Revista académica de economía
con
el Número Internacional Normalizado de
Publicaciones Seriadas ISSN
1696-8352
Economía Latinoamericana
LA PERSPECTIVA INNOBLE DE LA INTEGRACIÓN ECONÓMICA LATINOAMERICANA
Isaías Covarrubias Marquina
Universidad Centro Occidental Lisandro Alvarado
isaiascovarubias@hotmail.com
La superación de la crisis política y diplomática entre Colombia y Ecuador,
provocada por el ataque del gobierno colombiano a un puesto guerrillero de las
FARC asentadas en suelo ecuatoriano, tiene diversas lecturas sobre el futuro del
proceso de integración andino y, por extensión, latinoamericano. Una de estas
lecturas se deja entrever de las declaraciones dadas por el presidente de
Ecuador, Rafael Correa, posteriores a la crisis, en las cuales aseguraba que,
más allá del conflicto político, del cual parece dar algunas pistas se mantendrá
con otros mecanismos (bien lo dijo Clausewitz "la guerra es la continuación de
la política por otras vías" y se podría parafrasear que la "política es la
continuación de la guerra por otras vías") el intercambio comercial
colombo-ecuatoriano se mantendrá, no obstante, indemne, aspirando incluso que se
fortalezca. Más o menos lo mismo ha estado en la mente y en la acción inmediata
de los empresarios colombianos, venezolanos y de ambos gobiernos al actuar
rápidamente luego de la "solución" de la crisis en cuanto a garantizar los
flujos comerciales bilaterales entre ambas naciones.
Esta realidad de insistir en garantizar el intercambio comercial tras la crisis
revela, a mi manera de ver, una paradoja: el hábito sostenido de muchos
políticos e intelectuales latinoamericanos de justificar y privilegiar las
acciones que conlleven a una integración política por sobre la posibilidad de
avanzar en la integración económica. La paradoja estriba en que la integración
política suramericana, bajo cualquier parámetro de análisis medianamente
objetivo, resulta, al menos en el mediano plazo, algo prácticamente
inalcanzable. Por el contrario, la integración económica, con sus obstáculos y
dificultades, sigue en marcha y es la cara más visible de la integración. Sin
embargo, la integración económica no tiene ni de lejos el encanto que representa
apostar por una posible integración política.
Para citar este artículo
recomendamos utilizar este formato:
Covarrubias Marquina, I.:
"La perspectiva innoble de la integración económica latinoamericana" en Observatorio de la Economía Latinoamericana
Nº 95, abril 2008. Texto completo en http://www. eumed.net/cursecon/ecolat/la/
Esta constatación refleja que existe una suerte de animadversión en América
Latina a ver futuro en la integración económica, es decir, la que se basa en
intercambios, en flujos de comercio y de inversiones, cuando es ésta la que a
todas luces sustenta la integración. Esta animadversión resulta curiosa si se
revisa lo que ha sido la experiencia histórica de integración más exitosa: la
UE, la cual enseña, inequívocamente, que ésta se apoyó en sus comienzos y se
sigue apoyando (66% del total de su comercio es intra UE) en los intercambios
comerciales y que ha sido este éxito precisamente el que ha impulsado los
avances en los ámbitos institucionales, reforzando, entre otros aspectos, una
visión compartida de desarrollo sostenible, posibilitando a territorios de
España, Portugal, Grecia y ahora de los países de Europa del Este, incorporarse
a la senda de convergencia de calidad de vida e ingresos de la media europea.
Paradójicamente son aún los obstáculos políticos a la integración los
principales retos que tiene por delante la UE del presente (y donde se observan
las diferencias de fondo, como la no aprobación por parte de los franceses de la
constitución europea).
En este contexto, ¿por qué no seguir profundizando y allanando el camino para
fortalecer la integración económica? Es que acaso ¿la integración política sí
aseguraría la integración económica? Una prueba en contrario a esta hipótesis es
observar lo siguiente: a todos los efectos la integración política de los
Estados Unidos funciona como una suerte de integración económica, pues la
cincuentena de estados norteamericanos tiene, en la práctica, un sucedáneo de
unión aduanera muy efectiva. Pero, si examinamos a los países latinoamericanos,
su integración política no ha sido condición para lograr una integración
económica efectiva entre sus propios territorios. Los ejemplos sobran: Santa
Cruz de la Sierra está más integrada económicamente con otras regiones de Brasil
y de Argentina que con el resto de los territorios de Bolivia; el estado de
Nuevo León en México está más integrado con los estados del sur estaunidense que
con el resto de los estados mexicanos.
Esta perspectiva innoble de la integración económica suramericana tiende a
minimizar los impactos positivos (probados empíricamente) que han tenido el
crecimiento de los flujos de comercio y de inversión entre los países de la
región, por limitado que éste haya sido. Si los países de Suramérica no se
vendieran entre ellos mismos una importante porción de su comercio exterior de
manufacturas ¿Dónde las colocarían? ¿Tienen las condiciones de competitividad
necesarias para saltar el "mercado natural" de estas exportaciones
manufactureras y acceder a mercados más sofisticados? La respuesta en la mayoría
de los casos es un rotundo no. De manera que la integración económica, al
avanzar aunque sea lentamente, es la que posiblemente abrirá las compuertas a
futuras integraciones políticas y sociales entre los países suramericanos.
La visión que privilegia lo político por sobre lo económico en el tema de la
integración hunde sus raíces en un inconsciente colectivo que sigue nutriéndose,
por extraño que parezca, de la epopeya independentista, la cual sigue siendo
percibida como una gesta heroica inigualable. Se debe subrayar lo de inigualable
en el sentido que esta internalización colectiva viene a decirnos que nada ni
nadie de estas tierras podrá igualar tal gesta heroica, lo cual ha colocado por
dos siglos a los gestores de esta épica en un limbo inalcanzable, a la altura de
los dioses (no por nada los héroes venezolanos con Bolívar a la cabeza se
encuentran en un magnifico "Panteón").
De este razonamiento se sigue que los gestores empresariales, es decir, todo
aquel empresario de estas tierras que se arriesga a invertir y a producir para
exportar así sea entre sus vecinos, no sólo no recibe el apoyo público e
institucional debido (logístico, infraestructura) y antes más bien se
obstaculiza su faena (con medidas para-arancelarias o impuestos confiscatorios),
sino que también carga con el estigma de representar lo negativo de la
integración: el lucro, la ganancia, la ambición, por contra al sueño de nuestros
libertadores, la integración buena, la noble: la integración política.
La solución de la reciente crisis política ha demostrado, paradójicamente, que,
con todas sus limitaciones, el nivel de profundidad alcanzado por la integración
económica entre los países andinos ha estado en capacidad de permeabilizar una
crisis cuyo contenido ideológico nacionalista bien puede seguir siendo un
señuelo y un atajo para ser aprovechado por gobernantes populistas, pero está
condenada a fracasar frente a la apuesta por una integración económica
probablemente menos noble y más vulgar que la soñada integración política, pero
sin duda mucho más efectiva y duradera.