Dr. D. José
Piernas Hurtado
Exposición de la nomenclatura y de los
principales conceptos de esa ciencia.
N
Necesidades económicas.—
En general, necesidad significa una manera de ser
precisa, inevitable, y sirve para expresar la relación de
exigencia que mantienen los medios y los fines. Necesario se
dice aquello de que depende otra cosa, ó que ha de ser
forzosamente puesto para lograrla, y en igual sentido se afirma
también que es necesario algún hecho ó suceso, cuando se han
puesto los modios que á él conducen.
Económicamente, pues, las necesidades consisten en las
exigencias con que nuestra naturaleza reclama los medios
naturales, que son indispensables para el cumplimiento de su
destino.
Los economistas, sin embargo, prescindiendo del rigor
filosófico, suelen definir la necesidad, no en si misma, sino
considerando sus efectos, y dicen que es la sensación ó pena
que sufre el hombre por la falta de ciertas condiciones. La
confusión de las ideas no puede ser aquí más evidente. El dolor
revela la necesidad y nos obliga á atenderla; pero
el dolor sólo se siente cuando la necesidad no ha sido
oportunamente satisfecha; luego esas sensaciones desagradables,
en vez de ser el origen, serán la consecuencia de nuestras
necesidades. La necesidad de alimentarnos y de vestirnos no
consiste en el hambre y el frío que experimentamos al dejar de
hacerlo, sitio en que la índole de nuestro organismo requiere la
asimilación ó el auxilio de elementos determinados. En otros
términos: no es cierto que debamos comer porque nos duela el
estómago, si no lo hacemos, siendo lo exacto que el estómago nos
duele porque debemos comer y para avisarnos de ellos.
Las necesidades humanas son físicas y morales:
aquéllas tienen siempre carácter económico; éstas lo tendrán en
tanto que su satisfacción dependa de medios materiales.
Las necesidades económicas son absolutas ó relativas,
según que se propongan la realización de algo esencial para el
fin humano, ó se dirijan á cierto grado ó aspecto de ese mismo
destino: las primeras son comunes á todos los hombres é
independientes de tiempos y lugares; las segundas se ven
influidas por todos los accidentes y variedades del desarrollo
individual y social; son progresivas y crecen
incesantemente á impulsos de la cultura.
Los extravíos de la voluntad, y el poder de la costumbre, dan
lugar á otras exigencias, que se distinguen de las naturales,
llamándolas impropiamente necesidades ficticias ó
artificiales, cuando el nombre que las corresponde es el de
vicios. La mayor parte de los escritores de nuestra
ciencia piensan que esa distinción de las necesidades
corresponde únicamente á la Moral, y que la Economía, no
pudiendo tomarla en cuenta, ha de tenerlas á todas por
legitimas; más precisamente porque la Moral distingue está
obligada a distinguir la Economía, pues no hay ninguna ciencia
que pueda ser neutral ni indiferente para con el vicio. Lo
que es malo moralmente, malo ha de ser bajo cualquiera otro
aspecto; y así el uso del tabaco, por ejemplo, ó el habito de
los licores, no pueden sostenerse sin la destrucción de una gran
cantidad de riqueza, sin arrebatar al bienestar y mejoramiento
humanos un considerable número de esfuerzos y de elementos que
se emplean en su daño.
Para la Economía no pueden ser legitimas más que aquellas
necesidades que tengan un fundamento real en la naturaleza del
hombre.
Negociante.—Acaparador.—El
que adquiere los productos cuando abundan y están baratos para
llevarlos al mercado en las épocas de escasez y carestía.
Los actos del negociante sirven para regular los precios y son
beneficiosos alternativamente á productores y consumidores. Los
productos de la agricultura se despreciarían considerablemente
en el periodo de las cosechas, si el acaparador no hiciese
entonces sus adquisiciones, y poco tiempo después esos mismos
artículos tomarían un precio excesivo, si aquél no se encargara
de ir surtiendo los mercados en la proporción necesaria con las
reservas de que dispone. Por eso el interés que los acaparadores
obtienen para su capital es perfectamente legítimo y nada hay de
censurable en su conducta, en tanto que no promuevan
artificialmente la escasez, ó especulen con las necesidades del
consumidor para elevar los beneficios más allá del limite, que
corresponde á sus funciones.
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economía política