Revista académica de economía
con
el Número Internacional Normalizado de
Publicaciones Seriadas ISSN
1696-8352
Economía de México
Pobreza,
desastres naturales y migración en la regiones Istmo-Costa, Sierra y Soconusco
de Chiapas
Héctor
Escobar Rosas
Bruno Sovilla
Jorge López Arévalo
Facultad de Ciencias Sociales, UNACH
brunosov@yahoo.it
RESUMEN:
En este articulo analizamos algunos problemas relacionados con el huracán
Mitch, que en 1998 afectó duramente el estado de Chiapas . Nos concentramos
sobre el impacto del desastre en la estructura demográfico-poblacional de la
macro-región, y los flujos migratorios recientes. También mostraremos,
analizando la política de reconstrucción en la vivienda, la incongruencia de la
misma y la necesidad de una estrategia de desarrollo claramente definida y
sustentable para la región.
La hipótesis principal en este trabajo es que el desastre natural del 1998 se
dió en un contexto económico frágil, consecuencia de una crisis económica más
general, que propició y magnificó la furia devastadora del huracán. En ausencia
de políticas públicas adecuadas que determinen las causas profundas de la
debilidad estructural de la región y las combatan, estos desastres se volverán a
repetir con periodos de retorno siempre más breves, como ya se pudo comprobar en
el octubre del 2005 con el huracán Stan.
Para citar este artículo puede utilizar el
siguiente formato:
Escobar, Sovilla y Arévalo:
"Pobreza, desastres naturales y migración en la regiones Istmo-Costa,
Sierra y Soconusco de Chiapas" en Observatorio de la Economía Latinoamericana,
Número 70, noviembre 2006. en
http://www.eumed.net/cursecon/ecolat/index.htm
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Chiapas: una economía en crisis
En 1954 A. Lewis publicó un artículo que se convirtió en una pieza clave de
la teoría del desarrollo. El autor distinguía en las economías
subdesarrolladas entre un sector capitalista y uno de subsistencia, según
que la oferta de trabajo sea escasa o ilimitada. En el sector capitalista se
“utiliza capital reproducible...y paga a los capitalistas por el uso de
este”, mientras que el sector de subsistencia es “toda aquella parte de la
economía que no utiliza capital reproducible”. Consecuentemente en las
economías atrasadas hay profundos desequilibrios, “excesiva inversión en
algunas partes y sub-inversión en otras”, y se caracterizan por “fragmentos
fuertemente desarrollados, rodeados por la oscuridad económica”.
El modelo de A. Lewis también se puede tomar como base teórica para analizar
el efecto de la apertura económica sobre las economías dualistas, es decir
esas economías en vía de desarrollo caracterizadas por un sector competitivo
capitalista, y otro sector “de subsistencia” con muy bajos índices de
productividad e ingresos. Lewis mostró la tendencia a la divergencia entre
los dos sectores cuando la economía se abre al comercio, y aclaró el origen
de las fuerzas que explican este fenómeno.
La economía mexicana en un claro ejemplo de economía dual que en pocos años
se ha abierto al intercambio comercial y financiero: en el estado de Chiapas
prevalece netamente el sector no capitalista, con bajos niveles de
productividad, condiciones de pobreza generalizada y extrema.
Un incipiente sector capitalista en el estado de Chiapas, ha sido afectado
por el modelo económico aplicado en los últimos años, por contrario sigue
expandiéndose el sector de subsistencia. Si analizamos la evolución de la
economía chiapaneca dividiéndola por sectores de actividad (tabla I),
podemos notar que hay una disminución importante del coeficiente de
especialización en un sector netamente capitalista (minería e industria
manufacturera, sector II) y un aumento considerable en la industria de la
construcción donde abunda el trabajo informal con muy bajos salarios (sector
de subsistencia según Lewis).
Tabla I
Coeficientes de especialización de la economía chiapaneca por sectores
1980-2004
En el sector I (agropecuario) se tiene todavía un alto coeficiente de
especialización, aplicándose un modelo de crecimiento extensivo (el 45% de
la PEA en el 2004 estaba en este sector: STPS & INEGI, 2006). La agricultura
continúa siendo la principal actividad productiva en el estado. Sin embargo,
según la fuente citada, en el campo chiapaneco, solo el 26.7 % de la fuerza
de trabajo empleada es considerada asalariada , el resto, la parte
mayoritaria, vive en economía de subsistencia. Este dato, contrasta con ese
indicador en otros estados, donde la tasa de trabajo asalariado, es mucho
mayor: por ejemplo en Sonora es del 84.7%, en Sinaloa del 56.9%, mientras
que la tasa nacional es del 35.2% (López, García y Cóporo, 2006).
La productividad del sector no ha evolucionado positivamente; en 2004, por
ejemplo, el índice dela productividad del sector agropecuario en Chiapas era
apenas el 47.4% del índice nacional .
La gestión del proceso de globalización a través de las políticas
neo-liberales que han impulsado la difusión de los mecanismos de mercado, en
un contexto de apertura económica acelerada, ha aumentado la fractura entre
los 2 sectores (como preveía Lewis).
La apertura comercial y la “desregulación” (un ejemplo claro es el del café
por el rompimiento de las cláusulas económicas del convenio OIC en 1989 y
también el maíz que ha sido afectado por el TLCAN a partir de 1994) han
expuesto a los productores chiapanecos a la competencia internacional en
condiciones desventajosas , y solo el aumento del gasto público a partir del
1993 ha detenido la caída del PIB estatal .
El fracaso del modelo económico actual en Chiapas es evidente, pues la tasa
de Crecimiento Media Anual del PIB per cápita (tabla II) ha sido negativa
entre 1980-2004
(-1.38%).
Tabla II
Tasa de crecimiento del PIB* per cápita de Chiapas y México 1980-2004 en
pesos de 1993
En los últimos años el estado de Chiapas se ha convertido en expulsor de
mano de obra de baja productividad, que está dispuesta a trabajar en
condiciones de explotación en la zona industrial maquiladora del norte del
país, y a arriesgar la vida en el cruce de la frontera norte para entregar
su fuerza de trabajo en el sector agropecuario, la construcción o los
servicios de baja productividad en EUA. Es decir: frente a un escenario
económico desfavorable que no ofrece perspectivas en el corto-mediano plazo,
consecuencia de las políticas económicas neo-liberales nacionales, una parte
creciente de la PEA busca en otros lugares o en EUA esas posibilidades de
trabajo que siempre más le son negadas en su lugar de origen.
La interesante paradoja es que estos emigrantes son las principales victimas
del modelo económico, y se han convertido en su máximo soporte. Es
fundamentalmente gracias a esas remesas que el desequilibrio de la cuenta
corriente queda dentro de limites tolerables y que el modelo se mantiene, al
punto que en los próximos años es muy probable que se lleven a acabo esas
reformas estructurales que harían aún más extremo el carácter dual de la
economía mexicana.
El modelo neo-liberal es funcional a los intereses de las industrias
maquiladoras, y de los productores norteamericanos que se benefician de la
mano de obra barata dispuesta a trabajar en condiciones de alta explotación,
pero anula cualquier perspectiva de desarrollo en el sector “de
subsistencia” y en esas zonas pobres donde se necesita estimular un proceso
de acumulación que actualmente se encuentra totalmente estancado.
Ni siquiera el importante flujo de remesas (tabla III) y los demás envíos de
dinero por parte de los chiapanecos emigrantes, en ausencia de una
estrategia de desarrollo claramente definida y de un modelo económico que la
haga viable, han logrado cambiar este escenario.
La consecuencia de la emigración, es la reducción en términos absolutos de
la PEA en el estado, contraria a la evolución demográfica y de la PEA a
nivel nacional (gráfica 1).
La macro-región Sierra, Costa y Soconusco es una de las zonas más afectadas
por la crisis económica y las políticas neo-liberales, y la de mayor
expulsión de población en edad de trabajo en el estado de Chiapas.
Las poblaciones de la Sierra se han concentrado históricamente en la
producción de café; hasta que los precios elevados que garantizaba el
mercado regulado de la Organización Internacional del Café (OIC) y la ayuda
pública hicieron rentables estas actividades, los ingresos reales de los
productores crecieron y sus condiciones de vida mejoraron. A finales de los
´80 la ola liberalizadora empezó a golpear esta rama: se retiraron los
apoyos estatales a los productores, y el precio empezó a disminuir
drásticamente (gráfica 2) a partir de 1989, por efecto de la des-regulación
del mercado que dejó actuar libremente las leyes de la oferta y la demanda.
La tendencia a la reducción del precio fue reforzada por la entrada en el
mercado de Vietnam que ha llegado a ser el segundo exportador después de
Brasil.
A principio de los años `90 los efectos negativos empezaron a ser muy
evidentes para los pequeños productores de café; como consecuencia los
campesinos de la Sierra buscaron alternativas de empleo, algunos migrando
hacia los centros urbanos alimentando el comercio informal (es decir según
Lewis pasaron de un actividad a otra pero quedándose en el sector no
capitalista con bajos niveles de productividad); otros empezaron a migrar
hacia el norte del país, formando las primeras redes migratoria, y
convirtiendo en poco más de una década estas zonas en importantes expulsoras
de mano de obra.
Aumentó por parte de los que se quedaban la explotación del medioambiente,
un claro ejemplo es la deforestación. Con la tala indiscriminada los
campesinos aumentaban la superficie cultivada, compensando así los menores
ingresos debidos a la reducción de los precios. Es decir, al disminuir los
ingresos familiares recurrieron a una mayor explotación de la tierra (único
activo disponible). También en la degradación de la tierra influye el
sistema de tumba, roza y quema que provoca incendios forestales, así como el
café sin sombra que se cultiva en las fincas tiene menos capacidad de
retener los escurrimientos de agua. Esta deforestación es el factor
propiciador y amplificador directo principal de la fuerza destructiva de los
huracanes no solo en la región Sierra, sino también en la zonas de la Costa
y del Soconusco adyacentes. Los ríos que se forman en las montañas de la
Sierra allí se llenan de piedras, leña, y otros detritos, y dada la
conformación geológica de la región , caen a gran velocidad en la planicie
costera, donde se salen de su cauce natural y llegan a inundar también los
centros urbanos.
Como consecuencia, hubo un aumento de la vulnerabilidad de esta región,
cuyas poblaciones se encuentran sometidas en el siguiente círculo vicioso:
empobrecimiento por la crisis económica en el sector agropecuario
consecuencia del modelo económico neo-liberal explotación ambiental
principalmente por medio de una deforestación indiscriminada)desastres
naturalesdestrucción de los medios de vida tradicionales (café, pesca...)
migración rural-urbana local, migración hacia otros estados e
internacionalperdida de capital humano...
Frente a esta situación las autoridades han reaccionado solo cuando la
situación precipitaba, enfatizando la importancia del plan de
reconstrucción, pero si ese no se coloca dentro de una estrategia de
desarrollo sustentable (DS), actúa en una lógica de emergencia que busca
reconstruir la situación precedente al desastre, y con eso reestablece esas
condiciones que lo han propiciado.
Por contrario, nosotros pensamos que la única alternativa es impulsar una
estrategia de desarrollo sustentable en el marco de un proceso de
globalización irreversible pero controlable.
La globalización ha sido y sigue siendo el estimulo externo que obliga a
readecuar actitudes, políticas, constituyendo una amenaza pero al mismo
tiempo ofreciendo nuevas oportunidades. Se trata de un proceso que desde un
punto de vista nacional no es modificable en sus rasgos esenciales, menos en
el plano local, sobre todo en economías dependientes como sigue siendo la de
este país. El desafío por lo tanto es gobernar la globalización, minimizando
los problemas que crea y aprovechando las oportunidades que ofrece.
Es necesario abrir una reflexión sobre las condiciones necesarias para hacer
viable una estrategia local de DS, y definir sus rasgos principales, donde
la sustentabilidad no se refiere solo al mantenimiento de un equilibrio
ambiental (la definición de la comisión Burtland de las NU de sostenibilidad
nos parece vigente aún) .
Las recientes destrucciones en Chiapas tienen, como causa original, la falta
de un modelo de desarrollo sustentable para la región, de allí la urgencia
de empezar a definir sus rasgos en el corto plazo. Nuestra opinión es que la
condición necesaria sea la reformulación del modelo económico, sobre un eje
fundamental: la reconsideración del papel del estado y la
reglamentación/control de las fuerzas del mercado.
El impacto social y económico del huracán Mitch
En septiembre de 1998 el huracán Mitch provocó severas inundaciones en las
regiones Sierra, Istmo-Costa y Soconusco del estado de Chiapas. La magnitud
física del desastre fue tan grande que los periódicos anunciaron la
destrucción de la costa chiapaneca desde Tonalá hasta la frontera con
Guatemala. Las carreteras Arriaga-Huixtla-Tapachula y Huixtla-Motozintla
sufrieron severos daños, al punto de cortarse la comunicación a lo largo de
poco más de 400 kilómetros. Más de 3 mil 500 kilómetros de caminos de
terracerías quedaron inutilizados; 22 puentes sobre los que cruza la
carretera costera se rompieron, haciendo imposible el paso de un lado al
otro. El efecto inmediato provocado por esta destrucción fue el aislamiento
de ciudades, pueblos y rancherías a lo largo de toda la costa, por lo que
fueron insuficientes los 65 helicópteros que estuvieron a cargo de la
distribución de víveres, agua y medicamentos en la zona.
Los poblados más próximos a los ríos recibieron la descarga de miles de
metros cúbicos de material. Comunidades enteras fueron cubiertas por el
lodo. Cientos de pequeños poblados fueron afectados, miles de hectáreas
agrícolas fueron inundadas o destruidas. Entre 481 y 616 se estimó el número
de comunidades afectadas. Las inundaciones mantuvieron aisladas a 353
comunidades, incomunicando a cerca de 500 mil habitantes. Ochenta
comunidades resultaron totalmente inundadas por el desbordamiento de los
ríos, lo que ocasionó entre 280 mil y 400 mil damnificados. Según una
estimación preliminar de daños materiales, 25 mil viviendas resultaron
afectadas en diferentes grados, por lo que poco más de 100 mil personas
buscaron refugio en albergues en los días inmediatos al desastre.
De acuerdo a la información recogida por la red de parroquias del Soconusco,
el 40% de los afectados en las zonas rurales perdieron todas sus
pertenencias. No obstante, el impacto de las inundaciones fue mayor en las
zonas urbanas, donde se concentra alrededor de la tercera parte de la
población regional. En ciudades como Motozintla, Tapachula, Huixtla y
Mapastepec, los habitantes de los asentamientos más pobres fueron quienes
resintieron en mayor grado los efectos del desastre. El daño causado en la
estructura económica de los 31 municipios afectados significó una pérdida
sin precedentes. El desbordamiento de cerca de 60 ríos destruyó miles de
hectáreas agrícolas y erosionó miles más en tierras no dedicadas al cultivo.
Un sector especialmente afectado fue el de los cafeticultores, debido al
desbarrancamiento de las laderas en donde crecen los cafetales. De una
producción estimada en 54 mil quintales de café para el ciclo 1998-1999,
aproximadamente una tercera parte se perdió por causas relacionadas con las
inundaciones. La destrucción de cerca de 30 mil hectáreas de café significó,
de acuerdo a las estimaciones hechas por la Confederación Nacional de
Productores Rurales, la pérdida del 14% de la producción nacional de este
cultivo. Los desastres en el campo fueron incalculables. El impacto en la
agricultura, la ganadería y la pesca fueron devastadores. El mayor impacto
en la economía regional se expresó en la destrucción de los medios de vida
de los pequeños y medianos productores (cafeticultores, ganaderos y
pescadores).
La CEPAL ha realizado un estudio que trata de estimar los daños en términos
del impacto sobre el PIB, también cuantificando los muertos y los
damnificados directos. La siguiente tabla resume estos resultados. La
perdida de vidas fue de 229, hubo 28,753 damnificados directos y 602.7
millones de dólares en perdidas que son equivalentes al 9.3% del PIB de
Chiapas en 1998.
Tabla n.4.
Chiapas: Impacto del Huracán Mitch (1998)
Por otra parte de acuerdo a SAGARPA el 52.5% de los daños provocados por el
huracán Mitch en la superficie cultivada de café, tuvieron lugar en
territorio chiapaneco; los rendimientos por hectárea en este cultivo cayeron
abruptamente, al pasar de 2.997 toneladas por hectárea en 1997 a sólo 1.37
toneladas por hectárea en 1998 (-54.29%).
Hubo afectaciones menores en otros cultivos, como maíz, mango y caña de
azúcar: el siguiente cuadro cuantifica los daños provocados en Chiapas en
relación a la superficie siniestrada total en el país.
Tabla V
Superficie siniestrada en Chiapas y en México de los principales cultivos
(Has) como consecuencia del Huracán Mitch en 1998 (Hectáreas)
Impacto en la estructura demográfico-poblacional
El impacto social y económico que dejaron las inundaciones de 1998 fue
enorme; a ocho años de distancia, es notorio el cambio en el comportamiento
demográfico que ocasionó el paso del huracán Mitch por suelo chiapaneco. En
las tablas que siguen se muestra la evolución de las tasas de crecimiento
medio anual de la población de las tres regiones en los periodos 1990-1995,
1995-2000 y 2000-2005.
Tabla 1. Evolución de la población (Región Sierra)
Tabla 2. Evolución de la población (Región Soconusco)
Tabla 3. Evolución de la población (Región Costa)
Como puede apreciarse de los cuadros anteriores, el proceso de
despoblamiento de las regiones Sierra, Costa y Soconusco se agudizó a partir
de 2000, como una probable consecuencia de la destrucción masiva causada por
el Mitch y la ausencia de políticas tendientes a restaurar los medios de
vida perdidos en el campo. Analizados en conjunto, de 27 municipios que
conforman las 3 regiones en estudio (8 en la Sierra, 16 en el Soconusco y 3
en la Costa), 15 de ellos (56%) tuvieron tasas de crecimiento negativas
entre 2000 y 2005; 4 municipios (15%) crecieron a una tasa media anual menor
a 0.5%; 3 (11%) crecieron a una tasa entre 0.51 y 1.0%; 3 más (11%) tuvieron
un crecimiento anual entre 1.0% y 2.0%, y solo 2 municipios (7%) registraron
tasas de crecimiento medio anual ligeramente por encima de 2.0%. La tasa de
crecimiento promedio de la población de estos 27 municipios entre 2000 y
2005 fue apenas de 0.30%. Expresado de otra manera: entre los años 2000 y
2005, la población de las tres regiones más fuertemente afectadas por el
huracán Mitch (la cuarta parte de la población chiapaneca en el año 2000)
creció a una tasa media anual de 0.30%, mientras la tasa de crecimiento
medio anual en el estado fue de 1.83% durante el mismo periodo.
Pudiera pensarse que el inicio de la migración de los habitantes de la
Costa, Sierra y Soconusco del estado se ubica en un momento anterior a la
ocurrencia del Mitch en 1998, como lo muestran las tasas de crecimiento
medio anual en el periodo 1990-1995. Durante dichos años, 4 de los 27
municipios de las tres regiones registraron tasas de crecimiento anual
negativas, 4 más tuvieron un crecimiento entre 0% y 0.5%, 3 tuvieron una
tasa anual entre 0.51% y 1.0%, 12 presentaron un crecimiento entre 1.01% y
2.0%, y otros 4 crecieron a tasas de 2.01% en adelante, cercanas a la tasa
de crecimiento del estado, que en el mismo periodo fue de 2.23%. La tasa
promedio del conjunto de las tres regiones fue, entre los mismos años, de
1.39%.
Durante el periodo 1995-2000 la tasa de crecimiento del quinquenio anterior
disminuyó, pasando de 1.39% a 1.24%. A pesar de que se observó una
recuperación demográfica en la Sierra, que pasó de una tasa promedio de
crecimiento anual de 0.88% a 1.80%, en el Soconusco y la Costa se pasó de
1.42% al 1.33%, y de 1.77% al 0.36% respectivamente.
De acuerdo al comportamiento observado, la intensificación del descenso
demográfico en la zona no inició inmediatamente en 1998, sino que los
efectos de la destrucción ocasionada por el Mitch se dejaron sentir un par
de años después. A fin de tener una idea más exacta del comportamiento
demográfico registrado en estas tres regiones entre los años 2000-2005, en
el anexo se presenta un desglose basado en las tasas de crecimiento medio
anual por grandes grupos de edad y por sexo para los principales municipios
de la zona: Motozintla en la Sierra; Huixtla, Mapastepec y Tapachula en el
Soconusco, y Pijijiapan en la Costa.
Es fácil observar que las mayores diferencias en las tasas de crecimiento
entre hombres y mujeres se registran entre los grupos de 15 a 34, y de 35 a
59 años. Este compor-tamiento es un claro indicador de pérdida de población,
y refleja con exactitud cuál o cuáles son los habitantes que alimentan los
flujos migratorios en los diferentes municipios.
Tabla 4. Tasa de crecimiento medio anual por grandes grupos de edades y sexo
Tabla 5. Diferencia en puntos porcentuales en el crecimiento de hombres y
mujeres de 15 a 34 años de edad (en todos los casos las tasas de crecimiento
de las mujeres son las más altas)
Es evidente que los varones entre 15 y 34 años son el grupo que alimenta
principalmente la migración en estos municipios, seguidos por las mujeres de
la misma edad. Es posible que se trate de hombres solteros o de jóvenes
jefes de familia con hijos todavía pequeños. En el caso de las mujeres, es
de suponerse que se trata más bien de jóvenes solteras, y que si se tratara
de madres con hijos pequeños, lo más probable es que asistiéramos a un
patrón de migración familiar.
En el caso del grupo de 35 a 49 años, las bajas tasas de crecimiento de los
hombres frente a las tasas mostradas por las mujeres indican que la
migración sigue presentándose, aunque en menor escala que en el grupo de
edad anterior. De acuerdo al ciclo familiar, se trataría de hombres con
hijos adolescentes o mayores de edad, en cuyo caso es el hijo quien migra y
no el padre. Haría falta contra con información más detallada para poder
comprobar esta hipótesis.
Tendencias migratorias recientes en la región Sierra, Istmo-Costa y
Soconusco
Con el propósito de tener información directa sobre las tendencias
migratorias en las zonas afectadas por el huracán Mitch, hemos efectuado un
trabajo de campo en las 3 regiones.
Las primeras 93 encuestas se han aplicado entre mayo y septiembre 2006 en
algunas agencias de viaje de Motozintla, Huixtla y Pijijiapán a los
emigrantes que compraban su boleto de autobús para Tijuana. Dos terceras
partes de estas personas (65) se iban por primera vez, el otro tercio (28)
ya se había ido anteriormente (emigrantes históricos).
El primer paso ha sido dividir los emigrantes según zonas de procedencia,
determinadas a partir de la residencia de sus familias: 56 provienen de
familias residentes en la región Sierra, 26 en el Soconusco y 11 en la
Costa.
El primer cuadro muestra la composición por sexo, estado civil y el promedio
de edad de todos los emigrantes, también divididos por regiones.
De cada cuatro emigrantes tres son hombres (77.42%), y una es mujer
(22.58%). El 55.6% de los hombres así como el 47.6% de las mujeres son
casados. La mayor porcentual de mujeres emigrantes se registra en la Sierra
(26.8%), y se reducen al 15.4% en el Soconusco y al 18.2% en la Costa. La
edad media del emigrante es de 26 años y el indicador es bastante uniforme
entre las tres regiones, y está comprendido entre 24.9 años (Sierra) y 27.8
(Costa).
Resumiendo: ¾ de los emigrantes son hombres jóvenes, más de la mitad están
casados; en la Sierra la emigración de las mujeres es mayor, y la edad media
del emigrante menor, aunque no significativamente.
El segundo cuadro muestra el nivel de escolaridad de los emigrantes. Hemos
dividido la formación escolar en 7 niveles: ninguna formación (los que ni
siquiera cursaron un año de primaria), primaria inconclusa (los que cursaron
al menos un año en el nivel primario pero no concluyeron el ciclo), primaria
terminada (los que terminaron la primaria pero no se inscribieron a la
secundaria), secundaria inconclusa (se inscribieron al nivel secundario pero
no lo terminaron), secundaria terminada (terminaron la secundaria y no se
inscribieron al nivel superior o se inscribieron y no lo terminaron),
preparatoria terminada (terminaron la preparatoria y no se inscribieron a
los estudios superiores o se inscribieron sin terminarlos), y licenciatura
terminada (los que terminaron los estudios de licenciatura o niveles
superiores).
Los resultados son los siguientes: dos tercios tienen primaria o un nivel
inferior (o sea primaria inconclusa o ningún estudio), apenas la mitad ha
terminado la primaria, un cuarto la secundaria y un 8.6% tiene al menos un
titulo de preparatoria. El 12.9% nunca ha ido a la escuela, y un sexto de
los emigrantes ni siquiera tienen el nivel de primaria. Solo un 8.6% de los
emigrantes tiene una formación que pueda utilizar en el mercado del trabajo,
es decir de tipo técnico o estudios superiores, más del 90% apenas sabrán
leer y escribir en español (y al menos un quinto de ellos deben ser
analfabetos no habiendo asistido a ninguna escuela o ni siquiera terminando
la primaria).
Estos datos muestran un nivel educativo muy bajo entre los emigrantes, que
se insertarán en el mercado del trabajo en el lugar de destino en
condiciones muy desventajosas, con una formación básica mínima, y sin
ninguna formación técnica, lo cual se repercutirá inevitablemente en menores
salarios y mayor explotación .
En el cuadro 3 se pretende determinar el sector productivo en el cual estaba
empleado el emigrante antes de irse: el 43% eran campesinos (se incluyen
jornaleros, campesinos con parcela propia, ejidales y arrendatarios), este
porcentaje sube en la Costa al 54.6%. Tanto en la Sierra que en el
Soconusco, prevalece el el sector I y hay cierto equilibrio entre el sector
secundario y terciario.
Una importante diferencia entre las 2 regiones es la importancia del sector
no productivo (estudiantes, amas de casa, desempleados) en la región Sierra,
de donde provienen un tercio de los emigrantes (12.5% son estudiantes y
17.9% amas de casa). Este dato muestra la dificultad sobre todo de las
mujeres (mas de la mitad solteras), de insertarse en el mercado del trabajo,
aún en actividades informales, solo el 14.3% y el 12.5% trabajaba en el
sector II y III respectivamente en la región Sierra, y en el Soconusco mas
de la mitad de los emigrantes proviene de los dos sectores.
Si consideramos el ingreso medio del hogar también vemos diferencias
importantes entre la región Sierra y Soconusco: los emigrantes serranos
declaran en su hogar un ingreso mensual de $1,590, en el Soconusco sube a
$2,447. Este dato refuerza la conclusión anterior, es decir en la región
Sierra las condiciones económicas de las familias de los emigrantes son más
críticas, y la emigración se da en condiciones de mayor pobreza.
Sin embargo en las dos regiones una tercera parte de los emigrantes recibe
transferencias públicas por medio del programa “oportunidades”, y este
resultado no refuerza la hipótesis que en la Sierra las condiciones de
pobreza de las familias de los emigrantes sean mayores. Con el afán de
aclarar este punto, preguntamos directamente sobre las mayores causas de la
decisión de emigrar; hemos propuesto al entrevistado seis posibles causas:
1) pobreza, 2) desastres naturales, 3) deseo de vivir en un país/zona mas
desarrollado, 4) reunificación familiar, 5) ahorrar, 6) falta de
oportunidades. Estos factores tenían que ordenarse en 3 niveles de
importancia: “muy importante”, “no tan importante”, “ninguna importancia”.
Los resultados están resumidos en el cuadro 4: el factor “pobreza” sigue
siendo el más importante para las tres cuartas partes de los entrevistados,
y la diferencia entre región Sierra y Soconusco no parece significativa:
77.2% en la Sierra, 72.4% en el Soconusco atribuyen a la condiciones de
pobreza en que vivía la familia mucha importancia para determinar la
decisión de emigrar. Sin embargo el factor al cual se atribuye mayor
importancia es el deseo de ahorrar, y eso puede interpretarse en varias
formas. Anticipando los resultados resumidos en el cuadro 7, que
comentaremos a continuación, efectivamente parece que el deseo del emigrante
de originar un ahorro y de enviarlo al lugar de origen, se concretice: el
27.1% del valor total de los envíos, se convierte en ahorro, lo cual
significa que una parte de los emigrantes piensa en un horizonte temporal de
mediano-largo plazo en regresar al lugar de origen, y poder contar sobre un
dinero acumulado. Sería interesante averiguar en que medida ese ahorro se
convierte en inversiones productivas, pero eso requiere un estudio más
amplio con encuestas a emigrantes que han regresado a su lugar de origen, lo
cual no ha sido posible en esta investigación.
También vale la pena observar como más de la mitad de los emigrantes
consideren los desastres naturales como causa muy importante de la decisión
de emigrar, tanto en la Sierra que en el Soconusco, lo cual confirma una de
las hipótesis generales de la investigación, es decir que la intensidad del
fenómeno migratorio en los últimos años se ha acentuado como consecuencia de
los huracanes Mitch y Stan. Finalmente, el deseo de reunificarse con la
familia es un factor al cual se atribuye importancia, sobre todo en el
Soconusco, donde el 60.7% de los entrevistados consideran muy importante
este factor. Esto nos remite al cuadro 5, donde analizamos el problema de
las redes migratorias así como de la modalidad de la emigración y del lugar
de destino de los emigrantes.
Esta parte de la encuesta fue aplicada solo a los emigrantes “históricos”,
los que ya emigraron y ahora se vuelven a ir. La muestra se redujo a 43
personas, a las cuales hemos preguntado si viajan solas o en grupo, y cual
es su lugar de destino. En un apartado tratamos de averiguar la existencia
de redes migratorias, preguntando al emigrante si tienen conocidos en el
lugar de destino y con quién irá a vivir.
Los resultados (cuadro 5) son los siguientes: la mayoría declara que viaja
sola (41.4%), los emigrantes de la Sierra son los que más viajan en compañía
de amigos o conocidos (2/3 del total).
En el 74.2% de los casos el destino final del emigrante es Tijuana, este
porcentaje sube al 83.7% entre los serranos. El 16.7% declara de querer
emigrar a EU, y solo el 9.1% a otra ciudad del norte de México. Este
porcentaje es mayor en el Soconusco que en la Sierra, donde solo el 4.65% de
los emigrantes declara de querer ir a EU.
También estos datos merecen un análisis más detallado, lo cual no ha sido
posible hasta ahora, requiriendo de mayor información. Una posible
explicación de este resultado es que las redes migratorias sean más sólidas
en los emigrantes de la Costa y Soconusco, que sabiendo adonde ir al otro
lado de la frontera, toman con más frecuencia directamente esta decisión. El
factor económico también puede contribuir a explicar este dato, pues los
emigrantes serranos tienen menores niveles de ingreso, lo cual dificulta la
cobertura de los costos necesarios para poder cruzar la frontera. Es
bastante lógico que los emigrantes más pobres traten inicialmente de buscar
trabajo en Tijuana u otros lugares en la frontera norte del País, y
conseguir un mínimo de estabilidad económica antes de tomar la decisión más
definitiva de ir directamente a EU.
El 75.8% de los emigrantes tiene amigos o familiares en el lugar de destino,
el 24% no conoce a nadie; el 18.2% piensa que vivirá solo, el 25.8% con
amigos y el 56.1% con familiares. Los emigrantes de la Costa y Soconusco
tienen más relaciones con familiares en el lugar de destino (2/3 tienen
familiares en el lugar de destino y piensan de ir a vivir con ellos).
Estos últimos datos confirman la existencia de redes migratorias, a pesar
que estas regiones se han incorporado solo recientemente a los flujos
migratorios.
Los 3 cuadros siguientes (cuadros 6, 7, 8) son el resultado de la aplicación
de otra encuesta a 61 familias que tienen al menos un emigrante que esté
enviando dinero al hogar, en la macro-región Istmo-Costa, Sierra y
Soconusco. Por la poca numerosidad de la muestra escogida, no se ha dividido
la información por las 3 regiones.
En el cuadro 6 hemos tratado de identificar el jefe de familia en las
familias beneficiadas por los envíos, tomando en cuenta su edad, sexo y
escolaridad, y el numero de integrantes de estas familias. Las familias
resultan ser de 4.68 miembros, la mayoría de los jefes de familia son
hombres, sin embargo hay una cuota importante de mujeres (44.1%), a
demostración que en casi la mitad de los casos emigra el hombre jefe de
familia, dejando la jefatura y la responsabilidad del mantenimiento de los
hijos a la esposa. El grado de escolaridad de los jefes de familia es muy
bajo: el 11.86% ni siquiera ha empezado la primaria, y la mitad no logró
terminarla, es decir no tiene ningún titulo de estudio.
El cuadro 7 nos informa sobre el uso de los envíos de dinero en las familias
receptoras. Las conclusiones principales son las siguientes: 1) hay una
clara propensión a comprar bienes de consumo no durables (1/3 se gastan en
alimentos), los niveles de inversión son insignificantes (solo el 0.41% de
los envíos se utiliza de esa forma), lo cual confirma que la emigración
“pobre” no permite un proceso de acumulación en el lugar de origen por parte
de los familiares que se quedan. Una parte importante de los envíos se
ahorran (el 27.1%), y eso probablemente financiará inversiones futuras por
parte de los mismos emigrantes cuando regresarán a su pueblo, sin embargo
como ya comentamos no tenemos información por parte de los emigrantes que ya
regresaron para confirmar esta hipótesis.
También el consumo social es importante en el uso de los envíos: el 9.6% se
gasta en educación, y el 8.8% en salud. Este dato confirma la condición de
pobreza de estas familias, que con los recursos propios ni siquiera podrían
satisfacer necesidades tan fundamentales.
El último cuadro muestra el ingreso medio de las familias que reciben envíos
de dinero, y su composición.
El ingreso corresponde a $4,778.7, 2.5 veces mayor al ingreso medio de las
familias de los nuevos emigrantes ($1,967.3). Dos tercios de los ingresos de
los hogares que reciben envíos se debe a los mismos envíos, solo un cuarto
son ingresos propios del hogar, y solo por el 10% se trata de transferencias
públicas. En promedio los envíos es casi 7 veces superior al monto de las
transferencias públicas de las cuales también benefician estas familias que
se pueden considerar pobres, generando ingresos propios inferiores al
salario mínimo ($1,224.4).
Conclusiones
En este trabajo hemos analizado la política de reconstrucción de la vivienda
después del huracán Mitch (1998) y los flujos migratorios recientes en la
macro-región Istmo-Costa Sierra y Soconusco del estado de Chiapas.
Aplicando una serie de encuestas a los habitantes de las viviendas Nuevo
Milenio y Jubileo 2000, pudimos evidenciar una serie de problemas que viven
las personas reubicadas en estas nuevas casas, habiendo perdido la propia
por el huracán Mitch. Después de 8 años es evidente la falta de una visión
de mediano largo plazo por parte de las autoridades, que buscara no solo
reponer la vivienda, sino crear un entorno socio-económico que permitiera a
esas familias de vivir en condiciones de menor vulnerabilidad y de una forma
más digna. La construcción de estas casas se ha dado en una situación de
emergencia, sin embargo nunca se ha salido de ella, y las condiciones de
vida actuales de estas familias han empeorado.
La destrucción de medios de vida provocada por el huracán Mitch ha sido una
causa directa del aumento de la emigración hacia la frontera norte del país
y hacia EUA. En otras encuestas hemos analizado algunos aspectos de esta
emigración que aún siendo reciente, ya resulta relevante en términos
cuantitativos. Hemos tratado de individuar algunas características del
emigrante y las condiciones socio-económicas de su hogar de origen, así como
la presencia de redes migratorias y las consecuencias de los envíos de
dinero para las familias receptoras. Pudimos concluir que si bien estos
envíos ya se han convertido en la fuente de ingreso principal en los hogares
receptores, hasta ahora no se han generado condiciones que permitan a esas
familias, en su gran mayoría en extrema pobreza, de salir de la misma.
Nuestra apreciación es que solo una intervención pública enfocada hacia una
estrategia de DS, puede crear un escenario más favorable en estas regiones.
En su ausencia, los envíos de dinero seguirán teniendo un impacto moderado
sobre las condiciones de vida actuales de estas familias y sus perspectivas
futuras.