Revista académica de economía
con
el Número Internacional Normalizado de
Publicaciones Seriadas ISSN
1696-8352
Maribel Lozano Cortés (CV)
Universidad de Quintana Roo
mlozano@correo.uqroo.mx
Resumen:
Yucatán, es un estado de la República Mexicana. Se encuentra al sur de México y es de los estados más pobres de la república(INEGI,2000). Yucatán es el estado de la Península, y del país que más concentra población indígena y estos están concentrados sobre todo en la parte sur del Estado (Güemez, 2003). A ellos se les reconoce como los “mayeros” o macehuales y son campesinos predominantemente monolingües, que habitan en las áreas maiceras alejadas de los centros urbanos. Son comunidades de alta marginación (CONAPO,2000).
Es interesante estudiar la zona sur de Yucatán para comprender su situación de vida buscando explicar como sobreviven en un ambiente de extrema pobreza. Esta zona de Yucatán comprende los municipios de Chacsinkín, Tahdziú, Tixméhuac, Peto, Tekax, Oxkutzcab, Akil y Tzucacab. Para fines de este trabajo, hemos retomado como objetos de estudio a 5 de estos 8 municipios del sur de Yucatán, sobre todo a los más marginados[2].
En lo que sigue, trataremos, basándonos en datos del XII Censo General de Población y Vivienda 2000 y de los Niveles de Bienestar en México, INEGI 2000, además de los índices de marginación del CONAPO 2000 y en los resultados del trabajo de campo realizado en los 5 municipios del sur de Yucatán, de describir algunos aspectos de su vivienda, de su economía, salud y educación.
Palabras Claves: El sur de Yucatán. Los indígenas mayas. Pobreza extrema.
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1) La vivienda de los mayas del sur de Yucatán:
Los municipios de la zona sur de Yucatán se integran por 315 localidades, con un total poblacional de 113,133 habitantes, de los cuales 72, 565 son maya parlantes (INEGI, 2000).
De esta manera, las familias del sur de Yucatán se caracterizan por ser la mayoría indígenas mayas. Hablan maya en su vida cotidiana. Las mujeres visten con su hipil, aunque algunas, sobre todo las más jóvenes, ya no lo portan, y los niños y mujeres en su casa o en su barrio andan descalzos. Su casa sigue siendo como lo fue la de sus abuelos, de palos y huano, dice un señor como de 50 años: “yo cuando nací, esta cocina ya estaba y mire, sigue igual de fuerte” (Antonio Dzib).[3]
La cocina la comparten con las otras familias, ya que es común que vivan en grupos de familias, donde cada una tiene su cuarto también hecho de palos y techo de huano. El cuarto de cada familia, es un espacio sin ventanas, con una puerta adelante y otra atrás, lo que permite que estén frescos, comparado con los cuartos hechos de concreto, como ellos afirman: “preferimos estas casas, las de material las ocupamos para guardar el maíz o como ahora que guardamos el cemento que nos dio el gobierno, aunque creo que ese cemento ya no sirve, pero nunca mandaron los albañiles y si nos lo piden pues ahí esta” [4].
Se observa que efectivamente algunas familias cuentan con un cuarto de concreto, en la mayoría de los casos es el que después del huracán Isidoro (2002), les proporcionó el Fondo de Desastres Naturales (Fonden), aunque, como ellos dicen, en muchos casos solo les llevaron el material y nunca regresaron hacer el cuarto. Esté sirve sobre todo para almacenar maíz, hace las veces de bodega y sirve también para resguardarse de las inundaciones.
Otros más, los menos, tienen un cuarto de concreto que han hecho con sus propios medios, cuenta un señor que él lo construyó con la venta de una cosecha de chile habanero “fue la última cosecha de chile habanero que se dio bien, porque después con el huracán, llego la “mosca blanca”, una plaga que no se va con nada, y me dieron mi dinerito y me puse hacer este cuarto pero solo alcanzo para levantar las paredes, luego mi hijo se fue a trabajar a Playa y ganó para el techo, pero hasta ahí llegamos, ahora nos sirve para almacenar el maíz y estar seguros cuando hay inundación” (Sergio Cruz)[5]. Así, que sus cuartos de concreto que con sus propios recursos han levantado, tienen tapadas las ventanas y la puerta con block o una manta y el piso es de tierra.
Sus pertenencias, son muy escasas, del cuarto de huano cuelga una hamaca, y esta atravesado en el techo, de una esquina, un palo donde cuelgan la ropa que es poca, algunas están remendadas, el calzado, cuando son jóvenes tienen más de un par pero los niños (as) y adultos solo tienen los que calzan y la mayoría son sandalias de hule. En la cocina, tampoco hay mucho, dos o tres ollas, una mesa pequeña en una esquina donde descansan algunos platos y jícaras, dos o tres bancos, un cántaro de agua de pozo, leña en otra esquina y en la otra, en el suelo, esta la candela con un comal de hierro al lado para las tortillas. En el techo esta atravesado un palo donde cuelgan algunas vasijas para que los gatos no alcancen los alimentos que guardan.
En el patio, que es amplio hay gallinas que tienen su “corral” hecho de palos y huano, y algunas familias tienen en el patio un baño “casi nuevo”, dicen, que se los dio un Programa del gobierno. Las familias que cuentan con su baño lo mantienen en buen estado y lo usan. Sin embargo, existen varios poblados pequeños, que no tienen baño y en el solar tienen una letrina. Se bañan en la cocina.
Cuando llueve, todo se inunda y llena de lodo y los niños juegan en medio del lodo y la lluvia. La verdad es que se sigue viviendo como desde siempre han vivido los mayas. Los avances tecnológicos no han llegado a las familias del sur de Yucatán, no tienen refrigerador, ni estufa, muchas familias carecen de un radio y más aún de una televisión y ya no se diga teléfono, cuando los hay sólo existe uno en la tienda “Diconsa” o en la Unidad Médica. Muy pocos cuentan con una bicicleta, aunque ya casi en todos los poblados existe alguna camioneta o carro particular con redilas que sirve como transporte colectivo para ir a la cabecera municipal pero cuenta con pocos horarios de manera que los jóvenes o niños (as) que acuden al escuela lejos, se ven en dificultades y más aún cuando se presenta una urgencia médica.
Pese a que sobreviven, las relaciones entre ellos y con los demás son solidarias. Viven en comunidad, nada es de nadie en particular. No se preocupan por acumular, ni por títulos de propiedad, sus necesidades son inmediatas, y tienen que ver sobre todo con la alimentación. En realidad, su forma de estar en el mundo es diferente a la del mundo civilizado que ha pretendido extenderse pero que aún no ha tocado al sur de Yucatán.
2) La economía de las familias del sur de Yucatán:
Lo que caracteriza a los municipios del sur, sobre todo a los muy marginados como Chacsinkín, Tahdziú, Tixméhuac, es que su población es rural hasta un 86.8%, casi no tienen población urbana, por ello el sector que predomina es el primario. Su población económicamente activa se dedica al sector primario (52.5%), le sigue el terciario con un 26.6% y el secundario con un 19.75%. Además, el 80% de la población ocupada percibe un ingreso igual a dos salarios mínimos o menos (INEGI, 2000).
Por ello, las familias del sur de Yucatán, tienen una economía de subsistencia. Siembran maíz y fríjol en su milpa para su autoconsumo. Ellos mismos hacen todo, en trabajo en conjunto y con herramientas muy elementales como machetes, rastrillo, palas y yuntas.
Son comunidades ejidales milperas y su siembra de maíz y cultivos asociados, continúa siendo, como hace miles de años, la base de la subsistencia de más de un millar de comunidades campesinas mayas y sostiene aún los fundamentos de su cultura, sus ritmos de vida y su visión del mundo.
Así, la milpa continúa siendo el centro de la actividad y de la vida misma de las familias productoras, aún cuando se han incrementado los empleos de servicios y de comercio y se han reducido en la agricultura, la ganadería y la selvicultura. Las sequías en los últimos años han diezmado más del 50% de los cultivos. Con respecto a la inversión foránea ésta ha tenido una caída del 72.4%, los rubros principales de esta inversión se dieron en instituciones financieras, restaurantes, hoteles y comercio, es decir, actividades no productivas y que además no requieren mucha mano de obra (Capurro, 1998).
De esta manera, tenemos una población que ha encontrado una forma de vida en la emigración temporal como preámbulo, en muchas ocasiones, de la definitiva. Muchos miles se ocupan en la industria de la construcción regional como albañiles. La construcción es una de las ramas que más empleo genera a nivel peninsular y que se ha recuperado con más rapidez de las crisis de los años 1982, 1987 y 1994.
En realidad viven de transferencias del gobierno federal, del apoyo de los programas sociales, por ejemplo el fertilizante para la milpa lo compran con la ayuda de Procampo, una vez al año les dan 1 150.00 pesos por hectárea. El mismo Procampo busca y paga el dinero a los proveedores del fertilizante. El año pasado (2004), llego el dinero pero tardo en llegar el fertilizante lo que vino a perjudicar la cosecha por lo que es posible que este año tengan que comprar maíz. Otras veces les dan semilla de maíz pero sucede que en varias ocasiones, no sirve: “mire usted esta semilla esta mal, tiene hasta un color como morado, bueno con decirle que ni mis puercos la quieren comer” ( Genaro Basto)[6].
Aún así, reconocen que tienen apoyo del gobierno, se identifican como pobres, a los que el gobierno debe ayudar, dicen que necesitan la ayuda y reconocen que se las brindan pero que no siempre llega o que si llega no es suficiente o no es la que les prometieron, por ejemplo, en una comunidad les prometieron ayuda para hacer un invernadero para sembrar chile habanero, el gobierno les pagaría los jornales, y cuando “llego el momento de cumplir”, les llevaron la propuesta de un invernadero rústico pero a la gente no le gusto, porque el material lo tenían que poner ellos, lo que implicaba encontrar madera hasta de 5 metros de alto, eso dicen: “es mucho trabajo, es difícil encontrar madera de ese tamaño por eso mejor no nos comprometimos, aunque trataron de convencernos las autoridades por eso nosotros firmamos la solicitud pero anotando que no queríamos un invernadero rústico sino de material, aunque sabemos que no aceptarán y volverán con sus propuestas hasta que llegue la política, así son, fíjese cuando recogen las firmas no viene el mayor, el Presidente, sino solo los secretarios y representantes, porque saben que es difícil cumplir”(Wensceslao García)[7].
En algunas comunidades existe un Programa de apoyo para las mujeres. Este Programa proporciona a cada mujer, ama de casa, una vaca o un toro para que los crezcan durante un año y luego el mismo Programa se los compra y les da otro para crecer y así. Son pocas la comunidades que cuentan con este Programa, además las vacas o toros son: “de cuidado y llegan a enfermarse y aunque nos apoyan para comprar su medicamento es mucho dinero” (Angélica Canché)[8] .
Para la mayoría de las familias mayas, el dinero que entra en efectivo a sus casas es el que obtienen por urdir hamacas, aunque es muy poco el dinero que les da el intermediario quien les proporciona los tubos de hilo y les paga 70 pesos por urdir una hamaca grande. La hamaca la hacen sobre todo las mujeres y se tardan en promedio una semana y media. El otro dinero que ingresa a su familia, proviene de el Programa Social Oportunidades, que es más, pero totalmente insuficiente para cubrir sus necesidades elementales, en promedio cada familia del sur de Yucatán recibe entre 300 y 500 pesos bimestrales de ayuda de Oportunidades y hablamos de familias de entre 4 a 7 miembros, sin embargo, este apoyo resulta ser muy significativo para los mayas del sur de Yucatán que tienen una economía de autoconsumo.
En promedio las familias mayas, tienen un ingreso mensual de 1000 pesos. Los que tienen más son los que han emigrado sobre todo a Estados Unidos, Mérida y al Norte de Quintana Roo. En la medida en que el campo cada vez les deja menos para comer deciden marcharse.
Al principio emigraban sobre todo a Mérida a trabajar en la construcción, de jardineros o las mujeres de trabajadoras domésticas, luego al norte de Quintana Roo, donde se emplean en la construcción o en los servicios del turismo, y ahora, cada vez lo hacen más a Estados Unidos.
Aunque, la mayoría de los jóvenes de las pequeñas comunidades mayas no han emigrado a Estados Unidos: “yo mejor me quedo, porque de los que se van a Estados Unidos, luego ya nada se sabe, dicen que esta difícil” (Pablo Pech)[9]. De los municipios más pobres del sur de Yucatán como es Chakcsinkin, Tahdziu y Tixmehuac, son contados los que se han ido a Estados Unidos. No existen redes y tampoco tienen los recursos para irse: “dicen que por lo menos hay que tener 2000 pesos para llegar allá y de dónde los vamos a sacar”[10]. Los habitantes de estos municipios emigran y cada vez lo hacen más a Playa del Carmen a trabajar como albañiles en la construcción de la Riviera Maya, ganan a la semana 1600 pesos pero gastan 300 pesos en pasaje y 300 en comida, les sobran 1000 pesos. Existen camionetas privadas que van por los jóvenes para llevárselos a Playa del Carmen el domingo por la noche y regresarlos el sábado también por la noche.
Son los jóvenes de los municipios de Oxkutzcab y Tzucacab, que son los municipios más grandes y de los menos marginados del sur de Yucatán, los que han emigrado a Estados Unidos. Existen redes de ellos y también son cada vez más los que emigran. Los que han emigrado tienen casa de concreto, afirma un Comisario: “los que se han ido a Estados Unidos han hecho un sacrificio y son los que tienen las casas bonitas pero están allá lejos haciendo un sacrificio, y la verdad que se vayan porque el trabajo de un campesino es muy difícil de lograr” (Ramiro Pérez)[11].
3) Los servicios de salud en las comunidades del sur de Yucatán:
En los municipios de la zona sur de Yucatán se carece de unidades médicas de primer nivel, por lo que en casos de requerirse medicina especializada sus habitantes tienen que trasladarse a Mérida para ser atendidos. Es una queja constante que los hospitales de Mérida no se dan abasto para atender a toda la población.
En los municipios de Tahdziu, Tixmehuac, Chacsinkin, Oxkutzcab y Tzucacab, aunque sus habitantes afirman que de lo que más se enferman es de catarro, existen denuncias por la situación del servicio médico en la zona, se dice, que pasan meses sin que lleguen los médicos y los medicamentos, que no tienen servicio de agua o que la construcción se encuentra en mal estado.
La mayoría recurre a las clínicas del gobierno, IMSS-COPLAMAR (ver gráfica 2), ubicadas sobre todo en las cabeceras municipales, y en algunas localidades se encuentran pequeños centros de salud, pero otras más no cuentan con ninguna unidad médica, lo que resulta preocupante ya que la distancia que hay que recorrer hasta la unidad médica más próxima a veces es hasta de 7 u 8 kilómetros, sobre caminos poco adecuados. Además, ninguna localidad perteneciente a estos municipios cuenta con lugares donde se vendan medicamentos pues la percepción es que los ingresos de los residentes no alcanza para comprarlos.
Además de la falta de atención especializada, en los municipios más pobres del sur, un 94.8% no es derechohabiente. Estas carencias básicas, y otras no menos importantes, explican los datos del INEGI (2000), que declara que la mortalidad infantil en las zonas indígenas del Estado es de 51 por mil. En México 21.5 millones de niños viven en la pobreza y que la desnutrición en comunidades no indígenas oscila entre el 35 y el 50%, pero que en las zonas indígenas asciende a una tasa del 70 al 80% (CONAPO, 2000).
Nos encontramos que en la mayoría de los municipios del sur de Yucatán, como consecuencia de su nivel de ingresos, en su dieta alimenticia no es común consumir carne y leche, incluso entre los niños y las mujeres embarazadas, y si la consumen es porque algún programa social se las regala. El huevo lo consumen más porque crían algunas aves de corral en su traspatio.
Bajo este marco, la situación de los pueblos indígenas no ha cambiado con el tiempo, muchos niños, mujeres y ancianos siguen muriéndose de enfermedades curables, de desnutrición y de otros factores superados por la “Modernidad”. Un estudio elaborado por el Instituto Nacional de Nutrición "Salvador Zubirán", reveló que Yucatán tiene el segundo lugar entre las entidades federativas con mayor número de habitantes indígenas desnutridos (1999).
4)Lo educación en las comunidades del sur de Yucatán:
En cuanto a escuelas se tiene 352 para atender a 113,133 habitantes. Son insuficientes, teniendo en cuenta que el mayor porcentaje de esta población está en edad escolar, además de estas 352 escuelas, 123 son de nivel preescolar y 173 de primaria y sólo nos encontramos con 45 secundarias y 11 bachilleratos (INEGI, 2000).
Poco más de la mitad de la población es alfabeto, por ejemplo en los municipios más pobres del sur de Yucatán los alfabetos son el 67.0%. Lo que ilustra que Yucatán, tenga analfabetas al 35% de los indígenas que ahí habitan, es decir, alrededor de 300 mil personas que no saben leer ni escribir (Ibid).
Y es que sólo uno de cada cinco niños indígenas en edad de estudiar asiste a la escuela en los niveles de preescolar y primaria en el estado de Yucatán. De acuerdo con el Instituto Nacional Indigenista(INI), de los 52 mil niños mayas que debieran cursar el nivel preescolar sólo 15,095 (el 29%) asiste a las escuelas. De los 83,890 niños que deben acudir a las primarias sólo 12,995 (15.4%) logra asistir a los planteles educativos. En muchas poblaciones con importante población maya se carece por completo de algún espacio donde se imparta educación indígena (CONAPO, 2000). Esta situación también se agravó con el huracán Isidoro pues espacios educativos fueron golpeados por el agua y el viento, llegando a desaparecer, y ahora los niños deben acudir a las escuelas más próximas que están a 5 o 6 kilómetros. En algunos casos en los que no hay escuela en esas localidades la patrulla de la cabecera municipal o el profesor de la escuela pasan a recoger a los niños para llevarlos a las escuelas. En el municipio de Tixmehuac existe un albergue para que los niños se alojen ahí durante la semana y puedan asistir a la escuela.
Bajo este marco, en los municipios del sur del Estado de Yucatán la escolaridad promedio es de 5.3 años, cuando a nivel nacional es de 7.5. Los municipios muy marginados del sur tienen un promedio de 3.6 años de escolaridad (INEGI, 2000). Es difícil encontrar en la zona sur de Yucatán alguna persona con nivel de estudios superiores. Lo normal en las familias es cursar educación básica, cuándo se les pregunta si algún miembro de la familia ha dejado sus estudios, y si estos ya han concluido la primaria o la secundaria, afirman que no.
Las causas son sobre todo los bajos ingresos de las familias, sin dinero difícilmente los padres de familia tendrán la posibilidad de que sus hijos estudien, y en los casos extremos los niños deben ir a trabajar para aportar algo a la economía familiar.
A manera de conclusión:
De acuerdo con los datos del INEGI, del CONAPO, 2000 y del trabajo de campo realizado en los municipios del sur de Yucatán (2004), los comunidades del sur de Yucatán, se encuentran en una muy alta marginación, por su nivel de alfabetización, que casi es aún la mitad de su población que no sabe leer y escribir, por su grado educativo que es de nivel básico, porque cuentan con unidades médicas de primer nivel con graves carencias, su dieta alimenticia no incluye carne y leche, su vivienda es en la mayoría de las familias de un cuarto y de palmas de huano y sin baño. Su condición se debe a que son comunidades rurales e indígenas que han sido relegadas con la modernización y más aún ahora con el proceso de globalización económica. Por ello, estas comunidades se caracterizan también por sus altas tasas de migración. Es como si el tiempo se hubiera detenido en ellas.
Bibliografía
Adelson, Naomi (2002) “Los mayas de San Francisco”, periódico La Jornada, México, 10 de noviembre de 2002, La Jornada Semanal.
Consejo Nacional de Población (CONAPO), 2000.
Güemez Pineda Miguel (2003) “Consideraciones sobre la lengua maya en Yucatán”, Unidad de Ciencias Sociales, CIR/UADY, Mérida, Yucatán, Marzo de 2003.
http://www.hemerodigital.unam.mx/ANUIES/ Capurro, Luis R. (1998) “Contrato social de la ciencia: combate a la pobreza en las comunidades rurales de Yucatán” noviembre-diciembre.
Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática, (INEGI) XII Censo General de Población y vivienda 2000.
Instituto “Salvador Zubirán” (1999) “La desnutrición a nivel municipal en México. Un indicador mixto de estado nutricional” en La Revista http://www.larevista.com.mx, Mérida Yucatán a 22 de octubre de 1999.
Secretaría de Gobernación, Centro Nacional de Estudios Municipales, Gobierno del Estado de Yucatán, Los Municipios de Yucatán, Enciclopedia de los Municipios de México, Talleres Gráficos de la Nación, México, D.F. 2000.
Notas
[1] Profesora-Investigadora de la Universidad de Quintana Roo-Unidad Chetumal.
[2] Este estudio forma parte del trabajo de evaluación que se le hizo al Programa Social Oportunidades, en el sur de Yucatán durante septiembre de 2004 a septiembre de 2005. Los 5 municipios del sur de Yucatán donde se trabajó fueron: Tahdziu, Tixmehuac, Chacsinkin, Oxkutzcab y Tzucacab. Se realizaron cuestionarios estructurados y entrevistas en profundidad. Todo el trabajo fue financiado por CONACYT-Fondos Mixtos-Gobierno del Estado de Yucatán.
[3] Entrevista abierta con el señor Antonio Dzib, Chacsinkin, Yucatán, 2005.
[4] Ibid.
[5] Entrevista abierta con el señor Sergio Cruz, Chacsinkin, Yucatán, 2005.
[6] Entrevista abierta con el señor Genaro Basto, Chacsinkin, Yucatán, 2005.
[7] Entrevista abierta con el señor Wensceslao García, Chacsinkin, Yucatán, 2005.
[8] Entrevista abierta con la señora Angélica Canché, Chacsinkin, Yucatán, 2005.
[9] Entrevista abierta con el joven Pablo Pech, Thadziu, Yucatán, 2005.
[10] Ibid.
[11]
Entrevista abierta con el Comisario Ramiro Pérez, Chacsinkin, Yucatán, 2005.