Observatorio de la Economía Latinoamericana

 


Revista académica de economía
con el Número Internacional Normalizado de
Publicaciones Seriadas  ISSN 1696-8352

 

Economía de México

 

LA DEPENDENCIA ALIMENTARIA, VERTIENTE DESATENDIDA QUE HA VULNERADO LA SEGURIDAD NACIONAL




Miguel E. Berumen Barbosa (CV)
berumenbarbosa2000@yahoo.com.mx



INTRODUCCIÓN

En México, para los sectores sociales –cuya población es menor a la población total-, que gozan de un poder adquisitivo holgado, no les preocupa o les preocupa muy poco el alza de los precios de los alimentos, así como el de los servicios básicos, sin embargo para la mayoría de los sectores, por lo tanto, con una población mucho mayor, atraviesan por una situación de seria vulnerabilidad por el deterioro del poder adquisitivo, como consecuencia de las alzas en los precios de todos los productos, en especial los de primera necesidad, los productos alimenticios, vivienda, transporte y demás servicios, ya que es una constante la preocupación y por ende el bienestar de sus familias.

Ello, por la incertidumbre privativa en relación a la estabilidad laboral, como consecuencia de la pérdida de la dinámica económica, integrada en la inercia de la globalización: crisis en la estructura productiva de exportación, fundamentalmente; crecimiento del desempleo formal, por un lado, y crecimiento en el empleo informal, reflejado en el sector terciario; bajo este ámbito, la contracción del empleo del sector secundario y con la política que subestima o remite a la marginación al campo, el impulso al abandono de nuestros campesinos de sus tierras, disminuyendo la ocupación en el sector primario.

Además, por la cada vez más deteriorada producción agrícola, y como consecuencia, el crecimiento de las importaciones de productos básicos: maíz, frijol y trigo, merced a las políticas públicas que han vulnerado al campo. En virtud de que los alimentos son elementales para la población, y al depender más de las importaciones, se puede decir que, en gran medida se ha vulnerado la seguridad alimentaria.

Ante una producción nacional de productos agropecuarios –en lo particular el maíz, base de la alimentación en México-, que no garantiza el abasto que demanda la mayoría de la población, la dependencia alimentaria es evidente, cuyo control lo detentan compañías transnacionales, por ende, se considera lamentablemente la existencia de la vulnerabilidad de la seguridad nacional, situación que bien puede –o de hecho lo es- ser una medida para ejercer presión en el diseño y ejecución de la política económica, no obedeciendo a los intereses nacionales, sino a los de las trasnacionales.
 

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Para citar este artículo puede utilizar el siguiente formato:

Berumen Barbosa, M.E.: La dependencia alimentaria, vertiente desatendida que ha vulnerado la Seguridad Nacional, en Observatorio de la Economía Latinoamericana, Nº 151, 2011. Texto completo en http://www.eumed.net/cursecon/ecolat/mx/2011/


La pérdida del poder adquisitivo

Conforme al Censo de Población y Vivienda 2010 del Instituto Nacional de Estadística Geografía e Informática (INEGI), se consiga una población total de México de 112’336,538 habitantes y de ella, sólo el 10 por ciento, es decir, 11’233,654 lo conforma la población más acaudalada –concentrando el 41.4 por ciento del ingreso total anual-, según el Banco Mundial ; población esta última, similar a la que prevalecía en el año 2000, es decir, en año que marca el inicio del gobierno del “cambio”, de la “alternancia”. Al tomar en cuenta esta información, nos remite a una situación que ha prevalecido estática, sin movimiento, o en el peor de los casos, se tiene un proceso de consolidación en cuanto a la concentración de la riqueza generada. Esta situación, conlleva a una fatalidad, ya que si este dato se compara con el prevaleciente al año 2006, donde ese 10 por ciento de la población -que de ninguna manera es satisfactorio- sólo concentraba el 37.9 por ciento del ingreso, por lo tanto nos indica que se incrementó la concentración.

Puesto de relieve, se consigna en dicha información, que el ingreso promedio trimestral por habitante, para el 90 por ciento de la población, es de 1,377 pesos, mientras que para el 10 por ciento restante, es de 35,949 pesos, información que corrobora el Inegi y que destaca a su vez, la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE). Por lo tanto se aprecia, un alto grado de concentración del ingreso, que hacen evidente, que no existen avances para combatir los rezagos sociales, situación que restringe o reduce la posibilidad, para la mayoría de la población, de poder acceder a mejores niveles de vida.

La dramática situación económica para la mayoría de la población mexicana, conformada integrada en los sectores más desprotegidos, toma relevantes proporciones si se considera que el 0.18 por ciento de la población, concentran el 42 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) en el mercado bursátil, con un monto de 6 billones 26 mil 954 millones de pesos, según consigna la Comisión Nacional bancaria y de Valores (CNBV) .

En cuanto al deterioro del poder adquisitivo, según información del Centro de Análisis Multidisciplinario de la UNAM, si bien de 1940 a 1952, se registraron comportamientos negativos, posteriormente y hasta 1982, la Variación del Poder Adquisitivo registró un comportamiento positivo y, a partir de ese último periodo, hasta el 2010, su comportamiento es negativo, con la fuerte tendencia de agravarse más, como se puede apreciar en el siguiente cuadro.

El comportamiento de los Salarios Mínimos -determinado por la denominada Comisión Nacional de los Salarios Mínimos-, en relación con la Canasta de Alimentos Recomendable (CAR), permite observar el grave deterioro de los primeros, ya que si bien es cierto que han tenido un ligero crecimiento, de ninguna manera se puede comparar con los incrementos del costo de la CAR, todo vez que esta última está en función del incremento de los precios de los productos que la componen.

Lo anterior pone en evidencia, que del 2006 a abril del 2010, la situación para la mayoría de los trabajadores es de un alto deterioro de su poder adquisitivo; conforme han pasado los años, adquieren menos en lo que se refiere a la CAR, la situación se agrava si a ello se suma, el pago que deben de hacer por obtener servicios indispensables, como lo son los pasajes para su traslado a los centros labores, a escuelas, ropa, calzado, entre otros; no obstante, se les sigue exprimiendo, para lo cual los comerciantes y los prestadores de servicios, recurren a las líneas de crédito y los bancos a las tarjetas. En el peor de los casos, para pagar sus deudas o adquirir bienes, tienen que desprenderse de las pocas propiedades que lograron adquirir o que heredaron.

Ahora, si se llega a contemplar en este panorama, a la población que se ubica en el desempleo, la situación no es nada halagadora, se recrudece, sin observarse la aplicación de una política laboral-económica que mitigue el impacto crítico para los trabajadores y sus familias, por lo que no deja de pasar desapercibido -en esta cruel situación-, la insensibilidad, la indiferencia de la parte oficial, al no condolerse del prójimo, y que muy al contrario, no dejan de generar programas o estrategias que no lleven un trasfondo de intereses políticos, emergiendo aquellos denominados “asistencialistas” o los que se van a “fondo perdido”, la cuestión es buscar reposicionarse.

Si se continúa profundizando el análisis, el deterioro del poder adquisitivo, impacta drásticamente en lo elemental, en lo indispensable para la subsistencia de los trabajadores y sus familias, retomando el trabajo del Centro de Análisis Multidisciplinario de la UNAM, la tendencia es de un claro deterioro que se agudiza en el 2010, como se puede apreciar en el siguiente cuadro, donde con el paso del tiempo se adquiere menos kilogramos de tortilla de lo que se obtenía en 1982 en comparación al año de 2010.

Lo anterior es remarcado a través de la información dada a conocer por el Secretario Ejecutivo del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL), quien indica que si bien indicadores como rezago educativo, cobertura de salud, accesos de servicios básicos de vivienda y la calidad de la vivienda ligeramente mejoraron con relación al año 2000, por otra parte el poder adquisitivo empeoró por la crisis y las alzas en los precios de los alimentos, ya que de 2008 a 2010 aumento en 7.9 por ciento la proporción de la población que no pudo adquirir una Canasta Básica Alimentaria con el ingreso de sus trabajos .

Esta visión se ve complementada por el Director del Centro de Investigación en Economía y Negocios del Tecnológico de Monterrey Campus Estado de México, quien indica que, debido a que la pobreza extrema mantiene una tendencia a la alza y a que el mercado laboral sigue presentando una alta desocupación y condiciones de precariedad en materia de salarios y prestaciones, la actuación del gobierno debe de modificarse. Agregando que, si el sector público no ejerce un presupuesto de manera eficaz durante el 2011, los problemas sociales y económicos continuarán incrementándose y afectando a la población, ello aludiendo a la forma en que se ha venido ejerciendo el presupuesto: elevado pago de intereses por la deuda del sector público y un creciente gasto corriente.

Subrayando que en 1990 el gasto corriente del gobierno federal fue del 27 por ciento del total; en el 2000, representaba el 54 por ciento y en el 2010 llegó al 58.6 por ciento, siendo similar el comportamiento para los servicios personales, situación que contrasta con lo referente a la inversión física que en 1990 fue de 7.7 por ciento, para pasar al 2008 a 7.8 por ciento y en el 2010 llegó a 12.2 por ciento, considerándose baja en comparación con el gasto corriente .

En la actualidad –mes de mayo de 2011-, los incrementos en los precios de los productos agropecuarios, vienen a deteriorar más el poder adquisitivo de la mayoría de la población, situación que avala el Banco de México, donde el precio de un kilogramo de jitomate se incrementó en 63.52 por ciento y el del aguacate 18.56 por ciento; la carne en pulpa de 64 pesos el kilogramo llegó a 87 pesos; el aceite comestible –el más económico- de 18.40 el litro llegó a 26 pesos; no se diga el impacto negativo de los incrementos mensuales en los precios de las gasolinas y el gas comercial.

El director del Centro de Investigación en Economía y Negocios del Instituto Tecnológico de Monterrey, José Luis de la Cruz Gallegos, con base en un análisis de los resultados del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL), señala que en el combate a la pobreza a partir del mercado laboral, las estimaciones indican que para el 2011 veremos un incremento de cerca de 5.5 millones de personas que enfrentarían la pobreza, es decir, tendremos a 54 millones de mexicanos en esas condiciones .

La inestabilidad laboral

Varios son los factores que tienen su incidencia en la inestabilidad laboral, pero sobresale con gran fuerza, el impacto causado por la crisis económica de los Estados Unidos de Norteamérica que emerge a fines del 2008 , merced a la supeditación de un comercio internacional con dicho país, el cual es del 80 por ciento y que agudiza la crisis, de manera directa, que se venía arrastrando en la estructura productiva del país, pues al desacelerarse la economía norteamericana prácticamente se cierran los canales comerciales para México, semiparalizándose la economía, traduciéndose en baja en la producción, despidos de trabajadores e incremento del desempleo, se lesiona el poder adquisitivo y el mercado interno pierde su dinámica, de por sí dificultosa por el deterioro del poder adquisitivo para la mayoría de la población.

Con base en las estadísticas de David Márquez Ayala, se puede apreciar el comportamiento del empleo y desempleo que ha prevalecido del 2006 al 2010, donde se observa un crecimiento constante de la Población de 14 años y más, similar a la de la Población Económicamente Activa; un ligero crecimiento del 2006 al 2007, de la población ocupada que, para el 2008 y 2009 registra descenso, y para el 2010 un aparente crecimiento.

No obstante a lo anterior, es de resaltar que existe un elevado potencial de la población de 14 años y más, es decir, en edad de trabajar, equivalente al 73. 6 por ciento del total, debido a ello parte de esa cantidad, deberá de ser considerada, próximamente, dentro de la población económicamente activa, por consecuencia ésta crecerá significativamente y por lo tanto demandará fuentes de empleo para subsistir; tal situación implicará que habrán de considerarse nuevas y dinámicas estrategias, impulsar la economía generando los empleos suficientes que demanda esta fuerza de trabajo, caso contrario y de manera inmediata esta población pasara a las estadísticas del subempleo o en el peor de los casos en el desempleo y en tal circunstancia, aumentará la población de pobres y marginados.

Hasta el 2010, el comportamiento de la población desocupada, es de constante crecimiento, con la posibilidad de que se incremente a finales del 2011; incidiendo en tal panorama, los problemas que acarrea la estructura económica, que simplemente no responde a los intereses de la mayoría de la población mexicana; la política laboral y los despidos recientes, estos últimos, merced a la crisis mundial y a la crisis interna, pero además, como ya se señaló arriba, se incrementa también por el crecimiento constante de la población económicamente activa.

Lo anterior se refleja en el comportamiento del total de la actividad productiva, en lo que se refiere a la ocupación y empleo, del 2006 al 2007, es observable cierto crecimiento, sin embargo a partir del 2008 y 2009, decrece, es decir, se da paso a un proceso de crecimiento del desempleo. En el Sector Primario, por su crisis estructural y la falta de una política gubernamental que la apuntale o que pretenda el rescate del sector mayoritario –que se debate en condiciones lamentables y que se agudizan- dedicado a las actividades agropecuarias, tienen una constante disminución, que indica al abandono que subyace, la población que se ocupaba en estas actividades disminuye, abandonan el campo emigrando a otros lugares para buscar alguna expectativa para sobrevivir y/o proporcionar alguna mejora para sus familias.

El sector secundario, con privilegios y/o estímulos de la política gubernamental, del 2006 al 2007, manifiesta cierto crecimiento en la ocupación y empleo, sin embargo para el 2008 y 2009, pese a los apoyos oficiales, no da muestras de que pueda incrementar la ocupación y empleo, en especial referente a la industria manufacturera vinculada fuertemente a las trasnacionales, como lo es con la industria automotriz, entre otras. Respecto a la industria extractiva, con un predominio casi total de inversionistas trasnacionales, canadienses entre otros, refleja un incremento, debido a que es de sumo interés la explotación, sobretodo de oro y plata, para lo cual se otorgan sin obstáculo alguno, concesiones y más concesiones, que de ninguna manera capitalizan la economía mexicana, sino que muy al contrario, además de no generar su capitalización, conllevan a una explotación de la riqueza nacional, generando un futuro de miseria para nuestras generaciones.

Pero además refleja una política completamente contradictoria, al menos con los intereses de la mayoría de la población mexicana, toda vez que por un lado se otorgan concesiones a compañías extranjeras, se puede decir, sin obstáculo alguno y que en la última década –del 2000 al 2010-, pudieron extraer alrededor de 350 toneladas de oro, mientras que por otro lado, a través del Banco de México se adquieren 100 toneladas del mismo metal -es decir, mucho menos de lo que las compañías extranjeras han explotado en suelo mexicano-, con un costo de 4 mil 300 millones de dólares, bajo el argumento de pretender diversificar los activos que integran la reserva la reserva internacional .

Para el caso del sector terciario, conformado por los comercios y servicios que dominan casi por completo el mercado interno, muy ligados a inversionistas trasnacionales y al carecer de una industria netamente mexicana que produzca o que tenga el interés para abastecer dicho mercado, la opción es que el abasto sea a través de estas compañías trasnacionales; desgraciadamente una gran cantidad del sector desempleado de las actividades agropecuarias, de la industria y de los gobiernos federal, estatales y municipales, opta como casi única opción, gravitar o si se quiere, refugiarse en las actividades comerciales, en la economía informal o subterránea , de ahí que sea el sector económico que registra un constante crecimiento, sin gozar o carente de la cobertura de prestaciones y servicios conforme lo marca la ley.

La crisis en al agro mexicano

La dependencia alimentaria, que sufre actualmente México, es consecuencia en gran medida de la crítica situación que subyace en las actividades agropecuarias, pero sobre todo en la crisis del campo, del agro, que antaño, hasta finales de la década de los 60’s, garantizaba el abasto de la población mexicana, incluso se daba el lujo de exportar, porque había excedentes, en la actualidad es una vergüenza la situación predominante.

Si de 1996 a 1997, la superficie sembrada de maíz, registra un ligero crecimiento, a partir de 1997 al 2011, ha ido disminuyendo, porque el argumento oficial es que, es más costoso producir que comprar, es decir importarlo, lo que significa, quedar a merced del dominio de las trasnacionales; refleja el abandono de la política gubernamental hacia el campo y al menospreciarlo o minimizar el valor que tiene, se desatiende la seguridad alimentaria, que de ninguna debe estar supeditada o dependiente de los intereses extranjeros, vertiente que vulnera la seguridad nacional, toda vez que el maíz es la base de la alimentación de la población mexicana.

Bajo este panorama, se puede apreciar que los apoyos gubernamentales a los productores de maíz, a través del PROCAMPO, a partir del 2000, ha ido disminuyendo en el número de productores -como se puede apreciar en el siguiente cuadro- y con ello, como consecuencia, se reduce a la vez la superficie, no existiendo una política que le de consistencia como para recuperar el papel que debe de desempeñar en la economía mexicana, para proporcionarle o recuperar su autonomía y de garantía de abasto al mercado interno.

Tan solo en el estado de Oaxaca, el déficit de maíz en el 2011, es de 40 mil toneladas, para poder hacer frente a la demanda de la población, según lo dado a conocer por la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentación (SAGARPA), manifestando comodinamente o si se quiere, de manera irresponsable, que no existe riesgo de inseguridad alimentaria, porque el sistema de Distribuidora Conasupo (DICONSA), abastece a toda la entidad con 85 mil toneladas, reconociendo que el faltante de maíz, se cubre a través de la importación.

Aduce orgullosamente la SAGARPA, que sólo en el estado de Oaxaca se invierten 670 millones de pesos al año a través de PROCAMPO y 160 millones de pesos del Programa de Apoyos para Maíz y Frijol (PROMAF), de los cuales 80 millones se canalizan para la adquisición de insumos y el resto para la compra de maquinaria , sin embargo en los hechos, no se refleja un incremento de la producción, es decir, no es consecuente al prevalecer la dependencia de este grano básico.

A nivel nacional, se puede apreciar el comportamiento de las exportaciones e importaciones, donde las primeras superan constantemente a las segundas, como se constata en el siguiente cuadro, sólo del 2007 al 2010.

El saldo de la balanza comercial de los productos agropecuarios, registran del 2007 al 2010, resultados negativos, como consecuencia de que las importaciones superan a las exportaciones, merced a la alta dependencia económica del país.

Según estudio de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) y el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), México no produce ni el 75 por ciento de lo que consume su población y en el caso de los granos registra entre el 60 y el 65 por ciento .

Haciendo un comparativo de los últimos diez años, partiendo del 2000, en cuanto a la importación de los tres principales granos, el panorama no es nada halagador, manifiesta de cierta manera la consolidación de la dependencia alimentaria y el casi abandono del campo, panorama que exige la reorientación política económica en el campo, considerando la relevancia que debe de dársele; el maíz, registra un incremento en las importaciones del 143.3 por ciento; el trigo, alcanzó el 112.2 por ciento y la soya, el 69.4 por ciento, como se puede observar en el siguiente cuadro.

Tal situación no deja de ser de suma preocupación, toda vez que impacta drásticamente, el cambio climático, afectando nuestro entorno que se ve agudizado por los incendios forestales, así como por la práctica de la roza y quema, método que se sigue practicando en el medio rural, así como la irresponsable tala inmoderada y el tráfico ilegal de bosques. A nivel internacional, se suma el preocupante nivel bajo, en los últimos 15 años, del inventario del maíz, así como el comportamiento de otros productos del campo cuyos efectos se hacen evidentes en el incremento de los precios.

Por si no fuera suficiente, habría que agregar el interés, sobre todo de los Estados Unidos, de desviar el maíz de consumo básico para la población, hacia la producción de biocombustibles, concretamente para los digestores de etanol, provocando el retiro de cereales de 250 millones de toneladas del mercado mundial en 2010.

No se puede soslayar, de ninguna manera, el factor denominado Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), que entro en vigor en 1994, es decir, hace 17 años, cuyo efecto agudizó más la crisis en el campo mexicano, a lo que se agregó la reforma al sector agropecuario, refiriéndonos concretamente al Artículo 27 Constitucional, dejándolo desamparado y con ello al sector campesino, profundizándose más la desigualdad al registrarse un alto grado de concentración y centralización del capital , vía especulación y acaparamiento, en este caso del maíz, pues del monopolio del estado a través de Conasupo, se traslada al monopolio privado de lo que es Maseca y Cargill, de tal forma que se pone en evidencia la vulnerabilidad de la Seguridad Nacional.

Es elocuente y dramática la situación, según lo que comenta Carlos Fernández-Vega, en su columna del periódico La Jornada, denominada “México S.A.”, “Año tras año, cuando menos desde 1994 crece, en volumen y gasto, la importación de alimentos: 400 por ciento de aumento en los últimos cinco lustros, periodo en el que se erogaron 180 mil millones de dólares por ese concepto, en medio del presuntuoso discurso oficial que pregona un campo mexicano cada día más sólido, con una política sectorial correcta, sin mencionar, por obvias razones, que no mucho tiempo atrás buena parte de lo que ahora se adquiere en el mercado internacional –mayoritariamente en Estados Unidos- se producía en el país por agricultores nacionales, y para beneficio interno.

“Como se ha documentado …, a estas alturas se importa 75 por ciento del arroz que se consume en México, 25 por ciento del maíz y 42 por ciento del trigo, sin olvidar que de 1990 a 2010 la importación de carne en canal bovino se incrementó 281 por ciento; 378 por ciento la de porcino; mil 35 por ciento la de aves, y 185 por ciento la de huevo, por mencionar algunos de los principales alimentos. En 2010, comparado con el 2009 (información del Inegi), México importó cinco veces más carne respecto de la que exportó; seis tantos de leche, lácteos, huevo y miel; 12 veces de cereales; 3.6 veces de productos de molinería; 30 veces de semillas, frutos oleaginosos y frutos diversos; 9 veces de grasas animales o vegetales y 3 veces de preparaciones de carne y animales acuáticos ”.

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