia, pero no puede explicar la extensión y radicalidad de las movilizaciones.
Las perspectivas de un cambio en el gabinete ministerial y la reciente designación del economista Luís Valdivieso Montano, que trabajaba desde hacía 30 años en el Fondo Monetario Internacional FMI, como nuevo ministro de Economía, quien es un experto en situaciones de riesgo.
En sus primeras intervenciones ha precisado que en concordancia con la visión del presidente Alan García es seguir creciendo lo más alto posible, con la inflación más baja posible, pero al mismo tiempo, todos queremos que esos beneficios del crecimiento lleven progreso, que lleguen a todos los peruanos.
El ministro Valdivieso dijo que su primer objetivo será combatir la inflación tanto general como en los alimentos. Por lo que ya se ha reunido con los funcionarios del banco central de reserva BCR para concertar un programa de acción que neutralice la inflación por lo que se debía actuar "antes de que sea demasiado tarde".
De acuerdo a su breve diagnostico explico que la inflación peruana tenía dos fuentes: "la externa viene del precio del petróleo y de los alimentos importados" y "la interna proviene de un exceso de la demanda", por lo que el gobierno podía corregir a través de un correcto ejercicio presupuestal.
Algo importante que destacar es que reconoció que no ha habido una consulta con los ministros, ni con los gobiernos regiones, reconoce que la consulta es fundamental en el diseño de un exacto ejercicio presupuestal. Lo importante debe reflejarse en el presupuesto, que es el instrumento de decisión social.
Por lo que se aprecia hay al menos en el titular de economía, las buenas intenciones de dar un cambio de timón en esta etapa, por lo que ha convocado a los presidentes regionales a unas reuniones en las cuales se debe tratar en definitiva la aplicación de una reforma administrativa que logre una redistribución en beneficio de los pobladores del interior del país, mediante el presupuesto que es el instrumento de decisión social.
* Past Decano del Colegio de Economistas del Cusco.