Revista académica de economía
con
el Número Internacional Normalizado de
Publicaciones Seriadas ISSN
1696-8352
Mercedes Arce Rodríguez (CV)
rara vez puede cumplir los requisitos de información
o previsión que los modelos racionales imponen”
Simón, 1955
Resumen
El artículo aborda teóricamente el tema de los presupuestos responsivos al
género (PRG) como un elemento importante a tomar en cuenta para lograr el
entendimiento de las necesidades diferentes para cada género, y los beneficios
tanto económicos como políticos y sociales de tal consideración.
Palabras claves: democracia, presupuestos en clave de género, políticas públicas
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Arce Rodríguez y
Zapata Martelo
El presupuesto responsivo al género (PCG) es un instrumento de política pública
que algunos países han seguido con el fin de solucionar las desigualdades de
género y refutar la teoría macroeconómica en la formulación de políticas. Desde
los ochenta las feministas consideraron la necesidad de dirigir recursos
presupuestarios hacia los programas de desarrollo buscando la equidad entre los
géneros. Las primeras ideas se formularon durante la aproximación Género en el
Desarrollo (GED) con los proyectos de equidad. No tuvo el éxito esperado por la
oposición de los varones respecto a la canalización de recursos del desarrollo
hacia las necesidades de las mujeres. Posteriormente la Convención sobre la
Eliminación de todas las formas de Discriminación contra las mujeres (CEDAW)
tuvo gran influencia y se pronunció para que se hiciera el análisis de los
presupuestos con miras a saber si los recursos gubernamentales reforzaban los
roles tradicionales de las mujeres o se dirigían hacia la equidad entre los
géneros. Durante los noventa vuelven a considerarse debido a varios factores
entre los que aparece el aumento de la pobreza con mayor presencia de mujeres
entre los pobres, y creciente desigualdad entre los géneros.
Con el PRG se supone que los recursos se emplean para hacer más efectiva la
estrategia de desarrollo buscando llegar a los pobres donde las mujeres están
sobre representadas. Tienen como objetivo analizar pormenorizadamente, los
presupuestos de los gobiernos con vistas a descubrir su impacto sobre mujeres,
hombres, niñas y niños; así como sobre otros ejes de diferenciación social, como
etnicidad, capacidades diferentes y clases sociales. Según Kabeer (2006) estas
asignaciones tienen doble efectividad: 1) porque promueven mayor transparencia
en los procesos de las políticas ayudando a desmitificar lo que siempre se ha
considerado el espacio cerrado de la política y 2) es una forma de empatar las
decisiones de las políticas con la asignación de los recursos y también
comprobar si los compromisos de las políticas con los temas de género son
retórica o realidad. Mientras los presupuestos sean ciegos al género, serán un
instrumento para transmitir los sesgos de género. Tomando en cuenta que los
presupuestos son importantes porque dan recursos para implementar las políticas,
es necesario caminar hacia el compromiso de los gobiernos de asignar recursos de
manera diferenciada, lo cual no significa la utilización de mayores recursos,
sino la eficiencia de los mismos, que en ocasiones implica ahorros
considerables.
El análisis de los PRG constituye un instrumento útil no sólo para la
contabilidad, sino para la construcción de la democracia. Al conocer el modo en
el que mujeres, hombres, niños y niñas, son afectados por las decisiones de los
presupuestos, las asignaciones de recursos y los gastos, permite la búsqueda de
alternativas para reconsiderar las políticas públicas diseñadas y los recursos
asociados a éstas.
En el presente artículo nos interesa destacar, que las instituciones no sólo
económicas, sino públicas en general, despolitizan ciertos temas al volverlos
económicos, presentándose como imperativos impersonales, prerrogativas de las
administraciones, ciegos al género. Por lo general, la asignación de recursos no
toma en cuenta las necesidades diferenciadas, obvian el carácter específico y
político de estas necesidades, incrustándolas en ciertos rubros específicos, sin
cuestionar la efectividad real y la afectación de la asignación presupuestal
sobre los grupos sociales con los cuales tienen responsabilidad.
Desde hace varios años algunos países han adoptado los PRG, y durante los
últimos años México se ha insertado en esta dinámica. En el trabajo nos
proponemos: 1) Abordar cuáles son los fundamentos de los PRG; 2) cuál ha sido la
experiencia hasta ahora de los países que los han implementado; 3) reflexionar
sobre los PRG para enfrentar diversidad y diferencias; 4) cuál la práctica
latinoamericana al respecto; 5) la aplicación mexicana del pasado, 6) la
asignación actual en México y con los puntos anteriores llegar a algunas
conclusiones.
1. Fundamentos de presupuestos responsivos al género
El fundamento del PRG está en la insatisfacción de las necesidades básicas de la
población, de bajos recursos, que siguen sin resolverse en los albores del siglo
XXI. Economistas, sociólogos, y otros profesionales intentan explicar estas
carencias partiendo del análisis general acerca de las consecuencias de la
transformación capitalista a partir de los años 90, con la instalación de las
políticas neoliberales y el proceso de globalización. El “consenso keynesiano”
reemplazado con el “Consenso de Washington” transformó el papel del Estado que
liberalizó varios sectores: comercial, financiero, mercado laboral, cuentas de
capital (Çagatay, 2003), de forma que la política fiscal se orientó hacia el
control de la inflación y reducción de la cuenta corriente, con disminución del
presupuesto destinado a los servicios públicos, restricción de empleos en este
sector, privatización de algunos servicios y aumento desproporcionado en el
costo de los mismos. Se aceptó la idea del Banco Mundial de que el bienestar
social fuera responsabilidad privada, satisfecha por medio de los bienes del
mercado. El estado abandonó la obligatoriedad de responder por seguridad,
desarrollo y asistencia social. No obstante, los beneficios esperados de estas
transformaciones están lejos de alcanzarse aunque han mejorado las balanzas de
pagos de los países.
Los recortes al gasto del Estado y la liberalización del mercado han tenido
efectos contrarios para estimular el crecimiento en América Latina , con
secuelas adversas en el empleo, en el desarrollo humano, no eliminó las
insuficiencias y limitó el desarrollo social, aumentaron las inequidades
existentes, creció la pobreza y diferenciación extrema.
La movilidad de los capitales crea gran inseguridad y vulnerabilidad debido a
que unos cuantos inversores financieros podrían causar estragos a la economía
mundial trasladando los fondos de un país a otro en un corto periodo de tiempo.
De igual forma se han creado brechas entre países y entre el capital
(propietarios de negocios) y la mano de obra (trabajadores) entre trabajadores
muy especializados frente a otros no especializados. Aumenta la pobreza o se ha
mantenido constante en muchos países (Çagatay, 2003 citando al PNUD, 2000). Las
políticas neoliberales encontraron distintos grados de dificultad o facilidad
para aplicarse. En México y Chile resultó más fácil su implantación ya que
contaban con cuadros dentro de la burocracia comprometidos con esta estrategia
(Murrúa Hernández y Yáñez López, 2005).
El llamado “déficit democrático”, impuso un ambiente geopolítico complicado, con
instituciones incompetentes para manejar los conflictos sociales, salvaguardar
los derechos humanos y lograr el apoyo de la ciudadanía. Esta inestabilidad
política con carencia de instituciones adecuadas a la necesidad de una
democracia plena, son reflejadas principalmente en términos de “calidad del
crecimiento”, limitando las posibilidades de políticas sustentables, generadoras
de cohesión social interna, renovación de las bases del crecimiento y la
competitividad internacional (Jarquín, 2003).
Los indicadores muestran que los países de la región latinoamericana son más
desiguales que el promedio mundial. En 15 de los 18 países estudiados
(Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, El Salvador,
Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, República
Dominicana, Uruguay, Venezuela) más de 25% de la población vive bajo la línea de
la pobreza y en siete de ellos más de la mitad de la población vive en esas
condiciones (Murrúa Hernández y Yáñez López, 2005, citando a PNUD, 2004).
Este panorama latinoamericano contiene además las inequidades por razones de
género, tratadas, podemos asegurar que con mayor énfasis en los últimos cinco
años, pero todavía lejos de considerarse como un elemento necesario a tomar en
cuenta de modo transversal en todos los aspectos de la sociedad. El tema de
género es un asunto que involucra un cambio de mentalidad, una mirada diferente
a la vida, y a la problemática de nuestras sociedades.
2. Países donde se han impulsado Presupuestos Responsivos al Género (PRG).
Un papel importante en la formulación de PRG lo ha tenido Naciones Unidas que en
la Carta Magna (1945) postuló la igualdad de derechos de hombres y mujeres y
posteriormente presentó la recomendación ante el Consejo Económico y Social
(ECOSOC) donde explícitamente se promovían los derechos de la mujer. También son
significativas las conferencias que a partir de las Naciones Unidas se
impulsaron en los varios países (México, Nairobi, Copenhague, Beijing). En El
Cairo, en 1984 se establecieron las bases para el diseño de políticas públicas
nacionales e internacionales en materia de población y desarrollo. En 1999, en
New York cuando se evaluó y dio seguimiento a los acuerdos de El Cairo se
reconoció el papel de los obstáculos culturales para lograr un status diferente
para las mujeres.
En Beijing en la Plataforma de Acción Mundial se establecieron disposiciones
financieras en el plano nacional para los presupuestos de los gobiernos, quienes
deberían asignar recursos suficientes para cumplir con las directrices de la
plataforma (García Hernández y Huerta García, 2008). De gran trascendencia ha
sido el movimiento de mujeres que en muchos países del mundo abogan por los
derechos ciudadanos, e igualdad jurídica entre hombres y mujeres.
García Hernández y Huerta García (2008) recuperan la experiencia de
asociacionismo comunitario a favor de la equidad de género. El Secretariado de
la Commonwealth (que agrupa 54 países) impulsó en los países miembros los
Presupuestos responsivos al género, como experiencias pioneras. En Australia
(1984), la formulación se hizo en forma educativa al sensibilizar a los
departamentos gubernamentales sobre las implicaciones de estas políticas y ayudó
a reducir la ceguera de género y hacerle ver a los departamentos de industrias,
tecnología y comercio sobre los impactos negativos de las políticas
macroeconómicas en las mujeres. En 2002, reporta Sharp (2005) que el gobierno
Australiano dejó de realizar ejercicios formales de PRG: En Sudáfrica, en 1994
se impulsó por medio de un trabajo entre parlamentarias con dos ONG de
investigación. Dos temas fueron prioritarios: la reforma agraria en la que se
invertían grandes cantidades de recursos y no beneficiaba a las mujeres debido a
problemas legales sobre el derecho de éstas a poseer tierra. Y el tema de la
violencia que junto con la pobreza y el VIH/sida eran considerados los problemas
más serios que enfrentan las mujeres. En Canadá la experiencia data de 1993 y en
el Reino Unido de 1989.
En este último país un grupo denominado Women’s Budget Group (WBG) con
afiliaciones múltiples (académicas, sindicalistas, ONG) critican el marco
económico implícito en el Ministerio de Finanzas y plantean la redefinición de
“eficiencia” para incluir aspectos de la economía del cuidado y sensibilidad
especial hacia la pobreza de las mujeres y proponen formas de erradicarla
(Jubeto, 2007: 7). En este caso, el énfasis se ha puesto en el ingreso y las
transferencias, probablemente por las características de los presupuestos en ese
país, donde el mayor debate se produce en el ámbito impositivo, siendo las
partidas de gasto debatidas posteriormente, con un eco social inferior (Jubeto,
2007).
El grupo del Reino Unido impulsó la experiencia en Escocia e Irlanda, donde se
desarrolló una práctica mixta y a mediados de los 90 en Suiza. De la experiencia
escocesa se plantea la necesidad de formar personas que trabajen en la
administración pública y que tengan esta perspectiva. En la OCDE inició, después
de Beijing el mismo proceso a partir de la experiencia del Reino Unido.
En Europa existe información de 29 países donde se ha desarrollado o está en
proceso de iniciar algún tipo de experiencia sobre PRG; de éstos, 19 son países
miembros de la Unión Europea. En ocho países la iniciativa ha surgido por parte
del gobierno, o ha sido una iniciativa conjunta de gobierno y sociedad civil
(13); en la mayoría (al menos 15) la sociedad civil ha participado, ya sea de
manera exclusiva o con la participación de otras instancias, iniciando el
proceso de promoción de estas experiencias. En 10 países la experiencia ha sido
iniciada por algún organismo internacional (diferente a la Unión Europea) en
conjunción con la sociedad civil. En el caso de Francia la iniciativa surgió
desde el Parlamento, y en Suiza la propuesta vino del sindicato de los
uncionarios públicos y posteriormente fue impulsada por grupos de mujeres,
miembros del parlamento y sindicalistas (García Hernández y Huerta García, 2007)
En 2001 la presidencia belga organizó una conferencia internacional sobre
“Procesos presupuestarios sensibles al género” que fue apoyada por la OCDE,
UNIFEM y el Consejo de Ministros Nórdicos. La declaración acordada por las y los
participantes a esta Conferencia planteaba a los gobiernos, y a otros agentes,
la urgencia de “incorporar el análisis de género en todos los estadios y niveles
del proceso presupuestario, la promoción de la transparencia y responsabilidad,
así como informar sobre el impacto de los presupuestos en los objetivos de
igualdad de género “(Jubeto 2006: 239).
Para Kabeer (2006) el análisis de los PRG ha ganado un lugar en los gobiernos
con la llegada de partidos políticos progresistas que están asociados con
ciertas plataformas políticas en vez de formar parte de una estrategia general
de desarrollo. Además, la experiencia puso de manifiesto la necesidad de contar
con datos desagregados por sexo para poder entender de manera más profunda la
desigualdad de género y buscar cómo transformarla.
En general el presupuesto se divide en dos grandes agregados: los egresos y los
gastos. La mayor parte de iniciativas de presupuestos públicos con perspectiva
de género se han iniciado en los egresos, producto según García Hernández y
Huerta García (2007) de cierta deformación genérica provocada por los
estereotipos que busca combatir, el gasto, como si los ingresos fueran
responsabilidad masculina. También a causa del rezago teórico metodológico que
existe entre la desigualdad de género, las finanzas públicas y la programación
en el sector público.
Otra razón para que los PRG estén del lado de los gastos en porque es más fácil
evaluar los impactos en término de satisfacer necesidades y de promover
oportunidades. Se han propuesto tres vías: 1) Gastos específicamente dirigidos a
mujeres (proyectos generadores de ingresos), 2) gastos para promover la igualdad
de género en el sector público (entrenar gerentas, o para personal para el
cuidado de niños) 3) impactos de género que tienen los gastos del presupuesto
(p.e. ¿si el gasto en el presupuesto educativo promoverá la igualdad de género
en la sociedad? ¿Quién hace uso de los servicios de salud? (Kabeer, 2006). En el
Cuadro 1, aparecen los marcos teóricos de algunas de estas experiencias.
La mayoría de las experiencias en Europa son de corta duración, por lo cual es
todavía muy temprano para realizar una valoración exacta de su impacto en el
mejoramiento del bienestar de las mujeres, y de la sociedad en su conjunto. No
obstante, con excepción del Reino Unido y Suecia, ellas demuestran las carencias
a nivel internacional para hacer más eficiente la aplicación de presupuestos con
perspectiva de género, como la falta de información, la no existencia de una
metodología clara para su incorporación, la necesidad de capacitación y
formación para aplicar estas metodologías.
En general, puede afirmarse que en su conjunto la experiencia de los PRG es muy
reciente y ha tenido avances y retrocesos. Por lo general han sido grupos desde
la sociedad civil quienes han impulsado su análisis y elaboración por parte de
departamentos e instancias gubernamentales; siendo necesario en algunos casos
como el de Gran Bretaña, Suecia, entre otros, el paso del tiempo y la acción
desde los parlamentos y algunos parlamentarios (as) en particular, para lograr
su incorporación desde el estado. La llegada al poder de gobiernos neoliberales
puede hacer retroceder la experiencia, mientras que los gobiernos progresistas
la impulsan. Importante sería que se adopten independientemente de la afiliación
política de los gobernantes como una necesidad sin la cual no pueden erradicarse
las desigualdades entre los géneros. También falta, en muchas de las
experiencias la participación de grupos con poder político para impulsarlos.
3. Los PRG para enfrentar diversidad y diferencias
Aunque como hemos señalado, los PRG es tema relativamente nuevo, ha venido a
resolver parte del debate teórico acerca de demandas en relación a las
necesidades. Como han reconocido diversos estudios, las demandas sobre
necesidades tienen una estructura relacional implícita o explícita (Fraser,
2001), que no plantea grandes problemas cuando se refieren a necesidades
generales, tales como, alimentación o vivienda, puesto que se reconoce al Estado
como responsable de resolverlas en el ámbito societal.
Sin embargo, cuando se trata de necesidades que salen de esa generalidad, el
asunto es mucho más complicado, y las preguntas pueden ser infinitas. Las
necesidades son cadenas condicionadas y por tanto se requiere de políticas de
interpretación de esas necesidades.
Los gobiernos, las organizaciones sociales, los aparatos legislativos e incluso
la academia, tienden a ver las necesidades de forma general, sin tomar en cuenta
que las interpretaciones sobre las necesidades de las personas, tomadas en forma
simple, obstruyen la dimensión específica de la satisfacción de esas
necesidades. Por lo general se asume que no importa quién interpreta las
necesidades, ni desde qué perspectiva, ni tomando en cuenta qué intereses
diferenciados, pasando por alto la implicación política que tiene establecer
prioridades diferenciadas, llegando a definiciones estratégicas, respecto a la
asignación de recursos carentes de este enfoque.
“..Dan por sentado, que las formas socialmente aceptadas del discurso público
disponible para interpretar las necesidades de la gente son adecuadas y justas;
así descuidan la cuestión de si estas formas de discurso público están sesgadas
a favor de las auto-interpretaciones y los intereses de los grupos sociales
dominantes y sí, por lo tanto, van en detrimento de los grupos subordinados u
opuestos – en otras palabras, oscurecen el hecho de que los propios medios del
discurso público pueden estar en debate en las políticas de las necesidades”
(Fraser, 2001:119).
Respecto a los presupuestos, existen problemáticas particulares como el hecho de
que se establecen uniformemente cubriendo necesidades generales, lo que resulta
una fórmula natural. Los modelos macroeconómicos implantados en nuestros países,
están elaborados por diseñadores de política que asumen todas las necesidades
como iguales, como intereses compartidos por todos (en masculino, usado como
neutral).
Por tanto, esta concepción de los presupuestos falla al desconocer las
distinciones evidentes que existen por razones de clase, género, edad,
etnicidad, capacidades diferentes, sexualidad y ubicación geográfica, ignorando
que las políticas y los presupuestos tienen diferentes impactos sobre distintos
grupos.
En la actualidad existen más de cuarenta países en el mundo que aplican los PRG,
demostrándose que a mayor equidad en la asignación de recursos, mayor democracia
y mejores niveles de crecimiento económico. No es un secreto el hecho de que en
los países donde se han aplicado este tipo de políticas equitativas, ha habido
un aumento del Producto Interno Bruto (Arce, 2004).
Estas reflexiones nos llevan a considerar la importancia de no descuidar
preguntas políticas esenciales para analizar las relaciones entre los géneros, y
fundamentalmente tomar en cuenta las necesidades, de modo tal que éstas sean
valoradas adecuadamente como asuntos de legítima preocupación política e
interpretadas correctamente para definir las formas de satisfacerlas.
La realidad es que hay poco progreso, en los países latinoamericanos, en la
reducción de las inequidades de género. Aún cuando se han realizado en la última
década diversas reuniones y acuerdos internacionales, recientes estudios
demuestran que existe un limitado avance en la eliminación de las inequidades de
género.
En América Latina al igual que demostraron algunos de los estudios en países
europeos, estos problemas se complican por razones ligadas al tipo de datos
estadísticos socio-económicos y de presupuesto, muchas veces no confiables.
Falta información y debate sobre el tema de los presupuestos, la no existencia
de transparencia financiera y la poca participación en la elaboración de éstos.
En síntesis, hay una carencia de medidas claras respecto a la eficiencia y el
impacto de los presupuestos, no hay proyecciones adecuadas y las variadas
presiones sobre los recursos, unido a otros asuntos como el de la
descentralización tienen serias implicaciones sobre la elaboración y eficiencia
de los presupuestos.
Los estudios académicos demuestran que la diversificación de actividades en
nuestra época, es una estrategia generalizada que incluso se observa en los
grupos domésticos de campesinas, apareciendo ricas, variadas y sofisticadas
estrategias, adaptadas a ámbitos más generales y extendidos (Hidalgo y Zapata,
2000).
Tal y como ha señalado la organización Fundar en México, los PRG cobran mayor
importancia porque ellos afectan a los sectores más pobres y marginados, los
cuales por su menor acceso a los tomadores de decisiones, no pueden ejercer
influencia para lograr una asignación de recursos que les favorezca, mientras,
los grupos económicos cercanos a los espacios donde se toman las decisiones
presupuestales logran siempre fórmulas beneficiadoras de sus intereses.
Los presupuestos “neutrales” orientados frente a grupos específicos, incluso
exacerban las inequidades. Por ejemplo, los gastos en salud reproductiva entre
los pobres, tienden a centrarse en las mujeres, como responsables de la
fertilidad, más que a la corresponsabilidad, reforzando los roles tradicionales
de las mujeres, pero además generando mayor número de muertes súbitas en grupos
de hombres.
De acuerdo al proyecto desarrollado por UNIFEM en la región andina para
“promover el involucramiento de las mujeres en los procesos de rendición de
cuentas locales, nacionales y regionales, a través del monitoreo de los
compromisos de los gobiernos nacionales e internacionales y de la adecuada
asignación de recursos para su cumplimiento” (UNIFEM, Desafíos 2001), impulsadas
en el marco de su programa sobre Derechos económicos y sociales, la aplicación
de las herramientas de los presupuestos sensibles al género, facilitan la
gobernabilidad democrática. Por una parte sirven para afianzar las relaciones
entre las instituciones estatales y la sociedad civil; y por otra, promueven
maneras diferentes de institucionalidad, para la mediación con los intereses
ciudadanos, tanto hombres como mujeres; y, por último contribuyen a la búsqueda
de respuestas de las exigencias de los nuevos escenarios socioeconómicos,
políticos y culturales de los estados, en el contexto de la globalización
(Vargas, 2000).
Habría que abundar en el desarrollo teórico acerca del discurso social para la
interpretación de las necesidades diferenciadas, porque existen diversidad de
formas de hablar acerca de las necesidades de las personas, es decir, diferentes
recursos discursivos disponibles en dependencia del contexto cultural e
histórico particular.
Esta supuesta “imparcialidad” en la asignación de recursos, considerada como un
aspecto puramente “contable”, o “administrativo” en los espacios laborales,
termina por ser una interpretación puramente económica, dejando que los grupos
subordinados, en la mayoría de los casos los grupos más vulnerables, acepten
interpretaciones acerca de sus necesidades en contra de sus propios intereses.
Por ejemplo, para referirnos a un tema cotidiano en la esfera laboral, cuando
los hombres en una institución aceptan como lógico y adecuado los permisos de
horarios más cortos para mujeres con hijos, sin tomar en consideración que ellos
como padres tienen una corresponsabilidad en la atención de los hijos, que de no
ejercerla, los desfavorece en su realización individual, a veces reconocida
tardíamente cuando llegan a la adultez con relaciones familiares deterioradas,
reflejan normas a las que nos acostumbramos sin discutirlas y transformarlas.
Lo expuesto hasta aquí pretende insistir en el hecho de que la asignación de
recursos institucionales tanto hacia dentro de la organización, como a los
grupos objeto social de ella, se sale del marco estrecho de lo administrativo
para entrar en el campo de lo que Arendt (1958:cap.28) llamó “lo social”, a lo
que agregarían las autoras, lo “político”. Por tanto, los presupuestos sensibles
al género, no son únicamente un instrumento de la contabilidad, sino una
herramienta de análisis político esencial de las instituciones, de los gobiernos
y de los y las ciudadanas.
De este modo los presupuestos sensibles al género se constituyen en un tema de
análisis teórico inacabado, pero necesario, ya que la complejidad del tipo de
necesidades según los diversos grupos, y su insatisfacción puede llevar a lo que
Fraser (2001) llama necesidades fugitivas, es decir, necesidades escapadas del
ámbito privado y económico para convertirse en demandas sociales, que pueden ser
motivo incluso, de conflictos sociales importantes.
4. Experiencia práctica en América Latina en PRG
Partiendo de los postulados teóricos enunciados anteriormente, incluimos de
manera resumida, la aplicación de PRG, en América Latina, concretamente en la
Región Andina, relatando los resultados informados por UNIFEM (Raquel Coello
Cremades, 2003), acerca de las experiencias desarrolladas en el marco del
proyecto de su programa sobre Derechos económicos y sociales.
El enfoque de la UNIFEM, en la Región Andina para aplicar los PRG, partió de
cinco aspectos esenciales, a saber, a) la utilización del marco de los derechos
humanos para focalizar el empoderamiento de las mujeres, a través del ejercicio
de sus derechos económicos y sociales, b) concebir los presupuestos como una
herramienta para la gobernabilidad democrática; c) concentrarse en el trabajo a
nivel local, haciendo hincapié en procesos participativos; d) utilizar el
enfoque del desarrollo regional y; e) entender la aplicación de los PRG como un
proceso de largo plazo.
Este trabajo de UNIFEM en la Región Andina, comenzó en el año 2000,
coordinándose posteriormente en toda la región a través del programa de
Latinoamérica y Caribe, denominado DESafíos: un enfoque de derechos humanos para
la justicia económica y social de las mujeres en la Región Latinoamericana y del
Caribe.
En el año 2001, esta organización lanza en el ámbito mundial su programa
Fortalecimiento de la gobernabilidad económica: análisis de género aplicado a
los presupuestos gubernamentales, a través del cual, y con el apoyo de la
Secretaría de Cooperación al Desarrollo del Gobierno Belga, se desarrollaron
experiencias de PRG en veinte países de la región, expandiéndose de este modo al
ámbito de lo regional y a nivel mundial dichas experiencias. Los países
incluidos inicialmente fueron Bolivia, Ecuador y Perú, cuyo período de trabajo
comprendió los años 2001 y 2002. En la actualidad la experiencia acaba de
concluir en Colombia, y es posible que se culminen otras tentativas en el resto
de los países contemplados en el proyecto.
Existe una propuesta de consenso acerca de la clasificación del gasto en tres
categorías (Sharp, 1995): 1) gastos específicos orientados a satisfacer las
necesidades de las mujeres y niñas; 2) gastos orientados a mejorar la equidad en
el empleo y, 3) gastos generales, como una forma para analizar los PRG.
Sobre la base de estas categorías los análisis realizados concluyeron, que con
excepción del caso de Quito, la proporción asignada a gastos generales supera
99%, lo cual es un indicador de la ausencia de acciones afirmativas concentradas
en los grupos de la población más excluidos; así como que el nivel de
desagregación de datos por hombres y mujeres de los programas y proyectos
sustentadores del gasto es en la práctica nulo.
Esto nos confirma la necesidad de contar con información detallada en los
informes financieros que se generan para reflejar el gasto y el origen de los
ingresos, desagregándola por sexo y los diversos grupos poblacionales sobre los
cuales existe una prioridad para incidir, dada sus demandas específicas. Otro
hallazgo interesante de esta experiencia andina, fueron los resultados sobre las
brechas existentes en cuanto al empleo en los municipios estudiados. Según el
reporte del estudio, existen inequidades en términos numéricos, dado que existen
más hombres contratados que mujeres. Así mismo estas inequidades indican que hay
más hombres que mujeres, empleados en puestos de toma de decisiones.
En cuanto al tipo de contratos existentes, hubo dificultades en la mayoría de
los municipios estudiados por carencia de información para realizar el análisis,
pero en los examinados se observó que existen dos tipos de contrataciones, el
personal estable, que figura en las plantillas y el contratado por servicios a
terceros.
Según reporta Coello, “a diferencia de los segundos, los primeros gozan de todos
los beneficios sociales, como son vacaciones, gratificaciones, seguro social,
sistema de pensiones, compensación por tiempo de servicios, bonificación por
escolaridad y licencia por maternidad, además de los beneficios que por convenio
colectivo acuerden los trabajadores y empleadores. Proporcionalmente las mujeres
se encuentran ocupando mayoritariamente la segunda categoría, mientras que los
hombres se encuentran en la primera.
El estudio concluye que muchas de las alternativas que los gobiernos tienen para
trabajar a favor de la equidad entre mujeres y hombres se encuentran al interior
de su misma institución, pudiendo éste ser un campo de trabajo a desarrollar
paralelamente al trabajo de implementación de los PRG.
Al aplicar la herramienta del análisis de la contribución del aporte del trabajo
no remunerado de las mujeres al desarrollo local, se detectó que si bien no
existen en la región estudiada encuestas que permitan contar con información
detallada al respecto, en algunos de los municipios analizados, este factor fue
esencial para sostener programas productivos importantes.
Cabe señalar que el trabajo no remunerado, realizado fundamentalmente por las
mujeres, generador de inequidad de género, ocupa una parte fundamental del
tiempo que tanto mujeres como hombres pudieran dedicar al trabajo remunerado o a
tiempos para su capacitación, lo cual implicaría mayores posibilidades de
inserción en el mercado laboral. Igualmente este trabajo al no contar con un
valor, es invisibilizado como parte de los ingresos, en el momento de diseñar
los planes y las políticas gubernamentales. Lo anterior explica que las acciones
para generar un supuesto ahorro en costos de servicios, como el cuidado de la
salud, por ejemplo, han producido un traslado de los mismos a las familias y en
especial a las mujeres. En síntesis, tal y como apunta el informe de UNIFEM, es
cierto que se logra una disminución en los costos financieros de estos
servicios, pero es a costa del incremento de las horas de trabajo no remunerado
para operar este servicio, el cual generalmente lo desempeñan las mujeres.
Así el estudio, por ejemplo, calculando el valor del trabajo no remunerado de
las mujeres en uno de los municipios estudiados, detectó que un programa
lechero, cuyo presupuesto municipal se calculó en un 35%, era en realidad
cubierto en 23% por el trabajo no remunerado de las mujeres (Coello, 2003).
Estas cifras revelan que si realizamos este tipo de medidas, utilizando las
herramientas de los PRG, es posible visibilizar e incorporar la variable del
trabajo no remunerado tanto en la planificación como en los mecanismos para la
asignación de recursos, es decir en los presupuestos, a todos los niveles.
Las experiencias desarrolladas por UNIFEM para el caso de la Región Andina
demuestran que la aplicación de las herramientas para el análisis de los
presupuestos sensibles al género, son un instrumento valioso para poder lograr
una mejor planeación estratégica, no sólo en el ámbito local, sino en el
regional y mundial, que garantice el camino hacia la equidad entre los géneros y
por tanto un desarrollo sostenible a largo plazo.
Es cierto que muchas de las problemáticas detectadas han sido ampliamente
criticadas por diversas organizaciones de mujeres que insisten en la inequidad.
Las herramientas utilizadas para analizar los PRG, demuestran con cifras, pero
más importante, con los impactos sobre la economía de las regiones analizadas,
la necesidad de realizar la distribución de los recursos y el análisis de los
posibles ingresos, diferenciando las necesidades de hombres, mujeres, niñas,
niños, y otros grupos poblacionales, cuyas necesidades e intereses son muchas
veces invisibilizados como consecuencia de presupuestos ciegos al género.
En materia de salud las indígenas se presentan como uno de los grupos de mujeres
de peor atención. En Guatemala, por ejemplo, no existen datos claros acerca de
los presupuestos para la atención médica de las indígenas, y se conoce que sólo
un 12% de los partos en este grupo fue atendido por un médico o enfermera, lo
que contrasta con 52% en el resto de la población. Sólo 36% de la población
indígena guatemalteca está informada sobre la existencia del SIDA. En Paraguay,
47% de los partos son atendidos por parteras y la mayoría de las mujeres dan a
luz fuera de una institución de salud, en cambio, la cobertura institucional de
los partos de las mujeres de hogares en los que se habla español asciende al
86%.
El aborto es otro tema en que en casi todos los países de América Latina posee
cifras no confiables. Esto es consecuencia tanto de la ilegalidad de esta
intervención médica, como por los problemas en la certificación médica, donde se
escriben otro tipo de patologías no asociadas con el embarazo, el parto o el
puerperio. La OPS ha señalado que entre sus estadísticas aparece Argentina (30%)
y Chile (26%) como los países con mayor número de muertes de mujeres por aborto,
lo cual hace dudar de las estadísticas del resto de los países latinoamericanos
con mayor índice de pobreza.
Además, las cifras acerca de la repercusión de los bajos presupuestos para estos
problemas son reveladoras de la problemática de diversos indicadores de salud
reproductiva en la región latinoamericana. Por ejemplo, entre los años 1980 y
1994, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) informó que en 29 países de
la región de América Latina la contribución de la mortalidad materna a la
pérdida de años potenciales de vida entre el nacimiento y los 75 años se redujo
en un 31%. Esta disminución tuvo un margen de variación de 4% a 42% entre las
sub-regiones de América. Estudios posteriores de la OPS indican que existen
dificultades para el análisis del comportamiento de las muertes maternas, en
tanto no existen registros claros de las causas de muerte en los registros de
defunciones y certificaciones médicas. Esto es un indicador claro, de que pese a
los esfuerzos en la región, aún queda mucho por andar en el tema de la salud
reproductiva, que es parte de la lucha por la equidad de género.
Las estadísticas son un tema sensible que tendrá que priorizarse, porque
resultan básicas para un análisis serio de esta problemática, lo cual es claro
en el hecho de que en aquellos países donde se han establecido políticas claras
para prevenir las muertes maternas, aparecen mayor número de muertes que en
aquellos donde no se han realizado estas acciones.
5. ¿Cuál fue la experiencia mexicana respecto a los PRG?
La experiencia mexicana se fundamentó en programas etiquetados para mujeres, así
como propuestas de indicadores de desempeño desagregados por sexo género como en
el sector salud. La iniciativa comienza a fines de los noventa impulsada desde
tres ámbitos: organizaciones de la sociedad civil, académicas y actores
gubernamentales. Para la LVIII Legislatura (2000-2003) la Comisión de Equidad de
Género constituida como Comisión Ordinaria definió algunas líneas de acción que
se lograron hasta la XIX Legislatura (2003-2006). El gasto etiquetado para
mujeres y equidad de género en el gasto público fue $3, 482.7 (millones de
pesos). Representa un 0.04 % respecto al PIB y 0.24% del gasto programable. Se
piensa que el gasto etiquetado es una medida temporal para visibilizar a las
mujeres y sensibiliza a las personas que intervienen en el procesos
presupuestal. A futuro se espera que la perspectiva de género se incluya en cada
una de las etapas de formulación, análisis, discusión, aprobación, ejercicio,
control y evaluación del presupuesto federal o local (CEAMEG, 2007).
Al revisar los asuntos presupuestales, reportados en algunas investigaciones
realizadas, e informaciones periodísticas se señala que en el año 2005, por el
proceso electoral del país, algunos recursos del Presupuesto de egresos de la
Federación (PEF) de ese año, que fueron destinados a los programas de las
mujeres en 15 dependencias estatales, podrían haberse “ajustado” o disminuido
por la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) con fines “electorales”
(Artiles Visual, Leticia, 2005).
Según una publicación de CIMAC (2005), de los 35 programas dirigidos al avance
de las mujeres, etiquetados en el PEF para este año a propuesta de la Comisión
de Equidad y Género de la Cámara de Diputados, sólo aparecieron 24, por un total
de 6,546 millones 942 mil 597 pesos, lo que significó un recorte presupuestal de
más de 623 millones de pesos. La presidenta de la Comisión de Equidad y Género,
Diva Gastélum Bajo, denunció públicamente estos recortes y se refirió a la
desaparición de recursos de tres programas de la Comisión Nacional de Desarrollo
de los Pueblos Indígenas (CONADEPI) para los cuales se etiquetaron 611 millones
de pesos.
La Secretaría de Hacienda recortó en el año 2005, 32 millones de pesos
etiquetados para el apoyo a mujeres, niños y niñas migrantes en situación de
maltrato, programa de la Secretaría de Relaciones Exteriores, al igual que los
más de 24 millones aprobados para el programa de mujeres campesinas de la
Secretaría de Economía.
El Centro Nacional de Equidad y Género y Salud Reproductiva de la Secretaría de
Salud, perdió 152 millones de pesos recortados, por lo cual contó con sólo 79
millones para atender todos los problemas vinculados con este tema. Si bien es
cierto que el Instituto Nacional de Perinatología dispone de un poco más de 438
millones de pesos para sus labores, el Hospital de la Mujer tenía asignado sólo
7 millones, por lo cual fue necesario etiquetar un reajuste para entregarle 200
millones, presupuesto presentado para este año.
A estos recortes habría que agregar los relativos a la disminución del
presupuesto para actividad de capacitación con el objetivo de impulsar la
perspectiva de género de la Dirección de Equidad y Género de la Secretaría del
Trabajo y Previsión Social, que disminuyeron en 800 mil pesos los recursos
etiquetados. Estos datos revelan que sólo se ha presupuestado para los temas de
salud reproductiva y de la mujer, alrededor de un 0,12% del total de los
recursos del Presupuesto de Egresos Federal.
6. La actual experiencia mexicana sobre los PRG
Como se mencionó en el punto anterior la experiencia mexicana data de finales de
los noventa. El primer antecedente se encuentra en la Declaración política de la
Asamblea Nacional de Mujeres para la Transición a la Democracia de octubre de
1996, donde se manifestó la necesidad de “Garantizar que el gasto público
incluyera los recursos etiquetados suficientes para hace efectiva una política
estructural que beneficie a las mujeres en los niveles federal, estatal y
municipal”. Paralelamente ese mismo año el Foro Nacional de Mujeres y Políticas
de Población, comenzó a trabajar en presupuestos públicos desde una perspectiva
de género. En una primera etapa diversas investigadoras comenzaron a revisar las
tendencias del gasto de los programas gubernamentales dirigidos a la salud
reproductiva. Un segundo antecedente lo constituye el Congreso Nacional de
Mujeres hacia la Reforma del Estado con Equidad de Género, en septiembre del
2000 (García Hernández y Huerta García, 2007).
Estos antecedentes hacen que en México haya experiencias diversas y con alcances
diferentes iniciadas desde la sociedad civil y desde el estado con variados
programas contra la pobreza. Existen en el sector salud e iniciativas impulsadas
desde el ejecutivo (Instituto Nacional de las Mujeres) y otras como la del
Distrito Federal, y diversos estados: Chiapas, Oaxaca, Nuevo León y Zacatecas.
En cada una de estas instancias hay Institutos Estatales de la Mujer. Para el
caso de Oaxaca, Tarrés (2006) reporta que en la iniciativa de los PRG tuvo un
papel importante el Instituto de la Mujer Oaxaqueña. Hay un diseño presupuestal
que garantiza el 50% del gasto público para hombres y el resto para mujeres.
García Hernández y Huerta García (2007) enumeran las lecciones aprendidas, entre
otras, en las experiencias existentes: los cambios políticos pueden favorecer
las iniciativas como sucedió en los países europeos y Sudáfrica; no existe una
metodología única; necesidad de desagregar la información por sexo, edad y otras
categorías relevantes; necesidad de contar con amplio respaldo (sociedad civil,
grupos de interés, gobiernos locales) para favorecer la institucionalización y
sustentabilidad del proceso; la institucionalización se debe hacer mediante el
proceso presupuestario normal; se deben abordar partidas tanto de gasto como de
ingreso; fijarse metas concretas que generen ventajas claras y que se puedan
cuantificar; las agencias internacionales tienen un rol en la promoción de los
PRG.
El presupuesto para 2008 aparece en el Cuadro 2, con variaciones por ramo y
programa. En términos reales aumentó en 1 997.8 millones de pesos. El incremento
responde a programas etiquetados y autorizados por la Cámara de Diputados tales
como el programa de Guarderías y Estancias Infantiles para apoyar a Madres
Trabajadoras de la SEDESOL (Secretaría de Desarrollo Social). También incrementó
el presupuesto del Centro Nacional de Equidad de Género y Salud Reproductiva; el
PROMUSAG (Programa de la mujer en el Sector Agrario) y el Instituto Nacional de
las Mujeres (INMUJERES) (CEAMEG, 2008). Es evidente que hay un grupo dentro de
la Cámara de Diputados que está impulsado los PRG, hay un aumento en ciertas
partidas fundamentales como son el apoyo a las madres trabajadoras, proyectos
para mujeres rurales y salud reproductiva sería interesante hacer un seguimiento
para constatar al final del ejercicio presupuestal que realmente los recursos
lleguen a las mujeres de los grupos domésticos más necesitados y que por medio
de éstos se logren transformar situaciones de desigualdad entre los géneros.
Vale notar que se sigue etiquetando el presupuesto para ciertos programas pero
no hay una transversalidad en todas las instancias del gobierno.
CONCLUSIONES
Las reflexiones principales del modelo expuesto indican que la democracia
constituye la condición esencial para lograr el desarrollo sustentable en
América Latina y caminar hacia la equidad, no sólo en términos de derechos
económicos y políticos, sino en cuanto a la verdadera transformación de las
relaciones sociales actuales y el cambio del enfoque teórico sobre los conceptos
tradicionales de la cultura de género. La visión compartida es la del análisis
de la satisfacción de las necesidades partiendo de una interpretación política
diferenciada según los intereses de los diversos grupos que constituyen la
sociedad latinoamericana actual.
La perspectiva de género no es una dimensión aislada del comportamiento de lo
social (tal y como lo define Arendt) y su análisis requiere de instrumentos
específicos, tales como los PRG, a nivel institucional, de modo que una
interpretación adecuada de las necesidades según la diversidad social, permita
asignar los recursos materiales, distribuir los recursos equitativa y
eficientemente. Los PRG permiten determinar la consistencia entre las
prioridades de las políticas públicas e institucionales con la asignación de
recursos.
El análisis y elaboración de presupuestos sensibles al género cobran valor, ya
que está demostrado que las políticas de asignación de recursos no afectan de
igual modo a los distintos géneros. Las variables macroeconómicas como ahorro,
consumo y la inversión, tienen comportamientos diferentes según el género
(López, 2001). Dados los impactos negativos que sobre el nivel de pobreza tiene
generalmente la aplicación de las políticas neoliberales, según el género, estos
efectos y comportamientos cobran mayor relevancia. Si aplicamos indicadores
adecuados para medir la transversalización del género en los proyectos estatales
tanto nacionales como locales, podríamos conocer el real impacto no sólo de las
cifras asignadas para satisfacer las necesidades de la población de manera
diferenciada, sino las distancias establecidas en la práctica entre el discurso
político de la equidad y la aplicación de políticas públicas adecuadas para
alcanzar esta meta. En este sentido las herramientas para la elaboración y
análisis de presupuestos responsivos al género son instrumento esencial tomar en
cuenta en la evaluación de las políticas sociales para eliminar la
discriminación hacia los sectores más vulnerables de la población. En la medida
en que el debate sobre el desarrollo sustentable se amplía, es importantísima la
conceptualización teórica, cuantitativa y cualitativamente superior, para
contribuir al cambio de mentalidad mundial respecto a la significación de un
mundo más equitativo y equilibrado en sus relaciones de género. Caminar hacia la
equidad es una manera de combatir la pobreza y lograr el progreso social
verdadero, pero ello no será posible si en la gama de prioridades políticas no
se incluye la asignación de recursos de forma diferenciada.
a Datos del Anexo 9A desagregado por la Comisión de equidad y género de la
Cámara de Diputados.
b En términos reales con deflactor implícito del PIB de 2008, con valor de 3.5.
Dato de los Criterios Generales de Política Económica para la iniciativa de Ley
de Ingresos y el PPEF correspondiente al Ejercicio Fiscal 2008.
1 Datos del Anexo 9A del Decreto del PEF 2008, y de la Comisión de Equidad y
Género de la Cámara de Diputados aprobada el 25 de octubre de 2007.
2 En el Decreto del PEF 2008 se destinaron 15 millones de pesos de ampliación
para la “Crear Fondo Nacional para la Alerta de Violencia de Género (SINAVIM)” y
20 millones de pesos de ampliación para “Diagnóstico Nacional y otros Estudios
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