Observatorio de la Economía Latinoamericana

 


Revista académica de economía
con el Número Internacional Normalizado de
Publicaciones Seriadas  ISSN 1696-8352

 

Economía de Cuba

 

EL TRABAJO, UNA PERSPECTIVA DESDE LA SOCIOLOGÍA DEL CONOCIMIENTO

Gretta Esther Muñiz García
gmuniz@ucf.edu.cu
Yimislay Milián Ayala
ymilian@ucf.edu.cu



RESUMEN

La complejidad de las relaciones laborales en la actualidad ha conllevado a muchos sociólogos a realizar estudios relacionados con el trabajo, desde la relación social del empleo, la centralidad del trabajo como forma de estructuración de la vida económica y del proceso de socialización del individuo debido a la naturaleza del trabajo y su tendencia actual. El presente artículo pretende enfocar y definir el trabajo como actividad social. Para su desarrollo se toman diferentes perspectivas de la literatura especializada referente al tema, dado los distintos enfoques por especialista que definen desde un examen sociológico de las relaciones de trabajo contemporáneas el empleo como trabajo.
 

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Para citar este artículo puede utilizar el siguiente formato:

Muñiz García y Milián Ayala: “El trabajo, una perspectiva desde la sociología del conocimiento”, en Observatorio de la Economía Latinoamericana, Nº 152, 2011. Texto completo en http://www.eumed.net/cursecon/ecolat/cu/2011/


INTRODUCCIÓN

Para entender la problemática del trabajo y la política del empleo en la actualidad hay que ver que el trabajo actualmente tiene consecuencias opuestas y contradictorias, y que el empleo no solo moviliza capacidades de trabajo, sino también que los intereses políticos y la ideología subjetiva de las personas encuentran un medio de despliegue en el espacio laboral. Manteniendo estos parámetros como referencia es importante el análisis de cuestiones que pueden contribuir a una visión más amplia de reflexión sobre los avances, límites y consecuencias posibles para el desarrollo de la temática desde la Sociología del Conocimiento.

DESARROLLO

El trabajo como eje nuclear de la sociedad es una característica propia de la llamada modernidad. En la sociedad capitalista industrial el trabajo se basaba en la productividad, pasando de una actividad económicamente productiva hacia la acción social. En correspondencia con los diferentes momentos del desarrollo del capitalismo produce cambios en las formas de organizar la producción, mientras que las escuelas de organización del trabajo sirvieron de base al proceso de acumulación y reproducción del capitalismo como sistema: taylorismo, fordismo y la escuela de relaciones humanas. Uno de los elementos de la llamada crisis del taylorismo fue la fragmentación de los procesos productivos, basados en innovaciones organizativas de trabajo, la introducción de nuevas tecnologías de la información, el papel de los bienes y servicios, en fin, en la transformación del sistema basado en la gran fábrica hacia las pequeñas unidades de producción.

La organización del trabajo taylorista - fordista ha tenido cambios, aunque el despliegue del fordismo, posterior a la Segunda Guerra Mundial, logró en los países capitalistas desarrollados un “crecimiento sostenido de la economía, basado en la plena ocupación de los bienes productivos y del capital, así como de la fuerza de trabajo” (Catá, 2004). Esto significó una nueva forma de regular el trabajo, la producción y el consumo, mientras que la política seguida a través del trabajo produjo aumento.

El significado distintivo de la palabra ¨trabajo¨ se convierte en sinónimo de actividad, tarea o comportamiento social, dado que todas las actividades están relacionadas con la producción y reproducción del sistema; su función radica en reproducir la fuerza de trabajo y las relaciones sociales de la formación social. Todas las sociedades necesitan del trabajo para mantener la conciencia colectiva, por lo que se reconoce que puede ser cualitativamente productivos o no productivos, actividades diferentes al alcance de una persona, generador de dinero o no, productor de valor de cambio o valor de uso, donde las relaciones sociales capitalistas han llegado a penetrar de forma generalizada. El desarrollo del capitalismo amplió la dimensión del trabajo hacia una concepción funcionalista como vía para la integración a la sociedad. En su acepción más general, el trabajo es considerado un proceso que se desarrolla entre el hombre y la naturaleza, que comprende la actividad humana, el objeto y medios de trabajo, así como el resultado de este; donde el hombre como sujeto desempeña un rol importante. En la actualidad el concepto de trabajo dista mucho de las primeras etapas de su historia, ya que en el mundo antiguo y hasta finales de la Edad Media prevaleció una concepción organicista donde la riqueza era un don de la tierra, imposible de ser creada, reproducida o acumulada por la mano del hombre. Este era concebido para el mantenimiento de la vida, como una tarea penosa y obligada. De ahí que en Grecia, el trabajador era esclavo, y no se podía designar el trabajo humano según su connotación social.

Desde su obra Marx y Engels no conciben el trabajo como un fenómeno puramente económico, sino con un valor de hecho sociológico, una relación social o una acción humana (esta teoría marxista – leninista sobrepasa los límites de la economía). Desde su perspectiva definen que “el trabajo es un proceso entre la naturaleza y el hombre, proceso que este realiza, regula y controla mediante su propia acción, su intercambio de materias con la naturaleza”(Marx, 1973). En este proceso la actividad del hombre se vale del instrumento correspondiente de transformar el objeto sobre el trabajo con un fin, encaminado a la producción de valores de uso, la asimilación de materias naturales al servicio de las necesidades humanas, la condición general interna de la vida humana, y por tanto, independiente de las formas y modalidades de vida y común a todas las formas sociales por igual.

La tesis mantiene que la primacía del trabajo tiene un enfoque capitalista, por tanto, utiliza el sistema hegeliano para comprender el sistema capitalista donde Hegel desde la Fenomenología del Espíritu aporta – y lo resalta Marx - la autogeneración del hombre como un proceso, y su concepción del hombre objetivo, verdadero, real como resultado de su propio trabajo. (Marx, 1973)

Esta es la forma desde la cual Hegel capta la esencia del trabajo como creación: “autocrearnos mediante el trabajo”. Sin embargo, Marx critica el hecho de que sólo ve el aspecto positivo del trabajo, ya que el trabajo es el devenir para sí del hombre dentro de la enajenación o como hombre enajenado. Pero también hay que tener en cuenta – y es un elemento muy importante que estos pensadores no emiten – qué se persigue con su trabajo, es aquí donde se debe referenciar que cada quien debe trabajar donde sabe, puede y quiere hacerlo para que den lo mejor de si con un buen desempeño. Se evidencia entonces al trabajo como una actividad útil que tiene como consecuencia vincularse también a un medio de vida.

En su antitesis fundamental del trabajo Marx lo plantea como la actividad que satisface las necesidades del hombre. Aunque hubo muchas dudas, no deja de ser cierto que el trabajo es un elemento esencial de la vida humana y de sus relaciones con las demás actividades del hombre. En término de sociología del trabajo es el paso de la desposesión a la apropiación, “de la alineación al goce” y donde consta la alineación de la fuerza de trabajo (Marx, 1973). La presente redefinición afirma que la idea de trabajo alineado es parte indisociable del humanismo moderno y de la crítica al capitalismo industrial; se destaca la centralidad del trabajo en la vida humana. Este enfoque promueve la crítica del modo en que se organiza la producción y reproducción, identifica al trabajo como un problema y a la vez se concibe que el trabajo sea alineado y constituye la base de las relaciones sociales.

Por otra parte, resulta importante señalar la tesis doctoral de Emile Durkheim “La División del Trabajo Social” y su relación directa con la sociedad, donde da importancia al desarrollo económico e industrial de la época, al carácter moral de la división del trabajo considerándolo como un hecho social, como una “cosa”, además de su función en la sociedad. La naturaleza de los cambios y transformaciones es el paso a la división social del trabajo, no se refiere únicamente a la producción económica, sino que, involucra a otros aspectos como el gobierno, las artes, la educación y las ciencias en general. Al respecto dícese que: “entre el hombre de cultura y el obrero productor se interpone un abismo y la ciencia, que, puesta en manos del obrero, serviría para intensificar sus propias fuerzas productivas, se coloca casi siempre en frente de él…, la cultura se convierte en un instrumento susceptible de vivir separado del trabajo y enfrentado con él.” (W. Thompson, 1824)

La división del trabajo arranca de la separación de las más varias y múltiples profesiones hasta llegar a la división en que varios obreros se distribuyen las tareas para la elaboración del mismo producto. Es el trabajo cuya utilidad se materializa en el valor de uso de su producto o el hecho de que su producto sea un valor de uso. Esta línea de pensamiento Marx la consideró no solo porque el trabajo es el único origen del valor, sino, que la ganancia capitalista proviene de un trabajo no pagado al obrero. Lo importante fue la diferencia entre fuerza de trabajo y trabajo, es decir, entre capacidad de generar valor por la fuerza de trabajo y la cantidad de valor incorporada a la mercancía en el proceso de producción. Esta no es más que el fundamento del conflicto estructurado entre el capital y el trabajo, lo que el capitalista compra es fuerza de trabajo, para disponer de la capacidad de trabajar, pero no se especifica la cantidad de trabajo para una jornada.

Marx, desde el pensamiento de Platón, explica la división del trabajo dentro de la comunidad partiendo de la variedad de las necesidades y de la limitación de la capacidad del individuo, “el trabajo no puede esperar a que el que lo hace tenga tiempo libre, sino que el obrero ha de atenerse al trabajo” (Marx, 1973), y materializar su trabajo en mercancías. El trabajo se compenetra y se confunde con su objeto, se materializa en el objeto al paso que este se elabora, y lo que en el trabajador era dinamismo es ahora en el producto.

La división social del trabajo produjo en antiguos tiempos una diversificación de actividades, en función de su sistema de valores donde cada sociedad determina para sí una jerarquía de actividades. A medida que se intensifica la interacción internacional se incrementa el rol de una sociedades sobre otras y también la influencia de las sociedades más poderosas sobre las más débiles por las interacciones que se establecen hasta llegar a los extremos de la aculturación y la dependencia cultural.

En el caso de Cuba aparecen nuevas formas de propiedad, ascienden la importancia de las relaciones de mercado dentro del modelo en desarrollo y las transformaciones a las que se ve abocado el sector socialista de la economía han impactado los fundamentos del individuo – sociedad. Para nuestra época es importante ubicar primeramente los diferentes enfoques que se le han dado al trabajo con el decursar del tiempo y cómo los pensadores a los que se hacía referencia anteriormente Marx, Engels, Hegel, Durkheim, entre otros aportan elementos que en el presente se hace evidente a pesar de su ubicación en un sistema diferente, y sin embargo, incluyen como aspecto relevante del trabajo la característica esencial del hombre y su forma de manifestación en la actitud y conducta de los individuos.

Con el decursar del tiempo América Latina experimentó grandes cambios con el notable florecimiento asociado a las grandes transformaciones de naturaleza estructural y política institucional que han afectado al trabajo. Estos cambios se evidencian en los procesos de instauración, crisis y superación de los regímenes autoritarios de las décadas 1960-1980; la crisis de los modelos de industrialización y los actuales procesos de ajuste, reconversión productiva y modernización tecnológica asociados al proceso de globalización de la economía a escala internacional, y a la crisis del taylorismo - fordismo como modelo dominante de organización del trabajo (Abramo, 2004). Estas transformaciones se dan como consecuencia tanto de la política nacional, como la influencia que tienen en el mundo del trabajo procesos macro como la globalización de la producción. Luego de esta crisis la fluctuación de los mercados, el reinicio de políticas neoliberales y la conflictividad social conllevan a la búsqueda de nuevas formas de organización de la producción y la fuerza de trabajo en el contexto internacional. También relacionan viejas formas de organización del trabajo con presupuestos de funcionamiento del mercado laboral contemporáneo. La conceptualización y significación de trabajo en la actualidad se deriva de la propias transformaciones que se han hecho con el devenir del tiempo y la modernidad sobre le trabajo humano que como fuerza productiva es producto del capitalismo, y concebido como la capacidad humana de transformar la naturaleza la que posibilitó la acumulación del capital y el desarrollo de un modo de producción. Si el trabajo es concebido como forma de manifestación esencial de la vida humana, en la época de revolución industrial, su forma social corresponde al modo de producción capitalista, el trabajo moderno es el trabajo asalariado, la capacidad de trabajar en mercancía como actividad remunerada, de la vida social. Por su carácter el trabajo en la sociedad moderna está relacionado con el empleo.

El pensamiento profundo de Parson ha realizado aportes polémicos a la teoría sociológica, privilegiando los aspectos estáticos de la realidad social respecto a la dinámica de cambio y de conflicto. Aquí pudiéramos asociar que el empleo tiene un rol activo, sobre todo cuando su primera formulación parte del individuo, del actor social que interactúa con los elementos que lo integran (trabajo). No solo moviliza capacidades de trabajo, sino también los intereses políticos y la ideología que subyace en la subjetividad de las personas que encuentran un medio de despliegue en el espacio laboral. Por tanto, se le concede importancia a la inserción del individuo al movimiento social.

Para Gershuny y Pahl, era necesario ampliar la noción de trabajo hacia variadas actividades, teniendo en cuenta que este pierde la centralidad social con la crisis del Estado de “bienestar”. Comienza a perder sentido el trabajo como deber del individuo con la sociedad. La centralidad del trabajo desde sus valores intrínsecos pierde fuerza, sobredimensionándose rasgos extrínsecos, con el estímulo que se pierde a cambio (dinero). Sin embargo, para los países capitalistas desarrollados y los países del Tercer Mundo se enfoca al trabajo como “… actividad humana orientada a la satisfacción de necesidades..., es una forma de realización personal” (Recio, l994).

Palh plantea que el trabajo tiene lugar en diferentes esferas y no simplemente en la economía formal, al respecto dice: “No podemos segregar el trabajo en las diferentes esferas para diferentes categorías de personas,” pero sugiere que “… la identidad del trabajo puede mantenerse incluso si la identidad de su empleo se halla en el aire” (Phal, 1991). Esta no era más que una opción que permitía una mayor flexibilidad en el proceso de trabajo, es decir, el tipo de trabajo puede ser entendido analizando el modelo de relaciones sociales en el cual está inmerso, son estas las relaciones sociales de trabajo las que producen explotación.

Gershuny plantea que al determinar el empleo situaciones de la vida, lo convierte en un factor decisivo en la vida social, como vía para acceder al trabajo, actividad a partir de la cual las personas pueden estructurar sus vidas y tienden a canalizar aspiraciones del más diverso orden. Tanto así que se convierte en un mecanismo de control de la sociedad para retroalimentarse a partir del modelo de desarrollo económico que le sirve de base al proyecto sociopolítico cubano.

En la actualidad se produce un fuerte debate en torno al trabajo, llegando incluso a plantearse que puede llegar a desaparecer con el desarrollo de la automatización. “El trabajo, entendido en la actualidad, se verá sustituido por ocupaciones útiles para el hombre, directa o indirectamente útiles para la sociedad, lo cual hará posible que el proceso, en su conjunto, pierda el signo dramático que hoy parece tener” (Schaff, 1997). El reconocimiento social del trabajo depende de la relación entre el tipo de mercado al que se puede acceder con un empleo determinado y al que se aspira a acceder. Tal situación del empleo está impactada por la revitalización de las relaciones de mercado, aunque este se relaciona y fortalece de la estructura de la fuerza de trabajo y de la población activa.

El trabajo y la conceptualización de empleo que se alcance es algo estratégico, por cuanto es el momento de la inserción del hombre en el trabajo cuando se distribuyen las posibilidades de realización individual en armonía con la realización del proyecto sociopolítico. El modelo económico cubano entró en crisis por la caída del campo socialista, donde se concentraban los mercados cubanos para adquirir y realizar productos. Esta crisis de subsistencia de la economía cubana de los años 90 dio paso a una economía multisectorial, a la diversificación de las formas de empleo, y a espacios para las relaciones de mercado en el modelo económico, también se redefinió el sistema de relaciones de trabajo. Estas transformaciones que se producen actualmente conjunto con los procesos que se dan en la esfera laboral nos aproximan a aspectos como el redimensionamiento empresarial, la reconversión tecnológica y sus efectos en el mercado de trabajo, el impacto de las nuevas tecnologías y sus consecuencias en la calificación y condiciones de trabajo. A partir de estas se establecen nuevas formas de organización del trabajo, cambios tecnológicos y productivos, y su efecto en la fuerza de trabajo, así como la relación subjetiva y objetiva del trabajo y el empleo.

Para nuestro país el trabajo y el empleo es una necesidad económica y social, si tenemos en cuenta los principios marxistas – leninista sobre la existencia predominante de la propiedad social sobre los medios de producción, exige esta la necesaria creación de condiciones para la intervención de todos a la actividad socialmente útil a la sociedad. Esta problemática hay que situarla en el marco del proceso de reajuste que pretende preservar las conquistas revolucionarias en lo social, económico y político para continuar con el desarrollo económico.

Nuestra realidad social actual tiene un importante reto en la relación trabajo – empleo, y es la tarea de buscar mecanismos que aúnen de manera natural las diferentes modalidades que han aparecido al respecto, de forma tal que se complementen y actúen real y eficazmente en la dirección de una acción cooperada, engranada e inclusiva, a favor de la realización del proyecto sociopolítico.

Para muchos el trabajo ha de ser medio de vida, ha perdido se esencia y por tanto, ha decaído en su capacidad de crecer y convertirse en motivo de orden superior en la vida de las personas con el trabajo (o al menos con una actividad social que reporta beneficios a un grupo social) generador de un conjunto de relaciones que son incorporadas como parte de las vivencias, de la existencia de las personas y de su mundo subjetivo interno. Este vínculo convierte al empleo en una condición social para la realización de la vida.

En la sociedad actual es imposible separar el empleo del resto de las actividades como el trabajo, que conforman el contexto en que se realiza la vida. Por tanto, no es solo un proceso mediante el cual se obtiene lo indispensable para vivir, sino también un espacio de relaciones sociales en las que el hombre puede desplegar sus posibilidades y recibir el impacto de otros despliegues. En otras palabras “no solo se vive de un empleo, sino en un empleo” (Martin, 1997).

El empleo se caracteriza por la estabilidad temporal del vínculo que le sirve de base, la utilidad para el empleado, el carácter socialmente útil de la actividad y el reconocimiento social (Piore, 1983). Estas características resaltan su significación, representan el papel que le confiere el empleo al hecho de representar un vínculo con el trabajo, porque es esencialmente un medio de vida determinada socialmente para la realización de la vida.

La conceptualización del empleo aparece desde diferentes perspectivas; estudiosos de esta temática en el Centro de Investigaciones Psicológicas y Sociológicas (CIPS) lo consideran como: “el vinculo con el trabajo mediante el cual se puede vivir en términos socialmente aceptables y con cierta garantía de seguirlo haciendo” (Martin, 1997). En primer lugar, se parte del principio de la aceptabilidad social, las condicionantes sociales e ideo políticas que influyen en la construcción del concepto, y en segundo lugar, no lo circunscribe el vínculo formal, lo que presupone un reconocimiento a la existencia del empleo informal impactando a los diferentes actores.

El enfoque sociológico y algunas de sus categorías analíticas centrales reconocen el nivel societal del empleo en su función de mecanismo para el movimiento de la sociedad, donde su capacidad influye en la determinación de los destinos de la vida social, y donde es incuestionable que el empleo es una vía para alcanzar metas o resultados a partir de intereses económicos y sociopolíticos de la sociedad.

La política de empleo en Cuba presupone los ideales del proceso revolucionario, las concepciones ético morales acerca del trabajo y su carácter social; así como el papel que le corresponde a los diferentes factores sociales en su consecución. Desde una perspectiva socialista la política de empleo tiene que romper la relación bipolar empleado – empleador y llevarla a un plano de construcción mutua de espacios laborales. Quiere decir que un individuo se califica para un empleo y llevarlo a cabo, pero también para desarrollarlo y enriquecerlo. Es un empleo que puede tener un status si se concibe junto con el empleador y contempla espacios para estas expansiones. Por tanto, la definición tiene un carácter estratégico pues su estudio puede sistematizar su comportamiento en su devenir.

Teniendo en cuenta lo difícil y complejo que resultan en las condiciones de la construcción del socialismo en Cuba hay que definir que el empleo en el país forma parte de la política social. Esto genera tensiones en la búsqueda del pleno empleo con racionalidad económica y utilización adecuada y efectiva de la fuerza de trabajo. Fundamenta la importancia que cobra el empleo en la actualidad, donde ya no es enteramente apropiado utilizar solamente el término “trabajo” ya que en la cotidianidad el empleo se ha convertido en una abstracción si no se asocia a tipos de trabajo concretos. El empleo es trabajo y en cada grupo de sujetos la representación se vincula a las historias personales en el transcurso de la vida laboral y a sus vivencias en los trabajos. Queda claro que las referencias al empleo no rebasan la consideración de puestos de trabajo concretos. El empleo tiene diferentes grados de generalización o concreción que dependieron fundamentalmente de los distintos niveles de recursos intelectuales, por lo que se torna evidente, que la significación del trabajo como actividad social puede tener un nivel de transferencia hacia el empleo.

El panorama laboral se torna cada vez más complejo, la tecnología y la flexibilidad en el trabajo han actuado desfavorablemente sobre los actores principales del proceso; otros factores asociados a la formación, posibilidades del desarrollo económico, etc., forman parte de la precarización sobretodo para países subdesarrollados. En Cuba, la crisis económica, la inserción de la globalización y el proceso de deshomogeneización, que ha tenido lugar en las últimas décadas, ha devenido mayor diversidad y complejidad en las concepciones respecto al trabajo y empleo. Por tanto, las diferentes perspectivas abordadas fundamentan el análisis de nuestra realidad referente a las concepciones sobre el valor del trabajo incorporado por la sociedad.

CONCLUSIONES

La reflexión social en torno al trabajo y la búsqueda de una nueva conceptualización responde a las contradicciones existentes en el mundo del trabajo en la contemporaneidad. Por tanto, la complejidad social del trabajo tiene que situarse en el contexto histórico y establecer características concretas universalmente aplicables a este tipo de actividades en condiciones contemporáneas en que organiza el proceso del trabajo, los conceptos teóricos metodológicos fundamentales relacionados con la sociología del trabajo y la política social del trabajo. El trabajo tampoco puede definirse de forma estrecha o limitada al empleo o para hacer un resultado de filosofar de forma abstracta sobre la naturaleza del trabajo, entendiendo la conexión entre las relaciones sociales especificas en que se haya inmerso. Tal situación dificulta aun más la comprensión de la naturaleza del trabajo, y se sitúa en posición desfavorable para comprender mejor al cambiante mundo contemporáneo. En la actualidad el empleo es particularmente trascendental para la inserción social, por cuanto proporciona una fuente de ingresos independiente y cierta estabilidad emocional, influyendo en la conformación de la personalidad y en el status social. En las últimas décadas ha sido objeto de varios cuestionamientos dados las irregularidades en la inserción laboral por la falta de oportunidades en el mercado del trabajo, los índices de desempleo y subempleo, la inestabilidad laboral y las precarias condiciones de trabajo.

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