Dr. D. José
Piernas Hurtado
Exposición de la nomenclatura y de los
principales conceptos de esa ciencia.
A
Amortización.—Esta
palabra tiene diversas acepciones económicas. Llámase así al
hecho de pagar sencillamente las deudas, y á un
procedimiento que consiste en reintegrar, por medio de entregas
parciales y comunmente periódicas, un capital empleado en la
industria ó recibido á préstamo; y se llama también prima de
amortización, ó amortización solamente, á cada uno de los
tantos ó sumas dedicados á ese objeto. —Es de notar, según esto,
la impropiedad que se comete, al decir amortización de
capitales, cuando precisamente se trata de reconstituirlos,
y lo que se extingue y muere no es un capital, sino al
contrario, una deuda. Por último, amortización significa el
estado de aquella propiedad que ha sido adjudicada perpétuamente
á dueños determinados, á quienes se priva, al mismo tiempo, de
la facultad de enagenarla.
Como medio para la formación de capitales, la amortización
tiene la gran ventaja de que permite utilizar la fuerza
poderosísima del interés compuesto, que pueden ir devengando las
sumas acumuladas sucesivamente; pero sólo es un recurso eficaz,
cuando se juntan las dos condiciones de un largo periodo de
tiempo y una colocación productiva—El cálculo determina, en cada
caso, ya la cantidad anual, ya el tiempo ó el interés, que son
precisos para conseguir un cierto capital.
En toda industria figura, como uno de los gastos de
producción, el necesario para reembolsar los capitales
invertidos, así es que, tomando en cuenta la duración probable
del capital y el número de los productos que con él pueden
obtenerse, se incluye, en el precio de cada uno de éstos, la
amortización correspondiente.
Ha querido aplicarse al pago de las deudas públicas la
amortización por el interés compuesto; poro los resultados no
correspondieron á las grandes esperanzas fundadas en esta idea,
por falta de una de las condiciones que antes indicamos.
Creyeron los Gobiernos que podían disfrutar los beneficios de
ese sistema, y crearon para lograrlo las llamadas Cajas de
Amortización. Al contraer un empréstito se señalaba una
cantidad anual fija, el 1 por 100 generalmente, y se entregaba á
la Caja, que la invertía en títulos, aprovechando las
oscilaciones del mercado; cobraba luego el interés de estos
títulos y debía emplearle, juntamente con la dotación anual en
la adquisición de otros nuevos, hasta poseerlos todos. Así en un
empréstito de 100 millones al 5 por 100, se señalaban 6 millones
anuales en el presupuesto para dar uno á la Caja de
amortización, y al cabo del primer año ya no existían más que 99
millones en manos de los acreedores; al terminar el segundo año,
a Caja había recibido, además del millón correspondiente, el
interés de los títulos, que adquirió en el primero, y que
continuaba pagándose como si se hallaran en circulación, y lo
empleaba todo en otros títulos; en el tercer año tenia el millón
fijo, más los intereses de los dos anteriores, y de esta suerte,
con el 1 por 100 anual y el interés de los intereses, en un
período de treinta y seis años,— es decir, con 36 millones
aparentemente, —la Caja debía adquirir todos los
títulos del empréstito extinguiendo la deuda.
Matemáticamente ese procedimiento es indiscutible; pero desde el
punto de vista económico el error estaba en que el Estado
quería, especular consigo mismo, abonándose supuestos intereses,
y multiplicar sus recursos colocándolos improductivamente, y la
ilusión consistía en que seguía pagándose los cupones de títulos
realmente amortizados, porque se hallaban en poder de la Caja;
resultando de todo ello, que la deuda no se extinguía hasta que
se sacaba su importe céntimo á céntimo del Tesoro público, sin
ahorro, ni ventaja alguna. Por eso las Cajas de amortización
fueron totalmente desechadas, y no ha quedado de ellas más
recuerdo que el aumento de la deuda de las naciones, debido á la
falsa idea de que podría reembolsarse fácilmente.—No hay más que
un medio para formar capitales, la producción, y es inútil
pretender que aquéllos se multipliquen allí donde ésta no
existe. La extinción de la deuda pública, su amortización
gradual y sucesiva, es una necesidad imperiosa de los Gobiernos,
pero la única manera de conseguirla esta en los sobrantes de un
presupuesto bien establecido.
Respecto de la propiedad, la amortización es un estado
contrario á sus más esenciales condiciones. La circulación es la
vida de la propiedad y con razón se llama amortizada, es decir
muerta, á aquella que se petrifica y se sustrae á
los cambios, que necesita para cumplir con su fin. La propiedad
es un medio para ciertas necesidades humanas, y si éstas varían
á cada paso, es indispensable que aquélla pueda seguir esas
alteraciones; cuando la propiedad se inmoviliza, ya no es
posible la relación y el acuerdo de ambos términos. Prueba de la
verdad de estas afirmaciones, son los graves males de todo
género que la amortización ha producido, y los obstáculos, que
especialmente ha opuesto al desenvolvimiento de la riqueza.
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economía política