Revista académica de economía
con
el Número Internacional Normalizado de
Publicaciones Seriadas ISSN
1696-8352
Por: Mtro. Gerardo Daniel Juárez Mtz. (CV)
Universidad EDEC de Monterrey
gerardo.juarez@gmail.com
Resumen:
Este documento hace un
breve análisis del comportamiento de los indicadores de la balanza comercial
y la inversión extranjera en México, en el período comprendido entre 1993 y
2006, con la finalidad de observar los beneficios y/o perjuicios que se ha
ocasionado a la economía local.
Palabras clave:
NAFTA, Importaciones,
Exportaciones, Balanza Comercial, Inversión Extranjera.
Para citar este artículo puede utilizar el
siguiente formato:
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El presente artículo pretende demostrar, la falsedad de una de las hipótesis manejadas cuando se llevó a cabo la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), referente a los indicadores de la balanza comercial y de flujo de inversión extranjera en el país.
En aquellas ocasiones se manejó, que el TLCAN era la oportunidad dorada, mediante la cual México llenaría sus alforjas captando inversiones y siendo superavitarios en la balanza comercial, exportando más de lo importado, por supuesto.
La información que se presenta, está basada en cifras oficiales del Banco de México.
Se decidió utilizar este período de análisis, dado que si bien el TLCAN inició su operación en Enero de 1994, fue una decisión que se buscó implantar desde el ascenso al poder de Carlos Salinas de Gortari, quien fuera presidente de México, y que junto con Brian Mulroney de Canadá y George Bush Sr. de los Estados Unidos, se dieron a la tarea de crear la zona de integración comercial de américa del norte.
Según los datos presentados en la tabla anterior, actualmente la inversión extranjera es casi seis veces mayor en 2005, lo que se podría considerar muy positivo, salvo que en la realidad, los montos de inversión han tenido un comportamiento muy errático, signo de que la inversión no es permanente, sino que está constituida de algún modo, por "capitales golondrinos".
La siguiente gráfica es muy ilustrativa, de hecho tiene añadida una línea de tendencia, para ilustrar el movimiento “de vaivén” que han tenido los capitales, dado que en la actualidad, tenemos menos inversión extranjera, que la que se tuvo en 1993, ¿otra docena trágica? ¿Otros doce años perdidos?
Así, las cosas, tendríamos que empezar a plantearnos en México, ¿qué factores impiden atraer mayor inversión extranjera? Para los que manejan la agenda neoliberal, la respuesta es simple: Faltan las reformas estructurales. Sin embargo, para el resto de la población la situación no es tan sencilla, viviendo la mitad de los mexicanos en la extrema pobreza, no se puede aspirar a que se aprieten más el cinturón, y perdonando el sarcasmo, sin el riesgo de causarse una fractura en las vértebras lumbares.
El hecho de carecer de inversión extranjera constante y permanente definitivamente que tiene algo que ver con la pérdida de competitividad, dado el abaratamiento de los factores productivos en otras latitudes. Sin embargo, no es el único factor.
Cuando a los inversionistas no se les dan señales claras de estabilidad, retiran sus fondos. Las señales deben ir más allá de las de poner al presidente y todo su séquito a decir que estamos bien, en la realidad, ante tanto anuncio de que todo está bien, los inversionistas empiezan a dudar. Lo que está bien se nota, con indicadores reales, con “datos duros” como dicen algunos comentaristas del periodismo financiero, no existe necesidad de anunciarlo día y noche en los medios.
Como país, podemos ser poco competitivos, pero en la realidad ¿quién decide qué tan competitivos o no somos? Nuestro costo de mano de obra es más barato que el de Estados Unidos, y sin embargo, Estados Unidos se considera a sí mismo (¿habrá datos duros al respecto?) un país con pleno empleo. Pese a que ellos $5 dólares la hora como mínimo y muchos mexicanos ganan como $110 dólares al mes, quiere decir que un norteamericano puede generar en 21 horas laborales, lo que a nosotros nos cuesta 160 horas de trabajo al menos, es decir, ganan 8 veces más.
Y sin embargo, se tiene empleo en los Estados Unidos. Si ese no es el problema, ¿cuál entonces? ¿La educación? ¿La legislación? ¿Las tasas fiscales? Hay muchos espacios donde incidir, antes que meterse a privar de sus derechos laborales a los trabajadores.
Por lo tocante a la balanza comercial, el comportamiento no ha sido menos malo que el de la inversión extranjera. Por tomar un dato como referencia, de los 13 períodos analizados, solo en 4 considerando el actual (2006) - que está en pleno desempeño -, se ha obtenido superávit en la balanza comercial, lo cual quiere decir, una de dos cosas, o ambas: que se han estado incrementando las importaciones, o que no se han generado las exportaciones necesarias, para captar más divisas de las que se erogan.
Para explicarlo más simple, la balanza comercial mexicana es deficitaria.
Los datos aquí presentados pretenden ilustrar simplemente que, a 12 años de la puesta en marcha del TLCAN, no se ven resultados claros y propicios para la realidad del país. Se advirtió al inicio de las negociaciones, que los resultados tardarían en observarse, el problema de fondo, es que la población ya no aguanta más.
En un año de efervescencia electoral, con Andrés Manuel López Obrador, un candidato que tiene las simpatías populares (42% de intención del voto, contra 30% del candidato del partido en el gobierno), pero no las simpatías del gobierno norteamericano y los corifeos de las reformas neoliberales. Con un presidente que se la pasó haciendo campaña electoral criticando todo aquello que se identifique aunque sea mínimamente con sus rivales políticos o con su ideología económica, no se puede avizorar menos que un escenario de desastre.
Un desastre que no tendría que ocurrir necesariamente, pero ante la polarización y la falta de madurez de algunos actores de la política mexicana, está latente.
Para nadie es un secreto que la receta neoliberal ha ocasionado más damnificados que beneficios. La mayoría de los bienes importados son de consumo, en particular de China, lo que ha venido a ocasionar el cierre de miles de pequeñas y medianas empresas, y algunos cientos de las grandes. Además, por decirlo eufemísticamente, se ha dado una baja en los indicadores del empleo, dicho en palabras llanas: un maldito y lacerante desempleo.
Más que las reformas estructurales, esas señales que se envían al exterior, son las que impiden la inversión extranjera y el consecuente flujo de efectivo.
Partiendo de su misma
ideología neoliberal: Sin captación suficiente de divisas, sin acumulación
de capital, sin fuentes diversas que proporcionen un flujo de efectivo
cierto y constante, es imposible pensar en salir adelante como nación,
estando condenados por el resto de los días, a ser peones del ajedrez
económico internacional.