Revista académica de economía
con
el Número Internacional Normalizado de
Publicaciones Seriadas ISSN
1696-8352
La continuidad del bajo crecimiento de la economía mexicana
Arturo Huerta González (*)
analuz_606@yahoo.com.mx
Estabilidad monetaria, bajo crecimiento de la economía y déficit de comercio exterior.
El bajo crecimiento que ha venido mostrando la economía mexicana (2.9% promedio anual del 2000-2006), esta vinculado a la política macroeconómica de estabilidad, sustentada en la disciplina fiscal, la política monetaria restrictiva y en la apreciación cambiaria (ya que el tipo de cambio no se ajusta al movimiento de precios). Ello disminuye el mercado interno y genera distorsión de precios relativos (tipo de cambio, tasa de interés) que impactan en la asignación de recursos, actuando a favor del capital financiero, y en detrimento de las decisiones de inversión en la esfera productiva, debido a que atenta sobre la competitividad de la producción nacional y de su rentabilidad (Huerta, 2007). En tal contexto, menos condiciones de productividad pasa a tener la economía para contrarrestar los efectos adversos que sobre la competitividad ocasiona la apreciación cambiaria, por lo que pierde frente a sus adversarios, por lo que las importaciones desplazan a la producción nacional del mercado interno. Ello ha llevado a que crezca todo tipo de importación de bienes (Cuadro 1) y se frena el crecimiento de la producción manufacturera nacional, por lo que se disminuye el valor agregado nacional de las exportaciones, y la capacidad para abastecer el mercado interno, por lo que tienden a aumentar más las importaciones y el déficit de comercio exterior manufacturero, lo que nos coloca en un contexto de mayor vulnerabilidad externa.
A pesar que las exportaciones han sido el componente de demanda más dinámico, no se ha traducido en mayor producción manufacturera, ni en mayor empleo, ni en mayor dinámica económica, dado que las importaciones han crecido más (Cuadro 2), evidenciando las filtraciones de demanda hacia el exterior.
Al crecer más las importaciones que las exportaciones, el coeficiente de importaciones (relación importaciones a producción) crece más que el coeficiente de exportaciones (Cuadro 3), lo que implica una filtración de recursos al exterior.
Ello ha llevado a que las exportaciones no se traduzcan en aumento de la inversión y del consumo, ni del PIB (Cuadro 4).
Para citar este artículo puede utilizar el siguiente formato:
Huerta González, A.: “La continuidad del bajo crecimiento de la economía mexicana" en Observatorio de la Economía Latinoamericana, Nº 89, 2007. Texto completo en http://www.eumed.net/cursecon/ecolat/mx/index.htm
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Estructura de la dinámica económica.
La industria manufacturera en el período 1989-1994 y en el de 2001-2006 ha crecido por debajo del crecimiento del PIB (Cuadro 6) dada su baja competitividad frente a los productos importados. De 1996 al 2000, el crecimiento de la economía de EUA llevó a que las exportaciones manufactureras actuaran como motor de crecimiento en la economía nacional y llevaron a que la industria manufacturera creciera por arriba del PIB. En cambio tal situación deja de darse en el último período (2001-2006), tanto porque se desaceleró la actividad económica de EUA del 2001-2003 y con ello nuestras exportaciones, y la dinámica posterior (2004-2006) ya no tiene un fuerte impacto sobre exportaciones y la industria manufacturera nacional, dada nuestra pérdida de competitividad frente a los productos provenientes de China en tal mercado.
Al tener menores condiciones productivas y competitivas en la manufactura y en la agricultura, tales sectores pierden dinamismo, y la actividad económica pasa a sustentarse en el comportamiento del sector servicios y en la industria de la construcción (Cuadro 6).
Al rezagarse la industria manufacturera y la agricultura, la economía se coloca en una situación de mayor fragilidad, pues no tenemos niveles de producción y competitividad frente al exterior, lo que obliga al predominio de políticas monetaria y fiscal restrictivas para frenar el crecimiento de demanda para evitar fuertes presiones sobre precios y sobre el sector externo que puedan desestabilizar el tipo de cambio.
Se ha reestructurado la economía en contra de la esfera productiva y de la llamada economía real (formal), dando paso a una gran expansión del sector financiero y de la economía informal. Tal transformación de la economía atenta sobre el crecimiento económico en el corto, mediano y largo plazo dado que nos coloca en una contexto de menor competitividad frente al exterior y de mayor vulnerabilidad frente a las variables externas.
Los bajos salarios no mejoran la competitividad.
Los bajos salarios reales y la disminución de las prestaciones laborales, están encaminados a mejorar la competitividad de la producción nacional y a contrarrestar la reducción del margen de ganancia que ocasiona el proceso de competencia adverso derivado de la apreciación del tipo de cambio. El problema es que ello impacta en menor demanda interna y el crecimiento de las exportaciones manufactureras que se logra, no contrarresta dicha caída de demanda, por lo que la producción nacional no crece (Cuadro 2 y 4). Los bajos salarios reales y las menores prestaciones laborales pueden representar una válvula de escape a las empresas ubicadas en el país por un tiempo, pero tiene sus límites, y cuando llegue a su tope y se revierta, se recrudecerán los problemas de acumulación.
La economía dependiente de variables externas.
El predominio de las políticas monetaria y fiscal restrictivas a que nos obliga el contexto de libre movilidad de mercancías y capitales y la estabilidad monetaria-cambiaria, han frenado el crecimiento del mercado interno e incrementado el déficit de comercio exterior manufacturero (Gráfica 1), por lo que la actividad económica pasa a depender del comportamiento de las exportaciones (que están en función de la dinámica de EUA), así como de las remesas recibidas, del precio internacional del petróleo y de los mercados financieros internacionales, que inciden en el flujo de capitales.
Gráfica 1 El déficit de comercio exterior manufacturero no maquila no ha afectado la estabilidad cambiaria, debido a que el sector de maquila es superavitario, como al hecho de la gran cantidad de capitales con que ha contado la economía mexicana, lo que ha sido posible por el acelerado proceso de privatización y extranjerización (que es lo que ha promovido la mayor parte de la Inversión Extranjera Directa, así como la inversión en Pidiregas, que son los Proyectos de inversión diferida en el impacto del gasto, término utilizado por el gobierno a través del cual se contabiliza la inversión privada -de la cual el 80% es extranjera- participante en los sectores estratégicos de control del Estado.), así como por el boom petrolero, por las remesas, y por la gran liquidez financiera internacional (Cuadro 7). Ello, conjuntamente con las condiciones de confianza y rentabilidad que el país ofrece al capital internacional, han actuado a favor de la entrada de capitales para así contribuir a la estabilidad macroeconómica y del tipo de cambio.
Sin embargo, la política de estabilización y la entrada de capitales que se ha dado, no se ha traducido en mayores condiciones productivas, competitivas y de crecimiento económico, ya que la entrada de capitales sobre todo se dirige a adquirir activos ya existentes, lo que implica un cambio patrimonial, además de canalizarse al mercado financiero, por lo que no se revierten las bajas tasas de crecimiento económico, y las presiones en la balanza de comercio exterior manufacturera. El crecimiento de las exportaciones alcanzado por la entrada de inversión extranjera, no ha contrarrestado la caída del mercado interno, dado el bajo valor agregado nacional de tales exportaciones. El 75% de las exportaciones de manufactura de México son de la industria de maquila (Dussel, 2007:199), las cuales se caracterizan por tener un valor agregado nacional menor al 5% de su valor.
El crecimiento del crédito al consumo.
La industria está sujeta al crédito. El problema es que éste va al consumo y no a las empresas. A raíz de la crisis económica manifestada a fines de 1994, se pasó a restringir el crédito al sector privado.
La política de estabilidad, al restringir el mercado interno y la competitividad de la producción nacional, contrae la producción, aumenta la capacidad ociosa, afecta el ingreso presente y esperado del sector manufacturero, por lo que tal sector ha dejado de ser sujeto de crédito (Cuadro 8), lo que ha redundado en menor crecimiento de inversión.
Para que crezca la inversión, la política económica tiene que asegurar que el valor presente de los ingresos que se deriven de la inversión sea mayor al costo de la misma, situación que la política económica predominante no configura.
A partir de la disminución de la tasa de interés y de las expectativas de crecimiento conformadas por la dinámica de EUA y de su impacto favorable sobre la economía nacional, pasó a incrementarse el crédito al consumo, a la vivienda y a la construcción a partir de fines del 2003.
Los créditos otorgados a la construcción y vivienda, así como el crecimiento de la inversión pública en infraestructura, derivado del boom petrolero a partir del 2004, han llevado a la industria de la construcción a ser la de mayor crecimiento en el período 2001-2006 (Cuadro 6), evidenciando que cualquier cambio de comportamiento de tal gasto público, como de la tasa de interés y de la disponibilidad crediticia hacia vivienda y construcción, se frenará el crecimiento de tal sector y de la economía.
La banca comercial asume una actitud especulativa de otorgar créditos al consumo a tasas de interés muy por arriba de la tasa de interés establecida a la deuda pública, y de mantener rezagada la disponibilidad crediticia a la industria manufacturera, por los problemas de bajo crecimiento y de insolvencia presentados en tal sector. Los créditos otorgados al consumo le reditúan altas ganancias a la banca, dadas las altas tasas cobradas en tales créditos. Sin embargo, tales créditos no actúan a favor de la producción nacional (Cuadro 9), dado que se han canalizado a la adquisición de bienes importados, por lo que no se genera efecto multiplicador internamente a favor del ingreso nacional.
El crecimiento del crédito al consumo tiende a traducirse en problemas de insolvencia debido a que ha crecido en mayor proporción que el ingreso nacional per-capita. A ello se suma el contexto de disciplina fiscal, de pérdida de competitividad, y el creciente desempleo, lo que disminuye el ingreso de los deudores, que aunado a las altas tasa de interés en que se han otorgado tales créditos, hace que el costo de la deuda crezca en mayor proporción que la capacidad de pago, manifestándose ello en crecimiento de la cartera vencida (Gráfica 2).
Gráfica 2 Al caer las familias en sobreendeudamiento y en insolvencia, se hace insostenible la expansión crediticia hacia tal sector, por lo que tiende a restringirse el crédito al consumo y a la vivienda. Ello se acentuará, al seguirse recrudeciéndose la problemática de los créditos hipotecarios en EUA y el freno de la actividad económica de dicha economía, dada la repercusión que origina sobre la nuestra.
Más mercado, menos Estado, menos crecimiento.
La liberalización económica, junto con la política de disciplina fiscal, sustentada ésta en la disminución del gasto e inversión pública, como de subsidios, entre otros elementos, reflejan la disminución de la participación del Estado en la regulación y conducción de la actividad económica, la cual pasa a ser determinada por las libres fuerzas del mercado de economía abierta. Ello ha afectado el comportamiento del aparato productivo nacional, ya que la disminución de subsidios, como la baja productividad derivada de la menor la inversión pública en infraestructura, han acentuado su desventaja competitiva (por sus bajos niveles de productividad y competitividad), para hacer frente al proceso de competencia configurado. Ello, junto a la apreciación del tipo de cambio, originan una reestructuración micro-económica que se ha traducido en rompimiento de cadenas productivas, menor dinámica de acumulación y de inversión, y lleva a que muchas industrias sean absorbidas por la inversión extranjera.
La disminución de la participación del Estado en la economía, ha impactado en detrimento de la actividad económica y del empleo, evidenciado que el sector privado no ha actuado como motor del crecimiento. Éste, ha visto afectadas sus finanzas, tanto por la pérdida de competitividad frente a importaciones y el consecuente déficit de comercio exterior manufacturero, como por la contracción del mercado interno, derivado de la disciplina fiscal. Los beneficiarios de dicha política han sido aquellos que adquieren activos nacionales, como los que nos venden sus productos desde su país de origen, a costa de la mayor extranjerización, desindustrialización, creciente desempleo y déficit de comercio exterior en la economía nacional.
Impacto de la economía de EUA sobre la economía nacional.
Al desacelerarse la actividad económica de EUA del 2001-2003, se ha afectado el crecimiento de las exportaciones petroleras y no petroleras del país. Las primeras solo crecieron en 4.9% promedio anual del 2000 al 2003 y las no petroleras cayeron en -0.9% promedio anual en este período. Una vez recuperado el crecimiento de la economía de EUA, volvieron a crecer ambas exportaciones, aunque crecieron más del doble las petroleras en relación a las no petroleras (Cuadro 10), y en cambio el PIB solo creció al 3.04% promedio anual en dicho período, dado que el mayor ingreso de divisas que proporcionaron tales exportaciones y la entrada de capitales se reciclaron vía gran crecimiento de las importaciones (Cuadro 1).
Los problemas de los créditos hipotecarios de alto riesgo que enfrenta la economía de EUA en el 2007, han generado expectativas negativas sobre dicha economía, lo que se ha traducido en presiones sobre el dólar y en los mercados financieros internacionales, terminando ello con la bonanza de liquidez financiera que venía dándose en tales mercados, lo que a su vez frena la baja de la tasa de interés en los países desarrollados. Es decir, el ciclo económico internacional de dinámica económica de EUA y de gran liquidez en los mercados financieros internacionales se ha revertido, traduciéndose ello en menor dinámica de las exportaciones del país, en mayor vulnerabilidad de los mercados financieros, en menores flujos de capitales al país, lo que presiona sobre el mercado de capitales internamente (Gráfica 3), así como en el tipo de cambio y en la tasa de interés.
Gráfica 3 Gráfica del mercado de capitales La menor dinámica de las exportaciones manufactureras presiona sobre el déficit de comercio exterior no petrolero, el cual no pasa a ser contrarrestado por el boom petrolero dado que se nos está acabando el quantum exportable. Ello, conjuntamente con la menor entrada de capitales, y la inestabilidad del mercado de capitales (que puede comprometer el financiamiento del déficit externo), obligará al gobierno a acentuar el carácter restrictivo de la política monetaria y fiscal para evitar mayores presiones sobre el sector externo y el tipo de cambio, por lo que más se desacelerará la actividad económica, evidenciando que no tenemos políticas contra-cíclicas. El gobierno a fin de evitar recurrir al ajuste contraccionista de la actividad económica, procederá a acentuar la extranjerización de la economía, para allegarse de flujos de capital para encarar el déficit externo.
Presupuesto de egresos para 2008 y su impacto en la economía.
Para el 2008 se presenta un presupuesto de gasto público mayor en términos reales al del 2007 en 9.8%, el cual será financiado por un incremento de ingresos de 9.9% (SHCP, 2007). Estos provendrán del alza internacional del precio del petróleo, como por la mayor recaudación tributaria por los nuevos impuestos a las empresas y a las gasolinas. Se festina que este presupuesto es el más grande en inversión y en gasto social del que se tenía hace 20 años, lo que evidencia que no hemos tenido política fiscal a favor del crecimiento en todo este tiempo, no obstante los excedentes petroleros y las carencias productivas, de empleo y bienestar que padece el país.
El mayor gasto público no incrementará la demanda del todo, ya que el gobierno gastará aquello que las empresas y familias dejarán de gastar, ya que su poder adquisitivo se mermará, tanto porque tendrán que pagar mayores impuestos, como por el impacto inflacionario que estos generarán. El efecto neto, será el gasto que se deriva de los mayores ingresos petroleros. Sin embargo, al proseguir la política cambiaria de dólar barato, llevará a que ese gasto adicional se filtre al exterior vía mayor crecimiento de las importaciones como ha venido aconteciendo, lo que presionará sobre la balanza de comercio exterior no petrolera, que obligará al gobierno a frenar la actividad económica para disminuir tales presiones, para que no se desestabilice el tipo de cambio y la inflación.
La política fiscal sigue supeditada a los objetivos de estabilidad monetaria que busca el banco central a favor del capital financiero, a costa de no tener política económica contra-cíclica para contrarrestar la desaceleración de las exportaciones no petroleras e impulsar la esfera productiva, el empleo y el bienestar que demandan los mexicanos.
Elementos que frenan la actividad económica.
La economía mexicana no tiene condiciones para retomar la dinámica económica en el futuro cercano. Entre los elementos que impiden ello, se puede mencionar que:
a) No tenemos capacidad competitiva en el mercado internacional y en el mercado interno frente a importaciones. Las exportaciones manufactureras son de bajo valor agregado nacional y se están desacelerando. Están dejando de representar el motor del crecimiento de la economía, ante el menor crecimiento de la actividad económica que enfrenta EUA y la pérdida de competitividad que la producción nacional tiene frente a los productos asiáticos (sobre todo chinos) en el mercado estadounidense.
No hay perspectiva de que cambie la política cambiaria predominante, ni de que se incremente la inversión productiva en desarrollo tecnológico para aumentar productividad, por lo que seguirá la baja competitividad de la producción, las presiones sobre la balanza de comercio exterior no petrolera y el menor crecimiento de la economía.
b) El país no cuenta con manejo soberano de la política monetaria y fiscal que actúe en forma contra-cíclica frente a la desaceleración de las exportaciones manufactureras, dada la autonomía del banco central, y por la ley de presupuesto y responsabilidades hacendarias, que obliga al gobierno a trabajar con disciplina fiscal, por lo que se configuran altas tasas de interés y restricción del mercado interno. No se flexibiliza la política económica para retomar el crecimiento endógeno, ante el temor de que ello desestabilice la moneda y la economía.
En tal contexto, seguirán los problemas de bajos ingresos y de insolvencia que éste presenta, así como el bajo crecimiento de la inversión, de generación de empleo y de la producción nacional.
c) Las finanzas públicas enfrentan presiones derivadas del alto monto de la deuda interna (por el rescate bancario, por el apalancamiento al fondo de pensiones, por los Pidiregas), lo que obliga a limitar el gasto de no pago de intereses para evitar caer en déficit fiscal, por lo que se mantiene contraído el mercado interno, frenando ello el crecimiento de la inversión y de la economía. El 1 de noviembre del 2007 el monto de la deuda gubernamental era de un billón 970 mil 881 millones de pesos, y la deuda del Instituto para la Protección al Ahorro Bancario (IPAB) sumó 672 mil 163 millones de pesos. La suma de ambas representa el 29% del PIB estimado para ese año (datos del reporte de Banamex de dicho mes y año). Si a esto añadimos el valor que representan los Pidiregas, que es la inversión privada ubicada en sectores estratégicos y que se contabiliza como deuda pública, y alcanzaron un billón 600 mil millones de pesos para 2007 (CEFP, 2007), tendremos que la deuda pública interna, equivalente a la emitida por el gobierno federal, más la del IPAB y la de los Pidiregas, equivale al 46.5% del PIB del 2007.
d) Los problemas de insolvencia están resurgiendo, lo que restringirá la disponibilidad crediticia y con ello la inversión, el consumo y la actividad económica.
e) Las variables externas (exportaciones y entrada de capitales) que han sustentado el bajo crecimiento, la estabilidad cambiaria y la baja inflación alcanzada, al parecer se han frenado, lo que aumentará las presiones sobre el sector externo, y más por el contexto de inflación internacional a raíz del alza de precios de productos alimenticios. Ello presionará sobre el tipo de cambio, lo cual dará pie a pautas especulativas, dado que ello trastoca la rentabilidad del capital financiero, por lo que se agudizará la inestabilidad del mercado de capitales y la vulnerabilidad y fragilidad de la economía nacional.
Para el gobierno los obstáculos al crecimiento están dados por la falta de flexibilidad del mercado de trabajo, así como por el freno a las reformas estructurales, que según ellos llevan a menor inversión, menor infraestructura, menos productividad y competitividad. El problema es que ya tenemos décadas con las llamadas reformas estructurales y ello no se ha traducido en mayor productividad, mayor crecimiento económico, menores presiones sobre el sector externo, menor vulnerabilidad en relación a las variables externas. Al proseguir con tales políticas, solo se acentuará el proceso de extranjerización de la economía y la polarización de la concentración de la riqueza y la miseria en el país, así como el proceso de desindustrialización y las presiones sobre el sector externo.
Condiciones para el crecimiento.
La política macroeconómica debe anteponer el crecimiento económico, ante el objetivo de estabilidad cambiaria. Es decir, hay que dejar de lado la estabilidad del tipo de cambio para así poder flexibilizar la política monetaria y fiscal a favor del crecimiento. Ello permitiría bajar la tasa de interés y generar la liquidez que requiere la dinámica económica. Asimismo, se podría expandir el gasto público a fin de favorecer inversiones productivas para el incremento de la productividad, y para dinamizar el mercado interno. La flexibilización de la política cambiaria, monetaria y fiscal, permitiría contar con política crediticia, industrial, agrícola, de empleo.
El crecimiento económico requiere de una política macroeconómica que viabilice recursos disponibles para la inversión productiva, tanto en infraestructura, como en el sector industrial y agrícola para encarar los rezagos de producción y de productividad existentes. Para ello se requiere que se trabaje con un tipo de cambio competitivo lo que permitiría trabajar con política monetaria y fiscal flexible para asegurar condiciones de rentabilidad mayores en la esfera productiva que en la financiera, a fin de favorecer la asignación de recursos a favor de la primera y por lo tanto del crecimiento económico. La reconstrucción de la esfera productiva requiere de un tipo de cambio flexible en torno a precios, para viabilizar competitividad, incentivos fiscales, crediticios, baja tasa de interés, y crecimiento del mercado interno. Con ello, la economía podría sustituir importaciones para aumentar el valor agregado nacional de las exportaciones y disminuir las presiones sorbe el sector externo.
Tal propuesta, debe ir acompañada de la revisión del libre movimiento de mercancías y capitales para evitar prácticas especulativas y filtraciones de recursos que puedan desestabilizar al sector externo y a los mercados de capitales y de divisas. Se requiere voluntad política para anteponer lo nacional, frente a los intereses del capital internacional, ante los cuales responde la política económica predominante.
Bibliografía:
- Dussel, E., Oportunidades en la relación económica y comercial entre China y México, Editado por la CEPAL y UNAM, 2007.
.- CEFP, 2007, “Pidiregas un estudio general”, publicado por el Centro de Estudios de las Finanzas públicas, de la Cámara de Diputados.
.- Huerta, A., Porque no crece la economía mexicana y como puede crecer, Editorial Diana, 2007.
.- SPCP, 2007, Presupuesto de Egresos de la Federación, 2008.
-- (*) Profesor Tiempo Completo de la División de Estudios de Posgrado, Facultad de Economía de la Universidad Nacional Autónoma de México. Autor de 12 libros sobre la economía mexicana y de más de 120 artículos sobre teoría económica y problemas del desarrollo económico de México y América Latina publicados en revistas especializadas y en libros colectivos en México, EUA y América Latina.