Observatorio de la Economía Latinoamericana

 


Revista académica de economía
con el Número Internacional Normalizado de
Publicaciones Seriadas  ISSN 1696-8352

 

Economía de Cuba

 


UN ACERCAMIENTO A LA EVOLUCIÓN DE LA INDUSTRIA AZUCARERA CUBANA DESDE SUS INICIOS HASTA 1762.

 

Julio Cesar Calderón Leyva (CV)
Frank Rafael Quesada Espinosa (CV)
jcalderon@suss.co.cu
frank@suss.co.cu

 

Resumen

En la evolución histórica de Cuba la industria azucarera ha jugado un papel de notable significación, pues constituyó por más de dos siglos la principal actividad económica y sus influencias se extienden a prácticamente todos los ámbitos de la vida nacional, marcando hasta los días actuales a la cultura del pueblo cubano, por ello se continúa estudiando el tema con renovado interés. El presente trabajo aborda precisamente la temática de la evolución de esta industria en el país desde sus inicios hasta 1763, con el objetivo de aportar conocimientos que contribuya a que se profundice en el estudio de una etapa, en la que no había alcanzado la importancia que tendría años después, aun era esta una actividad productiva relativamente secundaria en, particularizando en la situación concreta del territorio de la actual provincia de Sancti Spiritus, donde la producción azucarera llegó a ser notable en los siguientes siglos XIX y XX. En la realización de la investigación se consultaron diversas fuentes escritas, las que hicieron posible que se pudieran establecieran las principales tendencias del desarrollo azucarero durante en ese período histórico.


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Para citar este artículo puede utilizar el siguiente formato:

Calderón Leyva, JC.: "UN ACERCAMIENTO A LA EVOLUCIÓN DE LA INDUSTRIA AZUCARERA CUBANA DESDE SUS INICIOS HASTA 1762. " en Observatorio de la Economía Latinoamericana, Nº 146, 2011. Texto completo en http://www.eumed.net/cursecon/ecolat/cu/2011/


Introducción

La industria azucarera fue durante más de dos siglos la principal en el país y aun hoy continúa ostentando relativa importancia y es, sin lugar a dudas la que más ha influido en la vida y la cultura nacional; a ella y a su historia, que es también la historia de este país, se retorna continuamente para conocer el pasado, entender el presente y tratar de mirar escudriñar el futuro.
Cómo fue en sus momentos iniciales, cuando aun no era el principal rubro de la isla, qué caracterizó a su evolución en esa etapa, cuáles eran entonces los principales centros en los que se desarrollaba, cómo se fue insertando en una zona u otra zona, son algunas de las interrogantes que se hace el historiador en la actualidad, en tal sentido el esfuerzo investigativo de este trabajo en lo fundamental se encamina a profundizar en la historia de esta industria desde sus inicios a fines del siglo XVI hasta los años previos a la toma de La Habana por los ingleses en 1763, cuando aun era una actividad productiva relativamente secundaria. Se particulariza la situación concreta en el territorio de la actual provincia de Sancti Spiritus, donde la producción azucarera llegó a ser notable en los siglos XIX y XX.
Para la realización del trabajo se utilizó el análisis de diversas fuentes escritas, las que permitieron establecer las diversas tendencias del desarrollo azucarero durante esa etapa histórica e indagar sobre el estado de la producción azucarera entonces en la actual provincia de Sancti Spiritus.

El desarrollo azucarero cubano desde sus inicios hasta la toma de La Habana por los ingleses. La situación en Sancti Spiritus.

La industria que habría de marcar la evolución de la economía nacional durante más de dos siglos, sin embargo no surge tempranamente en Cuba, como muchos consideran, sino que, a diferencia de lo que ocurrió en la vecina isla de La Española, la producción azucarera comenzó a desarrollarse aquí muchos años después, aunque ello no significa que ya no se cultivara la caña en pequeña escala, pues resulta históricamente cierto que efectivamente Cristóbal Colón la trajo en uno de sus viajes a América y posteriormente debe haber sido introducida en el país, pero producir azúcar con el uso de determinadas tecnologías sucedió años más tarde. Al respecto Friedlaender (1978) plantea que la caña de azúcar ya se cultivaba en Granada, España desde el siglo XV, o quizás desde antes (1).
El autor anteriormente citado señala que: “En 1532 sometieron las autoridades de Baracoa y Santiago de Cuba una solicitud a Madrid pidiendo la atribución de partes de la renta real para comprar esclavos y fundar ingenios, pero por algunas alusiones en documentos posteriores, no parece que se lograron avances sustanciales en este sentido hasta fines de aquel siglo”. (Friedlaender, 1978: 17)
Precisamente existen dos breves, pero interesantes documentos acerca de este hecho, de los que se puede partir para hacer el recorrido hasta la actualidad de esa industria en el país, (Pichardo, 1973) y son, el Informe del Gobernador Juan Maldonado Barnuevo y la Solicitud de préstamo de quince vecinos de La Habana para fabricar ingenios. El primero data del 12 de agosto de 1598, lo que da la medida de las dificultades que planteó el establecimiento de esta producción en la Isla. Debe añadirse además que su despegue tampoco ocurrió como consecuencia de estos aislados esfuerzos, sino que se produjo años después.
El Informe de Maldonado sobre este particular se hizo a petición real y constata que cuando este asumió el gobierno de la ínsula, en el año 1593, había ya en las inmediaciones de La Habana algunos pequeños cañaverales, pero no se producía ningún género de azúcar, “sino algunas botixas de miel que se consumía entre los mismos vecinos” (Pichardo, 1973: 120), mientras que se traía entonces el azúcar desde Santo Domingo, anotándose que su precio era muy elevado; a seis Reales la libra y a veces más. Es de notar además, como datos de interés que ya se destacaba entonces, que la tierra para este cultivo era muy propicia por su gran fertilidad y que una vez que se plantaba la caña, en muchos años no había que hacer otra cosa que cortarla y sacar el fruto y que había plantaciones que se mantenían por espacio de quince y veinte años y que en Matanzas incluso hasta cuarenta.
Se dejaba establecido que desde tres años antes, es decir desde el año 1595, ya los vecinos de la villa se habían dado a la producción azucarera utilizando “trapiches y calderas pequeñas” (Pichardo, 1973: 121), y ya para entonces, habían exportando unas tres mil arrobas hacia Castilla, Cartagena y Campeche, además del que se consumía en el país, donde se había abaratado el producto y ya estaba a Real y medio la libra, pero se quejaba de que a pesar de estas evidentes ventajas, bajo las condiciones en que se producía y sin el apoyo real, no se podría aumentar más la producción, pues los pobladores no podían asumir los costos dada su relativa pobreza, por lo que se recababa que un préstamo real de cuarenta mil ducados para quienes se dedicaban a este cultivo, a pagar en el plazo de ocho años, con la seguridad de que sería devuelto el dinero con pingues intereses, además se exponía que internamente sería beneficioso para la iglesia que cobraría más diezmos por la mayor prosperidad de los habitantes y también las arcas reales en la Isla verían crecer sus rentas por el mismo motivo. Se destacaban las “ventajas comparativas que tal producción tendría en Cuba”, como lo haría dos siglos después Francisco de Arango y Parreño en su conocido Discurso sobre la agricultura en La Habana y medios de fomentarla. Ello evidencia el escaso interés que los monarcas españoles mostraron a esos razonamientos.
La propuesta para que se le otorgara el necesario crédito, exponía otras razones como eran, que el crecimiento productivo estimularía el aumento de la población de la ciudad y por lo tanto tendría esta una mejor defensa, lo que era una idea de peso, pues las disputas entre las potencias europeas por las colonias y particularmente el desarrollo del corzo y la piratería amenazaban constantemente a las poblaciones en la Isla. También se sugería el modo en que se podría repartir el préstamo, atendiendo al posible monto de las inversiones, favoreciendo a los que introdujeran tecnologías más productivas. Se debía hacer considerables gastos, fundamentalmente en “cobres” y “negros” El dilema de tener dinero para medios de producción y mano de obra, los dos factores fundamentales para la producción estaba planteado y tal interrogante habría de traer respuestas que con el paso del tiempo transformarían a la colonia.
El otro documento, la Solicitud…, a diferencia del anterior, es un esfuerzo de particulares, quienes también se dirigen a las autoridades reales para, con similares argumentos, pedir “cierta cantidad de dineros para los que fabricasen ingenios para hacer azúcar”. Ya para entonces los quince firmantes de la solicitud exponen que tienen ingenios y considerable cantidad de caña sembrada, pero que cuando llegara la cosecha en invierno, necesitarían otros medios complementarios, como los concebidos “calderas de cobre” (2) y las formas de barro en las que se debía cristalizar el producto, ya que en ambos casos no se producían en la colonia y había que traerla desde Europa.
La solicitada subvención parece, que no se consiguió, hasta comienzos del siguiente siglo, etapa en que ya estaban establecidos los primeros dueños de ingenios en La Habana, que fueron Vicente Santa María, Alonso de Rojas, Antonio Recio y algunos otros, (Friedlaender, 1978). En esa época existían ya algunos ingenios con trapiches  movidos por agua. Para la segunda década de aquel siglo se reportaba la existencia de varios ingenios en Santiago de Cuba y Bayamo.    
Ya a mediados del siglo XVII la producción se había afianzado y se desarrollaba con relativa fuerza, sobre todo en La Habana, donde a decir de Friedlaender (1978: 20), “se obtiene la impresión de que los capitales disponibles para el establecimiento de ingenios fueran más numerosos en la capital donde el comercio brindó muchas oportunidades que en la parte oriental”. El número de ingenios allí era, para el año 1700, de unos 80. Para la parte oriental debieron ser notablemente menos, pero no está bien precisada la cifra exacta.
El período 1700–1763, etapa que comienza prácticamente con el cambio dinástico en España, marca los inicios de cambios en la colonia, pero estos no se dan con rapidez, particularmente en lo que a la industria azucarera se refiere, aun cuando se verificó un significativo crecimiento, este fue mucho menor de lo pudiera esperarse, sobre todo por la escasez de capitales disponibles, la inseguridad de los tiempos y por la cautela del gobierno colonial a la hora de introducir reformas en su política comercial, particularmente en lo referente a la entrada de esclavos, como sí lo habían hecho otras potencias coloniales como Francia.
Fue esta una etapa en la que subsistieron muchas trabas para el despegue azucarero, lo que se sintió con particular fuerza en la parte oriental de la isla, donde también se hacía sentir los efectos de las guerras y los ataques de los corsarios. Hacia la quinta década de aquel siglo allí la situación de la industria era casi ruinosa y en La Habana, aunque algo mejor, la producción no se recuperaba tampoco. Ya en 1760 se reportaba que existían en los alrededores de la capital de la colonia de 70 a 80 ingenios, entre nuevos y renovados y en la oriental unos 50 pequeños, (Friedlaender, 1978). Los aumentos del volumen de producción en algo más de medio siglo eran aun discretos.
Le Riverend, (1974) también coincide en que en la primera mitad de ese siglo, la producción tabacalera superaba a la azucarera, la que, por otra parte no se acababa de expandir por toda la isla, pues, entre otras condicionantes, no se apartaba del centro comercial, pues necesitaba buenas comunicaciones. En esta época aun Cuba sufría la política monopólica del comercio español, además, al respecto señala que: “No se hubiera podido establecer un ingenio en Guane o Mayarí, como se establecieron vegas, aun cuando, en efecto, algunos de los ingenios que se crean en el siglo XVIII se apartan algo de las zonas de concentración, pero acercándose a las costas, con el designio de aprovechar el cabotaje”  (Le Riverend, 1974: 40).
Para tener una idea de la magnitud de aquellas empresas productivas hay que considerar que aun en 1761, según afirma este autor en la obra citada, comprendía 14 caballerías, incluyendo no solo las plantaciones y el batey, sino también una vega de tabaco, un platanar y terrenos con siembras diversas y en los que se empleaba un reducido número de esclavos.
En esta etapa la industria prácticamente se circunscribía a zonas de las actuales provincias de La Habana, Artemisa, Mayabeque y por la costa se corría hasta la vecina jurisdicción de la ciudad de Matanzas. La otra zona se ubicaba en las cercanías de las ciudades de Bayamo y Santiago de Cuba.  En la región central comienza a aparecer al iniciarse ese siglo, con un movimiento proveniente del occidente.
La expansión de la industria azucarera se empezó a desarrollar a mediados de ese siglo gracias a las primeras medidas de protección de la producción del azúcar, pero según Le Riverend, (1974: 41): “Las plantaciones cañeras no parecen haber salido a conquistar el interior de Cuba, más que cuando, saturadas las zonas de mejores comunicaciones, fue preciso alejarlas cada vez más de los centros originarios”. También para que se pueda tener una idea de referencia, puede señalarse que según Del Risco (1995), aun en 1774, existían unas 9 196 326 ha de bosques en Cuba, lo que es un 83 % del territorio nacional.
En la región de la actual provincia de Sancti Spiritus, el primer emporio azucarero se desarrolló en las cercanías de la ciudad de Trinidad, en el conocido Valle de los Ingenios, pero la producción a escala importante es de años después de la toma de La Habana por los ingleses, cuando se aprovecharon las medidas de apertura comercial tomadas por la Corona, incluso, cuando el Barón Alejandro de Humboldt estuvo en esa villa, a inicios del año 1800, la producción de azúcar aun no era muy considerable; al respecto señalaba que: “La exportación de azúcar de Trinidad (atendiéndose al registro de La Habana) no excedía todavía de 4 000 mil cajas” (Humboldt, 1998: 242)
Sobre lo anterior Moreno (1978) señala que el avance de la industria desde los centros iniciales del occidente del país se verifica precisamente ya en las últimas décadas del siglo XVIII, ello le permitió incluso desarrollarse ya desde los primeros tiempos con notable nivel técnico, pero ciertamente aunque el auge fue rápido, tampoco duró tanto tiempo la época de bonanza económica, pues el declive de la producción comenzó a partir de la crisis azucarera del año 1857, por ello este expresa en su obra que: “Con su rancio sabor colonial, sus casonas abandonadas, sus callejuelas cargadas de historia, y el enjambre de iglesias que lanzan hacia el cielo sus orgullosos campanarios, Trinidad subsiste como un viejo cadáver azucarero (Moreno, 1978: 143).   
Sancti Spiritus por su parte tampoco experimentó desarrolló azucarero en todo el siglo XVIII; al respecto el autor antes citado apunta que: “En los campos aledaños a la centenaria villa de Sancti Spiritus tampoco se conoció la vida azucarera hasta muy entrado el siglo XIX” (Moreno, 1978: 144), lo que es lógico dado el aislamiento de este territorio, lo que en esa época invalidaba cualquier desarrollo de esa industria.
La industria azucarera también se desarrollaría ya avanzado el siglo XIX en la región norte de la actual provincia espirituana, siguiendo el camino desde el oeste.
Todo el notable desarrollo que se alcanzó en aquella centuria en diversas regiones del país fue posible por el desarrollo de las comunicaciones y particularmente del ferrocarril.

Conclusiones.

Durante todo el siglo XVII y toda la primera mitad del siglo XIII, la producción azucarera se concentró fundamentalmente en la parte occidental del país, donde era ya relativamente viable su desarrollo en regiones de fácil acceso al puerto habanero. En mucho menor escala también en los alrededores de las ciudades de Bayamo y Santiago de Cuba, mientras que el desarrollo de otros centros productores se verificaría solamente después de la toma de la Habana por los ingleses en 1763, cuando surgieron condiciones que propiciaron su paulatino despegue; particularmente en la región de la actual provincia de Sancti Spiritus descuella por la importancia que fue adquiriendo, la zona de Trinidad, aunque en realidad la época de mayor esplendor de la producción allí tuvo lugar en la primera mitad del siglo XIX.

Notas.

  • Este mismo autor señala que en la Islas Canarias había a mediados del siglo XVI unos 30 ingenios y que en Cuba probablemente se sembró caña desde la tercera década del siglo XVI, pero se extraía el jugo “de forma muy primitiva”.
  • Entonces los medios tecnológicos en general se hacían de ese metal y así se conocían.

 

 Bibliografía.

  • Arango, F. (2005) Francisco de Arango y Parreño. Obras.  Vol. I y II. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana.
  • Del Risco, E. (1995) Los bosques de Cuba. Editorial Cinético-Técnica, La Habana.
  • Friedlaender, H. (1978) Historia Económica de Cuba. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana.
  • Humboldt, A. (1998) Ensayo político sobre la Isla de Cuba. Fundación Fernando Ortiz, La Habana.
  • Le Riverend, J. (1974) Historia Económica de Cuba. Editorial Pueblo y Educación, La Habana.
  • Moreno,  M. (1978) El Ingenio. Complejo económico social cubano del azúcar. Historia Económica de Cuba. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana.
  • Pichardo, H. (1973) Documentos para la Historia de Cuba. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana. Tomo I.


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