MERCANCÍA: producto del trabajo destinado a satisfacer alguna necesidad del hombre y que se elabora para la venta, no para el propio consumo. Los productos del trabajo se convierten en mercancías tan sólo cuando aparece la división social del trabajo y cuando existen determinadas formas de propiedad sobre los medios de producción y los frutos del trabajo. Por consiguiente, o mercancía es una categoría histórica. En los modos de producción esclavista y feudal, la gran masa de los productos del trabajo se obtienen en un régimen de economía natural y no se presentan en calidad de mercancías. Sólo en la producción capitalista todos los frutos del trabajo se convierten en mercancías y también se convierte en mercancía -esto es lo más característico del capitalismo- la fuerza de trabajo (ver). Toda mercancía posee dos propiedades, tiene un doble carácter. En primer lugar, la mercancía ha de satisfacer tal o cual necesidad humana, ha de ser útil al hombre, y dicha propiedad constituye el valor de uso (ver) de la mercancía. Como quiera que la mercancía es un producto destinado al cambio, su valor de uso es portador del valor (ver), es decir, del trabajo social invertido en su producción y materializado en la mercancía. Estas dos propiedades de la mercancía son una consecuencia del doble carácter del trabajo. El gasto de trabajo concreto (ver) crea el valor de uso de la mercancía, y el trabajo abstracto (ver) crea el valor de la misma, Como valores de uso, las mercancías son cualitativamente heterogéneas y en consecuencia no conmensurables entre si desde el punto de vista cuantitativo. Como valores, las mercancías constituyen condensaciones de trabajo social homogéneo de los productores. La magnitud del valor de las mercancías está determinada por la cantidad de trabajo socialmente necesario. En la mercancía producida en las condiciones de la propiedad privada, se encierran en germen todas las contradicciones fundamentales de la producción mercantil simple y de la producción mercantil capitalista. En la economía mercantil de propiedad privada, el doble carácter del trabajo materializado en la mercancía refleja las contradicciones entre el trabajo privado y el trabajo social de los productores, entre el valor de uso y el valor. En la sociedad en que domina la propiedad privada capitalista sobre los medios de producción, estas contradicciones de la mercancía se reflejan en las dificultades que existen para realizar la mercancía dada, en las crisis de superproducción que se repiten periódicamente y que estremecen la economía capitalista, en la lucha competitiva de los productores de mercancías, lucha que conduce, en último término, a la ruina de los pequeños productores y al enriquecimiento de unos pocos, los más fuertes económicamente, y en las condiciones actuales, al enriquecimiento de la gran burguesía monopolista. La producción de artículos como mercancías también se conserva bajo el socialismo. Son mercancías, bajo el socialismo, todos los productos agrícolas (víveres y materias primas) que venden los koljoses y los koljosianos al Estado y en los mercados koljosianos, así como todos los artículos de consumo que se producen en las empresas del Estado y se venden a través de la red comercial a la población urbana y rural o en el mercado internacional. También son mercancías los medios de producción. En la sociedad socialista las mercancías, por su naturaleza, se diferencian de manera esencial de las mercancías que se producen en las condiciones de la propiedad privada. En la sociedad socialista, la producción y el cambio de mercancías se efectúan bajo el dominio de la propiedad social sobre los medios de producción; en su mayor parte, los artículos se producen mediante el trabajo colectivo en empresas socialistas según un plan establecido de antemano, plan en que se tienen en cuenta las necesidades sociales y los inversiones de trabajo socialmente necesarias. La circulación de mercancías se organiza de manera planificada en escala de toda la sociedad. Por este motivo, la mercancía, en el socialismo, no es simplemente un producto destinado al cambio, sino un producto obtenido según un plan para satisfacer las necesidades de la sociedad socialista y que pasa al consumidor a través de la circulación organizada a tenor de un plan. En el socialismo, la esfera de la producción mercantil está esencialmente limitada, dado que en él la fuerza de trabajo del hombre no es una mercancía, la tierra y el subsuelo, las fábricas, las plantas industriales, las minas y otras empresas, no se venden ni se compran y por consiguiente no son mercancías. No existiendo la propiedad privada ni la explotación no es posible que la producción mercantil socialista se transforme en capitalista. En el régimen socialista, el trabajo abstracto y el trabajo concreto invertidos en la producción de las mercancías son dos aspectos del trabajo directamente social. Por consiguiente, bajo el socialismo, la contradicción entre el valor de uso y el valor de la mercancía no tiene un carácter antagónico y se resuelve de manera planificada, estableciendo proporciones adecuadas en la producción y realización de los artículos tanto en su expresión natural como en su valor. La producción mercantil se conserva durante todo el período de la edificación de la sociedad comunista en todos los frentes. Caducará y desaparecerá en la fase superior del comunismo.
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de Borísov, Zhamin y Makárova
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