Enfoque Sistémico e Individualismo Metodológico: una aproximación


Autores e infomación del artículo

Isaías Covarrubias M. (CV)
icovarr@ucla.edu.ve
Universidad Centro Occidental Lisandro Alvarado
Barquisimeto, Venezuela

Octubre, 2002

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"Contribuciones a la Economía"
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Resumen

Tanto los enfoques sistémicos, así como el individualismo  metodológico representan dos corrientes de análisis de los hechos sociales, particularmente de los económicos, que han ganado terreno como programas de investigación, por la amplia gama de fenómenos y variables que son capaces de abordar y por la elegancia de sus teorías, dotadas de un fuerte poder heurístico y hermenéutico. No obstante, como es previsible, están sometidos a limitaciones epistemológicas, con consecuencias prácticas que se traducen en la imposibilidad de enriquecer los análisis. Por esta razón, a menudo ambos enfoques son presentados como opuestos y rivalizando en términos de cual provee mejores explicaciones, cual se desarrolla sobre una base empírica más sólida. Normalmente se les asocia con presupuestos ideológicos de viejo y nuevo cuño; así, los enfoques sistémicos están vinculados a posiciones de izquierda, mientras que al individualismo metodológico se le relaciona con la corriente neoliberal y el mainstream de la economía, que ha pasado a ser sinónimo de análisis convencional. Por desencaminada que pueda parecer la propuesta, existe la posibilidad de integrar ambos enfoques, o, cuando menos, intentar su complementación, vista la riqueza de las realidades sociales que confrontan con sus explicaciones. En este trabajo se sugiere que enfoques como el análisis económico de la conducta humana, la racionalidad estratégica y e neoinstitucionalismo, contienen elementos "sistémicos" e "individualistas" suficientes para proponerlos como eslabones integradores.

Palabras Clave: Enfoque Sistémico, Individualismo Metodológico, organizaciones, teorías del crecimiento evolucionistas, análisis económico de la conducta humana, racionalidad estratégica, economía neoinstitucional, enfoque integrador. 


1. Introducción

El enfoque sistémico y el individualismo metodológico, constituyen dos de los programas de investigación más relevantes de las ciencias sociales actuales. Sus orígenes, no obstante, pueden sustraerse de las primeras indagaciones teóricas acerca de lo social. Como programas de investigación tienen el sentido atribuido por el filósofo Imre Lakatos, de ser un conjunto de teorías soportadas en un centro duro de principios incuestionables, con un cinturón protectivo de teorías derivadas del centro duro, cuyo progreso teórico depende, de manera importante, de su capacidad heurística para predecir hechos nuevos con algún éxito. Además, si el crecimiento teórico se retrasa con respecto al crecimiento empírico, el programa podría estancarse y corre el riesgo de degenerarse (Lakatos, 1975).

Los dos enfoques metodológicos que se van a analizar brevemente, tratan con fenómenos de complejidad organizada, donde las teorías representan complejas combinaciones de hipótesis, tienen un centro duro muy afianzado, por lo cual sus cinturones protectivos cumplen bien su misión, haciendo casi imposible en la práctica identificar teorías refutadas por evidencia contraria. El alcance logrado por ambos programas supone una ruptura, aunque no definitiva, con una buena parte del anclaje metodológico tradicional de las ciencias sociales, particularmente con los rígidos patrones impuestos por el positivismo y por el posterior logicismo empírico.

Tanto el enfoque sistémico, como el individualismo metodológico, intentan lograr la transición de un determinado conocimiento de lo social hacia un status científico, que refleje, de manera correspondiente, sus propiedades epistemológicas. Por ello, representan métodos de investigación que brindan la posibilidad de contrastar teorías rivales, siguiendo principios sui generis. Sin embargo, en varios aspectos continúan relacionándose con la verificación positivista, los modelos hipotético-deductivos y con nociones de plausibilidad, cuando la corroboración se hace impracticable por ausencia de datos o por la imposibilidad de enmarcarlos dentro de una estructura de examinación viable.

No son independientes ni de la idea, ni del objeto a conocer, puesto que son productos a posteriori de la capacidad epistemológica. Al igual que con los demás enfoques metodológicos, se corre el riesgo con ellos de dejar al margen problemas que frecuentemente aparecen como de escasa entidad, según las reglas del juego filosófico prescritas, pero que resultan ser de una enorme relevancia para una teoría más acorde con la realidad. Su análisis, por lo tanto, no se encuentra privado de sentido problemático.

2. Enfoque sistémico 

Los enfoques de sistemas son subsidiarios tanto del evolucionismo como de la exploración científica que intenta aprehender totalidades. Presuponen la posibilidad de abordar la realidad como un todo, considerando sus componentes y los distintos estados de interacción entre ellos. El intenso uso de las matemáticas en los modelos sistémicos permite eliminar el supuesto ropaje metafísico que acompañaría el estudio de totalidades, aceptando que la ciencia no puede hacer otra cosa que presentar relaciones formales entre fenómenos. Intentan descubrir la "organización" implícita en cualquier realidad previamente definida, estableciendo el marco de principios, tendencias y leyes subyacentes. Para la explicación, abandonan el paradigma de la causalidad lineal y de la explicación probabilística, propia de los problemas de complejidad no organizada. Suponen que en la realidad nos encontramos con problemas de complejidad organizada en todos los niveles de la estructura jerárquica del universo, de lo cual se desprende que tal complejidad debe ser abordada mediante leyes sistémicas. 

Por lo demás, estos enfoques dan por descontado que cualquier interpretación de la realidad está cortada según patrones de percepción característicos. Ya que no se tiene la menor prueba de lo que el mundo "real" es en sí, las recurrencias y analogías "organísmicas" tienen validez como criterio de explicación y resultan útiles hasta en la predicción de resultados. Cabe pues la posibilidad de formular leyes sistémicas generales en el ámbito social, sin desmedro de la utilización de aplicaciones matemáticas de alto poder analítico y predictivo. Fenómenos como crecimiento demográfico, el urbanismo, tasa de agotamiento de recursos globales, diferenciación social, entre otros, han recibido el tratamiento de enfoques de sistemas. Es un hecho que han resultado atractivos para la investigación en ciencias sociales, como lo atestiguan el desarrollo del funcionalismo en sociología y el estructuralismo en antropología (Bertalanffy, 1982).

La importancia del enfoque sistémico se deriva de su relación consustanciada con el carácter de sistema con el que se presentan los hechos sociales. Al respecto Bunge (1982) plantea que todas sociedad puede dividirse en cuatro subsistemas: El subsistema biológico (mantenido por organizaciones de parentesco y por organizaciones de salud pública), el económico (mantenido por relaciones de producción, intercambio, y consumo), el cultural (mantenido por relaciones de información), y el político (mantenido por relaciones de poder y de participación en éste). Puesto que los cuatro subsistemas son parte de una misma sociedad, están fuertemente ligados entre sí y, por estarlo, ninguno de ellos puede estudiarse adecuadamente con independencia del otro. Por consiguiente, todas las ciencias sociales son necesariamente sistémicas antes que individualistas, porque tratan de sociosistemas.

Las posibilidades de explicación de la realidad social que brindan los enfoques sistémicos, guardan una asociación con el desarrollo de una teoría del cambio estructural. Confrontada por Domingo (1975), esta asociación se deriva del hecho que los sistemas sociales son "sistemas abiertos" que tienden a ser muy flexibles y asimilan las perturbaciones exógenas en su estructura periférica de manera similar a los procesos homeostáticos, permitiendo la transformación estructural de forma evolutiva. No obstante, puede ocurrir que las perturbaciones internas o externas sean más graves de lo esperado, afectando también la estructura básica, lo cual genera un exceso de mecanismos defensivos que contrarresten las alteraciones.

En este caso, el sistema social va anulando sus posibilidades de evolución, se estanca, se anquilosa, permaneciendo largo tiempo en este estado, o bien es destruido por acciones que sobrepasan sus sistemas de defensa. Se produce entonces una transformación total en el comportamiento del sistema social, con cambios estructurales más o menos profundos, sin que necesariamente constituya una situación anárquica, pero que dejará asentada una nueva estructura, abriendo nuevas posibilidades de desarrollo y confrontando otras amenazas. La característica fundamental de los sistemas sociales es el cambio social evolutivo, pero a lo largo de la historia se registran una gran variedad de hechos políticos y económicos que han producido rupturas estructurales no evolutivas.

Tanto la visión orgánica de la realidad, así como el cambio estructural, representan el fundamento sobre el que el Premio Nóbel de Economía Herbert Simon ha construido un importante marco analítico-empírico centrado en el estudio y evolución de las organizaciones. A diferencia del paradigma prevaleciente en la teoría económica clásica y neoclásica, orientado en su atención analítica hacia los mercados, y expresándose en modelos de explicación y de prueba estadística basados en la racionalidad limitada que imponen los criterios de optimización paramétrica, el enfoque sistémico de Simon responde al estudio de lo que el mismo denomina economía organizacional. El propio concepto en sí es de gran importancia, puesto que sugiere la influencia que ejercen las categorías de descripción en el desarrollo de la teoría. Sustituyendo "mercados" por "organizaciones" la esfera de análisis se traslada hacia variables que son suficientemente significativas para ser incluidas en primer lugar en una teoría del fenómeno estudiado.

Por ejemplo, un análisis de las empresas desde la perspectiva de la economía organizacional, tendrá en cuenta, y de forma relevante, variables de estudio ampliamente desdeñadas por la teoría de la firma clásica y neoclásica. Aspectos como la motivación y eficiencia en las organizaciones, los principios de autoridad y sus relaciones con los contratos laborales, las gratificaciones como motivaciones, los principios de lealtad y su relación con los objetivos organizacionales, la capacidad de coordinación, constituyen factores que arrojan una visión más realista del comportamiento de las empresas y sus interacciones con el entorno (Simon, 1991).

Los promotores de la economía organizacional no suponen que el análisis de los mercados sea incorrecto, más bien asumen que es incompleto, en virtud del carácter incompleto e incierto de la información que poseen los agentes y que están presentes en problemas del tipo de información asimétrica y riesgo moral. El enfoque de organizaciones lo que hace es retomar las preguntas acerca de cuando se espera que las organizaciones rentables, no rentables y gubernamentales trabajen bien, y cuando la competencia de los mercados es necesaria para disciplinar a las organizaciones para que se desempeñen eficientemente. Destacan que las respuestas adecuadas a las preguntas de política a las que se enfrentan todas las sociedades dependen de contar con teorías empíricamente firmes acerca del comportamiento de las grandes organizaciones que dominan el terreno de los sistemas económicos en los países desarrollados. 

Las perspectivas de desarrollo de este tipo de análisis, de las cuales hace referencia Stiglitz (1991), son observadas con optimismo y se predicen importantes avances en el campo de la economía organizacional y los sistemas económicos comparados, campos que hasta hace poco permanecían en la periferia de la corriente principal de la economía. Sin embargo, se advierte acerca de los obstáculos que pueden entorpecer el éxito de este programa de investigación, siendo uno de ellos la interacción entre las organizaciones. Dado que el enfoque organizacional está pensado para el análisis de grandes organizaciones, se descuida la importancia y el tratamiento de las pequeñas organizaciones, que representan un componente relevante de cualquier sistema económico en la actualidad. Por lo demás, esta claro que éstas tampoco son gobernadas por las angostas preocupaciones racionales sobre las cuales la economía tradicionalmente se ha focalizado. 

Otro campo de análisis económico donde el enfoque sistémico ejerce una gran influencia es el de las teorías de crecimiento. En efecto, la teoría evolucionista del crecimiento, al igual que los modelos neoclásicos de crecimiento endógeno, subrayan el significativo papel que tiene el progreso técnico en el crecimiento económico, pero se distinguen de aquellos, sin embargo, al destacar la importancia del ambiente institucional en que se genera y difunde el progreso técnico, y el papel de la demanda en el crecimiento. Los modelos de simulación de la dinámica del crecimiento con estas características, permiten incorporar la diversidad sectorial de la demanda y del progreso técnico (Hounie et al, 1999). Dado que, como lo hiciera notar Nelson (1998), las instituciones no permanecen constantes, surge la cuestión de incorporar a los modelos de crecimiento el cambio institucional, si se quiere lograr un mejor entendimiento de qué papel desempeña y por qué es tan diferente de un país a otro. Pero, hasta ahora, sólo se tiene claro que tal proceso es muy complejo y está precariamente comprendido.

Un importante desarrollo del enfoque sistémico esta relacionado con el denominado estructuralismo-funcionalismo, el cual ha devenido en la teoría constructivista. La tesis fundamental del constructivismo gira en torno al hecho de considerar que los sujetos no son actores de una realidad objetiva, sino que son participantes, en cierto modo, en la creación de la realidad en la que participan. Esto quiere decir que autoorganizan individual y colectivamente su visión de la realidad y en su interior usan del lenguaje y la comunicación para su construcción. Esta "autorepresentación" debe ser abordada sistémicamente, puesto que los sistemas sirven para una reducción de la complejidad, y precisamente a través de esta simplificación permiten la estabilización de la diferencia interior/exterior de la observaciones generadoras de la realidad.

La constatación de una realidad autoreferente no significa necesariamente que no tenga límites, o una dirección definida, puesto que existe capacidad de decidir y orientar la realidad, en otras palabras, construirla. De este modo, el programa de investigación constructivista se orienta hacia la elaboración de una teoría de los sistemas sociales, usando las propuestas relativas al conocimiento y la observación que se derivan tanto del análisis lógico de la cibernética de segundo orden, como las relacionadas con los sistemas autoorganizativos o autopoyéticos, provenientes originalmente de la neurobiología.

Otras corrientes metodológicas, relacionadas con el enfoque de sistemas, están asociadas al realismo crítico y al enfoque hermenéutico. Su visión es la de un mundo social impregnado de significado. Contrariamente al estructuralismo o a la sociología funcionalista, le otorgan un papel más activo al individuo en cuanto a su capacidad de conocer la realidad que lo circunda, sin que esto signifique que no existan límites para tal conocimiento. Esta restricción proviene tanto de las condiciones desconocidas por el individuo, así como por los efectos inintencionados de las acciones intencionadas que elige.

Como en las ciencias naturales, la explicación en el mundo social envuelve referencias a mecanismos generativos, poderes y estructuras, algunas de las cuales no son inmediatamente accesibles a la observación. No obstante, se reconocen diferencias entre las estructuras naturales y las sociales. Primero, la persistencia de las estructuras sociales son dependientes de las prácticas y actividades que las mismas estructuras ayudan a constituir. Segundo, las estructuras sociales no existen independientemente de las concepciones o definiciones de los individuos, el mundo social es concebido como un mundo pre-conceptualizado. Tercero, las estructuras sociales sólo son relativamente duraderas, puesto que las personas son capaces de alterar las estructuras, dada la dinámica natural de la vida social (Baert, 1996). 

Algunas críticas a estos enfoques tienen que ver con la recurrencia a nociones de entidad, clase o sociedad, que resultan inconvenientes para la explicación al aislar las acciones individuales de sujetos intencionales. En la búsqueda de analogías sociológicas con la teoría de la selección natural, el funcionalismo fracasa porque no hay una teleología objetiva identificada con los procesos guiados o determinados por la estructura o la clase dominante con un propósito, sin un sujeto intencional. Tampoco son satisfactorias las explicaciones que parten de la teleonomía, es decir, una conducta social explicada en términos adaptativos en procesos de selección natural sin actor proponente. El reduccionismo que esto conlleva supone un determinismo estructural e histórico, olvidándose que la historia es hecha por los individuos y tiene que ser explicada por la acción de los individuos.

Por esta razón, el realismo crítico ha sido normalmente vinculado a una postura anti-empricista de la ciencia, en línea con su lealtad al estructuralismo. En apariencia, el realismo crítico, y con éste, las corrientes de las ciencias sociales asociadas, proveen una justificación filosófica dirigida a hacer compatible la ciencia con una visión política progresiva, por lo cual ha sido usado frecuentemente para defender los fundamentos epistémicos de la visión marxista de la teoría social. Esta problemática refleja la inconveniencia metodológica de querer prescribir y normar la realidad social de una manera deliberada. En este sentido, no se debe dejar pasar por alto una crítica al enfoque sistémico proveniente del enfoque rival, el individualismo metodológico, provista por Friedrich Hayek (1974):

"Una teoría de fenómenos esencialmente complejos debe referirse a un gran número de hechos particulares y para obtener un pronóstico de tal teoría, o para verificarla, debemos determinar todos esos hechos particulares. Una vez que lo lográramos, no habría dificultad particular para derivar pronósticos verificables; con el auxilio de las computadoras modernas sería más fácil la inserción de estos datos en los espacios en blanco correspondientes de las fórmulas teóricas y la obtención de un pronóstico. La verdadera dificultad, para cuya solución la ciencia tiene poco que aportar, y que a veces es en efecto insoluble, consiste en la determinación de los hechos particulares." (pag. 7).

3. El individualismo metodológico 

El individualismo metodológico tiene una larga tradición, puesto que es el presupuesto epistemológico de importantes corrientes de las ciencias sociales, particularmente de la economía, como es el caso de la escuela neoclásica, y la teoría de la acción humana, subyacente en los planteamientos de los economistas austriacos. En la esencia de este pensamiento se encuentra el hecho que el único método científico válido es el que explica los fenómenos sociales a partir de una reconstrucción de las relaciones e interacciones que existen entre espíritus individuales. El individualismo metodológico se justifica por el carácter necesariamente subjetivo de toda percepción humana en materia de hechos sociales, que impone límites a nuestro conocimiento y moldea nuestras creencias. El saber concreto que orienta la acción de un grupo de individuos no existe como un conjunto coherente y lógico, sino de una forma dispersa e incoherente bajo la cual se manifiesta a muchos individuos. Tal dispersión e imperfección del conocimiento humano es el hecho fundamental del cual deben partir las ciencias sociales (Lepage, 1986).

Siendo la unidad elemental de la vida social la acción humana individual, explicar las instituciones y el cambio social es demostrar de qué manera surgen como el resultado de la acción y la interacción de los individuos. Este enfoque no es incompatible con ninguno de los siguientes enunciados: Primero, los individuos tienen a menudo objetivos que afectan el bienestar de otros individuos. Segundo, frecuentemente tienen creencias relativas a entidades supraindividuales que no son reductibles a creencias relativas a individuos. Tercero, muchas propiedades de los individuos, como es, por ejemplo, tener poder, son necesariamente relaciónales, de manera que la descripción exacta de un individuo puede exigir una referencia a otros individuos. Dado que no existen leyes determinadas para el comportamiento de los individuos, no se pueden hacer generalizaciones, pero como no se debe recurrir a meras descripciones de los acontecimientos, surge la idea de mecanismo, que representaría, a grandes rasgos, patrones causales que se producen con frecuencia, que se reconocen fácilmente, surgen en condiciones generalmente desconocidas, y permiten explicar, pero no predecir (Elster, 1996).

Aunque comparten el mismo fundamento epistémico, existen diferencias importantes entre la corriente neoclásica y la escuela austriaca. Si bien no con respecto a la normativa metodológica (los hechos económicos se deben explicar a partir del individuo), si difieren en el tratamiento del objeto, es decir, en la forma como se debe interpretar el comportamiento de los individuos. Mientras que la teoría neoclásica hace énfasis en el comportamiento maximizador de los individuos, para la escuela austriaca, no se puede saber nada de ese comportamiento maximizador. Los economistas austriacos llamaron la atención sobre el hecho que la acción de un individuo es siempre un proceso mediante el cual consigue información y se forma expectativas con el fin de orientar su propia idea de la mejor solución. Las acciones y elecciones individuales están basadas en una única escala de valores conocida sólo por el individuo. Es esta valoración subjetiva de los bienes la que crea el valor económico. Por ello, no utilizan las matemáticas en sus análisis o teorías, debido a su incredulidad respecto a que las matemáticas puedan capturar la compleja realidad de la acción humana.

El paradigma de la elección racional del individuo maximizador de su conducta económica supone la elección de la mejor alternativa dadas unas determinadas restricciones. Con este enfoque paramétrico fue posible construir modelos matemáticos de explicación y de predicción, conducentes a situaciones de equilibrio parcial y general por un lado, y de equilibrio estático y dinámico por otro. El fundamento explicativo se relaciona con la proposición "bajo ciertas condiciones" porque los argumentos se corresponden con el establecimiento de ciertos principios axiomáticos y situaciones sin cambio o de cambio controlado. Pero, como argumenta Doménech (1991), el agente decisor no está enfrentado a parámetros naturales inertes fácilmente controlables, sino a otros agentes tan racionales cómo él, tan bien o mal intencionados como él, y dotados, cómo él, de una capacidad de previsión estratégica no controlable por otros.

He aquí una importante limitación en la explicación basada en la racionalidad paramétrica del ceteris paribus de tipo neoclásico. Las restricciones del análisis económico neoclásico no sólo han sido percibidas cuando se le contrasta con la economía organizacional, o con el individualismo metodológico de la escuela austriaca, sino también cuando se le compara con la corriente institucionalista de la primera parte del siglo XX. Para éstos, los arreglos particulares, vale decir, las instituciones, por medio de los cuales las economías orientaban sus asuntos económicos era esencial para el análisis. Para la escuela neoclásica, en cambio, más importante era buscar y ver a través de esos detalles no esenciales las fuerzas elementales subyacentes de la actividad económica, vale decir, los mercados.

Ahora bien, como lo hace notar Stiglitz (1991), los economistas neoclásicos, al llevar sus modelos teórico-empíricos hasta sus últimas consecuencia lógicas y, por lo tanto, iluminar los aspectos absurdos del mundo que ellos habían creado, hicieron al mismo tiempo una importante contribución al análisis económico que se proyecta, y cuyos rasgos esenciales ya han comenzado a ser desarrollados en programas de investigación. Por ejemplo, ya se ha visto como el paradigma de la economía de la información ha emergido para explicar, entre otros fenómenos conductas en el mercado de capital, tales como el racionamiento del crédito, conductas en el mercado de productos, tales como la variedad de arreglos que predeterminan que los intentos de discriminar precios en un ambiente en el cual existe información imperfecta, termina por limitar la discriminación perfecta de precios. 

También es relevante que, a partir de los supuestos neoclásicos subyacentes en el análisis costo-beneficio tradicional, economistas como los Premio Nóbel Gary Becker y James Buchanan, hayan ampliado, con relativo éxito, el campo y alcance de este análisis, incorporando, sin embargo, algunos elementos que no se desprenden necesariamente del criterio convencional de racionalidad limitada. En particular, Becker se ha preocupado por el análisis económico de una diversidad de asuntos sociales, como el matrimonio, el divorcio, la natalidad, el delito y especialmente la educación. Con respecto al método pertinente de análisis económico, Becker (1993) ha sostenido que:

"A diferencia del análisis marxista, un enfoque económico válido puede consistir perfectamente en asumir que los individuos no están orientados exclusivamente por motivos egoístas o por ganancias materiales. Esto es así porque se trata de un método de análisis, no de un supuesto acerca de algunas motivaciones particulares, entre otras. He intentado involucrar a los economistas eliminando los angostos supuestos acerca del auto-interés. La conducta es manejada por una mucho más rica gama de valores y preferencias.
El análisis asume que maximizan su bienestar tal y como ellos lo conciben, sean las conductas egoístas, altruistas, leales, rencorosas o masoquistas. Las conductas que miran hacia delante son también asumidas como consistentes a través del tiempo. En particular, los individuos intentan el criterio de lo mejor como lo que ellos pueden anticipar serán las consecuencias inciertas de sus acciones. La conducta que mira hacia delante, sin embargo, puede todavía estar enraizada en el pasado, puesto que el pasado puede ejercer una larga sombra sobre actitudes y valores." 
(pag. 385-386). 

Por su parte, Buchanan se ha destacado por el tratamiento analítico concerniente al sistema político y la toma de decisiones implicada en las acciones de los diferentes agentes políticos, bajo la perspectiva del cálculo económico. Buchanan (1987) ha enfatizado que el sistema político debe ser tratado de un modo simétrico al económico, asumiendo que ambos son mercados en los que el resultado se determina a través de la interacción de personas que persiguen sus propios intereses individuales, entendidos con un criterio amplio, en vez de los objetivos sociales que los participantes juzgan ventajoso enunciar. La "teoría de la elección pública" toma los sofisticados instrumentos analíticos de la economía y los aplica al sector político y gubernamental, intentando relacionar el comportamiento de los actores en sus diferentes facetas; como votantes, como funcionarios públicos, como líderes políticos, con el conjunto de resultados que se podrían observar.

También ha incorporado en algunos de sus trabajos categorías de restricciones que no son tomadas en cuenta en los análisis convencionales de la economía de la corriente principal. Por ejemplo, analizando los presupuestos éticos de la interacción económica, llega a la conclusión que una premisa válida para el estudio del comportamiento individual debe ser la incorporación de las restricciones éticas y morales. Los individuos no se comportan de forma oportunista en todas y cada una de las ocasiones; no se comportan con algún criterio "como-si" de coste-beneficio que se deriva de una estructura formal de incentivos. Muchos individuos no roban, aunque estén seguros que no hay posibilidad de descubrimiento, captura o castigo. Por esta razón, el individuo acepta las restricciones, no basándose en un cálculo aislado de beneficio a largo plazo, en vez de ello, acepta las restricciones como el "precio" que debe pagarse, para asegurar el "bien" esperado, representado por las restricciones recíprocas sobre su comportamiento que aceptan los demás como su parte del intercambio contractual (Buchanan,1996). 

Estos enfoques, que ahora cuentan con numerosos seguidores, intentan ofrecer una comprensión más apropiada de las complejas interacciones humanas que ocurren al interior de las instituciones sean éstas económicas, sociales o políticas. Además incorporan de una manera más expedita la variable intertemporal en la toma de decisiones sujeta a restricciones, asumiendo que la intertemporalidad es un criterio condicionante significativo en la toma de decisiones. Por su poder heurístico, estos modelos de explicación recibieron en su momento el respaldo del filósofo Karl Popper. Desde su punto de vista, este método, seguido generalmente en economía, debía ser imitado por el resto de las ciencias sociales. En sociología, por ejemplo, es posible apelar a una lógica general de las situaciones de la cual se puede derivar una teoría de las instituciones. Esto es así porque las instituciones no actúan, sólo actúan los individuos en o para las instituciones, de manera que éstas sólo se pueden abordar partiendo de los individuos (Popper, 1992).

Por otra parte, haciendo énfasis en la explicación proveniente de la mucho más amplia racionalidad estratégica subyacente en los acontecimientos sociales, el sociólogo Jon Elster ha indagado en sus propiedades cuando éstos son estudiados mediante mecanismos. Elster (1996) parte de la imposibilidad de existencia de teorías generales operativas en ciencias sociales, lo cual abre el camino para conceptuar a través de mecanismos causales que sirven para explicar fenómenos parciales. Estos mecanismos incluyen una gran cantidad de hechos a primera vista paradójicos, en situaciones de elección racional, en condiciones de incertidumbre y en las opciones colectivas. Algunas de estas paradojas se observan, por ejemplo, en la debilidad de la voluntad y el desinterés por el tiempo que exhiben algunas decisiones, las consecuencias no intencionadas que generan acciones intencionadas y los "dilemas del prisionero" a que están sometidas un buen número de opciones colectivas. Se trata pues de explicar las complejas interdependencias de los actores sociales, a la luz de la racionalidad estratégica que está presente en la interdependencia de las decisiones.

Las modernas explicaciones económicas que se basan en la teoría de juegos para analizar problemas del tipo "dilemas del prisionero" o de evolución de situaciones bajo esquemas cooperativos o no cooperativos; las que se basan en estrategias de conflicto para analizar problemas relacionados, por ejemplo, con teoría de la firma del tipo "agente-principal" y el análisis sustentado en las paradojas de la racionalidad, que estudia las limitaciones cognoscitivas en la conducta del consumidor, representan programas de investigación que encuentran en el enfoque de la racionalidad estratégica un bastión para el desarrollo teórico y la experimentación. La violación del supuesto de racionalidad limitada, inherente a estos programas, no sólo se soporta en la asunción de que es descriptivamente inadecuado, sino también internamente incompleto e inconsistente. Sin embargo, el hecho que se asuma que la conducta del agente no sea racional, en algún sentido, no significa que no pueda ser predecible. Los avances en sociología y sicología han mostrado que pueden existir patrones sistemáticos en la conducta individual, hasta cuando ésta es irracional. 

4. Trascendiendo la oposición: una breve conclusión

La posibilidad de trascender la oposición entre el enfoque sistémico y el individualismo metodológico puede ser abordada partiendo de las debilidades de ambos enfoques. En el caso de los enfoques sistémicos la lógica intrínseca de los modelos queda severamente limitada porque en los sistemas abiertos el rango total de variables relevantes no se puede conocer. La certeza empírica también se encuentra limitada porque en los sistemas abiertos de procesos evolucionarios discontinuos la replica de eventos es restringida (Dow, 1997). En el caso del individualismo metodológico, la asunción de la racionalidad limitada como principio, propia de la corriente principal de la economía, constriñe de manera significativa las posibilidades de explicación de las teorías, hasta el punto de sostenerse sobre supuestos irrealistas o irrelevantes. El sustrato empírico queda condicionado a la importancia real de las variables puestas a prueba, perdiéndose la mayoría de las veces la oportunidad de análisis más ricos y complejos.

No obstante, como lo sostiene Dow (1995), la economía neoclásica sigue teniendo un fuerte atractivo para los economistas, a pesar de las preocupaciones concernientes a las debilidades de su lógica interna y su aplicabilidad a los aspectos de política. El atractivo proviene del hecho que, como la economía de la corriente principal limita la teoría a los elementos de proceso económico que pueden, en la práctica, ser representados por un sistema formal cerrado, un alto grado de certidumbre puede ser logrado imponiendo esos límites. En los presupuestos epistemológicos de la obra de Keynes estaba presente un primer intento de ampliar esos límites y, por lo tanto, extenderlos en su aplicabilidad en la economía. Intento dirigido a remarcar la cualidad intrínseca de sistema abierto que debería tener la investigación económica. 

En principio, se puede plantear una perspectiva donde el individualismo metodológico sea visto "sistémicamente" correspondiéndose con un sistema axiomático cerrado, aunque limitado de alguna manera en su poder explicativo. Y en principio, siguiendo a Hodgson y Screpanti (1991), algunos problemas, como por ejemplo los de equilibrio general en su indeterminación e inestabilidad, podrían ser mejor abordados si se asumiera la hipótesis, de gran relevancia, de que el sistema económico en su conjunto se comporta como un "individuo". 

Siempre existirá la predisposición a esperar que las limitaciones se pueden acortar con el desarrollo de axiomas de la racionalidad más sofisticados. Sin embargo, para Hausman (1992), es poco lo que se puede esperar de modelos individuales de conducta sin una atención a las variables no formalizables y un análisis abierto a otras disciplinas. Una aproximación a la integración fructífera, por ejemplo entre economía, sociología y política, puede provenir originalmente del análisis de patrones característicos de la acción colectiva, tales como los presentes en conductas sociales cooperativas. Por lo tanto, la indagación acerca de cuales programas de investigación pueden ser candidatos firmes para una integración metodológica, aunque sea parcial, debe dirigirse hacia aquellos que cumplan, en alguna medida, este requisito.

Desde el punto de vista de la ciencia económica, la corriente de pensamiento denominada "economía neoinstitucional" puede convertirse es el eslabón que conecte, o al menos permita aproximar ambos enfoques. Este programa de investigación, basado en el análisis de la importancia que se otorga a los mecanismos de acción colectiva, estudiados originalmente por el economista Mancur Olson, y el papel que juegan las instituciones (el conjunto de normas formales, obligaciones informales, códigos de conducta y su respectiva observancia) en el desempeño económico, derivados del trabajo seminal del Premio Nóbel de Economía Douglas North, representa un gran intento de síntesis. Su influencia ha servido para que en diferentes áreas de estudio se utilice como parte del instrumental analítico, puesto que provee un tratamiento de los temas pertinentes que rebasa ampliamente las concepciones convencionales y los límites del ámbito de análisis tradicional de la ciencia económica.

La obra de North ha permitido la posibilidad de ir articulando, en un cuerpo coherente, distintas teorías o enfoques que habían permanecido por mucho tiempo más o menos aislados. Las teorías de las instituciones, de la elección económica y social, los derechos de propiedad, los contratos, el análisis económico del derecho, las teorías de los costos de transacción, de los incentivos, de la agencia y de las fallas de mercado, están siendo integradas para ofrecer una visión más rica y rigurosa de la realidad económica (Ayala y González, 2001). El mérito de esta integración es doble. Por una parte, ha acercado a la disciplina hacia aquello que en verdad sucede en el mundo real, rompiendo el aislamiento producido por la poca correspondencia entre los modelos matemáticos sofisticados y los hechos económicos en sí mismos. Por otra, se ha convertido en un enfoque que, sin perder las propiedades del análisis económico, ha resultado muy útil, como herramienta operativa, a otros científicos sociales, especialmente del campo de las ciencia política y de la sociología. 

Algunos ejemplos del peso específico que viene aportando el neoinstitucionalismo a las nuevas teorías económicas corroboran la primera afirmación. La teoría de la firma convencional ha venido cediendo el paso a la nueva teoría de la organización industrial, postulada, como se mencionó, originalmente por Simon. Sin embargo, este cambio sería inexplicable sin los avances logrados en la comprensión de las teorías de los derechos de propiedad, los contratos y los costos de transacción. En el campo de la macroeconomía, el neoinstitucionalismo se ha incorporado al debate relacionado con los argumentos esgrimidos, a favor o en contra, en cuanto a las decisiones tomadas por los formuladores de políticas y las autoridades sobre si fijar reglas estables o actuar discrecionalmente. Las teorías de crecimiento económico, tanto de los modelos endógenos como de los modelos evolucionistas, se han visto reforzadas por enfoques que indagan, de manera sistemática, en cuanto a las relaciones entre el crecimiento y diversos indicadores, como la calidad del gobierno, la calidad de la burocracia, el cumplimiento de normas y leyes, la educación y el capital social (Ayala y González, 2001).

Respecto a la segunda afirmación, el propio North (1996) ha dado argumentos a favor de la integración de enfoques y disciplinas de las ciencias sociales. Según su criterio, una de las cosas en donde los economistas se han desempeñado deficientemente es en la comprensión de que no se puede separar la política de la economía. Si se intenta hacer tal cosa, el esquema económico que se utilice para la elaboración de políticas siempre obtendrá unos resultados diferentes a los esperados. Por tanto, se debe integrar política y economía en una teoría de economía política, que permita entender que al elaborar una política económica se afectará el bienestar de una diversidad de personas, quienes, a su vez, reaccionarán a través del sistema político con el fin de alterar ese sistema, sea para cambiarlo, si los afecta de una manera adversa, sea para constituir un grupo de interés a favor de promover y mantener esa política, si la misma les brinda alguna recompensa. Estos ocurre así porque, en la medida que es importante distinguir quien o quienes interfieren en la economía, y como se interfiere, el problema, por su propia naturaleza, no es sólo económico, sino también político. 

La corriente de pensamiento de la economía institucional, al poseer una alta capacidad heurística e integradora, tienen una correspondencia epistemológica con el llamado modelo transformacional de la acción social, un enfoque derivado del realismo crítico. Sus mentores argumentan que puede resultar una falacia concebir la vida social como continuamente creada de la nada, pero igualmente falaciosas resultan las visiones que suponen la reproducción de estructuras con independencia del agente humano. De acuerdo con este modelo, las estructuras y los agentes deben ser percibidos como interdependientes. Las estructuras son una condición sine qua non para el agente, mientras que éste opera en la dirección de reproducir las propias estructuras. De esta manera las estructuras pueden ser concebidas tanto un medio, así como un producto inintencionado de la acción del agente (Baert, 1996). 

En este sentido, Sowell (1980), ha sostenido que la adopción del enfoque sistémico de las instituciones integrantes de la sociedad no tiene porque excluir a priori el factor individual. Pero, se debe integrar de la forma más conveniente, puesto que a menudo en los sistemas se obtienen los resultados independientemente de los motivos, y con mucha frecuencia, en riguroso contraste con éstos. Las pruebas que respaldan este planteamiento se pueden encontrar en la metodología sistémica seguida tanto por Adam Smith, así como por Marx: En La riqueza de las Naciones, Smith defendía al capitalismo como sistema al considerar en su conjunto las características sistémicas (benéficas) las cuales no formaban parte de la intención inicial de los capitalistas. Por su parte, en El Capital, Marx condenaba el capitalismo al abordar en su totalidad el carácter sistémico (perjudicial) que entrañaba, y que Marx rehusó atribuir a las opiniones morales individuales del capitalista.

Parece pertinente indicar que el rompimiento de la dicotomía metodológica individuo-sociedad, estará en el centro de la discusión sobre cómo lograr una formula integradora de ambos enfoques. La búsqueda de referentes comunes a ambos, por ejemplo, la visión compartida acerca de que las acciones individuales intencionales a menudo acarrean consecuencias sociales no intencionales, se impone como tarea. Si tal perspectiva no resulta plausible, por la imposibilidad de liberarse del entrabamiento conceptual que opone no sólo individuo a sociedad, sino también diferentes visiones, valores, métodos de prueba y modelos normativos, al menos se deben ventilar los problemas que dificultan el logro de esta meta. Por lo demás, el filósofo Norbert Elias (1995) lo ha dejado claro en esta reflexión: 

"En la investigación acerca de los hombres cabe lanzar toda la luz de nuestro foco ya sobre personas individuales, ya sobre las figuraciones compuestas por muchas personas individuales Pero la comprensión de ambos planos de análisis ha de sufrir daños si no se toman constantemente ambos en consideración. Lo que se caracteriza con dos conceptos distintos 'individuo' y 'sociedad' no son, como el uso actual de estos conceptos hace aparecer, dos objetos que existan separadamente, sino dos planos distintos, pero inseparables del universo humano" (pag. 155).

Referencias

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