Revista académica de economía
con
el Número Internacional Normalizado de
Publicaciones Seriadas ISSN
1696-8352
Yesica Fernández Malo (*)
yesicafernandezmalo@gmail.com
Durante los dos últimos decenios, las remesas de los trabajadores hacia América
Latina han aumentado en 10 veces en términos reales. América Latina ocupa el
primer lugar en la clasificación de las regiones que reciben remesas, tanto en
términos de volumen (US$48.000 millones en 2005) como en términos per cápita (un
promedio de unos US$90 por persona en 2005). En la región, las remesas son
particularmente importantes para los países de América Central y el Caribe. Por
ejemplo, las remesas en 2005 representaron el 25% del Producto Interno Bruto
(PIB de aquí en adelante) de Guyana y de Haití, mientras que en Honduras,
Jamaica y El Salvador, la cifra fue de 22%, 19%, y 17%, respectivamente. En
términos del volumen, el país con los mayores flujos absolutos de remesas es
México, nación que según los cálculos habría recibido US$20.034 millones en 2005
o 45% del total de flujos hacia América Latina ese año. Lo anterior convertiría
a México en el tercer mayor receptor mundial, como se puede ver en el Grafico
No. 1 (después de China e India). En la región, a México le siguen Brasil y
Colombia, países que ocuparon el 19º y 20º lugar, respectivamente, entre las
naciones que reciben más remesas en el mundo, con flujos de US$20.000 millones y
US$4.000 millones, respectivamente, en 2005.
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Para citar este artículo puede utilizar el siguiente formato:
Fernández Malo, Y.: "Colombia y América Latina: impacto económico y social de la emigración y las remesas" en Observatorio de la Economía Latinoamericana, Nº 134, 2010. Texto completo en http://www.eumed.net/cursecon/ecolat/co/
Esto ha hecho que las remesas sean uno de los principales sustentos de millones de personas en América Latina, además de una importantísima fuente de divisas para muchos países. Según estimaciones del Fondo Multilateral de Inversiones (FOMIN) del Banco Interamericano de Desarrollo, América Latina y el Caribe recibirán unos USD 62.000 millones en remesas de sus emigrados en el 2009, una reducción de 11% en comparación con el 2008; estimación que refleja el impacto de la crisis económica global en los trabajadores emigrantes, que en su mayoría viven en países industrializados que han sufrido recesiones, como los Estados Unidos, España y Japón.
Esto es perjudicial, sobre todo para el desarrollo humano, más si se tienen en cuenta las cifras oficiales del Instituto Mundial de Cajas de Ahorro (IMCA) del año 2003, en donde cerca de cien millones de emigrantes mantenían anualmente a casi quinientos millones de personas a través de envíos de dinero por valor de 100.000 millones de dólares, cifras que se duplican cuando se tienen en cuenta los canales no oficiales. Es decir, estas millonarias cifras están convirtiendo lo que parecía un problema social de unos pocos, en un problema global.
El diario la Nación afirma que “Desde inicios de la década de los ochenta, los fondos que los emigrantes envían a sus familias en Latinoamérica aumentaron a un ritmo promedio anual de 12,4%, la tasa más elevada de crecimiento entre distintas regiones del mundo”. De hecho, América Latina es la región líder en recepción de remesas, con un tercio del flujo mundial. Oficialmente se habla de que las remesas constituyen más del doble de los flujos oficiales netos (menos de 30.000 millones) y son la segunda fuente de financiación externa para los países en desarrollo después de la Inversión Extranjera Directa -IED-, con cifras alrededor de 133.000 millones de dólares.
En el 2008, los emigrantes dependieron de sus ahorros para mantener un ritmo sostenido en mandar dinero a sus familias. Sin embargo, en 2009, se destaca que casi un millón de personas no podrán remitir dinero; que sólo 40% de quienes están desempleados continuarán enviando remesas, y que 25% de los que tienen empleo remitirán 10% menos del monto que enviaban. Las implicaciones de la crisis para las economías latinoamericanas y caribeñas son diversas. En primer lugar, aproximadamente un millón de hogares que antes recibían remesas no continuarán percibiendo dinero por este concepto, en 2009, y otros cuatro millones recibirán 10% menos. Esto significa que, en general, estos hogares perderán una fuente significativa de recursos que representan entre 65% y 70% de la totalidad de sus ingresos.
Cuando examinamos la crisis global, Estados Unidos (el país donde reside el 65% de los emigrantes latinoamericanos y caribeños, y en el cual se origina 75% de las remesas) se convierte en un punto de partida para analizar el efecto de la crisis sobre los emigrantes. La recesión económica ha afectado a todos los trabajadores, incluso a los emigrantes, bien sean calificados o no calificados. Al comparar los índices de desempleo entre inmigrantes latinos desde el comienzo de la crisis en el último trimestre del año 2007 hasta el cuarto trimestre de 2008, se observa un aumento de 5,1 a 8,0 por ciento, es decir, 2,9 puntos porcentuales, lo cual son tasas similares a las registradas durante la recesión previa. En comparación, el índice de desempleo para todos los trabajadores en Estados Unidos se ha incrementado de 4,6 a 6,6 por ciento, es decir, 2,0 puntos porcentuales, durante los mismos períodos, tal como se muestra en el Gráfico No. 2. En España, las estadísticas no resultan concluyentes; sin embargo, se estima que unos 350,000 emigrantes han sido despedidos de sus empleos y que el índice de desempleo es 17 por ciento.
En términos de los índices de desempleo, los inmigrantes de México y América Central han sufrido de manera desproporcionadamente mayor que los trabajadores de origen extranjero nacidos en Estados Unidos y los nacidos en otros países. Del tercer trimestre de 2007 al tercero de 2008, el desempleo se elevó de 4,5 a 7,0 por ciento en el caso de los trabajadores nacidos en Centroamérica, y de 4,3 a 6,3 por ciento en el caso de los trabajadores nacidos en México. En general, los hispanos nacidos en el extranjero mostraron el porcentaje más alto de incremento en los índices de desempleo durante el período antes mencionado.
Uno de los aspectos positivos de las remesas en América Latina sobre el desarrollo se relaciona con el impacto en materia de capital humano. De hecho, una parte significativa del dinero recibido ha sido aprovechado para financiar los gastos de educación y de salud. Muchos niños pueden seguir sus estudios y numerosas familias pobres pueden pagar los servicios de salud gracias al apoyo financiero de un familiar en el exterior. La consecuencia grave es que casi todos los países receptores de remesas, que se hicieron dependientes de este rubro, no han podido subsanar la perdida de este ingreso; existen estrategias propuestas por los gobiernos de América Latina para enmendar esta falta. Se sabe como tal que los emigrantes están contando con sus ahorros a fin de mantener un ritmo sostenido en los envíos de dinero a sus familiares. Mientras duren sus ahorros, soportarán la crisis económica con relativa fuerza.
En Colombia puede decirse que la emigración de colombianos se activó durante la recesión de 1998-1999, explicando así por qué las remesas pasaron de US $758 millones en 1997 a US $4.842 millones en 2008, con una tasa de crecimiento anual promedio de 19.54% durante ese lapso, como puede verse en el grafico No. 3.
No deja de llamar la atención, sin embargo, la orientación a la baja. En el primer semestre del 2009, según el Banco Mundial, las remesas cayeron un 7% en República Dominicana, un 10% en El Salvador y otro 10% en Guatemala. En México las remesas sumaron poco más de USD 11 mil millones durante el mismo período, lo que significó una reducción anual de casi el 12 %.
La debilidad del mercado laboral en EE.UU, especialmente en el sector de la construcción, ha afectado negativamente, principalmente a partir de la segunda mitad del año, el volumen de remesas que los inmigrantes latinoamericanos envían a sus países de origen. En este contexto, el volumen de remesas destinadas a América Latina y el Caribe descenderá este año a 60.000 ó 58.000 millones de dólares.
En Colombia el monto de las remesas recibidas durante los tres primeros trimestres del 2009 tuvo una reducción del 17% respecto con los tres primeros trimestres del 2008, como se puede ver en el grafico No. 4 que se explica fundamentalmente por el aumento del desempleo tanto en Estados Unidos, como en España por la recesión de sus economías, que afecta a la población inmigrante colombiana. Al respecto, se debe tener presente que los dos países concentran a la mayor parte de los migrantes colombianos.
La reducción de las remesas recibidas por el país, tiene un impacto económico y social negativo que se traduce fundamentalmente en una disminución del consumo interno, afectando la satisfacción de las necesidades básicas de las familias que reciben las remesas desde el exterior, particular que puede significar un aumento de la pobreza. Más aun cuando las remesas recibidas del exterior constituyen una fuente significativa de ingresos para los hogares, en general, del Área Metropolitana Centro Occidente –AMCO- , pues representan el 10% de sus ingresos totales, un porcentaje importante de la liquidez y del ingreso disponible de la región. Los hogares receptores utilizan alrededor del 85% del valor de la remesas para financiar gasto recurrente. En dicha región de Colombia, el 75% del consumo básico de los hogares depende de esta fuente de ingresos, la información más detallada sobre los hogares dependientes de remesas o los que no dependen de ellas se puede ver en la Tabla No 1.
En América Latina, los países más dependientes de las remesas son: República Dominicana, Guyana, Haití, Honduras, Nicaragua y Paraguay. Cada uno de estos países depende considerablemente de sus emigrantes, puesto que 60% de la población tiene un familiar en el extranjero y casi la mitad de estos hogares recibe remesas. Entretanto, el flujo agregado de estas transferencias suma un mínimo de 15% del PIB. En su mayoría, las remesas suponen 65% de los ingresos de estos hogares. Por lo general, esto representa un promedio de al menos 3.000 dólares al año. Mientras 5% de todos los hogares destinatarios de remesas se verá afectado por la pérdida de ingresos, el efecto sobre el crecimiento y el consumo será considerable, debido al impacto que dichos ingresos tienen sobre el gasto doméstico y el consumo local de alimentos. Por lo tanto, la disminución del número de hogares que reciben remesas representa pérdidas significativas en los países que son altamente dependientes de las remesas y vulnerables a las turbulencias externas.
Las remesas de los inmigrantes que trabajan en España a sus países de origen sumaron 7.840 millones de euros en 2008, un 7,1% menos que en el año anterior, según los últimos datos publicados por el Banco de España. Se trata de la primera caída en envíos en estos últimos años de alta afluencia de inmigrantes. Ecuador, Colombia y Bolivia son los países que podrían verse más afectados.
Este descenso fue especialmente acusado en el cuarto trimestre del año 2008, cuando las remesas se redujeron más de un 20% respecto al mismo periodo de 2007, hasta 1.839 millones de euros, situándose en el nivel más bajo de todo el año. Respecto, al trimestre anterior, este resultado supuso un recorte del 11,3%. Los datos de la autoridad monetaria ponen de manifiesto el impacto de la crisis económica y del incremento del desempleo entre la población extranjera, que aumentó un 5,2% en el mes de febrero de 2009, con lo que los inmigrantes en paro sumaban dicho mes 473.091 desempleados, con un repunte de 214.726 parado en el último año, según datos del Ministerio de Trabajo e Inmigración de España.
Ecuador, Colombia y Bolivia son los países que reciben más remesas desde España y cuyas economías pueden verse más afectadas. En 2007, el 65% de las remesas de España fueron a Latinoamérica. Para Bolivia, los envíos desde España suponen el 10% de su PIB y en 2008 las remesas bajaron un 5%, según datos oficiales. Le siguen en PIB Ecuador 4% y Colombia 1%.
El profesor Khoudour Cateras de la Universidad Externado de Colombia, explicó esto como las remesas son una «trampa de pobreza»; hoy esto se puede percibir como una realidad. Cuando sabemos que el principal estímulo de los emigrantes para de salir del país es la falta de empleo, y cuando hoy aun se reconoce que las autoridades públicas no han dado una solución a este problema, en el grafico No. 5 se puede ver la relación de la tasa de desempleo con la salida de colombianos, esto deja ver como la salida de colombianos es una más de las causas que hace que se reduzca la tasa de desempleo nacional; entonces podemos darnos cuenta que la emigración se considera como una forma de exportar los problemas y no se busca una solución a nivel interno. La reducción del desempleo debe ser el resultado de una política activa de creación de empleo y no de la salida masiva de los desempleados.
Si bien las autoridades públicas deben fijarse como objetivo la reducción de los costos de envío de las remesas, la promoción de la democracia financiera y la canalización de las remesas hacia la inversión productiva, no se debe olvidar que la clave del desarrollo reside en las reformas estructurales internas. De hecho, la experiencia internacional revela que, en general, la emigración no constituye una solución para el desarrollo. Algunos países, como Marruecos, Argelia e incluso México, han recibido remesas durante varias décadas y, a pesar de ello, no han podido ofrecer opciones viables de desarrollo a su pueblo. En este sentido, la emigración se ha convertido en un proceso perverso, las fallas de las políticas económicas y sociales se traducen en un aumento de las salidas hacia los países industrializados, lo que a su vez hace que las autoridades públicas no sientan la necesidad de llevar a cabo las reformas necesarias para salir del subdesarrollo.
Aún cuando esta situación representa todo un desafío, todavía se pueden hacer cambios con el fin de mitigar la reducción de los flujos de remesas. Los gobiernos, las agencias de asistencia para el desarrollo y las organizaciones sin fines de lucro, en particular, pueden concentrarse en la puesta en práctica de una serie de medidas, que deben tener como punto de partida comenzar a tomar más en serio la realidad de las remesas internacionales. Más aún, la cooperación y la política también pueden enfocarse en alentar a los emigrantes a invertir en sus países de origen, incrementar los conocimientos sobre finanzas entre los emigrantes y sus familiares, y ofrecer más servicios financieros a quienes envían y reciben remesas.
Sin embargo, la llegada regular de giros procedentes del exterior plantea también una serie de problemas. En primer lugar, las remesas tienden a producir una dependencia financiera que puede poner a los hogares receptores en dificultad cuando los familiares en el exterior dejan, sea de manera coyuntural o definitiva, de enviar dinero. En segundo lugar, las remesas pueden ampliar las desigualdades tanto sociales como geográficas. En efecto, el proceso de emigración afecta esencialmente a las clases medias-bajas y no tanto a los hogares más pobres que no tienen los recursos financieros suficientes para emprender el viaje al exterior. El resultado es una ampliación de la brecha social entre los hogares receptores de remesas y los demás. En todo caso, las remesas no deben volverse un objetivo, sino un instrumento de la política pública. En efecto, no hay que olvidar que las remesas pertenecen a los migrantes y a su familia. Son el resultado de muchos esfuerzos y sacrificios, y sería una ilusión pensar que el Estado puede adueñarse de ellas.
El impacto del descenso de las remesas sobre las economías de los países puede tener varias dimensiones, incluyendo el balance y decrecimiento macroeconómico, el aumento de la pobreza, la destrucción de activos. El impacto es mayor en los países que dependen más de las remesas en términos per cápita o de ingresos.
* Coordinadora del Observatorio sobre Desarrollo Humano de la Universidad Autónoma de Colombia; profesional en Relaciones Económicas Internacionales de la Universidad Autónoma de Colombia y estudiante de la maestría en Economía de la Universidad Externado de Colombia