Revista académica de economía
con
el Número Internacional Normalizado de
Publicaciones Seriadas ISSN
1696-8352
Martín Carlos Ramales Osorio
mramales@nuyoo.utm.mx
Ernesto Zedillo pasará a la historia como el presidente que hizo posible la consolidación de la democracia en México. Después de 71 años de
dictadura perfecta (al decir del escritor peruano Mario Vargas Llosa) los mexicanos podemos sentir y palpar la democracia que tanto
anhelábamos. En un ejercicio de madurez política los mexicanos optamos por el cambio, pero no por un cambio de forma sino que por uno de fondo que haga posible la superación de muchos de nuestros problemas: El desempleo, la pobreza, las desigualdades socioeconómicas y regionales, el narcotráfico, la inseguridad pública, la corrupción, el nepotismo, la guerrilla (expresada en las justas demandas del EZLN), la educación pública superior (expresada en el conflicto de la UNAM) y otros lastres que arrastramos, pesadamente sobre nuestras conciencias y espaldas, como productos de la monopolización del poder por parte de la revolución que se hizo gobierno.
En 1928 Plutarco Elías Calles funda el Partido Nacional Revolucionario (PNR), antecesor del PRI, para dar sentido y rumbo al movimiento revolucionario que se plasmó en la Constitución de 1917 y que rige la vida política, social, laboral, económica, jurídica e institucional del país. En sus inicios el PNR es capaz de interpretar fielmente los anhelos y reclamos de la sociedad. El presidente
Lázaro Cárdenas del Río, sobre todo, es fiel a esos anhelos y demandas sociales. Con un claro sentido patriótico y nacionalista, Lázaro Cárdenas lleva a cabo la expropiación petrolera el 18 de marzo de 1938:
"Pocos actos han sido en México el resultado de los anhelos, las luchas y exigencias de la sociedad como la expropiación petrolera. La voluntad colectiva de la Nación fue interpretada fielmente por el presidente Cárdenas, cuando después de un largo y controvertido problema laboral entre el sindicato y las empresas petroleras extranjeras que operaban en el país, las expropió ante su negativa de acatar el fallo de la Suprema Corte de Justicia"
(Alcudia 1988: 781).
Con ese acto histórico de suprema importancia, el General Cárdenas demostró su convicción nacionalista al haberse puesto del lado de las justas demandas de los trabajadores mexicanos. De igual forma que con ello demostró su capacidad visionaria como hombre de estado al sentar las bases del desarrollo industrial del país. Justo es reconocer que Lázaro Cárdenas crea también la Comisión Federal de Electricidad (CFE) en 1937. De esa manera, la creación de la CFE en 1937, la expropiación petrolera ocurrida el 18 de marzo de 1938 y la conformación de la paraestatal Petróleos Mexicanos (PEMEX) en 1940 se convierten en los pilares fundamentales del desarrollo económico de la nación mexicana. Finalmente López Mateos, también en un gesto de convicción nacionalista, lleva a cabo el 27 de septiembre de 1960 la nacionalización de la industria eléctrica que se encontraba en manos de la Mexican Light and Power Co. y de la American and Foreign Power Co. Con esas acciones, Lázaro Cárdenas y López Mateos concretizan y dan sentido a la voluntad popular expresada en el Artículo 27 de la Constitución que hasta el día de hoy rige los destinos del pueblo de México.
Pero bien, ¿a partir de qué momento la revolución hecha gobierno deja de responder a esas demanda sociales e inicia, por tanto, su decadencia? Inicia con la profundización de políticas económicas conservadoras por parte de la administración de Díaz Ordaz. En efecto, al finalizar con Díaz Ordaz el periodo conocido como
desarrollo estabilizador (1956-1970) el descontento social era evidente debido al reparto injusto de la riqueza generada (según Clark Reynolds, economista norteamericano y estudioso de la economía mexicana, el ingreso per capita ascendía en 1968 a 1 000 dólares anuales; no obstante, los seis millones de habitantes más pobres percibían sólo cerca de 400 dólares; los siguientes veinticuatro millones de habitantes recibían 550 dólares; los siguientes veinticuatro millones, 925 dólares, y los seis millones de ocupantes del estrato superior, 3 700 dólares), a la excesiva concentración de tierras en unas cuantas manos, a las promesas incumplidas de reforma agraria y al desempleo creciente originado por el incremento de la productividad agrícola y manufacturera y por el rápido crecimiento demográfico experimentado desde los cuarenta. Echeverría, con la promesa del
desarrollo compartido, trataría de enmendar el rumbo, pero en realidad conseguiría únicamente una agudización de esos problemas. Finalmente, el desencanto pleno de la sociedad para con los gobiernos emanados de la revolución se da durante la euforia, y posterior cruda, de la abundancia petrolera.
Los gobiernos posrevolucionarios siguientes (es decir, los de Miguel de la Madrid Hurtado, Carlos Salinas de Gortari y Ernesto Zedillo Ponce de León) no harían otra cosa que dar las espaldas por completo a las justas demandas sociales de empleos bien remunerados, de reparto equitativo de la riqueza generada, de reparto de tierras a campesinos pobres y de la realización de una reforma agraria integral. A partir del momento en que las tres ultimas administraciones posrevolucionarias favorecen con sus estrategias económicas al gran capital financiero nacional e internacional, el pueblo le da la espalda por completo al Partido de la Revolución Institucionalizada y opta por el cambio, o más bien, por el partido que cree que puede atender y hacer realidad sus más caros anhelos de progreso y superación. ¿Estará a la altura de esos anhelos y reclamos el gobierno que encabeza el panista Vicente Fox Quesada? La
dictadura perfecta ha muerto, viva la democracia.
Para citar
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Ramales Osorio, Martín Carlos "La incipiente democracia mexicana"
en Observatorio de la Economía
Latinoamericana
http://www.eumed.net/cursecon/ecolat/mx/
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