Revista académica de economía
con
el Número Internacional Normalizado de
Publicaciones Seriadas ISSN
1696-8352
Ángel Christian Luna Alfaro
“…comes y te vas…”
Palabras pronunciadas por el presidente
Vicente Fox al comandante cubano
Fidel Castro, en la reunión sobre
financiamiento para el desarrollo, en la ciudad
de Monterrey, México marzo de 2002.
Primeras palabras
Las reflexiones que se expondrán a continuación tienen que ver con el intento de responder a dos sencillas preguntas. La primera, surgida de la ya nostálgica aseguración, aquí convertida, para fines de este ensayo, en interrogación: “¿todo tiempo pasado fue mejor’” y la otra: ¿los tiempos y las personas han cambiado?, por eso, ¿es más complicado plantear relaciones internacionales?
Lo internacional, resulta ser un concepto, que a mi juicio, esta en crisis, debido a que la posmodernidad, nos recuerda, que las ideas, metarrelatos, límites y demás posturas científicas, se encuentran en una etapa de reestructuración e incluso de severa crítica, o sea, las barreras autoimpuestas, o también impuestas foráneamente sobre los que debía ser, se han fracturado.
Para citar este artículo puede utilizar el siguiente formato:
Luna Alfaro, A.C.: “Sobre la marañas en materia de relaciones internacionales en el México panista de nuestros días" en Observatorio de la Economía Latinoamericana, Nº 106, 2008. Texto completo en http://www.eumed.net/cursecon/ecolat/mx/2008/acla2.htm
Al mismo tiempo, será fundamental posicionarme en un intento de concepto o noción de lo que consideraré, para esta reflexión, como “relaciones internacionales”. Estas palabras las pongo entre comillas, ya que las mismas las pienso semánticamente erróneas, sobre todo la referente a lo “internacional”. En este sentido, habrá que rescatar la acotación, en torno a la palabra nación, muchas veces utilizada como sinónimo de Estado y viceversa. Considero que el concepto de nación, puede ser más volátil o incluso simbólico. Pienso que la nación es una especie de territorio o estructura “no localizada”, en términos materiales o físicos, pero culturalmente aceptada por una o varias sociedades, aunque en la mayoría de ocasiones, tejida, impuesta o erigida artificialmente. Para el caso del Estado, me agrada pensarlo dentro de un concepto de carácter político, este se refiere a una forma de organización social soberana y coercitiva, formada por un conjunto de instituciones involuntarias, mismo que cuenta con el poder de regular la vida sobre un territorio determinado.
Las reflexiones y conceptualizaciones que pueden derivarse de lo antes expuesto, pueden ser nulas, o de plano diversas. Por ende, prefiero acotar el asunto, antes de caer en la divagación extrema. Creo que la discusión se puede simplificar, si entendemos a las relaciones internacionales, como una dinámica socioeconómica, donde lo político, o sea el ejercicio del poder, se encuentra tras bambalinas, planteado como una especie de eje transversal, entre las entidades conocidas como “países”. Si consideramos a las relaciones internacionales como aquellas que se dan entre los Estados, caeríamos en otros problemas semánticos, ya que al interior de varios países, o “naciones”, podemos encontrar diversos Estados.
Para concluir este apartado, sugiero utilizar como plataforma reflexiva, analizar las relaciones internacionales trazadas por los gobiernos federales iniciados desde el año 2000, hasta nuestros días, en medio de la supuesta “transición democrática”, caracterizada por la gestión pública del Partido Acción Nacional (PAN), en la república mexicana.
Un poco de historia
Los resultados de la revolución mexicana presentada a inicios del siglo pasado, dan paso al surgimiento de grupos políticos institucionalizados. La muestra más clara de dicho proceso es el posicionamiento del Partido Revolucionario Institucional (PRI). La cultura partidocrática en la república mexicana, hace acto de presencia en medio de un largo camino, accidentado y lleno de dificultades, el reto: conciliar los gustos, posturas y revueltas de una tierra multicultural y carente de orden.
Pese las exigencias, el PRI y sus instituciones, construyeron un Estado fuerte, con políticas de gobierno (más no públicas) creadas para satisfacer a los grupos de poder que han conformado la historia del México del siglo XX.
En materia de relaciones internacionales, los gobiernos priístas, supieron desarrollar las grandes artes de la “política del buen vecino”. Era, es y será difícil ser vecinos de la principal potencia económica y bélica del mundo: Los Estado Unidos de América. A pesar del reto, la acumulación de experiencias, así como la unificación de un frente común para plantarse ante las amenazas internas y externas de este país, siempre fue un trabajo bien coordinado por el gobierno citado. En este sentido, si hurgamos la historia de las relaciones internacionales durante el siglo XX mexicano, pero específicamente aquel que estuvo a cargo o custodiado por el PRI, descubriremos diversas historias de ayuda, cooperación, apertura, protección y recibimiento de muchos personajes importantes, líderes políticos, intelectuales, etc. Exiliados, perseguidos y refugiados políticos, encontraron en México el refugio ideal, cuando sus gobiernos buscaban afanosamente desaparecerlos o hacerlos callar.
México se anota puntos importantes ante la comunidad internacional, mostrando un rostro de pluralidad, equidad, pero sobre todo apertura ante diversos sistemas de pensamiento imperantes durante muchas etapas de la historia y geografías del mundo, tales como el mismo socialismo, las izquierdas internacionales, pensamientos políticos, religiones, etc. Desde luego, no dejábamos de ser sepulcros pintados de blanco, bonitos por fuera, pero oscuros y en muchas ocasiones vacíos, por dentro. O dicho en otros términos: candil de la calle, oscuridad en la casa.
Mientras se recibían una serie de reconocimientos mundiales, al interior de la república, se reprimía, desaparecía y perseguía todo aquel que pensara contrariamente a las posturas hegemónicas del mismo gobierno priísta. Al mismo tiempo, se esforzaban por plantear el discurso oficial que proyectara un país donde no pasa nada.
El surgimiento de las guerrillas no se hicieron esperar. La respuesta, un contraataque sucio y represor por parte del gobierno. La historia de maravillas, plagada de cuentos de hadas prosiguió, en el paradisíaco México. Incluso para 1968, las resoluciones fueron magistrales unos comentarios sobre el clima, por parte de los medios de comunicación, bastaron para convencer a la ciudadanía, que “aquí no pasa nada”. El asunto sobre el descontento, comenzó a desdibujarse o al menos a notarse más, hasta los tiempos de uno de los presidentes más detestados de la historia política mexicana: Carlos Salinas de Gortari. Para finales de su intento de instaurar un gobierno neoliberal, desde Chiapas, para 1994, le recuerdan que no existe un solo México, y que hay muchos sectores de la población que no han recibido los beneficios de la Revolución mexicana.
A Ernesto Zedillo, le toca lidiar con todas las irregularidades acumuladas de su propio partido, el PRI. Una ciudadanía desgastada y ávida de un “cambio”, para el año 2000, se manifiesta, en uno de los momentos más significativos de la historia del país: un cambio de gobierno, partido o quizás, de nombre.
El PAN entra en escena
La historia del PAN, en términos de posicionamiento político en México, no se inició en el año 2000. Ya desde 1989, Ernesto Ruffo Appel, en Baja California, se logró anotar la primera gubernatura panista, en un país de predomino priísta. La lucha por parte de este partido político, se ve recompensada a nivel federal, para el año de 2000, comandado por Vicente Fox Quezada. Mucho se rumoró sobre la existencia de una aparente transición pacífica, de un régimen autoritario, a una supuesta democracia. Esta situación fue muy bien capitalizada por el nuevo gobierno, convirtiéndose el presidente Fox, en una especie de show men o rock star, vendible, efectuando una serie de apariciones por varias partes del mundo, recurriendo a las redes internacionales como herramientas o catapultas de una política comercial, hueca e incapaz de prevenir el cataclismo que se puede presentar cuando se alienta, con aplausos y premios al burro por tocar la flauta.
Para el año 2002, la gota que derrama el vaso, de un protagonista político incapaz de utilizar la cabeza para intentar hacer negociaciones inteligentes con el comandante Castro, viejo lobo de mar, se destapa, lo que ya se hacía evidente: la carencia de una postura en materia de relaciones internacionales. En términos de conocimiento, la misma, al igual que muchas áreas de la gestión pública, se plantearon en los aspectos de lo sentimental, impulsos y caprichos de personas que querían el poder, pero una vez que lo tuvieron, no supieron que hacer con él.
Fox llamó por teléfono a Castro, sugiriéndole, de una forma bastante inocente, que procurará evitar toparse con el presidente norteamericano Bush. Mostrando el lado sumiso del gobierno mexicano, sin una pizca de sutileza, así como la falta de tacto para tratar tan delicada situación con un aliado de muchos años.
Si bien es cierto, que este hecho no lo podemos catalogar como el principio del fin, de una serie de acumulaciones de errores, si resulta interesante hacer notar, que estas acciones, entre otras, las y los votantes mexicanos, se la cobran muy bien al partido gobernante, para el 2006. Pese a los resultados enrarecidos, el PAN, partido autoproclamado como la solución democrática que México necesita, se cuestiona, desmoronándose el sueño del tan añorado cambio para un pueblo tan golpeado por los malos manejos de los gobiernos.
Las relaciones internacionales, trazadas por el gobierno del sucesor de Fox, Felipe Calderón (panista también), continúan marcadas por la sombra de la torpeza, sumisión hacia el Imperio norteamericano y empeño de apoyarse de un equipo o gabinete de trabajo, que da regularmente la impresión de ser improvisado.
Unas cuantas conclusiones
Son apenas dos los años en que se ha posicionado el presente gobierno y los conflictos de talla internacional, le han quedado grandes al gobierno en turno. Roces con Cuba, Venezuela, Ecuador y Nicaragua, son apenas algunos de la lista que temerosamente podría ascender, en lo que resta de la administración de este régimen.
La interrogante que me surge no tiene que ver con averiguar si las políticas en torno a las relaciones internacionales por parte del gobierno carderonista, son correctas, más bien habría que plantear la pregunta que tiene que ver con la averiguación sobre si a caso existe alguna, la que sea, o están delineadas en las referentes a los niños necios, que incluso sabiendo los errores que conlleva hacer travesuras o acciones diversas que pueden repercutir negativamente para si mismos, las hacen, sólo porque quieren, sin importar los costos.
¿Dónde estarán posicionados estos personajes? La carencia de negociación e incluso desconocimiento o falta de memoria histórica y geopolítica, se nota a leguas. Las dudas diversas, lo cierto es que las sociedades, lugares y tiempos ya no son los mismos, pero ¿esto lo saben nuestros gobernantes? ¿Estarán listos/as para los retos de inmiscuirse al mundo globalizado? ¿Será acaso este discurso, la bandera principal que hará ganar las siguientes elecciones en este, nuestro México? o ¿de plano estaremos condenados a la ignominia, pasividad y a ver, cómo pasan las oportunidades para otros y otras?
Mis reflexiones bien pueden ser tachadas de tener una gran carga de pesimismo, pero tampoco me parece ético posicionarme en la postura, aquella que reza: “vamos bien, aunque no se vea”. El gobierno federal actual, ha demostrado con creces, en más de una ocasión la carencia sobre tejer con diplomacia, relaciones internacionales, con tendencia a lo duradero. Sólo podemos notar un intento desesperado por resanar los huecos y errores con dulces palabras, justo en la era donde las redes de comunicación son diversas y el control, que disfrutó el priísmo, es apenas, para nuestros días un triste recuerdo, de lo que fue, pero se encuentra condenado a no volver a ser.
¿Qué sigue?, o ¿podemos hacer algo?, supongo que se está haciendo algo, el país se encuentra en las tristes condiciones de levantamientos y movilizaciones sociales de amplio espectro. Existe la remota posibilidad de que lo descrito no se efectué, siempre y cuando, las altas instancias se percaten del fango que han ayudado a crear. Pero, a mi juicio, es más viable la primera opción, no por que me guste, si no porque no se nota, que las habitantes del México imaginario, se bajen de su nube y quieran enfrentar los problemas milenarios que padecen millones de mexicanos: rezago económico, educativo y de salud. Primeras reflexiones que me surgen sobre un tema amplio, complejo y controversial. Inicuo sería concluir de tajo. Este trabajo, lo dejaremos para las siguientes generaciones, añorando un final lo más justo posible.