Revista académica de economía
con
el Número Internacional Normalizado de
Publicaciones Seriadas ISSN
1696-8352
Rodrigo García Arancibia (CV)
Universidad Nacional del Litoral, Argentina
arquimediano@hotmail.com
Resumen
En diferentes momentos de la historia de la provincia de San Juan,
su población se vio enfrentada a situaciones de sequía que
produjeron efectos adversos en el agro sanjuanino, ya que toda su
superficie se caracteriza por regímenes climáticos áridos o
semiáridos. Las fuentes superficiales son de carácter eventual,
debido a que estas quedan determinadas por las precipitaciones
níveas invernales, constituyendo luego los caudales de los
principales ríos. Así el factor agua superficial para irrigación
posee una varianza significativa, constituyendo un elemento
determinante de la función de riesgo de los agricultores, y por lo
tanto, de la oferta agropecuaria. Productores y dirigentes políticos
han enfrentando esta escasez y volatilidad de recursos hídricos con
la construcción de diques y mediante la realización de perforaciones
con el objetivo de extraer agua de los acuíferos subterráneos, y así
poder asegurar, dentro de los márgenes posibles, un permanente y
constante riego. Bajo estas condiciones de la provincia, el agua
brinda al agricultor, del mismo modo que la tierra, el locus standi
para desarrollar su actividad.
El objetivo del presente trabajo es estudiar el rol a las aguas
subterráneas en la producción y expansión agrícola de la provincia
de San Juan, y el papel que juegan las tecnologías de riego; para
brindar instrumentos de teoría económica que sirvan para el análisis
de las futuras políticas dirigidas a promover el desarrollo agrícola
provincial, en el afán de optimizar el uso de este recurso para que
la agricultura sea perdurable en el tiempo y ambientalmente
sustentable.
Palabras Claves: Desarrollo Económico Sustentable
– Aguas Subterráneas - Agricultura de Regadío – Provincia de San
Juan
Para citar este artículo puede utilizar
el siguiente formato:
García Arancibia, R.: "Las aguas subterráneas y la
tecnología de riego en el desarrollo agrícola de la provincia de San
Juan" en Observatorio de la Economía Latinoamericana Nº
81 junio 2007. Accesible a
texto completo en http://www.eumed.net/cursecon/ecolat/ar/
I. Introducción
Desde la perspectiva histórica, el desarrollo agrícola en la
provincia de San Juan juega un rol fundamental para el desarrollo
económico local. El papel de la agricultura en éste, depende de la
etapa de la historia económica en que un país (o provincia) se halla
y, especialmente en la época en que el progreso económico se vuelve
una gran aspiración social. Por consiguiente, el énfasis que el
Estado da a la agricultura, y las formas particulares que tome la
política agrícola, deben variar correlativamente.
Adicionalmente, debe tenerse en cuenta las características propias
de los cultivos sanjuaninos como ser la vitivinicultura, la
olivicultura y la horticultura, determinados suficientemente por las
propiedades climáticas, ambientales y geológicas, donde el riego es
indispensable y la fuerte variabilidad de las fuentes superficiales
de agua significa un factor de riesgo inevitable para la actividad
agraria. El sistema hídrico de mayor importancia es el que
corresponde al Río San Juan con un caudal medio de 65.1 m3/seg.
correspondiente al periodo que va desde 1909 hasta 1999, y una
desviación estándar significativa de 39.51 m3/seg., alcanzando
durante ese siglo, un máximo de 223.7 m3/seg. en 1919 y un mínimo de
19.9 m3/seg. en 1968 correspondiente a un periodo de gran sequía
(Anexo: Tabla 1). Hay que remarcar que este caudal tan variable es
el principal determinante del agua disponible para la red de riego y
para alimentar el acuífero subterráneo.
La estructura parcelaria de San Juan se caracteriza por una gran
división de las tierras, donde aproximadamente el 70% de los
establecimientos agropecuarios tiene menos de 10Ha (Secretaría de
Planificación, 1991). Esto nos dice que la capacidad de expansión
agraria mediante la incorporación de nuevas tecnologías de riego,
mediante la extracción de agua subterránea, puede verse limitada
debido a los costos que deben incurrir estos pequeños agricultores.
El Estado Provincial supo entender las necesidades de grandes
inversiones en infraestructura hidráulica que favorezcan a la
agricultura regional, como ser la construcción de diques, represas,
y canales .
Los incentivos para ampliar la superficie cultivada y aumentar la
productividad de las tierras que actualmente se trabajan, están
determinados por el beneficio y el riesgo esperado de los
agricultores, donde estos depende de varios factores, como ser los
precios esperados, la política tributaria, los coste del capital y
las condiciones climáticas, entre otros. Pero la fuerte variabilidad
de las fuentes superficiales de agua significa un factor de riesgo
adicional en regiones áridas donde la agricultura puede ser llevada
a cabo efectivamente mediante la irrigación de las tierras. Por lo
tanto, todos los esfuerzos en “suavizar” la oferta de agua,
disminuye el riego esperado para un beneficio dado. De aquí la
inmensa importancia en inversiones encarriladas a tal fin, para
lograr una desarrollo agrícola a través del mejoramiento en al
eficiencia de las tierras ya utilizadas y en aumentar las
posibilidades de expansión de este sector, con su consecuente efecto
derrame.
El presente trabajo se organizará del siguiente modo: el la sección
II, se brindará una introducción de la estructura agrícola
sanjuanina, específicamente los valles de Tulum, Ullum y Zonda, que
concentran la mayor superficie cultivada, mostrando las diferentes
reestructuraciones que se fueron realizando a través del tiempo,
consecuentes del cambio de demanda, como también las posibilidades
de expansión agraria. También se realizará un estudio sobre las
aguas subterráneas ,utilizando la teoría económica para el análisis
de las cantidades óptimas de extracción y su relación con la
regulación sanjuanina . En el punto IV se contemplará el papel de la
inversión y la tecnología de riego en el sector. Por último, se
finalizará con las conclusiones del trabajo.
II. La Agricultura y las Aguas Subterráneas
Para entender la situación actual del sector primario de la
provincia de San Juan, es conveniente conocer las diferentes
reestructuraciones que fue teniendo a lo largo de la historia y las
obras hídricas construidas a fin de expandir este sector. La
necesidad de un control de la oferta de agua para satisfacer la
demanda, ha crecido a través del tiempo y hoy en día la estabilidad
de las fuentes hídricas es mucho mayor que en tiempos atrás. Este
control de la entrega de agua determinó en un principio una gran
dimensión del Estado Provincial, como lo fue en varias
Naciones-Estados del mundo, donde las obras hídricas significaron un
gran poder centralizado. En la actualidad, la extracción de agua de
acuíferos subterráneos es una inversión llevada a cabo por
agricultores individuales en el afán de eliminar la fuerte
estacionalidad de las fuentes superficiales o en caso de que no
tenga acceso directo a estas últimas. La complementariedad de las
inversiones publicas y privadas van eliminando, como se verá mas
adelante, el riesgo del agricultor e incentivando al sector a
expandirse.
II.1 La Estructura Agraria y las Obras Hídricas: Una breve reseña
histórica
Grandes cambios estructurales han ocurrido a lo largo de la
historia de la agricultura sanjuanina. Mientras que en sus comienzos
predominaba la agricultura de tipo extensiva, como ser la alfalfa,
el trigo, el maíz y la cebada, fue haciéndose intensiva a través del
tiempo, predominando luego la vid, los olivos y las hortalizas. Es
así que en 1874 eran cultivadas 63.334 has., de las cuales la
alfalfa representaba el 84,4%, los cereales el 13,2%, mientras que
la vid solo el 3,2% (Cuadro II – Anexo)
Hacia finales del siglo XIX esta estructura agraria comienza a
cambiar, aumentando la superficie en viñedos y disminuyendo la
participación de los cultivos extensivos. En 1914, la
vitivinicultura comienza a ser el segundo cultivo más importante,
donde la superficie con alfalfa era de 43.300 has. , la vid tenía ya
23.542 has. cultivadas y los cereales 15.512 has.. Es importante
destacar que la vid, la cual es mas trabajo y capital intensiva,
comienza su desarrollo en los departamentos de Capital, Santa Lucia,
Rawson y Albardon, los cuales fueron constituyendo los principales
asentamientos poblacionales y donde se manifiestan los principales
eslabonamientos generados por el sector primario.
Para este primer periodo ya podemos encontrar las primeras
inversiones hídricas de gran importancia. La primer obra de
irrigación se realizó en el año 1818 en el departamento de Pocito
caracterizado por esos tiempos por sus cultivos en alfalfa y
cereales, construyéndose el Canal Pocito, destinado a brindar agua a
estas tierras; posteriormente se realizo el Canal Angaco y luego el
Canal Caucete, instaurándose de a poco en la sociedad una conciencia
de la necesidad de este recurso para la actividad primaria. En 1860
el problema del riego comienza a resultar complicado debido tanto a
crecidas y desbordes del río San Juan, construyéndose el Dique de la
Quebrada de Zonda, llamado mas tarde Dique Soldano, embalsando
parcialmente los desbordes, pasando luego por varias
reconstrucciones y mejoras. En 1915 se construye el Dique Nivelador
La Punilla, que como su nombre lo indica, tenia la función de
nivelar los caudales de agua.
Ya para 1937 la vitivinicultura comienza a tener la mayor proporción
de tierras cultivadas con 24.455 has., siguiéndole la alfalfa con
23.540 has. y los cereales con 17.620 hectáreas. También comienza un
periodo de diversificación, implantándose nuevos cultivos,
principalmente olivos y hortalizas. Esta tendencia continúa,
teniendo una reacción fuerte a partir de 1947.
En el año 1942 se crea el Departamento de Hidráulica por parte del
Estado Provincial, dos años mas tarde con la sanción de la ley
provincial N° 1009 se desarrolla la impermeabilización de todos los
canales de riego de la provincia (Departamento de Hidráulica, 1999).
Sobre la base del dique Nivelador la Punilla, se construye en 1949,
una obra de mayor envergadura, el dique nivelador Gobernador José
Ignacio De la Roza, con canales impermeabilizados que complementaban
esta obra.
En 1970 la estructura agraria se componía de 57.455 has de vid,
12.101 has. de cereales y forrajeras, 7.529 has en olivos, 6.380
has. con hortalizas y 3.035 has. de frutales. En esta década se
realiza la construcción de la obra hídrica de mayor importancia en
la provincia, el Dique Embalse de Ullum, con un almacenaje de 440
Hm3, de gran significado para la agricultura y el desarrollo
sanjuanino. Sin embargo, a pesar de esta construcción, durante los
meses de verano el río San Juan continúa siendo el principal
alimentador del acuífero subterráneo, pero en los meses de mayo a
noviembre, la represa de Ullum constituye la principal fuente de
recarga (Pellegrino y otros, 1984).
A partir de 1980 los olivos comienzan a perder la importancia que
habían adquirido, revirtiéndose esta tendencia durante la década del
90´. Esto se debió fundamentalmente con la instrumentación de la Ley
Nacional N° 22.973 de diferimientos Impositivos, que apunta al
diferimiento del pago de impuestos a empresas que invirtieran en el
sector primario de varias provincias, entre las que se encuentra San
Juan, el cual dejo de tener vigencia en el año 2000, pero sus
efectos fueron de tal importancia que implicaron una nueva
estructura agraria de la provincia.
El gran impulso de la vid a partir de 1970 llegaría hasta 1985,
periodo en el cual comienza a declinar la superficie cultivada de
esta. A partir de 1991 este sector comienza a repuntar nuevamente.
La disminución registrada en la vid podría asociársela con la nueva
reestructuración que tuvo que realizar este sector a finales del
siglo XX, debido al cambio en la demanda de vinos comunes a vinos
finos con aceptación en el mercado externo. Este desplazamiento fue
incentivado por parte del programa de diferimientos, el cual
facilitaba el traspaso hacia uvas de mesa de exportación y uvas
finas para vinificar, imponiéndole el Estado Provincial límites para
la producción de vinos, a fin de tener un margen para la producción
de mosto, puesto que este ultimo implica una considerable entrada de
divisas.
De este modo, en la nueva estructura agraria, los cultivos mas
importantes son la vid, los olivos y los frutales, con 47.529 has.,
14.020 has y 11.074 has. respectivamente.
II. 2 Expansión agrícola y recursos hídricos
Dadas las características propias del sector agrícola con
respecto a la dependencia de variables aleatorias, como ser la
cantidad de agua disponible para regiones áridas donde la
agricultura solo puede ser llevada a cabo mediante el riego, el
control de las fuentes de agua determina gran parte de los riesgos
agropecuarios. Es decir, si la cantidad a sembrar de un determinado
cultivo j en el año t depende del beneficio esperado en ese mismo
año respecto a otros cultivos y del riesgo esperado, cualquier
inversión que tienda a disminuir el riesgo esperado para un
beneficio esperado dado aumentará la cantidad sembrada de dicho
cultivo. Es decir que, luego de la construcción de una obra
hidráulica que tienda a mejorar la entrega de agua para riego, el
incentivo para la expansión agraria debería ser mayor.
Para el caso de San Juan debe realizarse una filtración de las
diferentes reestructuraciones para poder contemplar los efectos
directos de la disminución de la variabilidad de agua en el área
cultivada. Los cambios estructurales implican ciertos costes que
podría implicar una disminución en el beneficio esperado y disminuir
el área sembrada en un determinado año, a pesar de que los riesgos
hídricos hayan disminuido. La evolución del área cultivada puede
apreciarse mediante el Gráfico I.
Hasta 1960 puede apreciarse una tendencia creciente en la superficie
cultivada, con una leve caída en el periodo 1961-63, con una fuerte
recuperación hasta finales de los 70´. En este periodo como se vio
anteriormente, habían sido construidas obras como el Dique Soldano y
el Nivelador La Punilla para controlar el caudal del río San Juan.
Los resultados pueden verse comparando las varianzas para dos
muestras en los diferentes periodos. Del Cuadro I, se calculó el
desvío estándar del caudal del río para el periodo 1909-1934 y
1935-1961 siendo de 52,617863 m3/seg. y 30,0626 m3/seg.
respectivamente. Esto muestra como un periodo de expansión agraria
se corresponde con una menor variabilidad de las fuentes de agua.
Hay que tener en cuenta que en este periodo hay una reestructuración
donde la agricultura comienza a volcarse en la vid.
Luego de 1972, con la construcción del dique de Ullum, la superficie
cultivada crece a un gran ritmo, alcanzando niveles nunca vistos en
al historia agrícola de la provincia, fundamentalmente por la vid.
Para esta década la variabilidad del río San Juan es de 29,56
m3/seg., y para el periodo de 30 años a partir de 1970 el caudal
tiene una desviación estándar de 33,64 m3/seg.. A comienzos de los
80´ hay una disminución en la superficie cultivada, recuperándose a
principios de los 90´ mostrando una tendencia creciente en toda la
década. Este movimiento puede asociarse, a las crisis propias de la
vitivinicultura, y a la reestructuración que le sigue luego.
De este modo, las inversiones públicas hídricas han jugado un rol
fundamental en la expansión agraria de la provincia. Luego de que la
variabilidad de los caudales del río ha sido disminuida
significativamente, la disponibilidad y variabilidad de la oferta de
agua comienza a depender de las inversiones privadas en aguas
subterráneas.
II.3 Las Aguas Subterráneas en la Agricultura
El análisis de las fuentes superficiales y la expansión agraria
realizado en el apartado anterior, se realizó a fin de probar la
dependencia de la agricultura a la entrega de agua. A pesar del
aporte realizado por la inversión pública, la inversión privada en
la realización de pozos para extracción del agua comenzó a
realizarse a principios de los 60´ inducido por las recurrentes
sequías y la escasa infraestructura hídrica hasta entonces. Luego
con la construcción del embalse de Ullum, la variabilidad de las
fuentes superficiales disminuye y la cantidad de perforaciones
comienza a disminuir. Hoy en día la expansión agraria queda
fuertemente vinculada a la utilización de aguas subterráneas, pues
estas no solo permiten complementar el riego en tierras donde
existen fuentes superficiales sino también que permiten al expansión
hacia tierras sin derecho a riego, es decir, que juegan tanto un
papel de complementarias como sustitutas de las aguas superficiales.
Gran papel ha ejercido sobre la utilización de aguas subterráneas el
impulso de las tecnologías de irrigación, punto que se tratará en la
Sección III.
Del total del área regada aproximadamente el 71% utiliza fuentes
superficiales, el 4% aguas subterráneas y el 25% ambas fuentes
(Miranda O., 2001). Sin embargo, para el periodo de cálculos de los
datos (1991-2001) el área cultivada representa no mas del 66% del
área empadronada. Por lo tanto existe un gran margen de expansión,
una expansión que solo puede lograrse mediante riego, y es aquí
donde las aguas subterráneas deben jugar un rol fundamental.
Los costos de perforación no son para nada despreciables, al igual
que los costes de extracción, los cuales dependerán de las tarifas
eléctricas o del precio del combustible, dependiendo de cual se use
para el bombeo.
Las principales cuencas subterráneas son las del valle de Tulum y la
de Ullum y Zonda, siendo de mayor tamaño la primera, llegando a
almacenar 500.000 hm3. La profundidad para el bombeo de agua va
desde muy pocos metros, hasta un máximo de 100m, variando por lo
general entre 2 m. y 30 m., mientras que existen perforaciones de
hasta 500 m. (Agie, J., 1968 ; Furlotti y otros, 1984).
Un estudio detallado de la demanda de agua subterránea puede
encontrarse en el trabajo de Omar Miranda (1999) utilizando como
indicador del patrón de consumo de agua subterránea a la energía
eléctrica en donde muestra que entre los 3600 pozos, los
departamento que rodean a la ciudad de San Juan son los que tienen
la mayor densidad de perforaciones y la mayoría se usa para riego
complementario a fin de cubrir variaciones estacionales, pues el 68%
de las perforaciones se encuentra en tierras con derecho a riego y
con vertientes, mientras que el resto en predios sin derechos al
riego.
La importancia de este recurso en las futuras posibilidades de
expansión juega un papel primordial, donde el control de su
extracción y contaminación es una función urgente de la política
provincial para que la agricultura sea sustentable, pues si la tasa
de extracción es muy alta comparada con la tasa de recarga, las
aguas subterráneas se convierten en recursos no renovables (lo que
se conoce como minería de los recursos naturales), y las
consecuencias futuras pueden ser catastróficas.
II.4 Manejo de las Aguas Subterráneas
Dada la importancia de las aguas subterráneas en el futuro de la
producción agrícola, el manejo central de los mismos es fundamental
para lograr un resultado socialmente óptimo con respecto a su uso.
Cuando la extracción de agua excede a la recarga, el recurso se irá
destruyendo a través del tiempo hasta que su oferta se demasiado
escasa o el costo marginal de extracción de aguas aptas sea
prohibitivo. Esto implica que el coste marginal de uso está asociado
con la menor cantidad de agua disponible en un periodo futuro, es
decir, un costo de oportunidad intertemporal donde una unidad usada
en el presente implica la no disponibilidad de esta cantidad en el
futuro. Por lo tanto, una asignación eficiente debería considerar
estos costos de uso, pues ellos son los que indican la verdadera
escasez del recurso. De aquí la necesidad de un precio eficiente que
exhiba la verdadera oferta, el cual debería incorporar tanto los
costos de extracción como los costos de uso.
Siguiendo a Koundouri, P. (2004), esto puede observarse en el
siguiente Gráfico donde la línea punteada representa los costos
marginales de extracción para el riego (Cmge). Si el agua no se
encuentra disponible en cuanto a su calidad para riego, la
alternativa será recurrir en otros costos, obviamente más elevados,
como ser la desalinización; estos se representan por la línea CND
(costos por no disponibilidad) para la cual se supone una cantidad
disponible no limitada y constante. La línea de precio eficiente
muestra la eficiencia del precio del agua incorporando tanto los
costos de extracción como los de uso.
Gráfico II: Manejo Eficiente del Agua Subterránea
Suponiendo que, contrariamente a las situación actual, todos los
derechos de aguas subterránea pueden comprarse y venderse libremente
independientemente de la tenencia de las tierra. El precio sombra
del agua subterránea se encontraría entre el precio que los
compradores están dispuestos a pagar y el precio al que los
vendedores están dispuestos ha aceptar. El comprador puede hacerse
de este recurso con su coste de extracción (b. q1) o incurrir, en
caso de que no esté disponible directamente, en CND (p*.q1). Por lo
tanto, la cantidad máxima que a la cual se está dispuesto a pagar
viene representada por la distancia p*a. Pero para la cantidad q1
los costes de uso vienen dados por la distancia ab. Si estos costes
de uso no son tenidos en cuenta, la cantidad de agua extraída será
superior a la socialmente eficiente, esto puede verse extendiendo la
línea de Cmge hasta cortar con la línea CND. La cantidad óptima debe
determinarse con el precio optimo pe, el cual determina un estado
estacionario de los costos de uso en el momento en que la suma de
los costos marginales de extracción y el de uso llegan a ser iguales
a los costos que se debe incurrir para tener aguas disponible de una
fuente no apta.
Por lo tanto, sin un manejo óptimo del agua o, alternativamente, en
presencia de un régimen competitivo de extracción que ignore los
costos de uso, el precio será ineficiente y por lo tanto su uso, al
no tener en cuenta las externalidades negativas futuras ocasionadas.
Al ser difícil la estimación de los costes de uso, la
instrumentación del control de extracción suele hacerse mediante
otros medios. Para el caso de la provincia de San Juan, en el año
1979 se modifico el Código de Aguas provincial prohibiéndose la
concesión de nuevas perforaciones para el uso de aguas subterráneas,
aunque algunas perforaciones se realizaron posteriormente con
permisos acordados anteriormente a la resolución. Es decir, que el
instrumento utilizado por la provincia fue la restricción de oferta,
lo cual significa una medida para aumentar el precio del agua
subterránea y por ende, contemplar de alguna manera, los costes de
extracción. Como este sistemas de concesiones rige hasta hoy en día,
para el otorgamiento de permisos adicionales debería realizarse
estudios hidrogeológicos para tener conocimiento de la oferta
natural del este recurso, y mantener una cantidad inferior a q2,
para evitar la sobreexplotación de este recurso.
II.5 Contaminación: Anegamiento y Salinidad
Otro factor indispensable a tener en cuenta para la agricultura
provincial son las prácticas incorrectas de riego que producen
anegamiento, salinización, degradación de los suelos y contaminación
del agua que genera grandes externalidades para otros agricultores.
El anegamiento se produce por el aporte excesivo de agua en sistemas
que tiene un drenaje natural limitado. Una vez ocurrido el
anegamiento, la salinidad aparece elevando la concentración de sales
en la tierra regada. Uno de los factores que producen salinización
es el crecimiento de la capa freática. Es decir que si la
precolación y la recarga superan a la evaporación y al drenaje
natural, los niveles freáticos suben y terminan por causar
anegamiento. El remedio para la subida de los niveles freáticos
consiste en el drenaje y en un mejor manejo de las aguas para
reducir la percolación; pero el primero es caro, y el segundo exige
inversiones a nivel de las fincas y la capacitación los
agricultores.
Sin bien no hay datos que calculen la contaminación general en la
provincia, es claro que el papel del Departamento de Hidráulica
provincial en el mantenimiento de los drenes, junto a los controles
de los niveles freáticos realizados por organismos gubernamentales
y/o agricultores, serían políticas apropiadas para evitar el
anegamiento y la salinidad. Otro factor de suma importancia es la
implementación de sistemas de riego modernos que aumenten su
eficiencia, esto se analizará de aquí en adelante.
III. La tecnología de riego
Al tratar la tecnología de riego, se diferenciará entre las
tecnologías tradicionales y las modernas. Las primeras son aquellas
basadas en la energía gravitacional donde la irrigación se realiza a
través de sistemas por surco y por inundación, dispersando el agua
sobre el área cultivada. En las tecnologías modernas, se agruparan
aquellas que reciben el nombre de riego presurizado de bajo volumen,
predominando en estas el riego por goteo y por micro aspersión.
Las tecnologías modernas comienzan a tener importancia en Argentina
a partir de 1991, impulsado en las provincia de La Rioja y
Catamarca, siguiendo con un crecimiento mayor en la provincia de San
Juan (Chambouleyron y otros, 1998). Este gran impulso de las
tecnologías de riego presurizado de bajo volumen, puede verse en el
Grafico III, mostrando el fuerte crecimiento que tuvo en la década
del noventa, donde los costes de inversión de estos equipos bajaron
con respecto a los años anteriores y los incentivos para su
implementación comienzan a ser mayores. Como se verá mas adelante,
esta tendencia creciente de las tecnologías modernas tiene un efecto
importante sobre el uso de las aguas subterráneas, y a su vez, la
disponibilidad de este recurso es un factor crucial para los
emprendimientos de tecnificación de riego.
En sus inicios, las tecnologías modernas comienzan a adoptarse en
tierras sin derechos de agua superficial para riego, tierras
marginales, de bajo precio, utilizándose solamente fuentes
subterráneas. Luego, los sistemas por goteo y micro aspersión
comienzan a utilizarse en tierras con derecho a riego, sirviéndose
tanto fuentes superficiales como subterráneas (Miranda, 2001). En el
trasfondo de esta adopción se encuentra la comparación, por parte
del agricultor, de los beneficios y coste marginales de un nuevo y
más tecnificado proyecto de irrigación.
Lo que diferencia las tecnologías modernas de las tradicionales,
además de los costos de inversión, es la eficiencia en la irrigación
asociada. La eficiencia en el riego se calcula como el cociente
entre el agua efectiva y el agua aplicada por el agricultor al
campo. Mientras que el agua aplicada se define como el monto total
de agua usada por el agricultor para regar el campo, el agua
efectiva es la cantidad realmente usada por el cultivo. La
diferencia de estos dos conceptos claves se da por la perdida de
agua relacionada a los procesos de evaporación y por drenaje de
subsuelo. La eficiencia global para la Argentina relacionado a las
practicas tradicionales es, en promedio, del 40% (Banco Mundial,
2000). Esto significa que cada 10 litros usados para el riego, solo
4 litros son los realmente usados por el cultivo. Esto muestra la
gran ineficiencia en el uso de agua derivado de los métodos de riego
por surco e inundación.
La teoría económica se puede aplicar para determinar la tecnología a
utilizar y la cantidad óptima de agua a usar, es decir, aquella que
maximiza los beneficios del productor agrícola. En el trabajo de
Caswell y Zilberman (1986) se focaliza el rol que juega la calidad
de la tierra en el momento de adoptar un tecnología determinada,
llegando al resultado de que bajo ciertas condiciones, las
tecnologías de riego modernas aumentan la producción a la vez que
ahorran agua, pero estas ganancias derivadas de la tecnología son
mayores cuando la calidad de la tierra es menor. Por lo tanto,
existe una calidad de la tierra 0 talque para una calidad inferior
a éste nivel crítico, 0, la inversión en la tecnología de riego
implica una ganancia relativamente mayor que para niveles de calidad
mayores.
La división legal dicotómica con respecto al derecho a riego dada en
la Provincia de San Juan, es un factor adicional en el estudio de la
elección del agua y tecnología a usar, pues en tierras sin derecho a
riego la decisión de cultivarlas o no, depende fuertemente de la
forma técnica de extraer el agua para regarlas, mientras que en
tierras con derecho a riego, la implementación de tecnologías mas
complejas dependerá del producto marginal neto asociado.
III.1 Modelo de Elección
Se presentará un modelo de elección de la aplicación de agua para el
cultivo y la elección de la tecnología de riego basado en los de
optimización, comúnmente usados en la literatura económica, tratando
de explicar formalmente las decisiones y sus consecuencias para
provincias en que la agricultura solo es posible mediante al
irrigación, como lo es la provincia de San Juan. Aquí se supondrá
que la calidad de la tierra es relativamente homogénea, pues se
pretende mostrar como se determina la cantidad de agua a utilizar
por un agricultor racional y la tecnología a emplear, y como puede
afectar esto a los recursos hídricos subterráneos. Supongamos
primeramente que estamos tratando con un monocultivo, algo
característico de los minifundios sanjuaninos, con un monto fijo de
hectáreas. Se denotará a la producción y al agua efectiva por
hectárea con c y e, respectivamente. Se utilizará la función de
producción usada por Caswell y Zilberman (1986), la cual es una
forma de caracterizar la productividad del agua; esta viene dada por
c = f(e) (1)
Con esta función se quiere significar que la producción de cada
hectárea será una función del agua efectiva por hectárea. En esta
exposición se supondrá que la función es creciente, es decir, que la
productividad marginal del agua efectiva es positiva, pero a tasas
decrecientes hasta un determinado punto de saturación, llegando a
alcanzar el producto, ceteris paribus , una cantidad del cultivo por
hectárea c* para una cierta cantidad de agua efectiva e* , que
depende del cultivo especifico que se trate y de las condiciones en
la que está la tierra.
El agua aplicada por hectárea bajo la tecnología i se denota por ai
donde i= t,m donde t quiere significar el uso de las tecnologías
tradicionales, mientras que m el de las modernas. La efectividad de
riego, tal como fue definida anteriormente, en términos matemáticos
viene dada por el cociente
hi = ei / ai (2)
Con respecto a las relaciones funcionales cabe aclarar que hi
vendría determinado por los la tecnología de irrigación, i, y por al
calidad de la tierra, pero como estamos suponiendo que es homogénea,
el ignorarla por ahora no perturbará el análisis. Por otro lado, el
agua efectiva, ei, queda determinado por el coeficiente de
eficiencia en el riego, hi (y por ende, de la tecnología) y por la
cantidad de agua aplicada, ai, siendo esta última la variable de
elección.
Por las definiciones dadas, puede apreciarse que se cumple la
siguiente relación : 0 ht hm 1. Esto es así debido a que las
tecnologías de riego por goteo y micro aspersión presuponen una
mejor utilización del agua que los métodos por surco y por
inundación, de modo que las aguas que aplican las tecnologías
modernas, al ser ahorradoras, tienden a aproximarse al agua
efectivamente utilizada por el cultivo particular.
Al momento de tener en cuenta los costos, evidentemente las
tecnologías modernas al ser mas capital intensivas son mas costosas
que las tradicionales. Se denotará a el costo por hectárea con ki,
incorporando tanto los costos de operación propios de la tecnología
como el costo de oportunidad de la inversión realizada, sin incluir
los costos propios de la utilización del agua. Puesto que las
tecnologías modernas implican un costo elevado en la instalación
inicial, estos pueden ser diferidos a través del tiempo, rol que
cumple el mercado financiero, de manera de poder incluirlos aquí
junto con los costos operativos de la campaña, por mas de que este
análisis sea estático. La elección dinámica para el agricultor en
evaluar la inversión mediante el cálculo del valor actual neto, es
lo que debería hacerse en realidad para determinar la conveniencia
de un proyecto tecnológico, pero aquí el análisis se hará a través
de la renta de la tierra bajo dos posibles tecnologías y la elección
por una u otra quedará en el signo de la cuasi-renta diferencial.
Debido a los mayores costes que implican la complejidad tecnológica,
se cumple que km kt .
La elección por parte del agricultor de la tasa de aplicación de
agua y de la tecnología de riego, aquella maximizadora de sus
beneficios, puede dividirse en dos pasos: primero determina el agua
a aplicar para cada tecnología y luego elige la tecnología de riego
que le resulta más rentable.
Sea i() la cuasi-renta por hectárea, es decir, la renta exclusiva
de la tierra, con la tecnología i , y suponiendo que se le cobra el
precio pa por el agua aplicada, donde está determinado por los
costos necesarios para obtener el agua en condiciones de riego.
Debido a las características propias del mercado de agua en la
provincia donde históricamente en el “mercado” de agua, la oferta
actúa para responder las necesidades de demanda, este podría
representar un precio privado o uno social, dependiendo de si
existen medidas regulatorias de oferta para su control, o por
ejemplo, el canon por el mantenimiento de los drenes por parte del
Departamento de Hidráulica provincial. Luego el problema de la
elección sería determinado mediante la resolución del siguiente
problema
i = Max { p f(hi ai) - pa ai - ki) (3)
Al resolverlo, se tiene la siguiente condición de primer orden
p f´(hi ai) hi() – pa = 0 (4)
Denotando por f´ al producto marginal del agua usada (aplicada),
siendo, matemáticamente la derivada parcial de la función de
producción con respecto al agua aplicada, es decir, f´(.) = f(.)/
ai . Es oportuno definir aquí el precio del agua efectiva como el
precio del agua aplicada dividido la eficiencia del riego. Esta
definición deviene de la necesidad de establecer una relación
precio-cantidad del agua usada por el cultivo, ponderando el precio
o coste marginal de la utilización de los recursos hídricos por un
factor que es el inverso a la eficiencia de irrigación, de manera
que el ahorro del agua determinará mas bien la cantidad de agua que
efectivamente se usa por la planta; pero como el precio cuantifica
el costo de oportunidad del agua efectiva, es evidente que éste será
mayor cuanto mayores sean las perdidas de agua en la irrigación. La
condición de primer orden también puede expresarse como
p f´(.) = pa / hi (5)
Luego el óptimo requiere que el agricultor aplique agua a sus
tierras hasta el punto en el que el valor del producto marginal de
ésta sea igual al precio del agua efectiva. Puesto que el precio del
agua efectiva bajo la tecnología moderna es menor debido a la mayor
eficiencia de riego, mayores niveles de agua efectiva serán usados y
por las características de la función de producción, un mayor
producto será obtenido. Ahora, dada una cierta tecnología, si
tenemos dos calidades de tierra diferentes, el coeficiente de
eficiencia de irrigación será mayor para aquella tierra de mejor
calidad y por lo tanto menor será el precio del agua efectiva, y por
ende, el producto por hectárea también será mayor. Por lo tanto, los
defectos por calidad de tierra podrían ser compensados con la
instalación de tecnologías modernas. De aquí podemos ver el rol
fundamental que juegan las tecnologías de riego presurizado de bajo
volumen para lograr un mayor producto por hectárea, primer paso para
lograr una expansión agrícola eficiente, un mayor aprovechamiento de
las tierras y un mejor uso del recursos hídricos tanto superficiales
como subterráneos.
De la condición de primer orden del problema de optimización se
obtiene la cantidad de agua que maximiza la cuasi-renta del
agricultor. Para ser mas ilustrativos, se usará una función de
producción de Cobb Douglas, comúnmente utilizada en al literatura
económica. Denotando por B, a todos los otros insumos y condiciones
climáticas-ambientales intervinientes en al actividad agrícola, y ,
un factor que determina la influencia de la cantidad de agua
efectiva en el cultivo, tal que 0 1, tenemos la siguiente
función de producción
ci = B e , para e e* (6)
Donde e* indica el punto de saturación, indicando la máxima cantidad
de agua consumida por el cultivo. Aplicando la condición de primer
orden, se tiene
B ei - 1 = pa/ hi
De aquí obtenemos que
ai = { ( B )1 / 1 - hi / 1 - } / pa1/ 1 - (7)
A partir de esta relación que indica la cantidad óptima de agua a
utilizar por el agricultor para una determinada tecnología i ,
podemos resaltar los siguientes hechos:
- Puesto que la tecnología moderna implica una mayor eficiencia en
el riego, es decir, hm ht, luego por (7), la cantidad de agua
aplicada a las tierras es mayor, en otros términos, am at. Esto
deviene de la conducta racional del agricultor al observar que con
las tecnologías modernas la eficiencia de riego es mayor,
induciéndolo a aplicar mayores niveles de agua para de este modo,
aumentar la cantidad de agua efectiva y con ella el cultivo por
hectárea. De aquí se desprende un hecho social fundamental: Si bien
las tecnologías de riego presurizado son ahorradoras de agua, la
conducta de maximizar los beneficios particulares por parte del
agricultor lo llevan a aplicar mayores niveles de agua, lo que puede
generar un resultado socialmente ineficiente relacionado a la
sobreexplotación de este recurso.
- Otro factor a destacar es el precio del agua. Como se dijo, este
precio indica los costes que se deben incurrir para tener agua lista
para regar, entre estos se encuentran, los costos de perforaciones,
los costes de energía o combustible para bombear el agua y las
mediadas de política que implique cuotas o tributos, el canon anual
comúnmente cobrado por el departamento de hidráulica de la provincia
en tierras con derecho a riego a fin de utilizar el agua, ya sea
superficial o subterránea. De la relación (7) se observa que con
precios mayores de agua, el agua a utilizar será menor para
cualquier tecnología. De aquí surge un resultado importante para la
política económica provincial pues, mediante la política fiscal o
regulatoria que aumente este precio, puede controlar el uso de este
recurso escaso.
- Por ultimo, dada la división legal de tierras en la provincia con
respecto al derecho a riego, es trivial que aquellas tierras sin
derecho al riego superficial tendrán un precio del agua mayor,
debido a que el total de la fuentes hídricas deben extraerse del
subsuelo mediante bombeo, de aquí se deriva que la cantidad de agua
a aplicar será menor, donde las tecnologías modernas juegan un rol
fundamental para el mejor aprovechamiento de esas aguas. De este
modo las condiciones del mercado del cultivo, como ser favorables
precios internacionales, aumentaría la demanda por tecnologías de
riego moderna para la explotación de nuevas tierras.
Debido al aumento del agua a aplicar en la utilización de
tecnologías modernas, la demanda de aguas subterráneas, en el papel
tanto de complementarias como de sustitutas de las superficiales, es
mayor. Por lo tanto la perdurabilidad del recurso hídrico
subterráneo es necesaria para poder apoyar los emprendimientos
agrícolas adicionales y los ya establecidos que aumentaron en
productividad debido a las técnicas más eficientes de irrigación. Es
decir que las políticas medioambientales encaminadas a propender la
sustentabilidad de este recurso tienden a generar un soporte físico
para el desenvolvimiento tecnológico y el consecuente aumento en las
hectáreas cultivas hasta el punto de saturación de la difusión
tecnológica, siguiéndole, como especie de suerte, un nuevo cambio
tecnológico, impulsado por las posibilidades de expansión hacia
tierras nuevas y por el incremento de los rendimientos de las
tierras ya cultivadas, el que implica una mayor eficiencia de
irrigación y con ello un mejor manejo en el uso del agua, aunque con
una mayor tasa de extracción. El curso final de estos sucesos
interrelacionados por las propiedades físicas y por las señales de
mercado puede converger a una expansión agraria temporalmente
eficiente o no; quedando en manos de las políticas hídricas el
futuro resultado de las fuerzas propias del mercado.
Detrás de estas conclusiones extraídas a partir de la ecuación (7) y
de sus relaciones, queda la cuestión de determinar que tecnología
usar en tal o cual circunstancia. Si bien el uso de las tecnologías
de riego mas complejas aumentan la productividad media de las
tierras, la inversión en éstas por parte del agricultor son
motivadas por la renta asociada. Puesto que las inversiones
iniciales en estos equipos pueden ser considerables, como así
también pueden implicar unos mayores costos operativos, el
agricultor decidirá por aquella tecnología que le reditúe una mayor
renta, es decir, si los ingresos derivados de la instalación superan
a sus costes. De aquí que la decisión final de la adopción de estas
tecnologías dependerá de la renta diferencial entre las dos
tecnologías, es decir
Debido a las características de la función de
producción y al ser mayor la eficiencia en el riego en tierras de
mayor calidad, esta diferencial disminuirá, pudiendo ser negativa, a
medida que la calidad de las tierras se incrementan. Esta hipótesis
nos dice, que si la calidad de la tierra es muy superior, los
métodos tradicionales deben ser elegidos por los agricultores.
Obviamente la decisión final del agricultor también dependerá de si
los costes de instalación varían, y del precio del cultivo. Este
ultimo jugo un gran papel en las decisiones de la instalación de
tecnologías de riego de los agricultores sanjuaninos, pues como
señala Miranda O. (2001), la mayoría de estas inversiones se
concentro en los frutales, como ser la uva para consumo fresco y
aquella para vinificar, y el olivo para la producción de aceite, por
su alto valor en el mercado externo y condiciones impositivas
favorables. Esto implica también la importancia de la tecnología de
irrigación para el desarrollo industrial sanjuanino, dado el gran
porcentaje de industrias alimentarias consumidoras de insumos
agrícolas internos, como ser las bodegas vineras y las aceiteras.
III. 2 La tecnología de riego y la expansión
agraria: Evidencia Empírica
Como se señaló anteriormente, las tecnologías modernas para
irrigación juegan un rol muy importante en la expansión agrícola, y
mas aun en provincias como San Juan, donde el agua es una condición
sine qua non para la actividad agrícola. La explosión en la década
del 90´ de estas instalaciones de riego modernas se vieron
acompañadas por un aumento en la superficie cultivada del 36%
(Cuadro III). Nos es mera casualidad que los mayores aumentos se
registraron en los olivos, los frutales y la vid; cultivos donde se
concentraron las mayores inversiones en irrigación. Mientras que en
1990 la superficie cultivada en Olivos era de 5.147 has., en el año
2000 alcanzó las 14.000 hectáreas. Del mismo modo los Frutales que a
principios de la década representaban 1.910 has., alcanza unas 6565
has. a principios del nuevo siglo. En menor grado queda registrada
esta expansión en su principal cultivo, la vid, con un crecimiento
del 3%, pero con fuertes cambios estructurales internos relacionados
con los varietales finos mas demandados, y el acomodamiento de los
precios relativos.
Con respecto a la distribución de las inversiones en tecnologías
modernas de irrigación, es importante señalar que al representar
grandes inversiones iniciales como mayores costes de operación,
estas se encarrilaron, como se señaló anteriormente, hacia cultivo y
sectores capaces de enfrentar estas economías de escala. Entre estas
características se encuentra el tamaño de explotación agropecuaria,
el impulso de diferimientos impositivos, el mercado del cultivo y
otros factores que hacen que la brecha dada por (8) se amplíe.
Para mostrar la influencia de la tecnología en el aumento de las
hectáreas cultivadas, se podría comparar la proporción de hectáreas
con tecnologías modernas en la cantidad total de hectáreas regadas
(cultivadas). Para 1990 este cociente es de 0,003531 ( 258 has /
73.068 has), es decir, que ni el 1% de la superficie regada total
puede ser explicada por sistemas de goteo y micro aspersión;
mientras que para el año 2000 el cociente es de 0.21075 ( 20.992 has
/ 99.606 has), o sea que aproximadamente el 21% del área total
cultiva es regada con métodos de riego presurizados de bajo volumen.
Por lo tanto, la expansión hacia nuevas tierras y la mayor
productividad en la tierras ya cultivadas con los cambios
estructurales mencionados, fue acompañado por la difusión de
tecnologías de riego mas complejas, y dado el mayor requerimiento de
agua que requiere todo este proceso de desarrollo, particularmente
por el cultivo en nuevas tierras sin derecho a riego como por los
incentivos a utilizar mas agua derivados del mejor aprovechamiento
de éstas generado por las tecnologías de irrigación modernas, es que
se sostiene la hipótesis central del presente trabajo: el desarrollo
agrícola de la provincia requiere de una utilización mayor de aguas
subterráneas tanto para riego total como complementario, y a su vez
la disponibilidad de este recurso en cuanto a su calidad y cantidad
intertemporal es central para el aprovechamiento de tecnologías de
riego mas eficientes y para que este desarrollo agrícola sea
perdurable y continuo.
III.3 Tecnología de riego, aguas subterráneas
y energía eléctrica
Implementar un sistema de riego por goteo demanda mayores
niveles de inversión inicial. Al difundir el uso de aguas
subterráneas, las tecnologías modernas tienden a aumentar los costos
operativos del agricultor individual. Como se señalo antes, se puede
bombear agua utilizando energía eléctrica o combustible. Hay una
notoria diferencia entre estas dos fuentes energéticas en lo que
hace a los costos del agricultor y que determinará una relación muy
importante entre el uso del agua subterránea en las diferentes
estaciones de la campaña con la elección de la energía para el
bombeo. Mientras que contratar el servicio de energía eléctrica
agrícola implica altos costos fijos (cargo fijo mensual de energía
haya o no consumo realizado por el usuario), en el uso del
combustible el costo fijo es bajo, pero el variable (es decir, aquel
que depende de la cantidad de agua extraída) es alto. Por lo tanto,
el agricultor al minimizar sus costes tendrá en cuenta si el uso que
realiza de agua subterránea, es complementario o sustituto de otras
fuentes que pudiera o no tener. Es decir, si el agricultor bombea
agua para satisfacer los meses de verano, que es donde mas baja es
la oferta superficial, le convendrá usar combustible, pues de ese
modo se liberaría del cargo fijo que debería pagar por la tarifa
agrícola. Si por el contrario, el agricultor usa solo agua
subterránea para el riego, entonces le convendrá contratar un
servicio eléctrico, pues el cargo variable es menor en relación al
combustible.
Durante la década del 90´, a la vez que se hizo notar un fuerte
impulso en tecnologías de riego modernas, hubo una disminución en al
cantidad de usuarios que contrataban la tarifa eléctrica. Esta
fuerte relación puede también verse en un diagrama de dispersión
(Gráfico VI).
La explicación que se realiza en el presente trabajo para este hecho
reside en la mayor eficiencia derivada de los sistemas de riego
presurizados de bajo volumen: luego de la instalación de sistemas de
tecnología moderna, la demanda por aguas subterráneas es canalizada
solo en periodos estacionales, mientras que durante el año, al ser
mas eficiente la utilización de las fuentes superficiales, no se
requiera en la misma intensidad el agua del subsuelo, por lo tanto
le convendrá al agricultor librarse del costo fijo de energía
eléctrica y sustituirlo con combustible o con tarifas eléctricas no
agrícolas que requieren una menor utilización de kw/hora. Esta
hipótesis se refuerza con el hecho de que la distribución espacial
de los pozos se concentra en los departamentos que rodean la ciudad
de San Juan y que por lo tanto utilizan las aguas subterráneas en
forma complementaria, sin embargo aquellos departamentos mas
alejados que tienen una mayor dependencia del agua del subsuelo,
registran un mayor consumo de energía eléctrica para riego (Miranda
O., 1999). A pesar de esto una cierta relación inversa entre las
tecnologías mas complejas y el uso de energía eléctrica de tarifa
agrícola debe verificarse en tierras sin derecho a riego siguiendo
la hipótesis sostenida en este apartado en cuanto al efecto que
produce la eficiencia en irrigación por la menor cantidad de Kw/hora
necesarias, y aquí la sustitución podría hacerse a través del
contrato de tarifas eléctricas no agrícolas.
IV. Conclusiones
El principal resultado de este trabajo, es la fuerte relación que
existe entre la expansión agraria y la mayor productividad agrícola,
con el desarrollo sustentable de los recursos hídricos y en
particular en lo que se refiere a la explotación de fuentes
subterráneas dada la etapa histórica de desarrollo económico en la
que se encuentra la provincia. Al tratar los aspectos históricos se
observó como la agricultura provincial fue extendiéndose a la par de
construcciones de obras hídricas que aprovecharan mejor el uso de
las fuentes superficiales, dadas principalmente por el caudal del
Rió San Juan. Sin embargo, el posterior desarrollo no pudo quedar
acotado por este recurso, de manera que estas mayores exigencias
históricas llevaron a los agricultores a realizar la explotación de
recursos hídricos subterráneos, lo cual no solo posibilita disminuir
el riesgo agrario proveniente de la variabilidad de la entrega de
agua, sino también la expansión hacia nuevas fronteras alejadas del
oasis formado en los departamentos que rodean a la ciudad de la
provincia. De aquí la importancia de este recurso en el estadio
actual de desarrollo, en el que se observa una demanda mundial
creciente por los productos de la zona y sus consecuentes
eslabonamientos hacia otros sectores que implican un mayor nivel de
ocupación.
Al ser la agricultura sanjuanina tan dependiente del riego, ésta
será perdurable si su insumo principal (agua y tierra) es
perdurable. El mal uso de las técnicas de riego produce una serie de
efectos contaminantes, tanto de los acuíferos como de las tierras
cultivadas. Por lo tanto la política agraria provincial debe ir
conjuntamente con las políticas medioambientales a fin de tener una
agricultura sustentable.
La promoción de las tecnologías de riego presurizado de bajo volumen
contribuye a aumentar la productividad de las tierras regadas,
mejorar el uso del agua e incentivar la producción en nuevas
tierras. Sin embargo los costos para adquirirla pueden ser
prohibitivos para pequeños agricultores, los cuales son la gran
mayoría de la Provincia de San Juan.
Las conclusiones arribadas en cuanto al uso del agua y la tecnología
de riego fueron de especial importancia a la hora de determinar la
política económica regulatoria capaz de internalizar el precio
sombra de las aguas tanto subterráneas como superficiales. Se vio el
incentivo a una mayor utilización de agua que produce la mayor
eficiencia en su utilización. Este efecto puede apaciguarse con un
mayor precio del agua. Las políticas que actúan sobre este precio se
encuentran establecidas por los cánones cobrados por el departamento
de hidráulica, pero con respecto al uso de aguas subterráneas su
precio es un precio privado derivado de los costes de extracción.
Por lo tanto, para aspirar a un uso socialmente eficiente, los
costos ínter-temporales que tiene la extracción de aguas
subterráneas deben ser tenidos en cuenta por los agricultores a la
hora de tomar las decisiones sobre la elección de bombear agua del
subsuelo.
Si bien un instrumento de control del uso de las aguas subterráneas
puede hacerse a través de la tarifa eléctrica, hay muchos incentivos
y cierta facilidad en eludirla, dada su capacidad de sustitución por
otras fuentes energéticas. Un control directo sobre la relación de
cantidad de pozos por hectárea, en relación con el estado de las
aguas subterráneas en la región especifica, puede ser más eficaz
para el control de la extracción. A pesar de toda medida que pudiese
imponerse, el marco institucional y legal es fundamental para que
queden correctamente aplicadas las medidas de control directo o
regulación. De esta manera, el carácter privado que tiene las aguas
subterráneas (Código Civil Argentino), puede limitar en cierto modo
algunos tipos de regulación más directa.
Adicionalmente, el buen estado de los acuíferos determina, en gran
parte, la base para el asentamiento tecnológico, pues como se vio la
difusión de tecnologías modernas de irrigación traería aparejado una
mayor demanda de fuentes subterráneas, de aquí la gran importancia
que juegan estas en el desarrollo tecnológico agrícola y, en
consecuencia, en el incremento de la productividad total derivada de
esta serie de innovaciones de irrigación.
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Kneese Sweeney Editors.
Anexo: Cuadros de datos utilizados
Cuadro I: Caudales Medios del Río San Juan. Periodo 1909 -1999
Cuadro II: Evolución de la superficie cultivada en hectáreas por
tipo de cultivo en la Provincia de San Juan. Periodo 1874-2000
Cuado IV: Área regada Con Riego Presurizado de bajo Volumen. Periodo
1991-2000.
Cuadro V: Usuarios de energía eléctrica- tarifa agrícola. Periodo
1990-2000