Revista académica de economía
con
el Número Internacional Normalizado de
Publicaciones Seriadas ISSN
1696-8352
Alan F. Carrasco Dávila (CV)
American University Of London
alancarrasco_cursos@yahoo.com.mx
CAPITULO II
ESTABILIDAD SOCIAL EN MÉXICO
2.1. UNAM
Esta es una historia plagada de necedades, una trama caótica que ya muy poca
gente entendemos. Con respecto a la Universidad Autónoma de México, todos los
días brotan explicaciones que tienen que ver con una conspiración diferente, la
conspiración “neoliberal” que pretende privatizar nuestra sagrada universidad
pública, la conspiración perredista que alimenta la huelga para atraerle
imaginarios votos a Cuauhtémoc Cárdenas, la conspiración zapatista importada
desde la “realidad” para establecer una embajada del subcomandante Marcos aquí
en tierra azteca, la conspiración de los ultras, quienes desde las filas del
ERPI y el EPR se han infiltrado en el Consejo General de Huelga.
¿Qué haríamos los seres humanos si no pudiéramos echar mano de la teoría de la
conspiración, cuando un hecho social se vuelve inexplicable? Sin lugar a duda la
teoría de la conspiración es una herramienta útil para sustraernos del caos y de
la estupidez. Cuando el caos o la estupidez merodean nuestra existencia en
sociedad, lo más conveniente es acusar a un grupo de individuos de haber
planeado y estarse beneficiando de la situación. Así por lo menos, el mal se
atempera porque la conspiración ofrece algo de orden, comprensión lógica a lo
que en realidad es absoluta confusión.
No me atrevería a negar que en la huelga de la UNAM hay demasiados intereses
involucrados, alguno de esos intereses se han organizado para imponer su visión
al resto de la comunidad universitaria. El problema está en que ninguna de las
sectas que cohabitan en esa comunidad tiene posibilidades reales de ganar esta
batalla. Quizá el primero en reconocerlo fue el rector Bernés de Castro, quien
tan intempestivamente impulsó su reglamento de pago en el Consejo Universitario,
echó marca atrás con el ánimo de desinflar el conflicto, y hoy, lo menos que se
puede decir, es que la habilidad política del rector es inexistente. Como si
nadie estuviera afuera de su oficina esperando demostrar su triunfo, el señor
rector retrocedió unilateralmente. Mientras tanto, los eufóricos huelguistas se
quedaron sin el placer de enseñar las orejas y el rabo para justificar tanto
esfuerzo.
Por su parte, los verdaderos privatizadores de las instalaciones de la UNAM han
decidido continuar, tope contra lo que tope, con su desorbitada aventura. Se
trata de un grupo amorfo, cuyo liderazgo es poco visible. Todo pareciera indicar
que las desconfianzas entre los miembros del Consejo General de Huelga se han
vuelto una regla general, pues, apenas surgía el folklórico “Mosh” como posible
cabeza del movimiento, cuando ya sus compañeros lo habían defenestrado.
En efecto, la intolerancia es el virus que ha infectado a toda la universidad.
La intolerancia pareciera ser origen del caos que invade a toda la universidad,
un caos que tiende a crecer, que alberga mucha irresponsabilidad, que protege a
los pocos que quieren seguir guardando las instalaciones universitarias para su
uso personal y excluye a miles de estudiantes, trabajadores y profesores que
reclaman legítimamente sean devueltas unas instalaciones que por ley son
públicas, no privadas.
Quizá los más radicales están esperando que las fuerzas del orden entren a
recuperar lo que es el patrimonio de todos los universitarios, pero, será cierto
eso de que hay armas escondidas dentro de las instalaciones de algunos amantes
de la revolución. Sin embargo, el gobierno debe haber pensado ya que, a estas
alturas, lo peor que podría ofrecer a los huelguistas es un muerto que prenda la
mecha de la revolución.
Así las cosas, la situación de la UNAM se encuentra trabada. Tal vez la única
solución al conflicto sea que esta comunidad, que tan ampliamente se ha
manifestado en contra del secuestro universitario, recupere las instalaciones, y
esto s
'f3lo sería posible si los universitarios pudieran regresar a su casa, valga
decirlo así: a la Gandhi, con un profundo compromiso entre ellos para evitar
cualquier enfrentamiento físico con los huelguistas.
2.2. UNAM: Un sindicalismo obsoleto.
El signo de la vulnerabilidad a la que se encuentra sometida la universidad
pública de México, fue revelado crudamente el día en que el gobierno federal
anunció un severo recorte al presupuesto destinado para la Universidad Autónoma
Metropolitana (UAM), la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y el
Instituto Politécnico Nacional (IPN).
Y es que, atrasada en sus planes de estudio, con relaciones académicas que por
el momento rayan en cacicazgos, y presa de un sindicalismo obsoleto, la
universidad pública se encuentra en la encrucijada de una modernización
pendiente que la sacuda del inmovilismo y de los lastres que por décadas han
arrastrado.
Con lo menos tres sexenios de accidentadas transiciones políticas y económicas,
México ha experimentado un complejo y nada sencillo proceso en el que sus
gobernantes han buscado, ante todo, adecuarlo a los procesos de globalización y
cambio de parámetros que se viven en el mundo entero.
En tal sentido, economía y política han sido los ámbitos que más sacudidas han
sufrido en este proceso, porque no hay economía abierta que aspire a conservarse
como tal, a menos que cumpla el requisito de un sistema político liberal
también. Esta es la razón de que el paso a un sistema democrático pleno se
convierta en el debate y exigencia actual en todos los países del orbe.
Sin embargo, y dado que la actual transición no es sólo un programa
gubernamental dependiente de la voluntad de algunos, sino un proceso general que
se vive en el mundo, no hay posibilidad de sustraerse a su dinámica, o a la
presión que ejerce su fuerza: China, la ex unión de Repúblicas Socialistas
(ahora Rusia) y todos los países del este europeo que lo entendieron de esa
manera, y procedieron a abrir sus economías y adecuar los elementos sociales que
las integran a fin de cumplir esta tarea.
No obstante la forma y ventajas que de tal proceso se logran, están en
concordancia con la matriz económico-social que posee cada país. Así China, que
durante décadas se mantuvo al margen de lo que sucedía en el resto del planeta,
ha sabido aprovechar las ventajas que el nuevo esquema económico le ofrece, dada
la coherencia que tiene su economía, el resabio político derivado de una cultura
básicamente autoritaria es cosa aparte.
El contexto descrito sirve para plantear que el proceso de transición en México
no depende de la voluntad de un puñado de hombres, aunque sí la forma en que se
hacen las cosas, que por cierto, es desastrosa y bastante errática.
No obstante, la actitud de la academia se relaciona con otro elemento que ha
contribuido a darle este rostro a la universidad pública: el sindicalismo
universitario, un sindicalismo casi sesentero y anacrónico que priva a la
educación superior de mejoras sustanciales, dado que se desenvuelve más como un
grupo de presión dentro de la misma universidad que busca sus propios intereses,
prebendas y privilegios, que como una verdadera instancia de intermediaciones
entre el gobierno y la academia.
STUNAM y el SITUAN, que antes fueran sindicatos punta de lanza de las mejoras
para trabajadores universitarios, ahora se han convertido en el prototipo de
cuevas que albergan a trabajadores para quienes la productividad es una palabra
maldita del tiránico neoliberalismo que trata de explotarlos, y para los que
limpiar más allá del metro cuadrado que se les tiene encomendado dejar
reluciente, es hacer más de lo que específica su contrato laboral, razón por la
cual siempre aluden la necesidad de consultar primero con el sindicato.
Cosa a parte son esas relaciones extrañas que mantienen con oros sindicatos de
dudosa filiación, o incluso, con grupos de presión formados desde el gobierno
mismo.
Formados en situaciones límites, los sindicatos universitarios existen a
condición de seguir alimentando la hoguera de vanas contradicciones entre ellos
y la propia academia, o creando falsos fantasmas como los de apoyo a Chiapas, o
a otros movimientos que identifican como parte de su misma lucha, solo que sin
los golpes ni los muertos, y en muy pocas ocasiones están dispuestos a correr el
riesgo del cambio con la universidad, porque esto a menudo implicaría dejar de
contar con la base de apoyo que les da existencia, pero sobre todo, porque los
sometería a la presión de saberse fuerza de trabajo disponible que tiene que
demostrar su necesidad dentro de la institución para continuar con ella.
Considerada como un elemento fundamental del cambio estructural, la
modernización educativa se ha convertido en determinante en los dos últimos
sexenios. Sin embargo, ha sido durante el Zedillismo que la educación superior
ha cobrado una importancia fundamental. La amenaza de recorte presupuestal a la
universidad pública mostró claramente que el Zedillismo no le tiembla la mano
para consignar sus fines, ya que deja claramente asentado no poseer afiliaciones
estudiantiles.
Convencido de que es la productividad lo que demuestra la necesaria existencia
de lo que sea, Zedillo ha dado un golpe a las inercias universitarias. Esto hace
urgente que la universidad pública haga lo posible por superar los lastres que
hasta ahora le ha impedido adecuarse a los esquemas de transición. Y lo es,
porque la existencia de la universidad no es algo que se pueda poner a debate en
una sociedad desigual en donde el estudiante promedio no puede optar por una
educación privada, y, porque además, la universidad pública ha demostrado a lo
largo de los años su viabilidad como productora de recursos e investigaciones
importantes para el desarrollo del país, por ejemplo: en las instalaciones de la
unidad Iztapalapa de la Universidad Autónoma, donde se produce un tercio del
total de la tecnología de punta del país.
Una viabilidad que ahora está en riego y que debe superar ya no por el bien del
país, sino por el bienestar de ella misma.
2.3. BARNES: El rector de la UNAM se paso de vivo.
Un lío que puede desencadenar una derrota legal más para el Poder Ejecutivo
Federal, estuvo a punto de librarse en la Suprema Corte de Justicia de la
Nación, debido a la inconstitucionalidad de la reforma del Reglamento General de
Pagos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
En la Suprema Corte de Justicia de la Nación, el Ministro Gerardo David Góngora
Pimentel, Presidente del Órgano Colegiado, admitió que si se planea una
institucionalidad, será el pleno del máximo tribunal del país el que analizará
el caso y resolverá conforme a la ley esta controversia.
De entrada, los alumnos que se sientan afectados, sobre todo los de nuevo
ingreso, para el ciclo escolar 1999-2000, cuando surtan efecto los aumentos
aprobados por el Consejo Universitario (CU), el lunes 15 de marzo, podrán
ampararse en los Juzgados de Distritos, donde ya se están promoviendo juicios de
amparo contra la llamada Ley Barnés. Sobre este controvertido problema hay
opiniones muy diversas, ya que unos apoyan el incremento en las cuotas y otros
no.
Sin embargo, hay quienes opinan que, aunque se debe apoyar económicamente a la
UNAM, la forma en que se quiere imponer un sistema de cuotas no es la idónea ni
la legal, criticando de manera muy severa el modo en que el rector Francisco
Barnés de Castro viola la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos,
la Ley Federal de Educación y los Reglamentos que rigen la educación en el país,
incurriendo en inconstitucionalidades, lo cual es muy grave en una universidad
donde precisamente se debería enseñar lo contrario, como es el respeto a la
Constitución, a las Leyes, el orden y el derecho.
El doctor Eduardo López Betancourt, quien es catedrático e investigador de
derecho constitucional y de derecho penal de la Facultad de Derecho de la UNAM,
se coloca del lado de los jóvenes y en su caso los asesora, ya que dice tajante:
“Los estudiantes tienen la razón. Barnés de Castro se pasó de vivo, violó la
Constitución, y en un pleito legal en la Suprema Corte de Justicia de la Nación
va a perder, porque los incrementos son inconstitucionales...” El doctor López
Betancourt señala que el acto a mansalva ejecutado por el rector Francisco
Barnés de Castro, evidentemente no buscaba mayor presupuesto para la
universidad, y mucho menos un mejoramiento económico para los estudiantes de
escasos recursos. Lo esencial en la propuesta de Barnés de Castro, era cobrar
cuotas en la universidad. Lo implícito en este punto, como se aprecia, lo
importante para él era implantar una política de cobro por la educación
superior, sin importar el monto, secuela de la política neoliberal, por lo cual
cada año se incrementaran las cuotas hasta lograr su objetivo: hacer inaccesible
a las clases pobres la educación superior.
Al crear cuotas universitarias se impulsó la sinrazón. Para lograrlo se violó la
autonomía universitaria al infringir el artículo 3° constitucional, fracción IV,
y a la propia Ley de Educación en su artículo 6° que establece: “La educación
que el Estado imparta será gratuita...” Francisco Barnés de Castro, en su
displicencia por la opinión pública, descalificó y desestimó todas las
apreciaciones en contra de la creación de cuotas, pero ello, evidentemente le
hace perder la primera condicionante que debe poseer quien sea rector
universitario, o sea, la autoridad moral. En consecuencia, Barnés se considera,
simple y sencillamente, un agente del gobierno.
Es lamentable comprobar cómo se ha pisoteado la Constitución. Ante este hecho no
hay argumento válido, porque es una clara manera de decirle al pueblo que hoy
por hoy, en México no se respeta la constitución porque impera el desgobierno y
no hay educación para los pobres.
La política de Barnés de Castro es que la pobreza e ignorancia van de la mano, y
no es dable separarlas. De esta manera Barnés de Castro considera que únicamente
deben tener acceso a la educación superior las clases pudientes, porque las
posibilidades para pagar, de acuerdo a su opinión, rendirán buenos resultados
académicos.
La tesis neoliberal de Francisco Barnés de Castro, argumenta López Betancourt,
se reviste de tintes mágicos al afirmar que se darán becas a los pobres, siempre
y cuando se porten bien, sean dóciles y obedientes al poder superior, quedando
de manifiesto el espíritu Barnesista: sistemático del conquistador y elitista.
Quizá el rector ignora la lucha de 1929 para lograr la autonomía universitaria.
El concepto autonomía, en nuestros días, cada quien lo toma como le viene en
gana. La autonomía es definitiva como libertad académica y principio
territorial, entendido esto, como el lugar donde se practica esa libertad de
cátedra, donde se emprende, se enseña y difunde la cultura. Por consiguiente,
implica que los universitarios se gobiernan por sí mismos, con sus propios
métodos y formas, sin permitir la intervención de extraños.
Definida en forma sintética la autonomía universitaria, podemos estimar, que
Barnés de Castro es un violador de la misma por las siguientes razones:
1. Con fines eminentemente políticos que logren beneficios personales y de
grupo, pues obligó a sesionar al Consejo Universitario fuera de recintos
universitarios, demostrando con ello carencia de espíritu universitario,
evidencia que para él, lo importante es cumplir las indicaciones del Ejecutivo
Federal, entregando las cuotas que exige para crear una universidad de paga,
creyendo que con esa medida lograrían un avance académico, cuando en este punto,
insistimos, no necesariamente van de la mano la opulencia y el buen nivel
académico.
2. También transgrede Barnés de Castro la autonomía universitaria cuando de
manera ofensiva ha permitido la ingerencia de funcionarios federales, lo cual
está prohibido de acuerdo con la Legislación Universitaria y conforme a la
naturaleza de la autonomía. Además, el rector se hace acompañar por un
funcionario federal que ostenta ser parte integral del gabinete ampliado. Tal es
el caso de la presencia de Esteban Moctezuma Barragán, quien en un acto político
opinó a favor de las cuotas universitarias, y hasta hizo una donación (ignoramos
si con cargo a su presupuesto personal), o a la Secretaría de Desarrollo Social,
de la que es titular. El intervensionismo de Moctezuma Barragán es obvio en la
universidad, ya que obtuvo la designación de su hermano como Abogado General,
sin que este fuese docente universitario, que si bien es cierto que no es
obligatorio, la tradición es que los abogados generales sean maestros
universitarios.
Es evidente que la privatización de la universidad es un hecho que se realizará
paulatinamente. Las voces disidentes no existen para el rector Barnés y su
selecto grupo, quienes a toda costa debían modificar el Reglamento General de
Pagos, quedando, a partir de ese momento, causado el daño a la máxima casa de
estudios del país.
Lo que menos interesa es mejorar el nivel académico de la Universidad Nacional
Autónoma de México. Como es obvio, el rector sólo se ha preocupado por obtener
recursos económicos, y su rectoría ha permanecido ausente del plan acadà9mico
porque se ha concretado, o mejor dicho, se ha caracterizado por un incremento
desmesurado de la burocracia, así como por la confrontación de grupos de poder
dentro de la UNAM, y una demostración evidente de este hecho es que, la reunión
del Consejo Universitario se hizo en un recinto ajeno, como es el Instituto
Nacional de Cardiología, que constituye un bastión de los médicos que en un buen
número integran la Junta de Gobierno, la cual rige a la propia institución y
tiene asiduos vínculos con Barnés de Castro.
Jurídicamente se puede objetar la validez del Consejo Universitario que aprobó
las nuevas cuotas, si consideramos que se reunió fuera del recinto
universitario, lo que es semejante a una asamblea de conjurados, donde se tenían
previstos cuatro o cinco lugares como sede del concilio, locales que, obviamente
conocían perfectamente los incondicionales del rector Francisco Barnés de
Castro.
Es preocupante que se ventilen subrepticiamente los asuntos universitarios, con
nula disposición para oír opiniones antagónicas.
Como se pudo observar, el problema es complejo y el daño está hecho. Ahora sólo
queda recurrir a los Tribunales y a la Suprema Corte de Justicia de la Nación,
quienes deberán analizar la inconstitucionalidad del incremento a las cuotas, ya
que el artículo 3° de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos,
en su fracción IV es claro y establece que toda la educación que el Estado
imparta será gratuita.
2.4. EZLN: Su surgimiento.
El EZLN emerge a la vida pública en un entorno internacional contradictorio. Por
un lado, el fin de la guerra fría dejó a esta fuerza sin el hipotético cobijo de
los partidos y naciones que tradicionalmente habían apoyado a las luchas de
liberación nacional. Por el otro, la desaparición del fantasma del comunismo,
permitió que el levantamiento indígena fuera leído desde Washington y Bruselas,
en un primer momento, desde su especificidad como un movimiento de raíces
agrarias y étnicas y no como parte de la disputa geopolítica de dos sistemas
rivales. La situación de las guerrillas latinoamericanas era sumamente
complicada. Tanto los sandinistas en Nicaragua como el EMLN en el Salvador,
habían sufrido serios reveses electorales, y escisiones importantes en sus
filas. Y la URNG Guatemalteca se encontraba reducida militarmente hasta la
“insignificancia estratégica” y buscaba una salida negociada, con el apoyo de
países europeos y de México. Sendero Luminoso había sido derrotado militarmente,
sin necesidad de una negociación, y el MRTA se encontraba casi desmantelado.
Sólo las FARC y el ELN colombianos mantenían una presencia militar significativa
y creciente en el área. En ese contexto, más allá de su debilidad relativa, el
surgimiento del EZLN representó una fuerte llamada de atención para la izquierda
en el mundo, y propició su solidaridad y apoyo. El ¡YA BASTA! Rebelde se escuchó
fuerte entre todos aquellos preocupados por luchar contra la desigualdad y la
exclusión, y construir una nueva plataforma libertaria. Entre otras muchas
cosas, el zapatismo puso sobre la mesa de discusión de esta corriente la
naturaleza del neoliberalismo y el papel de las utopías en la elaboración de los
proyectos políticos y la transformación de la realidad. La rebelión de los
indígenas chiapanecos y su propuesta, se convirtieron en una referencia
permanente en el debate sobre el futuro de la izquierda.
A su vez, las nuevas luchas en otras partes del mundo se han vuelto parte
integral de la estrategia zapatista. Algunos sectores de la intelectualidad han
explicado el surgimiento del zapatismo a partir de la teoría de la conspiración
de un grupo de universitarios marxistas que no habían tomado nota de la caída
del Muro de Berlín, y que se montaron simultáneamente en las redes sociales
construidas por la Iglesia Católica practicante de la Teología de la Liberación,
y en el malestar provocado por la disminución de los ingresos de los productores
rurales como resultado de la caída de los precios agrícolas, y de la acción
combinada de la pobreza extrema y la marginación.
Tal interpretación desestima lo que es elemento central del EZLN: es una fuerza
político-militar fundamentalmente indígena, surgida, en lo fundamental, de la
autoorganización y la lucha de las comunidades de la Selva, los Altos y el Norte
de Chiapas. Aunque es cierto que los elementos que incorpora la teoría de la
conspiración; existieron, el elemento central que los ordena es la voluntad de
un amplio sector de la sociedad indígena local de contar con una fuerza política
propia.
Como ya se ha señalado, lo que está en juego detrás de la apuesta zapatista, es
la voluntad de las comunidades de persistir en su ser. Resisten y se sublevan
para persistir, porque sólo se persiste en la resistencia al movimiento del
mundo que disuelve y niega ese ser.
El EZLN es una organización político-militar, que se identifica con el zapatismo
como corriente histórica revolucionaria y que lucha, como lo dicen sus siglas,
por la liberación nacional. Se concibe como un movimiento insurgente, esto es
fundador de nuevos valores. Quienes lo protagonizan, no siempre ganan, pero
quedan en la historia como los actores de procesos fundadores. Dure o sea
aplastada la insurrección, nada queda como antes: las mentalidades han cambiado,
se abren nuevos horizontes, los ojos de todos ven de repente realidades que
nadie quería ver.
Surge del encuentro y fusión de distintas ideologías y propuestas políticas,
aunque el resultado final es distinto a cada una de ellas. Nace del encuentro y
fusión de las utopías indígenas, la lucha agraria, el marxismo-leninismo y las
propuestas de liberación de católicos progresistas. Como lo señaló el
subcomandante Marcos: “Siempre así. Bueno, empezaré a explicar. No nos lo
propusimos. En realidad lo único que nos hemos propuesto es cambiar el mundo, lo
demás lo hemos ido improvisando. Nuestra cuadrada concepción del mundo y la
revolución, quedó bastante abollada en la confrontación con la realidad
chiapaneca. De los golpes salió alguno nuevo (que no quiere decir bueno), lo que
hoy se conoce como neozapatismo...” La Primera Declaración de la Selva Lacandona
sintetiza los diversos puntos de vista que confluyen en la formación del EZLN.
Allí los zapatistas ubican como enemigo al sistema de partido de Estado,
representado por Salinas de Gortari. Señalan la necesidad de avanzar en la
transición hacia la democracia como única vía para avanzar en la solución de las
11 demandas básicas: techo, tierra, trabajo, pan, salud, educación,
independencia, libertad, justicia, democracia y paz.
2.5. Fundamentos del EZLN:
El EZLN no es una vanguardia político-militar de corte marxista-leninista que
proponga tomar el poder de manera violenta para instaurar el socialismo. Si no
lo era en 1994, menos lo es ahora. Plantea sí, la necesidad de cambiar
radicalmente la relación entre gobernantes y gobernados, creando instrumentos
que obliguen a los representantes populares a rendir cuentas y a tener gestiones
transparentes, y que posibilitan a los gobernados incidir directamente en el
control de la clase política y en el servicio público. Busca el fin del
presidencialismo, el equilibrio de poderes y la promoción de la democracia
participativa. Procura la ampliación de las formas de participación política,
estableciendo mecanismos de democracia directa, tales como el reconocimiento del
referéndum, la revocación del mandato, el plebiscito y la iniciativa popular.
Parte de esta concepción está en la propuesta de mandar obedeciendo, y parte en
las conclusiones a las que llegó la mesa de San Andrés sobre democracia y
justicia del 16 y 17 de julio de 1996. En aquel entonces, en un documento de 37
cuartillas, los zapatistas sostenían: “Sin negar ni menospreciar la importancia
que los partidos políticos tienen en la vida nacional, una visión sustantiva de
la democracia contempla la apertura de espacios ciudadanos no partidarios de la
lucha política...”
2.6. EZLN: Política, ética y dignidad.
El desprecio y la desconfianza hacia la política y los políticos, está extendida
en muchos rincones de la sociedad. No es algo nuevo en el país, en donde
usualmente se le ha asociado con politiquería y con deshonestidad. A pesar de
las posibilidades reales de alternancia en los gobiernos estatales y
municipales; del incremento en la competencia electoral y la enorme cantidad de
recursos económicos publicitarios que se invierten en las campañas, la mayoría
de las últimas elecciones locales, han presentado altos niveles de abstención.
Los pasados comicios del Estado de México-que tuvieron un impacto nacional-, de
Guerrero, de Oaxaca y Chiapas tuvieron niveles de abstención alrededor del 50%.
Habrá por supuesto, quien vea en ello una evidencia de que somos un país
moderno.
En las actuales condiciones son muestra de recelo y de desgaste, de la
desconfianza en la política medida en términos de eficacia y no de servicio.
El zapatismo hace de la refundación ética de la política uno de sus principios
de acción básica. Izquierda es la política que apela a la ética y rechaza lo
injusto, no concibe la posibilidad de generar un proyecto emancipador al margen
de la ética. Colocar a la ética en el puesto de mando de la política, implica no
sólo que quienes se dediquen a ella deben buscar el bien común por sobre el
propio, o que requieren tener, como figuras públicas, un comportamiento honesto,
sino, de manera central, el que están obligados a comportarse con dignidad,
entendida esta como la exigencia, como la segunda fórmula del imperativo
categórico: “Obra de manera de tratar a la humanidad, tanto en su persona como
en la persona de otro, siempre con un fin y nunca sólo como un medio...”
El zapatismo hace de la lucha por la dignidad uno de sus postulados centrales.
La dignidad entendida como el rechazo a aceptar la humillación y la
deshumanización, como un negativa a confrontarse, como la no aceptación del
trato basado en los rangos, las preferencias y las distinciones, como la
exigencia de ser juzgado por cualquiera. Es una revolución por que la
reivindicación de la dignidad en una sociedad basada en su negación, porque la
reivindicación de la dignidad en una sociedad basada en su negación sólo se
puede satisfacer a través de una transformación radical de la sociedad.
Una política de la dignidad sólo puede tener vigencia dentro de una propuesta de
transformación social de las relaciones de poder más general. Entre las piezas
que componen este modelo para armar se encuentran el mandar-obedeciendo, la
negativa a constituirse en vanguardia y el rechazo a la toma del poder.
CAPITULO II: ESTABILIDAD SOCIAL EN MÉXICO
Para citar este artículo puede utilizar el
siguiente formato:
Alan F. Carrasco Dávila: Entorno socioeconómico mexicano a finales
del siglo XX, Observatorio de la Economía Latinoamericana,
Número 43, mayo 2005. en
http://www.eumed.net/cursecon/ecolat/index.htm