Observatorio de la Economía Latinoamericana

 


Revista académica de economía
con el Número Internacional Normalizado de
Publicaciones Seriadas  ISSN 1696-8352

 

Economía de México

CIRCUITOS FINANCIEROS Y LABORALES TRANSFRONTERIZOS: POLÍTICAS MACROECONÓMICAS

Alicia Girón
aliciagiron@gmail.com

 

Síntesis

Los circuitos financieros y laborales transfronterizos en espacios regionales, son resultado del profundo y acelerado proceso de migración acompañado de las remesas. Estos circuitos reflejan la transformación de las estructuras productivas a nivel global y los desafíos de la desigualdad económica y social. Estos circuitos van más allá de la teoría monetaria convencional y de la creación del dinero por el banco central. El debate multidisciplinario y transdisciplinario con el que se abordan hoy en día los circuitos financieros y laborales han determinado que la discusión en su relación con los derechos económicos y sociales sea conocimiento de frontera.

1. Introducción

La interrelación de circuitos financieros y laborales transfronterizos que se establecen a través de las remesas y la migración son una realidad compleja. Estos circuitos corresponden al estudio de las remesas resultado de una parte del salario obtenido por quienes emigran en busca de mejores oportunidades de empleo. En sí, las remesas constituyen flujos de capital significativos para las economías receptoras que se pueden comparar incluso con los flujos de capital procedentes de las inversiones extranjeras. Por lo anterior, se requieren enfoques teóricos y metodológicos diferentes a los ya establecidos para abordar una problemática que debilita el desarrollo potencial de un país en proceso de inserción en el mercado internacional.

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Para citar este artículo puede utilizar el siguiente formato:

Girón, A.: “Circuitos financieros y laborales transfronterizos: políticas macroeconómicas" en Observatorio de la Economía Latinoamericana, Nº 92, 2008. Texto completo en http://www.eumed.net/cursecon/ecolat/mx/2008/ag.htm


La migración y las remesas son fenómenos económicos que han cobrado fuerza en México durante los últimos años. Si bien la migración hacia los Estados Unidos es parte de nuestra historia, el proceso de migración se ha acelerado a raíz del entorno macroeconómico y de la inserción de la economía nacional en la nueva división internacional del trabajo. Hoy en día, cerca de 480,000 mexicanos emigran anualmente a los Estados Unidos . Desde el punto de vista del análisis económico, partimos de que el aumento de la migración se debe a los cambios estructurales profundos en el marco de la desregulación y liberalización iniciada en los años ochenta y reforzada por el Consenso de Washington . Desde el punto de vista del análisis económico, varios estudios del Banco Interamericano de Desarrollo y de otros organismos internacionales muestran el impacto económico que las remesas de los emigrantes tienen en los países receptores.

Las remesas benefician a la economía mexicana. Llama la atención que el creciente flujo de remesas por parte de los migrantes ha superado con creces las tasas de crecimiento de los flujos de la inversión extranjera directa e indirecta; las remesas aumentan el ingreso de las familias que se han quedado “del otro lado” . Las remesas se destinan al consumo familiar y en pocas ocasiones sirven para proyectos productivos y desde luego no han sido utilizadas por el gobierno federal ni por los gobiernos locales como parte de una estrategia de política económica para superar la pobreza y mejorar las condiciones de vida en los principales lugares que expulsan empleos .

En este artículo se intenta explicar la importancia de los circuitos financieros y del capital de trabajo en un espacio transfronterizo, y su relación con la política macroeconómica durante los últimos tres lustros. Cuando nos referimos a los circuitos financieros y circuitos laborales transfronterizos nos estamos refiriendo específicamente a la relación entre el envío de remesas de los trabajadores migrantes a su país de origen y el empleo de quienes emigraron. El segundo objetivo es relacionar los flujos de capital procedentes de los emigrantes con la inversión extranjera directa y otras variables económicas. Por último, este estudio hace alusión a la relación de las políticas macroeconómicas con los derechos económicos y sociales humanos de la población que participa en los circuitos financieros transfronterizos. Los migrantes no sólo han perdido el derecho humano a un empleo digno en su país de origen, sino que los sueldos y salarios que reciben cuando emigran son más bajos en el país receptor, y desde luego no cuentan con servicios como educación, salud y vivienda, que sí tienen los trabajadores residentes. En vista de ello se intenta destacar la urgente necesidad de desarrollar los circuitos financieros y laborales y los derechos económicos, políticos y sociales. Los datos estadísticos que se presentan, se refieren únicamente a México, con el objeto de enfatizar los enunciados anteriores.

2. Circuitos financieros y laborales transfronterizos

Los circuitos del capital financiero y laborales transfronterizos en espacios regionales, son resultado del profundo y acelerado proceso de migración que se acompaña de las remesas, que a su vez reflejan la transformación de las estructuras productivas a nivel global. El rápido crecimiento de los flujos de capital procedentes de los emigrantes a su país de origen, responde a los cambios orgánicos de las políticas macroeconómicas. Son pocas las investigaciones que han profundizado sobre la relación entre los circuitos financieros y laborales con las políticas macroeconómicas. Entre los estudios recientes más importantes de los organismos financieros destacan los del Fondo Monetario Internacional (FMI, 2003), Banco Interamericano de Desarrollo (BID; 2005) y Banco de España (2006). Debe mencionarse también a autores como García Zamora (2002) y Delgado Wise (2005) entre muchos otros. Hay otros estudios más complejos desde una perspectiva económica y sociológica, Portes (1995); histórica y antropológica, Zuñiga y Hernández-León (2005); étnicos y raciales, Fox y Rivera-Salgado (2004) y género y étnica, Browne (1999). En sí, la migración es un tema en el que se entrecruzan diferentes enfoques multidisciplinarios y transdisciplinarios, y en el caso de México no es un hecho social reciente, como lo señala Durand (2005), pues México se incorporó a la emigración masiva desde finales del siglo XIX:

“…México es un país de emigrantes, que no se reconoce como tal. En parte, la culpa de esta falta de conciencia nacional, tiene que ver con dos factores: el contexto de vecindad y el patrón de unidireccionalidad. […] Para los mexicanos la alternativa del retorno siempre había estado presente. El migrante mexicano regresaba a su pueblo para pasar las fiestas, para enterrar a un pariente, para supervisar negocios, incluso para jugar un partido de fútbol” Durand (2005:15).

Indiscutiblemente, las necesidades cíclicas de mano de obra de la economía norteamericana incrementan en determinado momento la demanda de fuerza de trabajo. No obstante, el entorno de los últimos años de la ola migratoria a nivel internacional y los nuevos emigrantes de México tienen una relación estrecha con las crisis económicas y la vulnerabilidad financiera. Al respecto Mántey (2003: 93) menciona que:

“…las crisis cambiarias y financieras que han afectado a las economías emergentes en la última década, y la correlativa dependencia del financiamiento multilateral de emergencia, altamente condicionado a la realización de reformas institucionales internas, han influido para que se abandone la reflexión sobre la conveniencia de conservar la soberanía monetaria, como una estrategia de desarrollo”.

Sin lugar a dudas, la soberanía monetaria, al menos en México, es un hecho primordial para que el gobierno pueda aplicar un programa de pleno empleo. Mientras la política monetaria siga manteniendo como objetivo prioritario el tipo de cambio estable, la tasa de interés baja en su relación con tasas de inflación menores a un dígito, la economía seguirá blindada frente al crecimiento.

Hoy en día, México se disputa el primer lugar en exportación de mano de obra y en recepción de cuantiosas remesas (Global Development Finance, 2003:160). La causa de la emigración y del envío de tan cuantiosas remesas , se encuentra en las políticas macroeconómicas aplicadas, básicamente en la política monetaria restrictiva, la reestructuración productiva, y los procesos de desregulación y liberalización que han ocurrido en América Latina. En vista de esta relación de causalidad entre los circuitos financieros y laborales transfronterizos y la política macroeconómica, es prioritario y justo llevar al debate académico y de la política económica gubernamental, la evolución de los circuitos financieros y laborales transfronterizos.

Medidas económicas tales como metas inflacionarias, déficit cero, y tipos de cambio flotantes, acentúan la relación entre el sendero financiero y la tasa de desempleo. En sí, este tipo de políticas monetarias, fiscales y financieras han restringido la creación de nuevos trabajos. Por su parte, el hecho de que el gobierno carezca de un programa de empleo, ha profundizado la emigración. El gobierno ha dejado de cumplir su función de “patrón de último recurso” (employment of last resort, ELR) como lo señala Wray (1998) . El proceso de desregulación, liberalización y crisis financiera, ha traído consigo la disminución de la inversión y del gasto público por parte del Estado. La autonomía del banco central ha sido otro elemento importante. El desarrollo dejó de ser el objetivo prioritario del banco central al convertirse en garante del control inflacionario. Si bien el proceso de apertura ha venido acompañado de manera creciente por la inversión extranjera directa y por el predominio de las principales empresas industriales de exportación, no hay un crecimiento sustantivo del PIB. Tampoco el gasto privado ha sido motor del crecimiento económico del país. La falta de salarios bien pagados y el crecimiento del empleo informal, han incrementado el proceso migratorio en al menos una quinta parte de la población. Aunque en este trabajo no se realiza un análisis desde la perspectiva de género para conocer la participación de las mujeres en el proceso migratorio, al menos debe citarse a la Comisión Global de Migración Internacional (2005:15) que señala que en el nivel mundial, las mujeres:

“…representaban un poco menos de la mitad de los migrantes internacionales y un poco más de la mitad de ellas vivían en regiones desarrolladas. Un número creciente de mujeres está ingresando al mercado de trabajo mundial. Las mujeres migran cada vez por cuenta propia. De hecho, son a menudo el sostén de las familias que se quedan en el país de origen”.

Al establecerse un circuito financiero de las remesas con los empleos fuera del país, el mercado interno ha dejado de ser una prioridad de la política económica. Es decir, la política económica ha sido incapaz de retener los empleos y de generar suficientes puestos de trabajo para reactivar un proceso endógeno de producción. Es importante mencionar que los flujos de capital, resultado del salario de trabajadores fuera de su nación, han roto el paradigma de los flujos de capital provenientes de la inversión extranjera para el sendero del desarrollo económico. Si se revisa gran parte de la literatura económica reciente, en los países emergentes, el desarrollo económico se ha basado en la apertura a la inversión extranjera directa, que al menos en México no ha generado nuevos trabajos. Por ello, hay una relación estrecha entre las políticas macroeconómicas, la migración y las remesas en el marco del proceso de desregulación y liberalización financiera y comercial de los últimos años.

3. Relación entre las políticas macroeconómicas, la migración y las remesas

El intenso dinamismo migratorio de América Latina y el Caribe, encabezado por México, se ha traducido en un notable aumento de recepción de remesas. Según el Banco Mundial, en 1999 las remesas recibidas en los países latinoamericanos representaron el 25.2% del total mundial y en 2002, el 31.2%, lo que significó el 1 y el 1.5% del PIB de la región, respectivamente. En 2003, el porcentaje ascendió a casi 41% de las remesas globales. (Centro de Estudios Sociales y Opinión Pública:16). Todo ello con el consecuente impacto en la economía de los países involucrados.

Más allá de la relación entre las políticas macroeconómicas, el rápido y creciente proceso de migración, y el ritmo exponencial de crecimiento de las remesas, existe una conexión fundamentalmente humana de más de cien millones de familias alrededor del mundo, desesperadas por su falta de recursos (BID, 2004b). No obstante, este proceso se podría ver como algo natural ante una ola migratoria mundial de finales del siglo XX y principios del siglo XXI; es innegable la estrecha relación entre las corrientes migratorias y las políticas del Consenso de Washington aplicadas en América Latina.

Uno de los pilares del desarrollo económico según el Consenso de Washington fue la privatización de las empresas públicas, lo que supuestamente se traduciría en una mayor eficiencia y promovería el crecimiento económico. Las privatizaciones llevadas a cabo en América Latina durante la década de los noventa, estuvieron muy lejos de conducir al crecimiento económico. Los planteamientos de Pablo Kuczynski y John Williamson (2003) no resolvieron el paradigma del desarrollo y el crecimiento económico, pese a los procesos de desregulación, liberalización y privatización en América Latina. Las privatizaciones sirvieron a los intereses de los megaconglomerados trasnacionales, que utilizaron a los países expulsores de fuerza de trabajo como plataformas de rentabilidad en el proceso de acumulación financiera internacional.

Por otra parte, el Estado perdió el poder y el ejercicio de la soberanía monetaria a través del banco central para construir una nación con pleno empleo. El empleo ha sido proporcionado por la IED, las maquilas, y los productores que satisfacen al sector externo. La falta de empleos bien pagados y el aumento del sector informal, han impulsado a migrar a más del 20% de la población. El empleo se ha desplazado más allá de la frontera nacional a otro espacio; en el caso de nuestro estudio, principalmente a los Estados Unidos y en menor medida, a Canadá. El gobierno no ha sido capaz de ofrecer un programa de empleo que evite la salida de su fuerza de trabajo hacia el país vecino.

A ello se suma, que el banco central orienta la política monetaria a través de la tasa de interés y con ello, el margen de eficiencia de capital de las empresas. Como el objetivo del banco central es el control de la inflación y la estabilidad económica, en 1990-94, la inflación, que registró un promedio anual de 15.1% y en 1995-2002, de 18.2 por ciento, en 2003-2006 bajó a 4.1 por ciento; ello porque en 2001, el Banco de México adoptó formalmente un sistema de metas explícitas de inflación , como esquema para conducir su política monetaria. Si bien, las tasas de interés promedio bajaron de 18.1 a 7.5 por ciento entre el primero y el último periodos, la tasa de desempleo permanece sin cambio en el primero y segundo periodos y aumenta en el último, a pesar de la caída de la inflación, la disminución de la tasa de interés y el crecimiento de 3.6 por ciento que registró el PIB.

Para Favela Gavia y Delgado Wise (2004: 5):

“Las últimas décadas la migración de mexicanos hacia Estados Unidos ha adquirido creciente importancia y desarrollado una gran complejidad. Las estimaciones más recientes obre la magnitud del fenómeno revelan que actualmente residen en el vecino país del norte poco más de 22 millones de habitantes de origen mexicano, sumando a los ciudadanos estadounidenses de ascendencia mexicana y a los migrantes residentes, a los documentados e indocumentados. De ese total, 8.2 millones nacieron en nuestro país y poco más de la tercera parte son migrantes indocumentados, mientras que el flujo de migrantes temporales oscila entre 800,000 y un millón de desplazamientos por año; además, anualmente alrededor de 300,000 mexicanos establecen su residencia permanente en Estados Unidos. Asimismo, el flujo de mexicanos que en la última década emigraron a ese país, medido a partir del flujo neto anual, es 10 veces superior al registrado dos décadas atrás. Ello ha dado como resultado un éxodo anual promedio de con nacionales tomando como referente los censos de los Estados Unidos de 1990 y 2000, de 480,000 personas, lo que sitúa al país como el principal emisor de emigrantes en el mundo.”

Indiscutiblemente, las cifras anteriores demuestran la falta de un programa de empleo que permita retener la fuerza de trabajo en el país. Aunado a ello, la función del banco central no se realiza cabalmente en el espacio monetario de la circulación que comprende su territorio. La función de dicho banco como líder del crecimiento económico desapareció a raíz de la reforma de su Ley Orgánica. Es por tanto, el control de la inflación su principal objetivo y no el desarrollo económico. El banco central se ha vuelto más vulnerable ante cualquier cambio en los mercados financieros y de las tasas de interés a nivel internacional. La política monetaria contraccionista aplicada por el Banco de México incide, sin lugar a dudas, en la expulsión de empleos hacia los Estados Unidos. Su prioridad es alcanzar la meta inflacionaria, nada hace para permitir un crecimiento sostenido del gasto público, motor del gasto privado.

Al analizar la gráfica 1 se observa el comportamiento de la inflación, el PIB, la tasa de interés y la tasa de desempleo. La inflación promedio fue de 15.1 y 18.2 por ciento durante los periodos 1990-1994 y 1995-2002 respectivamente y en 2003-2006, disminuyó hasta el 4.1 por ciento. Por su parte, las tasas de interés promedio bajaron de 18.1 a 7.5 por ciento, entre el primer y último periodo. No pasa lo mismo con la tasa de desempleo, que en los periodos mencionados fue del 3.1, 3.6 y 3.8 por ciento, respectivamente. Estos datos contrastan con las tasas de crecimiento del PIB ( 3.7, 2.5 y 3.6 respectivamente). Como se advierte, la disminución de la inflación y de la tasa de interés no trajo consigo una reducción del desempleo. Un buen manejo de la política monetaria, con tasas de interés y tasas de inflación bajas, debería reflejarse en el aumento del empleo. No obstante, en el caso de México, la tasa de desempleo aumenta.

Junto con la migración, las remesas ayudan al ingreso de las familias que se quedan y dan estabilidad a la economía que las recibe. En un estudio del BID (2004a) se señala que el crecimiento dramático de las remesas en el nivel internacional es testimonio del trabajo y compromiso de los trabajadores migrantes en busca de mejores condiciones de vida para ellos y sus familias. Al mismo tiempo, refleja la integración de los mercados laborales más allá de las fronteras nacionales. El mercado de remesas más grande a nivel mundial es resultado de la relación entre América Latina y los Estados Unidos. Tan sólo en 2004 las remesas fueron de cerca de 50 mil millones de dólares. Sin embargo, fuera de los circuitos bancarios formales se transfieren otros 50 mil millones de dólares. El mismo estudio menciona que más del 60% de los 16.5 millones de adultos provenientes de Latinoamérica que viven en los Estados Unidos envían remesas a un promedio de 12.6 veces al año. Estas transferencias fluctúan entre $150, $200 y $250 dólares cada vez. El ingreso promedio de los inmigrantes en Estados Unidos representa cerca de 450 mil millones de dólares en el año mencionado.

El sector bancario se ve afectado por las regulaciones aplicadas, tanto en Estados Unidos como en los países receptores, para evitar el lavado del dinero. Así, aunque el costo de transferencia de las remesas se ha ido reduciendo según muestran varios estudios (Suki, 2004), sigue siendo muy alto para quien recibe las remesas.

Además, se requiere una política económica alternativa para el buen uso de las remesas, pues hasta ahora los gobiernos receptores de las remesas se han cruzado de brazos ante la avalancha de flujos de capital que financian el mejoramiento de los ingresos familiares; en otras palabras, los gobiernos receptores no han sido capaces de canalizar las remesas a proyectos productivos que generen empleos dignos. El aumento del consumo vía estos flujos de capital ha mantenido la política macroeconómica estable y ha ayudado al éxito de la política de metas inflacionarias. Las remesas son flujos que no tienen retorno, ante posibles eventualidades como una devaluación. Es decir, las remesas una vez que entran al circuito de los hogares pasan directamente al consumo familiar. Difícilmente podrían servir para la especulación financiera por parte de los receptores.

Para la economía clásica, explicar el aumento del ingreso familiar en una economía donde se han perdido las fuentes de trabajo es un enigma. Desde un enfoque heterodoxo, podría afirmarse que hay una relación muy estrecha entre la política monetaria restrictiva y el empleo. Por un lado, la inflación se mantiene por debajo de un dígito, pero el empleo y el crecimiento del PIB se mantienen estables. Aunado a ello, en la última década han disminuido las inversiones extranjeras, el financiamiento del exterior y el crédito que concede la banca comercial en México. Además, está el pago del servicio de la deuda externa. Todo lo anterior explica el aumento de la migración y de las remesas. Expulsión de mano de obra, acompañada de un proceso de acelerada recepción de remesas, cuyo impacto aumenta el ingreso familiar de ciertos sectores de la población.

4. La otra cara de los circuitos: más allá de la teoría monetaria y de la creación del dinero

Los circuitos del capital financiero y laboral van más allá de la teoría monetaria convencional y de la creación del dinero por el banco central. Por un lado, la teoría monetarista a través de Friedman (1969:4) ha enfatizado que el dinero cae desde los helicópteros , esto es, que el dinero debe servir únicamente para el intercambio de las mercancías. En cambio los postkeynesianos enfatizan que es el banco central es el que crea el dinero, y por tanto, la autoridad monetaria tiene el señoreaje de su moneda. ¿Cómo explicar el circuito financiero que establecen los emigrantes con su país de origen? Las remesas, justo este concepto, no corresponden a los flujos de capital provenientes de la inversión extranjera directa, de las inversiones indirectas y de las privatizaciones. Tampoco es dinero creado por el banco central del país receptor. Por tanto, ¿cómo interpretar este circuito monetario en el marco de la teoría económica convencional y de la teoría neoclásica cuando no responde a la inversión extranjera indirecta ni a los flujos de capital provenientes de los inversionistas institucionales?

En el marco de los circuitos del capital financiero y laborales, se entremezclan dos conceptos, como resultado del proceso de internacionalización del capital: la migración y las remesas; durante las últimas tres décadas, ambas han crecido aceleradamente en el marco del cambio estructural de las políticas macroeconómicas. Pocos estudios han analizado este proceso como otra faceta de la globalización. Para el BID (2005) una de las múltiples caras de la globalización es el continuo movimiento de personas a través de las fronteras, hombres y mujeres que toman la difícil decisión de dejar el hogar para buscar un trabajo fuera de su país, y así poder enviar dinero –las más de las veces en pequeñas cantidades- a sus familias; esos envíos de dinero constituyen las remesas, cuyo monto supera la “ayuda oficial al desarrollo” y la inversión extranjera directa. En América Latina, en promedio, los migrantes envían a sus familiares entre 200 y 300 dólares al mes. Cada año se realizan cerca de 180 millones de transacciones alrededor del mundo, relacionadas con el envío de remesas. En Latinoamérica hay 18 millones de hogares que reciben las remesas fuera de los circuitos oficiales del sistema financiero. Estos circuitos del capital financiero y de trabajo se desarrollan aceleradamente, haciendo de América Latina la región más activa del mundo.

Las crisis económicas y financieras, entre otras cosas, han provocado la expulsión de fuerza de trabajo hacia sectores más rentables, y la apertura comercial ha “deslocalizado” sectores tradicionales de producción. Antes del Consenso de Washington difícilmente se podría haber pensado en el ámbito académico que gran parte de los flujos de capital que llegarían a ciertas economías emergentes, estarían constituidos por remesas. Este tema no formó parte del decálogo del Consenso de Washington, pero sí el tema de las corrientes de capital que fluirían abundantemente una vez iniciadas la desregulación y la liberalización financieras, procesos que se suponía acelerarían el desarrollo económico de los países. Gran parte de los flujos financieros por concepto de inversión extranjera directa e indirecta correspondieron a las privatizaciones de las empresas públicas y de los bancos nacionales. Las inversiones extranjeras no cumplieron las expectativas de crecimiento a través de grandes flujos de capital hacia la región latinoamericana.

Es innegable el enorme flujo de capital extranjero a los países emergentes hasta antes de las crisis mexicana y asiática. Hoy, llama la atención el monto de los flujos de capital por concepto de las remesas. Sólo por mencionar algunas variables relacionadas con las remesas, diremos que en el periodo que se estudia, 1990-2006, los flujos de capital de los emigrantes sumaron 137,709 millones de dólares. Las inversiones extranjeras indirectas sumaron 118,043 millones de dólares y el pago por concepto del servicio de la deuda externa ascendió a 102,483 millones de dólares. El gasto de capital del gobierno federal fue de 49,255 millones de dólares.

Las remesas representan el ahorro que los habitantes desplazados de su país envían a sus familias . Para Zárate Hoyos (2005:160) las remesas se definen como la suma de dinero resultado del ahorro del ingreso corriente de los trabajadores residentes fuera de su país de origen. Obviamente, el envío de remesas siempre ha acompañado los procesos de migración; sin embargo, sorprende la cuantía que han alcanzado las remesas en la última década, pues superan el monto de la ayuda oficial internacional, de la inversión extranjera directa e incluso del servicio de la deuda externa del país receptor.

Si bien la migración de mexicanos hacia Estados Unidos es parte de nuestra historia, y autores como Durand y Massey (1999) han estudiado este fenómeno desde hace varios años, este artículo presenta las remesas como resultado del cambio en las políticas macroeconómicas de los gobiernos recientes. Por tanto, nos interesa considerar el proceso de migración como un proceso de expulsión de fuerza de trabajo, resultante de cambios estructurales en la esfera productiva de los países exportadores de mano de obra, y las remesas como el flujo de capital que se introduce en el circuito financiero nacional y permite mejorar el ingreso de las familias.

Es importante mencionar que una de las características de la migración de América Latina es que coexisten dos patrones migratorios internacionales: la migración fuera de la región y la migración intrarregional. El primer patrón es el dominante y se orienta preferentemente hacia los Estados Unidos, donde viven cerca de 15 millones de latinoamericanos y caribeños, que representan más de la mitad de la población inmigrante en aquel país. Tomando en cuenta ambos patrones, se estima que cerca de 20 millones de latinoamericanos y caribeños viven fuera de su país de nacimiento, lo que equivale a 13 % de los migrantes en la escala mundial (Zamora García, 2005: 171).

Para hacer más explícita la relación entre las remesas y algunas variables económicas, a continuación se hace una comparación entre las remesas y las siguientes variables: inversión extranjera directa; inversión extranjera indirecta; y, por último, ingresos petroleros. Nuestro análisis divide los últimos dieciséis años en tres periodos: a) 1990-1994, años previos a la crisis financiera y entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN); b) 1995-2002, comprende el impacto de la crisis financiera más profunda de la historia independiente de México, la aplicación de medidas de restricción monetaria por el Banco de México, la creciente apertura comercial y la caída del NASDAQ (2001); c) 2003-2006, periodo en el que se advierten los efectos de la pérdida del “prestamista de última instancia”, y la falta de empleos más los crecientes flujos de capital por concepto de remesas.

Remesas e inversión extranjera directa (IED)

En relación a la IED, uno de los pilares fundamentales del discurso acerca del financiamiento al desarrollo, las remesas pasaron de representar cerca del 55 por ciento de aquélla en el primer periodo, al 96 por ciento en el último. Efectivamente, entre 1990 y 1994 las remesas tuvieron en promedio un flujo anual de 3,006 millones de dólares y las corrientes de IED, 5,430 millones de dólares. En el siguiente periodo la IED casi se triplicó en tanto las remesas únicamente se duplicaron, y por ello éstas representaron únicamente el 41 por ciento de aquélla. En 2003-2006, las remesas se triplicaron en relación al periodo anterior y la IED únicamente aumentó en promedio anual cuatro mil millones de dólares, lo que significa que en esos tres años, las remesas equivalieron al 96 por ciento de la IED.

Remesas e inversión en portafolio

En cuanto a la relación remesas/inversión en portafolio, en el periodo anterior a la crisis, aquéllas representaban una quinta parte de las inversiones en portafolio. Posteriormente, estas últimas pasaron de 28,819 millones de dólares en 1993 a 8,547 millones de dólares en 1994 y a -9,715 millones de dólares en 1995; hubo un repunte en 1996, cuando llegaron a 13,568 millones de dólares y posteriormente disminuyeron. En los años subsecuentes las inversiones en portafolio fueron muy volátiles, en tanto que las remesas han crecido constantemente.

En promedio, de 1995 a 2002 las inversiones en portafolio fueron de 3,005 millones de dólares; en cambio las remesas representaron poco más del doble del esa cantidad, y en 2003-2006, fueron 3.3 veces mayores que las inversiones en portafolio, cuyo flujo promedio anual fue de sólo 5,609 millones de dólares.

Remesas e Ingresos petroleros

En el primer periodo de nuestro análisis (1990-1994) los ingresos petroleros fueron de 8,380 millones de dólares; las remesas representaron únicamente el 36 por ciento de esa cifra. Para el segundo periodo, las remesas representaron ya el 53 por ciento del total de los ingresos petroleros (11,680 millones de dólares) y en 2003-2006, el 65 por ciento de los mismos, pues las remesas ascendieron a 18,274 millones de dólares y los ingresos petroleros a 28,321 millones de dólares. En los dos siguientes periodos, las tasas de crecimiento de los ingresos petroleros y de las remesas fueron semejantes: la tasa de crecimiento de los primeros fue de 28 por ciento y la de las remesas del 24 por ciento. Por tanto la relación entre remesas e ingresos petroleros es simétrica.

5. Políticas macroeconómicas y su relación con los derechos económicos y sociales

Siendo la migración un fenómeno resultante, entre otras cosas, de la desigualdad entre países y regiones, es ineludible mencionar que en organizaciones como las Naciones Unidas han cobrado ímpetu los esfuerzos por integrar las estrategias macroeconómicas con los derechos humanos, concretamente con los derechos económicos y sociales. Es bien sabido que en septiembre de 2000, los estados miembros de dicha organización se comprometieron en la llamada Declaración del Milenio a reducir la pobreza en un 50% para 2015.

Algunos grupos de economistas y activistas de derechos humanos están empezando a interactuar en cuestiones tales como políticas económicas neoliberales y la realización de los derechos humanos, y en algo muy importante para el tema que nos ocupa: el derecho a un medio de vida; la carencia de esto, impulsa la migración, razón por la cual el Estado debe tener la capacidad de garantizar los derechos laborales, de proporcionar trabajo digno a su población. En cierta forma, la vinculación de la macroeconomía con los derechos económicos y sociales es una reacción ante los efectos que las políticas monetarias y fiscales del Consenso de Washington, han tenido sobre los indicadores de desarrollo humano.

El cambio estructural que significa pasar de un modelo de substitución de importaciones, para satisfacer el mercado interno, a un modelo exportador cuya inserción en el mercado internacional exige una mayor competencia, ha puesto sobre la mesa de discusión el tema del respeto a los derechos humanos por parte de los países y de la grandes corporaciones (De Schutter, 2006). El efecto de las políticas macroeconómicas que cancelan empleo en sus países y expulsan la fuerza de trabajo hacia otras regiones es un tema de frontera. Si bien en los setenta ya se mencionaban los derechos humanos, en los últimos años el tema ha cobrado fuerza, pues se habla de la responsabilidad de las empresas y los gobiernos en la creación de empleo y los derechos económicos y sociales .

Las políticas macroeconómicas se han referido específicamente a las políticas fiscal, monetaria y financiera a lo largo del estudio de los circuitos financieros. Estas políticas económicas, por su carácter restrictivo han determinado el deterioro del bienestar social de la población. La migración también tiene un enfoque de género pues se incrementa el número de mujeres mexicanas que emigran a los Estados Unidos, tal como lo demuestra el trabajo de Girón y González (2007). En un trabajo realizado por Ertürk y Cagatay (1995), se demuestra la relación estrecha entre los periodos de estabilización y restricción monetaria, con la ampliación de la fuerza de trabajo femenina, lo que indica que la mujer ingresa a la fuerza de trabajo para conservar el nivel de consumo en su hogar; a pesar de esto, aumenta la pobreza. Además, la política monetaria y financiera utiliza la tasa de interés para controlar la inflación; al desregular la política financiera, el marco institucional ha dado prioridad al aumento del margen financiero de los bancos, sin otorgar créditos que se traduzcan en nuevas inversiones. La reorientación de la política fiscal, restringiendo el gasto público, ha significado la reducción del gasto social en vivienda, salud y educación.

Para la cristalización de los derechos humanos, económicos y sociales se requiere un estado no minimalista. El estado debe comprometerse con el bienestar de sus habitantes. Por tanto, un estado que busque respetar los derechos humanos económicos y sociales de sus habitantes, debe interferir en las decisiones del mercado a través de sus políticas macroeconómicas y regular la renta de los agentes económicos exportadores e importadores; desde las garantías de productos importados con calidad, hasta la producción de las mercancías necesarias en el proceso de circulación y distribución.

En la historia de la humanidad ha habido períodos de grandes olas de migración. El informe realizado por la Comisión Global de Migración Internacional (United Nations, 2005) menciona que las migraciones son:

“Una característica constante y decisiva de la historia humana. Han facilitado el proceso de desarrollo económico mundial, contribuido a la evolución de los Estados y sociedades y enriquecido a muchas culturas y civilizaciones. Los migrantes a menudo son los miembros más dinámicos y emprendedores de la sociedad, gente dispuesta a aventurarse más allá de los confines de su comunidad y país para crear nuevas oportunidades para sí y para su descendencia.”

No obstante, la profundización del proceso reciente de las migraciones es resultado de los cambios en las estructuras de producción y de la articulación de los procesos de concentración y centralización en la división internacional del trabajo. La otra cara de la migración la constituyen los que no emigran, quienes se quedan en su país.

En la región de Zacatecas, el flujo migratorio de mexicanos hacia los Estados Unidos ha sido un proceso permanente que cobró fuerza en la última década.

“En este proceso han influido diferentes factores, pero quizá el más relevante y explicativo sea la precariedad y el carácter excluyente de la estructura productiva de Zacatecas, caracterizada, entre otras cosas, por un limitado sector industrial, una actividad agrícola tradicional, una ganadería extensiva y un sector minero con poco impacto en el empleo y el desarrollo regional. Todo ello se traduce en una precaria oferta de trabajo asalariado, al grado de que Zacatecas se sitúa como una de las entidades con menor capacidad para generar empleos en el país” (Zamora García, 2005:181).

La oferta de trabajo, así como la falta de inversión pública y privada en el campo agrícola y en el sector industrial, hace de Zacatecas el estado más importante en la captación de remesas. Esto ha facilitado la aplicación de programas donde el gobierno ha aprovechado las remesas para políticas públicas .

Los derechos humanos de los migrantes fueron señalados en la Conferencia de los Derechos Humanos de los Trabajadores Migrantes y de los Miembros de sus Familias, realizada en 1990 por Naciones Unidas. Los países expulsores de fuerza de trabajo deben garantizar el derecho humano al empleo, con políticas macroeconómicas que fomenten el crecimiento económico y redistribuyan de mejor manera el ingreso.

Sandra Nichols (2006) en un estudio reciente sobre la migración de mexicanos hacia los Estados Unidos y la transformación de Los Haro, Zacatecas y Napa, California, demuestra cómo desde antes de la revolución ha habido un proceso de movilidad de migrantes entre Estados Unidos y México por diferentes causas: la revolución mexicana, en un primer momento, y posteriormente la falta de agua, la sequía y la falta de tecnología para el campo a lo largo de más de un siglo. Las necesidades de mano de obra para la expansión del crecimiento en los Estados Unidos fue otra razón de la demanda de fuerza de trabajo con mejores salarios. Aquí conviene destacar la subordinación de la política agrícola de alimentos, al entorno de apertura y desregulación del sector primario en las últimas décadas.

Patel, Balakrishnan y Narayan, (2007: 90) en un estudio sobre derechos humanos han señalado que la soberanía alimentaria es razón prioritaria de la política económica de cualquier país. La política alimentaria, como parte de la política macroeconómica, debe incluir varios puntos entre los que destacan: priorizar los productos domésticos y evitar semillas genéticamente modificadas; reconocer el derecho al agua como un bien público; el derecho de los agricultores, consumidores y productores a decidir cómo se produce y a elegir libremente el consumo de productos alimenticios; el derecho de los países a protegerse ellos mismos de las importaciones de alimentos y productos agrícolas subsidiados, no sólo por los gobiernos exportadores sino por políticas de tipo de cambio que en ocasiones encarecen los productos de exportación y facilitan las importaciones; la necesidad de políticas fiscales y financieras que protejan las exportaciones y las importaciones de los productos del sector primario; el reconocimiento de los derechos humanos de las mujeres que participan en gran medida en la producción de alimentos y en las labores agrícolas.

El proceso de apertura de la economía mexicana y el TLCAN han ido permeando el campo mexicano en un círculo no virtuoso. En aras de la competencia y la productividad, han entrado indiscriminadamente productos no sólo subsidiados por los propios Estados Unidos sino abaratados por la política financiera, que han hecho inaccesible a los productores mexicanos competir con los productos de importación. A la par de la desregulación y liberalización en el sector productivo, se ha ido dando paulatinamente la extranjerización de cadenas distribuidoras de dichos productos, que permiten la circulación de los productos alimenticios que facilitan la venta de los productos importados. Se ha olvidado que todos los países tienen derecho a la soberanía alimentaria de sus ciudadanos y que las agrupaciones de trabajadores agrícolas tienen derecho a definir la política de productos agrícolas sin la competencia de otros países y del “dumping” acostumbrado a través de terceros países.

En opinión de Mántey (2003:71):

“…la liberalización y las innovaciones financieras han tenido tres importantes efectos: han incrementado los riesgos de los sistemas financieros; han acentuado la dependencia de los países con moneda débil respecto a los países hegemónicos en el sistema monetarios internacional; y han vuelto obsoletos algunos supuestos de los paradigmas teóricos en que se apoyaban los esquemas tradicionales de la política monetaria”.

De ahí que los procesos de desregulación y liberalización hayan incidido en la pérdida de empleos. La volatilidad de los flujos internacionales de capital especulativo profundiza los desequilibrios y ahonda el desempleo. Por tanto, el empleo, como derecho humano de cualquier individuo en edad de trabajar, es cancelado ante la constante inestabilidad financiera. La política financiera no es la más adecuada al insistir en el subsidio a los productos importados, vía tipo de cambio. En el caso de las importaciones de productos agrícolas, muchos de ellos vienen ya de por sí subsidiados por las políticas económicas de sus países de origen, principalmente los productos provenientes de Estados Unidos. Por tanto, la fuerza de trabajo desplazada del campo y del sector industrial tiende a la migración. Esta población se inserta en el país que lo adopta como trabajador de segunda clase, con sueldos menores a los de sus ciudadanos y sin seguridad social. Posteriormente, los ahorros de los emigrantes, por su origen informal, son atraídos por casas usureras que actúan como intermediarios financieros para enviar las remesas, cobrando por ello comisiones muy altas. Por último, en los países receptores las remesas no van a proyectos productivos, sino al consumo familiar.

La migración puede considerarse resultado de los derechos humanos no satisfechos por gobiernos que, con sus malas políticas económicas, determinan la expulsión de mano de obra de sus países. Hay que tener presente que las constituciones de cada país garantizan los derechos humanos de los ciudadanos, y uno de esos derechos es el empleo. El derecho al empleo es un derecho humano que debe ser respetado por el país que recibe a los trabajadores migrantes. El país que recibe fuerza de trabajo que sirve para el crecimiento de la economía local, está obligado a garantizar el derecho al en condiciones favorables, en igualdad de condiciones que un trabajador de ese país. Salarios y remuneraciones iguales. El derecho a participar en sindicatos, así como el derecho a los servicios de salud pública y el derecho a la educación.

6. Reflexión y agenda de investigación

Al iniciar el presente trabajo, relacionando los circuitos de capital financieros y laborales que representan las remesas de los trabajadores migrantes, nos enfrentamos a varias líneas de investigación, destacando la influencia que tienen los flujos de capital provenientes de los trabajadores fuera de su país. Esas corrientes de capital aumentan tanto el ingreso de sus familias ante la falta de una política de pleno empleo en su país de origen, como la desigualdad existente en la distribución del ingreso. Los flujos de capital de las remesas poco sirven para proyectos productivos; en su mayoría se aplican a mejorar y aumentar el consumo de las familias.

Un hecho, muy importante desde el punto de vista teórico es la inserción de la moneda hegemónica por encima de la moneda nacional, que da estabilidad económica y política al país que recibe las remesas frente a la pérdida continua de empleos en el mercado interno. Ya se ha visto que en los últimos años el flujo de capital de las remesas supera al de la IED y al de las inversiones de portafolio. Pero también es muy triste observar como parte de esas remesas garantizan el pago del servicio de la deuda externa. La importancia que cobran las remesas en el circuito monetario del dinero pone en entredicho el señoreaje de la moneda nacional y la capacidad del banco central en la creación del dinero. Pero también, la difícil institucionalidad democrática del país ante un estado débil para crear empleos.

Las políticas macroeconómicas impuestas en la Era Pos-Bretton Woods, como la apertura de las economías, la reducción del déficit fiscal, la meta inflacionaria de un dígito y los tipos de cambio estables, han conducido a situaciones graves, cuya manifestación más importante es la expulsión de mano de obra.

El Estado minimalista recibe gustoso las remesas, que se suman a las otras entradas de reservas extraordinarias, que cancelan el futuro del país al no ser canalizadas a inversiones a través del gasto público. El país receptor de fuerza de trabajo está interesado en la rentabilidad de la mano de obra no legal, indocumentada, sin garantías sociales como son el derecho a la salud y vivienda pública, el derecho a la alimentación y educación. Mano de obra expulsada del país de origen y castrada por el Estado de Bienestar Social del país receptor. Las remesas son flujos de capital que aumentan el ingreso familiar pero que no garantizan el desarrollo económico y el crédito para la sociedad. Los flujos de las remesas resultado del proceso de migración, han traído consigo cambios económicos, políticos y sociales que determinan la necesidad de regular la migración internacional, las remesas y las políticas macroeconómicas. Fundamentalmente para que el país receptor otorgue a los inmigrantes los derechos a la seguridad pública, parte de los derechos humanos mínimos que deben de estar garantizados por las naciones.

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