Revista académica de economía
con
el Número Internacional Normalizado de
Publicaciones Seriadas ISSN
1696-8352
Pedro Hernández Álvarez (CV)
Escuela de Negocios MBA
Las Palmas de Gran Canaria, España.
herstalder@telefonica.net
Moneda convertible desde que él lo decidió oficialmente. El que los cubanos
lo conozcan por “chavito” es gracioso. Suena a una de esas cosas de moda, en
manía temporal, que la gente que solo puede expresar sus opiniones en
chistes, se desahoga en voz baja mientras mira a su alrededor vigilando a
quien pueda estar en la mesa de al lado. Ni siquiera tienen La Codorniz.
Hace unos cuantos años, cuando estaba en Londres, recibí una visita de un familiar cubano desplazado a Inglaterra para una estancia de perfeccionamiento en una compañía inglesa. Siempre acabábamos discutiendo y bebiendo vasos de vino a las tantas de la noche. Un día estuvimos más tiempo. Fue cuando me dijo que un peso cubano equivalía a un dólar americano. Por decreto, por decisión del Comandante.
Le expliqué, le conté, le razoné, le comparé. Nada que
hacer. El sabía que un peso cubano era igual que un dólar americano.
Desde la kwanza de Angola al león somalí. El colon de Costa Rica o el gourde
de Haití. En Ucrania el karvovanez o el yuan de China. El rublo ruso o la
corona islandesa. Así hasta un total de ciento sesenta y cinco clases de
dinero en los ciento ochenta países de este planeta. Pero solo son once las
divisas que valen: los dólares americanos, canadienses, australiano y
neozelandés; la libra esterlina, el franco suizo y las coronas sueca,
noruega y danesa, el yen japonés y nuestro euro. Son las llamadas divisas
convertibles. Las que sirven en todo el mundo. Con las que se puede comprar
y vender a otros países. El resto son vales de uso interno, domésticos, para
dentro de cada país. Fuera es dinero del Monopoly. Y nadie por muy
importante que sea, puede ordenar que “su” dinero sea convertible. China,
según muchos la mayor potencia del mundo dentro de poco, tiene que cobrar y
pagar en una de esas once monedas convertibles y no en la suya propia. Miren
lo que le pasó a Argentina cuando por ley decidió el peso argentino al dólar
USA.
Y es que se necesitan una serie de requisitos para que un dinero sea
convertible, a saber: Libertad total de movimiento de capitales, que no la
hay por las tierras de Castro; convertibilidad total de la moneda ya sea por
parte de residentes o de no residentes en este caso en Cuba; suficiente
movimiento en la Balanza de Pagos y una infraestructura de sistema
financiero adecuada para permitir el clearing de la moneda ya que país
“madre” de una divisa tiene que acoger todos sus depósitos y movimientos.
Pero es que ninguno, ni siquiera remotamente los cumple Cuba y por tanto el
comandante debe cuidar su peso no sea que se vuelva a caer.
El tener o no divisas convertibles es lo que hace que un país sea rico o
pobre. O de otra forma que sus ciudadanos tengan mejor o peor nivel de vida.
Y las divisas convertibles se obtienen exportando mercancías más que
importando; exportando invisibles, como el turismo, que generan entradas de
dinero válido bueno y convertible. Si no, hay que pedir préstamos a los
grandes organismos internacionales, que luego han de repagados, capital más
intereses, en divisas convertibles. Fidel no puede pagar su Deuda Externa en
chavitos. Y por el momento también el petróleo tendrá que pagarlo en dólares
americanos, tanto los ame o los aborrezca.