Observatorio de la Economía Latinoamericana

 


Revista académica de economía
con el Número Internacional Normalizado de
Publicaciones Seriadas  ISSN 1696-8352

 

Economía de México

 

Reflexiones sobre la educación superior mexicana
Bases para una discusión
 


 

Gerardo Daniel Juárez Martínez
Universidad EDEC de Monterrey
gerardo.juarez@gmail.com

Resumen

El problema de la educación superior en México se presenta dado que existe un excedente de oferta de egresados, respecto de la demanda laboral que tienen en el mercado de trabajo.  Además de lo anterior, la matrícula se concentra en las tres ciudades principales y en las carreras de Contaduría, Administración, Derecho y Medicina.

Por lo anterior, se presentan ineficiencias en el gasto público, por que los egresados están subvaluados, desempleados y/o subempleados, percibiendo ingresos menores a los que deberían obtener, por lo cual su rentabilidad es baja, respecto a lo invertido en ellos y lo que producen.

Para añadirle elementos a la discusión, está plenamente demostrado que  la educación superior ya no es factor determinante de movilidad social, lo que ocasiona que el argumento de que la educación ayuda a salir de pobres y que por eso el Estado debe financiarla al 100% (gratuidad en la educación), desde esta óptica, caiga por su propio peso.

Palabras Clave

Oferta de Egresados, Demanda de trabajadores, Financiamiento Educativo, Cheque Educativo, Rentabilidad, Movilidad Social.

Introducción

Escribir sobre la educación universitaria, cuando uno es parte integrante de ella desde la trinchera docente, si se aborda con honestidad, pudiera parecer que se ataca aquello que uno tiene como medio laboral para ganarse el sustento, pero por otro lado, nos permite percibir una realidad cada vez más lacerante: el desempleo o subempleo de los profesionales universitarios.

Ante el reacomodo de la estructura socioeconómica mexicana, fruto de la puesta en marcha en 1994 del Acuerdo de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá, se desnudó la realidad:  un conjunto de decisiones económicas y políticas incompletas (por no decir incorrectas), que se tomaron y redactaron en una mesita de café, o para agradar al gobernante en turno.

Producto de esa dinámica y con la globalización de la economía enfrente, México tuvo que salir a bailar, por decirlo coloquialmente, con la más fea.

Una economía sobreprotegida, orientada al consumo interno, con poca variedad de productos, con tendencias monopolísticas y oligopólicas;  puso al país, por un lado, frente a una oportunidad enorme, mientras por el otro, lo lanzó al ruedo de la competencia, sin estar  preparado, improvisadamente.

Salvo un puñado de empresas que tenían ya tendencia exportadora (los grandes consorcios del Grupo Monterrey: Alfa,  Cemex, Vitro, etcétera) el país no estaba preparado tecnológicamente para competir y ganar dentro del mercado económico regional (por el NAFTA) y global, frente a otros competidores que quieren también una rebanada del pastel norteamericano.

Se nos lanzó a competir en Fórmula uno con un vehículo VW Sedán (escarabajo), con un piloto que antes conducía carretas de caballos, contra vehículos con motor con mayor cilindrada y potencia, y contra pilotos con amplia experiencia en el terreno (salvo el caso de la película de Disney “Herbie”, no he sabido de “escarabajos” que ganen carreras contra autos mejores).

Que si era oportuno o no firmar el acuerdo, puede y de hecho se ha discutido hasta la saciedad, y nunca llegaremos a un acuerdo.  Lo único real, es que era necesario.

La reconversión a la que se sometió el país, lo ha hecho cada vez más diferente.  Miles de empresas medianas y grandes; comerciales, industriales y de servicios, han orientado sus esfuerzos a la mejora, implantado programas de calidad y cumpliendo con estándares internacionales.

Sin embargo, queda una asignatura pendiente: el papel de la educación.  Principalmente la educación universitaria pública.

Si aceptamos el adagio aquel de que “a todo modo de producción corresponde un modo de educación”, creo que en México se está teniendo un atraso significativo en la educación universitaria, principalmente en la pública.  ¿Las causas? Una gran variedad:   la falta de proyección, de planeación estratégica objetiva, de fondos para financiar las crecientes pensiones, de fondos para invertir, la carencia de investigación, la fuga de cerebros y un enorme etcétera.

Como contribuyente uno no deja de pensar ciertas cosas.  ¿Está el Estado invirtiendo seriamente mi dinero?, como padre o uno mismo como universitario piensa: ¿es rentable pagar educación universitaria?  De eso y otras cosas, versa el presente documento.

1. Necesidad de la educación universitaria.

Los estudios universitarios habían sido por muchos años, una especie de aristocracia. Anteponer a los nombres el título “Licenciado”, “Ingeniero” o “Doctor”, permitían a muchos subsanar su lastimada autoestima, y con ello, ganar un poco del prestigio que el privilegio de haber pasado por las aulas universitarias, les dotaba.

Al cambiar el entorno laboral y ante la creciente implantación de maquiladoras, con el consecuente ingreso de jefes y mentalidades norteamericanas, esto empezó a cambiar.  Dado la cultura de sometimiento latente en los mexicanos (sojuzgados por los Aztecas, conquistados por Cortés, dominados por el PRI), el hecho de enfrentar a un “Licenciado” asustaba a muchas personas, le tenían una combinación de miedo, veneración y respeto.  El cambio sucedió porque los americanos agregan sus grados académicos posterior al nombre y en el ámbito laboral existe la confianza de llamar a las personas por su nombre de pila o algún diminutivo aceptable (Willy para los William, Joe para los Joseph por ejemplo).

Pero fuera de estas discusiones bizarras, ¿se requiere la educación universitaria?, ¿quién la requiere?, ¿para qué debe preparar?, ¿cuántos deben prepararse? , ¿cómo debe financiarse? Demasiadas preguntas que escapan el alcance de este documento, intentaré contestarlas brevemente.

La educación universitaria debe ser el corolario de una formación básica y el inicio de una educación continua.  El error está en nuestra perspectiva de la vida.  Cuando asociamos el hecho de ser universitarios con el hecho de pretender obtener ciertos niveles de ingresos económicos, es donde nos metemos en problemas. 

Cuando pretendemos comparar a un licenciado en letras con un licenciado en economía o uno en informática, erramos de nuevo.  Aunque todos hayan pagado la misma colegiatura y estudiado los mismo años, es obvio que sus ingresos van a diferir, según la capacidad que tengan, el mercado laboral que exista y el puesto que obtengan

En México, como se otorga el grado académico y se obtiene casi en automático la patente profesional (Cédula), la educación universitaria se toma como sinónimo de empleo. Pero, ¿qué ocurre con quien desea estudiar letras, derecho o computación por hobbie?   Como la extensión universitaria y los programas de formación permanente no son bien valorados por la sociedad y los empleadores, el hecho de que obtengas un Diploma por unos cursos de Humanidades o Diseño Térmico, no te habilita laboralmente para nada y se considera un desperdicio.

En diversos países, se valora mucho la formación continua y de extensión universitaria, como un medio de acercar a las aulas y la reflexión universitaria a las personas, independientemente de que quieran o no, un grado universitario, es donde la universidad cumple una de sus funciones sustantivas: la extensión de la cultura[1].

En Estados Unidos por tomar un ejemplo, para acceder a un título de abogado y poder litigar en las cortes se requiere:  Estar en posesión de un grado universitario, cursar cuatro años de un Doctorado en Jurisprudencia (doctorado profesional no Ph.D.) y aprobar el examen de la barra de abogados, el cual debe refrendarse cada tanto tiempo con cursos de actualización y aprobándolo nuevamente, lo que permite al abogado estar vigente.

Ahí no está asociado que tengas una Licenciatura en Derecho (Bachelor of Laws, le llaman) con el hecho de que litigues en las cortes.  Puede ser que no te interese la licencia de abogado, que solo quieras conocer el derecho, trabajar en la política, en una empresa, etcétera, sin necesidad de ir a litigios.  En México, por el contrario, salvo la carrera de Contador Público que exige la certificación por Colegio Profesional para poder dictaminar, en casi todas basta con el título y cédula para poder ejercer una profesión independiente[2].

Ateniéndonos a las leyes económicas, nos podríamos dar cuenta  que en México la educación está mal financiada.  La mayoría de los recursos se canalizan a educación superior y los menos a la básica, siendo que lo que nos debe importar es cimentar bien la base, para que lo demás se desarrolle en óptimas condiciones.

Además de lo anterior, la matrícula se concentra en las tres ciudades principales y en las carreras de Contaduría, Administración, Derecho y Medicina.  Por otro lado, la cobertura del nivel universitario en México es del 23%, de hecho, el Profr. Martínez Rizo[3], Director del Instituto Nacional de Evaluación Educativa en México ha señalado que “el 23% de  cobertura en la enseñanza superior es muchísimo”. Incluso, afirmó que cuando un país tiene más de 15 por ciento de cobertura hay que hablar de una educación superior masificada, y cuando es arriba de 50 por ciento se trata de una educación universal.

Aquí lo importante es plantearse una pregunta: ¿debemos todos ir a la universidad?, está claro que todos queremos ir a ella,  pero ¿podemos todos?, ¿debe financiarnos el Estado?, ¿nos debe costar?, ¿debe haber tantas universidades privadas?

Desmenuzaré cada una de las cuestiones:

a.      No, no todos debemos ir a la universidad, forzosamente.  Lo que sí debemos tener todos es la oportunidad universal de  competir por un lugar en ella. 

b.      No, no todos podemos ir a la universidad.  No todos tenemos la capacidad mental, la madurez emocional, la formación cultural mínima para hacerlo, es penoso decirlo, pero hay cientos de jóvenes que egresan de secundaria o preparatoria, que carecen de una formación cultural mínima, para enfrentar con éxito los estudios universitarios.

c.      Si el Estado debe financiarnos o no, es un debate largo.  Por el lado de la justicia social sí, porque si no de otra manera, nadie que no perteneciese a una clase económica pudiente, tendría la oportunidad de formarse.  Sin embargo, también es cierto que los pudientes cuando estudian en universidades públicas, cubren una cuota irrisoria contra su nivel de ingresos, o lo que les costaría pagar su educación de forma privada.

d.      Debe haber tantas universidades, públicas o privadas como el mercado tolere, pero de alta calidad académica.  Recientemente el Tecnológico de Monterrey[4] (el M.I.T. de México, a decir de algunos) ha decidido elevar aún más sus estándares de calidad, al aumentar los criterios relativos a los requisitos de ingreso, pidiendo a los solicitantes, un promedio mínimo de 8 para ingresar, además de incrementar el puntaje en el examen de admisión, para poder aceptarlos.

2. Excedentes de oferta y educación.

Para nadie es un secreto que ya hace buen rato que la educación dejó de ser factor de movilidad social.  Tener un título universitario a nadie impresiona, aunque sigue siendo requisito para acceder a ciertas posiciones laborales.

Lo malo del asunto es el demérito que sufrieron las carreras profesionales, dado que las profesiones que antes garantizaban cierta posición en la empresa, ahora son requisito mínimo para ingresar a desarrollar ciertos trabajos operativos, antes desarrollados por secretarias o personal técnico sin estudios profesionales.

Es obvio que en una economía con recurrentes crisis, como lo ha sido la mexicana desde 1976 a la fecha, se acentúan los problemas. La laxitud con que se aplicó la política educativa y el relajamiento de los requisitos de admisión, permitió el incremento artificial de matrícula, una política de Luis Echeverría (ex–presidente mexicano, señalado por genocidio), para congraciarse con los jóvenes, por la aparente implicación de él o funcionarios a su cargo, en las masacres perpetradas contra estudiantes en Octubre de 1968 y Junio de 1971[5].  El hecho real, que afecta las posibilidades de empleo y niveles de salario, es el excedente de profesionistas universitarios, contra la demanda de éstos en el mercado laboral.

Según Antonio Gershenson[6] “los egresados de las universidades públicas ya existentes con frecuencia no encuentran trabajo en las áreas para las que estudiaron. Deben trabajar en cuestiones ajenas a las de su preparación, y eso si consiguen empleo. Por lo mismo, los fondos públicos que se destinaron a prepararlos, de hecho fueron desperdiciados”.

En términos económicos podríamos decir dos cosas: Que hay un desperdicio de recursos y que existe un excedente de oferta en ciertas profesiones, el cual castiga necesariamente el precio que pagan los empleadores por el capital humano a disposición[7].  Consecuentemente, un menor nivel de ingresos produce situaciones como las siguientes:

a.      Desempleo y/o Subempleo.  El hecho de que se tengan pocas expectativas de un buen ingreso, ocasiona que los egresados universitarios, si tienen acceso a financiamiento familiar o de sus padres, esperen una mejor oportunidad.  Caso contrario, si no pueden ser apoyados o tienen ya una responsabilidad familiar, aceptan cualquier empleo con cualquier sueldo, incluso uno debajo de sus posibilidades y preparación.

b.      Baja demanda de productos. Es obvio que ante menores niveles de ingreso, la demanda de bienes y servicios no es la que se desea, ya que la gente de bajos ingresos tiende a comprar solo lo necesario, lo urgente.

c.      Baja en la recaudación fiscal. La recaudación fiscal se ve afectada por dos factores.  La baja remuneración de los profesionales, necesariamente causa baja recaudación del impuesto sobre la renta.  La baja demanda de productos, disminuye la captación de ingresos fiscales por impuestos al consumo.

Además, lo anterior se ve agravado por el hecho real y palpable de que muchos de ellos ingresan a la economía informal (la cual no contribuye con impuestos, dado que muchos venden productos chinos contrabandeados)  y en muchos casos a la delincuencia, lo que trae otro problema: la necesidad en que se ve el Estado  de  incrementar del gasto público destinado a Seguridad Pública, un gasto que no puede ejercer por carecer de base de contribuyentes, o se ve obligado a exprimir a los que sí contribuyen, generando inequidad en la recaudación fiscal.

3. ¿Cómo sucedió esto?

Las continuas crisis de México, debidas a un manejo erróneo y poco sistemático de la política económica, llevó al país a un punto de quiebra en el año de 1982.  La llegada al poder de Miguel de la Madrid, de la mano del grupo de tecnócratas (Francisco Gil Díaz, Carlos Salinas de Gortari, Ernesto Zedillo Ponce de León y otros más), sirvió para implantar el modelo económico del Fondo Monetario Internacional (FMI):

§         Adelgazamiento del aparato estatal.

§         Disciplina en las finanzas públicas.

§         Cero subsidios.

§         No permitir el déficit fiscal.

§         Abrir la economía a la inversión extranjera.

§         Permitir la inversión privada en todos los rubros de la economía.

El modelo neoliberal se adueñó de toda la discusión, sin permitir disensos ni concesiones.  Sin embargo, cabe pensar hasta que punto será posible soportar esto.  La gente que más o menos tiene un ingreso regular, casi seguro, aunque sufre los embates de la tendencia alcista de los precios, se ha acostumbrado a aguantarse sin chistar.  El problema viene para la gente que carece de lo indispensable: los marginados. 

Sabemos que en México la mitad de la población es pobre, es decir, cerca de 50 millones de personas viven en condiciones de pobreza.  Si la mitad de la población está en pobreza, y seguro es que del resto, la mayoría  no vive precisamente en la opulencia, ¿por qué diablos la política económica se realiza para servir a los intereses de unos cuantos?

El problema de una distribución más justa de la riqueza, sigue vigente, como nunca antes, entre las economías latinoamericanas, particularmente en México.

El problema de esta aplicación neoliberal lo resume atinadamente Héctor Guillén Romo[8], quien recientemente publicó el libro “México frente a la Mundialización Neoliberal”, donde menciona que la actual mundialización neoliberal se distingue de las anteriores, dado que lo productivo se subordina a lo financiero (¡que vivan la especulación y los capitales golondrinos!).  Afirma que ésta (la mundialización) no cayó del cielo, fue decidida por los gobiernos de los países desarrollados, ante quienes se han ido plegando los subdesarrollados. Concluye afirmando que el modelo está llegando a sus límites, que las cosas no pueden seguir igual, incluso afirma que el problema de inseguridad pública y violencia es resultado de más de 20 años de políticas neoliberales.  La explosión social es cuestión de tiempo.

4. ¿Qué se puede hacer?

La solución es de suyo compleja.  No bastan los apoyos que se otorgan mediante becas.  El Estado carece de más fondos para invertir, se requiere la convergencia de la inversión personal y empresarial.

El programa del cheque educativo a las personas, en vez del subsidio universal a las instituciones, pareciera una solución viable.  Sobre todo para evitar subsidiar ineficiencias, que sea como sea ocurren.  Sin embargo mi percepción me dice que   sería más bien un medio de instalar a las universidades en la dinámica competitiva tipo empresarial, cuando la vocación de las universidades es otra.

No puedo soslayar la realidad, sin embargo, las grandes inequidades sociales de origen, impedirían la competencia real.  Instituciones públicas grandes como las Universidades Nacional, Autónoma de Nuevo León y Universidad de Guadalajara, no tendrían grandes problemas para ello.  Ya hace tiempo han demostrado su calidad y efectividad en la docencia, investigación y extensión de la cultura.  El problema sería para las universidades de estados que no tienen suficiente capital financiero y humano, o que apenas lo tienen en formación.  Lo que ocasionaría sería muy simple: la captación de recursos por las universidades privadas y la concentración de la matrícula en las tres ciudades principales del país, un problema de por sí ya grave.

Lo que debe hacerse es lograr esquemas de financiamiento público y personal, deducibilidad fiscal  del gasto educativo, aumento de las exigencias académicas hacia parámetros internacionales, mejora curricular e institucional.

Concluyendo, mi propuesta parte de las siguientes bases:

Respecto de las admisiones a la universidad:

§         Que solo se admita en la educación superior, a quienes tienen la capacidad de cursarla, independientemente de su condición económica.

§         Que se otorgue exención de colegiatura a aquellos alumnos de excelencia, independientemente de sus ingresos económicos.

Respecto del financiamiento a la educación:

§         Que la universidad se cobre según lo que cuesta impartirla, pero que se pague acorde a las posibilidades de cada cual; según su nivel de ingresos, comprobados por las autoridades fiscales y auditados por alguna institución externa a las universidades. 

§         Que el financiamiento de la educación superior siga un modelo paritario: Padres, según sus ingresos y Estado, mediante una cuota social, acorde al nivel de ingresos familiares.

§         Que el programa del cheque o voucher educativo, se utilice solo para financiar estudios en universidades públicas.

§         Que el Estado autorice la deducibilidad del gasto privado en educación.

§         Que el Banco del Ahorro Nacional impulse la creación de un fondo de créditos para el estudio.

En cuanto a las universidades y su vinculación con la sociedad:

§         Que el Estado y el Sector Productivo incentiven carreras con demanda laboral, mediante fondos de fomento, para asegurar el ingreso de estudiantes.

§         Que los sistemas de planeación universitaria se vinculen realmente con la comunidad.

§         Que se obligue a las universidades a ofrecer a bajo costo, sus servicios de extensión académica y cultural, cursos cortos y de actualización en comunidades en desarrollo, utilizando para ello, a los alumnos que gozan de alguna beca del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, como contraprestación por la beca gozada.

A ello podría añadirse:

§         Que se impulse la formación académica vía satelital, por  internet, abierta y a distancia, para disminuir los costos de colegiatura, y el aprovechamiento de la tecnología para impartir con los mejores docentes, programas de excelencia; superando las barreras geográficas, temporales y económicas.

§         Que se dé la creación de la Universidad Nacional de Educación Abierta, con financiamiento 33% municipal, 33% estatal y 34% Federal, a un costo accesible para la comunidad.

§         Con la aplicación de la ley de la ventaja competitiva, buscar la especialización multirregional de los programas educativos, para que cada grupo de universidades de una región, decida qué programas se imparten en cada localidad, atendiendo a criterios de especialización.

§         Agilizar y facilitar la transferencia de créditos académicos entre universidades, para permitir la movilidad regional, y que el alumno pueda cursar estudios en distintas regiones del país o del mundo, para ampliar su marco de referencia sociocultural.

§         Diseñar los planes y programas de acuerdo a un modelo tipo, con adecuación de contenidos regionales, y acorde con los parámetros internacionales, de modo que se permita igualmente la movilidad y la inserción laboral.

§         Aceptar mediante parámetros de Normas Técnicas de Competencia Laboral certificados, la aceptación de créditos académicos obtenidos por demostración de competencia en una actividad, como materias universitarias.

Teniendo en las aulas sólo a los mejores, independientemente de sus ingresos económicos, se tendría la oportunidad de que los recursos educativos se aprovechen bien, que se trabaje en la justicia social tan necesaria, y que  se dé la igualdad de oportunidades educativas.


 

[1] Las otras funciones sustantivas son: la docencia y la investigación.  En la primera se  forma, en la segunda, se buscan nuevos conocimientos, que se comparten con la comunidad por medio de la extensión, ésta retroalimenta a la universidad, quien se ve en posibilidad de actualizar sus planes y programas de enseñanza.

[2] Derecho, Contaduría, Ingeniería Civil, Medicina y Psicología requieren título y cédula para ejercer.  En muchas empresas les basta con el título y en otros con la Carta de Pasante (certificación de que culminó los estudios).

[3] Karina Avilés, en Funcionario foxista pretende leerles la cartilla a rectores. México: La Jornada, publicación del 11 de Octubre de 2005, tomado de: http://www.jornada.unam.mx

[4] Según reporta Jessica Castañeda en “Buscan que sea el Tec el Harvard de México”, en “El Norte”, periódico de Monterrey (México) el 14/10/05, página 1-D.

[5] Nelson Valle López, rector de la Universidad Autónoma de Guerrero,  citado por Karina Avilés, Ibid.

[6] Antonio Gershenson, en el artículo “Nuevas universidades: ¿tecnológicas?”, publicado en La Jornada el  Domingo 18 de septiembre de 2005.  Site: jornada.unam.mx

[7] Un excedente de oferta sucede cuando existe una exceso en la cantidad ofrecida,  sobre la cantidad demandada de un producto o factor, lo que conduce a una tendencia a disminuir el precio de un producto o factor.  Salvatore y Diulio (1988). Principios de Economía. México: Mc Graw Hill.

[8] Citado por Arturo García Hernández  en el artículo “El modelo neoliberal está llegando a sus límites”, en La Jornada, Jueves 18 de agosto de 2005, en el sitio http://www.jornada.unam.mx

 


Para citar este artículo puede utilizar el siguiente formato:
Juárez Martínez, G.D.: "Reflexiones sobre la educación superior mexicana" en Observatorio de la Economía Latinoamericana, Número 51, noviembre 2005. en http://www.eumed.net/cursecon/ecolat/index.htm


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