Revista académica de economía
con
el Número Internacional Normalizado de
Publicaciones Seriadas ISSN
1696-8352
Diego A. Fernández (CV)
Profesor Titular Unidad Gualeguaychú de la Universidad Católica de La Plata
diegoaft@arnet.com.ar
Mercado son las decisiones de muchas personas actuando cada una de ellas según sus propios intereses
Estado son las decisiones de unas pocas personas actuando, solo ellas, en representación de todas las demás.
No puede cada persona perseguir justicia por mano propia, ni construir puentes y caminos para si, ni armarse para cuidar su seguridad, ni crear escuelas solo para sus hijos, ni muchas otras cosas y es por eso que otorga mandato a otras personas llamadas políticos para que se encarguen de estas cosas, cobrando por supuesto, no solo los gastos que la tarea demande sino también sus propios honorarios.
Para citar este artículo puede utilizar
el siguiente formato:
Diego A. Fernández: "Mercados,
Estado y libertad" en Observatorio de la Economía Latinoamericana Nº
83 agosto 2007. Accesible a
texto completo en http://www.eumed.net/cursecon/ecolat/ar/
Las tareas que los habitantes delegamos en los señores políticos dejan de pertenecer entonces a la órbita de las decisiones que cada uno toma actuando según sus propios intereses y pasa a formar parte de las decisiones que otros toman por nosotros actuando según lo que ellos dicen que nosotros les mandamos.
Cuando mayor sea la lista de decisiones que dejamos de tomar nosotros para entregarle esa responsabilidad a los señores gobernantes, menor será el grado de libertad de nosotros como personas.
Cuando ya no podemos entre partes negociar nuestro trabajo, cuando nos imponen los precios de nuestra producción, cuando no dejamos solas nuestras casas por temor a la violación de nuestra propiedad, cuando los que delinquen no tienen ni siquiera castigo social, cuando cada vez nos piden más esfuerzos para pagar los gastos de las tareas que les delegamos, cuando siempre son los mismos aunque nada funcione bien, debemos darnos cuenta que hemos delegado demasiada cantidad de tareas.
Pero para no delegar tanto nuestro poder de decidir, tenemos que ser corajudos y animarnos a gozar de la libertad.
La libertad tiene muchas obligaciones y muchos principios que deben ser fielmente respetados y cuando no estamos dispuestos a eso entonces le tememos a la libertad y el temor a la libertad se calma entregando poderes a otros para que decidan por nosotros.
Luego resulta un alivio para nosotros poder echarle la culpa a los otros de lo mál que han decidido por nos.
Es hora que los Argentinos del siglo XXI nos metamos en el pecho los principios básicos de nuestra libertad que definieron los Argentinos del siglo XIX y plasmaron en nuestra Constitución Nacional.
Debemos asumir que esos principios no se negocian y tenemos que estar dispuestos a pelear por ellos aunque en algunos momentos y circunstancias afecten nuestros propios intereses.