Revista académica de economía
con
el Número Internacional Normalizado de
Publicaciones Seriadas ISSN
1696-8352
Argentina: la deuda eterna
Reflexiones sobre la agenda económica post-default
Alfredo
Félix Blanco (CV)
Universidad Nacional de Córdoba
afb2002@hotmail.com
El próximo 25 de Febrero, si el gobierno argentino no otorga una prórroga que hoy parece improbable, finaliza el plazo establecido para que los tenedores de bonos en default opten por ingresar al procedimiento denominado “Canje de Deuda Pública en Cesación de Pagos”.
Cuando hace algo mas de tres años en el Parlamento Nacional se aplaudió de pié el anuncio de Rodríguez Saa sobre la decisión de suspender el pago de la deuda, seguramente fueron pocos los que advirtieron que el proceso de “normalizar” la relación de Argentina con sus acreedores iba a demandar tanto tiempo y a tener tanto costo.
Desde 2001 hemos sufrido, al igual que otras economías latinoamericanas (Brasil y Venezuela particularmente) un agudo drenaje de recursos al exterior cuya magnitud ha sido estimada en una cifra realmente impresionante por la CEPAL (Comisión Económica para América Latina), en su “Balance preliminar de las economías de América Latina y el Caribe. 2003-2004”.
Como puede apreciarse en el cuadro, los datos de CEPAL indican que desde el año 2001 al 2004 incluido, la transferencia neta de recursos al exterior de Argentina fue de 56.718 millones de dólares. ¡Y ello a pesar de tener parte de la deuda en default!
Argentina. Transferencias Netas de Recursos (*)
(En millones de dólares)
Fuente: CEPAL. (*): Las cifras negativas indican
transferencias de recursos al exterior
Esa sociedad, con su
orgullo herido por las frustraciones de su propia
incapacidad, parece hoy
encaminarse a saludar con júbilo el final del tortuoso
camino de la renegociación
de la deuda. Aunque en realidad deberíamos advertir
que fue una
irresponsabilidad festejar el default y sería una ingenuidad hacerlo
con el “canje”.
El “éxito” del
canje “Bonos Par” (sin quita y
con vencimiento en Diciembre de 2038), “Bonos
Discount” (con quita del
66.3% y con vencimiento en Diciembre de 2033) y
“Bonos Cuasipar” (con quita
del 30,1 %, y con vencimiento en Diciembre de
2045), son los títulos
ofrecidos Con variantes en distintas monedas, tasas de
interés y periodos de
gracia, y a días del cierre del plazo para optar, parece que
será un menú que logrará
que un porcentaje elevado de la deuda en default
ingrese al canje (las
estimaciones del porcentaje se ubican ya por arriba del
60%).
Con el dólar tan calmo que
inquieta, y que está siendo “sostenido” por
compras del Banco Central
por mas de 15 millones de dólares diarios, y con
clima de fiesta en la Bolsa
(el indicador Merval llegó a record histórico medido en
pesos) todo parece indicar
que aquellos que auguraban un fracaso del proceso
de reestructuración se han
equivocado.
Si finalmente el gobierno
logra cerrar satisfactoriamente esta etapa,
Lavagna quizás esté tentado
a actuar como aquellos técnicos de fútbol que, con
falsa modestia, les dedican
una mirada comprensiva a los comentaristas que no
confiaron en que serían
capaces de llevar a su equipo a conquistar el
campeonato. Con el dulce
sabor del logro obtenido podrá decir “no comprendían
la estrategia”.
La analogía con el fútbol
no es exagerada en un país que festejó con
pasión deportiva el anuncio
del default. Pero no sería bueno que nuevamente la
autocomplacencia nublara
una visión objetiva de la realidad.
El proceso de
reestructuración es un puente entre un pais en cesación de
pagos, con una deuda
técnicamente impagable, hacia uno que intentará pagar
una deuda que seguirá
siendo tan elevada que le condicionará su destino durante
décadas.
Sería un gesto de gran
racionalidad política que el fin de este proceso no
fuera visto por el
gobierno, ni por la sociedad, como el final del viaje; sino como
una estación intermedia a
partir de la cual se abre un complejo camino de
recuperación económica cuyo
transito será difícil y exigirá mucha inteligencia y
decisión.
Lo que se impone es una
serena reflexión sobre los errores del pasado
para diseñar una agenda
post-default que permita a Argentina insertarse de la
mejor manera posible en la
economía mundial y lograr un crecimiento económico
con equidad distributiva.
Los temas de la
agenda post-default Según el trabajo ya citado
de la CEPAL, al 31 de Diciembre de 2004, la deuda
externa bruta de nuestro
país ascendía a 147.319 millones de dólares, y
representaba más de la
quinta parte del total adeudado por el conjunto de países
de América Latina y el
Caribe. Concluida la reestructuración, dicho monto
seguramente oscilará en
torno a los 130.000 millones de dólares o sea que el
esfuerzo que demandará su
atención será formidable.
Debe comprenderse entonces,
que el proceso de reestructuración que lleva a
cabo Argentina implicará
que las obligaciones a afrontar seguirán siendo
elevadísimas. Por tal razón
el futuro que se abre despues de superada la
instancia de cesación de
pagos tiene, junto a la posibilidad de recuperación y
reinserción internacional
de la economía argentina, la necesidad de mantener los
esfuerzos realizados hasta
el presente. El desafío será hacerlo introduciendo
equidad y justicia
distributiva en una sociedad desgarrada por las desigualdades
sociales y la exclusión.
Otro aspecto importante es
que, de acuerdo con la información oficial
disponible, se puede
suponer que una porción significativa de la “nueva deuda” ya
no estará nominada en
dólares sino que los tenedores de títulos han optado por
bonos en pesos. Esta
decisión, se justificaría en la expectativa de que la inflación
(los bonos en pesos se
ajustan por el CER) superará la evolución del dólar. Si ello
fuera así, la deuda pasará
a tener, en términos relativos al presente, mas
importancia desde el punto
de vista fiscal que del mercado de cambios. Ello que
puede ser visto como algo
positivo entraña también sus riesgos.
Sin control sobre la
entrada y salida de capitales, existirá siempre la
posibilidad de que quienes
hoy optan por títulos en pesos transformen sus
ganancias a dólares y
salgan rápidamente del país con las consecuentes
perturbaciones sobre el
conjunto de la economía. Aunque existan resistencias,
Argentina deberá estudiar y
establecer un mecanismo de control riguroso sobre
las entradas y salidas de
fondos del exterior. Algo similar a lo realizado por otros
países, Chile por ejemplo,
que le otorgue al Estado mas instrumentos para
morigerar probables efectos
negativos que pueda provocar el movimiento
especulativo de capitales.
De cualquier modo debe
quedar claro que hacia futuro, y durante muchos
años, el esfuerzo fiscal
seguirá presente en la agenda, pero ademas surgirá la
necesidad de abordar otras
cuestiones que, hasta ahora, la preocupación por el
default han mantenido en
segundo plano. De esos temas, que son numerosos,
vale la pena citar al menos
algunos de ellos:
La reanudación de la
negociación con el FMI: la idea de cancelar la totalidad
de la deuda con ese
organismo para terminar con los condicionamientos, ademas de resultar
económicamente inconveniente, es políticamente poco
viable. En la rediscusión
con el Fondo volverán a aparecer los temas
pendientes de la Ley de
Coparticipación Federal de Impuestos, la
Responsabilidad Fiscal de
las Provincias y las presiones sobre la
transformación de la Banca
Pública. Aunque a algunos sectores del gobierno
les moleste, si el objetivo
es integrarse a la economía mundial, las relaciones
con el organismo no pueden
obviarse y se deberá seguir negociando. Discusión con las empresas
de servicios públicos privatizados: El análisis del
grado de cumplimiento de
las obligaciones asumidas por las empresas, el
tema de tarifas y la
creación de instancias de regulación y control realmente
efectivas que no abandonen
al consumidor a la intemperie, formarán también
parte de las discusiones
necesarias de la economía post-default. La reforma tributaria: para
un país cuya única chance de recuperación es un
crecimiento sustentable, el
sistema tributario debe contribuir a ese objetivo. Lograr que los impuestos
recaigan lo menos posible sobre la producción y el
empleo, que minimicen sus
efectos distorsivos sobre el sistema de precios y
que alienten el proceso de
inversión productiva deberá ser un ingrediente del
debate para diseñar el
sistema tributario del futuro. Si, como estiman muchos,
el tipo de cambio real
bajará al salir del default, la discusión sobre las
retenciones a las
exportaciones será inevitable. La cuestión social: No
puede haber crecimiento sostenido (y nadie debería
desearlo) si no se asienta
en la equidad y la justicia social. Los aumentos de la
desigualdad social, que ha
llegado a extremos crueles en Argentina, son moral
y fácticamente
insostenibles. El Estado, semidestruido y torpemente
administrado en el pasado,
deberá asumir roles de arbitraje en las pujas
distributivas a fin de
garantizar que la racionalidad económica se acompañe
de recuperación de ingresos
de los sectores mas castigados y logre la gradual
inclusión de los expulsados
del sistema. Eso no se conseguirá con el
asistencialismo de planes
sociales que aportan mas a la construcción de
proyectos políticos
demagógicos, que a resolver la situación de los
carecientes. Un proyecto
que aliente una cultura del esfuerzo y del trabajo,
que gradualmente reduzca el
número de planes, no solo sacará de la
indignidad a aquellos que
hoy viven de la limosna del Estado sino que será
mas compatible con la forma
de organización social del país. La racionalidad
capitalista permite la
acumulación y el crecimiento, pero requiere del esfuerzo
y el trabajo. El espacio de la autonomía
nacional: el proceso de globalización condiciona
en mucho los márgenes de
decisión de los estados nacionales. Pero
deberíamos advertir que una
mejor performance de la economía requiere, y a
la vez refuerza, la
autonomía de las decisiones. Ser menos “antiimperialistas”
en los discursos y mas
firmes en la defensa de los intereses nacionales es
también una condición para
lograr integrarse al mundo globalizado en forma
mas efectiva y conveniente. El fortalecimiento de las
instituciones: no puede pensarse en un país
capitalista moderno, si sus
instituciones son frágiles y permeables a conductas
arbitrarias o poco
transparentes. La seguridad jurídica es una condición
imprescindible en una
sociedad que respeta a sus ciudadanos, y es también
un requisito indispensable
del sistema económico. Las transformaciones
políticas, económicas y culturales son ya para nuestro
país un imperativo
histórico. El condicionamiento de la deuda seguirá pesando
sobre nuestro devenir. Pero
de lo extremo de la situación quizás surjan las
fuerzas y la decisión para
acometer la tarea.
La deuda externa nos ha
agobiado y aun lo seguirá haciendo. Resolver el
problema inteligentemente
exigirá grandes esfuerzos, no solo de quienes
gobiernan, sino del
conjunto de los ciudadanos. Que Argentina pueda lograrlo
dependerá principalmente de
si misma, de su capacidad para afrontar con
seriedad el desafío de
convertirse en una sociedad moderna abandonando
resabios que la han anclado
muchas veces en el pasado.
Finalmente, vale la pena
recordar que las sociedades progresistas tienen otra
obligación muy profunda:
que sus hombres y mujeres sientan que vale la pena
vivir, que un futuro mejor
es un escenario posible, que pueden sentirse personas
y no un número de un
listado de subsidios.
Esa deuda, la deuda con el
progreso social hasta ahora en Argentina no es
externa es… Eterna. Para citar este artículo
recomendamos utilizar este formato:
El crecimiento de los
niveles de pobreza y marginalidad social, el deterioro
de todos los indicadores de
desarrollo humano y una crisis política sin
precedentes, han sido los
rasgos mas salientes de la decadencia de un país que
a principios del siglo
pasado parecía estar camino a convertirse en uno de los
mas prósperos del mundo y a
comienzos de la presente centuria es un caso de
estudio de fracaso social
colectivo.
Todo parece indicar que el
proceso conducido por el Ministro Lavagna
concluirá con un resultado
“exitoso”. ¿Exitoso? ¿En que sentido? En que, en las
condiciones de Argentina,
equivalentes a las de una empresa en concurso de
acreedores, lograr que un
porcentaje importante de los tenedores de títulos
ingresen al canje,
aceptando las condiciones definidas por el país, permitirá dejar
atrás la situación de
default. Siguiendo con la analogía, pareciera que si se logra
que la mayoría apruebe la
propuesta de pago estará asegurada la continuidad de
la empresa ¿estará
asegurada? ¿Bajo que condiciones?
Este proceso de
reestructuración que se está llevando a cabo, está
matizado de abundantes
cuestiones técnicas que al ciudadano común le resultan
in-inteligibles. La
necesidad de renegociar más de 150 títulos de deuda distintos
(exactamente 152),
nominados en seis diferentes monedas (Dólar, Yen, Euro,
Franco Suizo, Libra y
Pesos) y por un monto total cercano a los 100 mil millones
de dólares no podía ser
sencillo. Y de hecho no lo ha sido.
Para pensar los
requerimientos de política económica post-default, la
primera consideración que
debe tenerse presente es que aun despues del canje,
y a pesar de la reducción
que en el mismo se aplica sobre el valor de los títulos,
la deuda argentina seguirá
siendo de una magnitud gigantesca.
Alfredo Félix Blanco: "Argentina: la deuda eterna" en Observatorio de la Economía Latinoamericana Nº 39, marzo 2005. Texto completo en http://www.eumed.net/cursecon/ecolat/ar/