7.6 LA DISTRIBUCIÓN DE LA RENTA
El funcionamiento de los mercados de factores conduce a una distribución de la renta muy desigual. Veremos a continuación diversas formas de conocer y medir esa distribución prestando una atención especial a los datos de la economía española.
CUADRO 7.2
DISTRIBUCIÓN FUNCIONALDE LA RENTA ESPAÑA, 1985 |
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Producto Interior
Bruto a coste factores |
100,0 |
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Amortizaciones | 11,9 |
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TRABAJADORES | 53,2 |
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Sueldos y salarios | 39,4 |
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Cotizaciones sociales | 13,8 |
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EXCEDENTE NETO | 34,9 |
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Rentas mixtas | 20,4 |
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Agrarias | 3,8 |
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Ind. Com. y Serv. | 16,6 |
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Rentas del capital | 11,7 |
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Benef. retenidos | 3,1 |
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Inter. y divid. | 4,5 |
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Alquileres | 4,1 |
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Rentas de las AAPP | 2,8 |
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(Fuente: J. Alcaide, Ob. cit.) |
Podemos empezar siguiendo el criterio clásico, la distribución funcional, para lo que presentamos la estimación realizada por Julio Alcaide Inchausti ("La Distribución de la Renta" en España-Economía, Espasa-Calpe, Madrid, 1988) en base a los Informes Económicos Anuales del Banco de Bilbao. En el cuadro 7.2 está desglosada la parte de la remuneración que perciben los trabajadores directamente y la parte que adopta la forma de cotizaciones a la Seguridad Social, etc. Como los datos no permiten distinguir en algunos casos los distintos conceptos, el apartado de las rentas agrarias tiene que aparecer bajo el epígrafe de "rentas mixtas". Un análisis más preciso del tema requeriría distinguir entre rentas asignadas antes y después de impuestos para no contabilizar como renta lo que el propietario del factor tendrá que entregar al Estado.
parte que adopta la forma de cotizaciones a la Seguridad Social, etc. Como los datos no permiten distinguir en algunos casos los distintos conceptos, el apartado de las rentas agrarias tiene que aparecer bajo el epígrafe de "rentas mixtas". Un análisis más preciso del tema requeriría distinguir entre rentas asignadas antes y después de impuestos para no contabilizar como renta lo que el propietario del factor tendrá que entregar al Estado.
El método más utilizado para conocer la distribución espacial de la renta es comparar la renta per cápita; se calcula ésta dividiendo la renta de cada país o región entre el número de sus habitantes. En la Fig. 7.5 se ofrece un mapa de las provincias españolas en el que se hace constar el porcentaje de la renta per cápita de cada provincia con respecto a la media nacional. Los datos han sido tomados de la obra de Alcaide citada. Los casos extremos son Baleares, con una r.p.c. superior en un 35% a la media nacional y Granada que sólo obtiene el 70% de dicha media. La conocida diferencia entre el norte y el sur queda aquí cuantificada de forma evidente. La proximidad a la frontera con Francia parece ser un criterio aun más explicativo de las desigualdades provinciales. El mapa, sin embargo, está mostrando de forma suavizada las diferencias reales existentes en las rentas de las comunidades que quedan enmascaradas como consecuencia de los flujos migratorios. En efecto, las inversiones en nuestro país se dirigen principalmente a las provincias que tienen mayor tradición industrial, las que gozan ya de mayor r.p.c., ya que allá resultarán más rentables. El producto y las rentas totales están creciendo por tanto en esas provincias más rápidamente que en las demás pero el efecto de este crecimiento desigual no es tan notable porque trabajadores de baja renta de las provincias más pobres se están dirigiendo a las provincias más ricas provocando la igualación en la r.p.c.
En la Fig. 2.2 se mostró un mapa sombreado según la r.p.c. que permite observar de un vistazo la distribución internacional de las rentas. Conviene sin embargo hacer constar aquí las limitaciones en las comparaciones internacionales de los datos de renta. Hay cuatro factores que no son tenidos habitualmente en cuenta y que introducen un sesgo sistemático que acentúa las diferencias entre los países.
1º La calidad de los datos de los países en vías de desarrollo es muy dudosa; las estadísticas fiables son muy caras, un instrumento de lujo fuera del alcance de los países pobres. Un ejemplo: en 1963 la población de Nigeria era oficialmente de 56 millones de habitantes, mientras que algunas estimaciones independientes la reducían a 37 millones; parece ser que las estadísticas eran infladas por las autoridades locales para conseguir mayor representación política.
2º Las estimaciones de la producción y renta nacional no tienen en cuenta el autoconsumo y las labores domésticas que en los países en vías de desarrollo tienen un peso relativo más alto que en los países ricos.
3º La utilización de los tipos de cambio oficiales provoca la subestimación del valor de muchos bienes y servicios de los países pobres, especialmente de los servicios que no son objeto de transacciones internacionales. Por ejemplo, un corte de pelo en Uganda cuesta menos de diez pesetas al tipo de cambio oficial, sin embargo el servicio que ofrece la peluquería es aproximadamente el mismo que lo que en España cuesta más de mil pesetas. Para corregir esta deficiencia, se ha propuesto la estimación del valor de la producción y renta de los países sin tener en cuenta los tipos de cambio sino con un criterio denominado Paridad del Poder Adquisitivo. Un estudio del FMI publicado en 1993 utilizando este criterio ofrece resultados muy diferentes a las estimaciones tradicionales; la produción y renta de los países subdesarrollados pasa a ser en general mucho mayor; el caso más llamativo es el de China que pasa de tener en el ranking mundial el puesto noveno según el PNB valorado en dólares, a ser el segundo productor del mundo, después de los EEUU.
4º No se tienen en cuenta las diferencias en las necesidades de los países. En los países pobres más de la mitad de la población tiene menos de quince años y se puede pensar que las necesidades de los niños son menores o más baratas que las de los adultos. Los países situados más al norte tienen que gastar una parte importante de su renta en protección ante las temperaturas bajas. Este argumento, sin embargo, es de dudosa validez ya que no se suele tener en cuenta, por ejemplo, la necesidad del aire acondicionado para los países tropicales.
Estas consideraciones deben ser tomadas tan sólo como una necesaria matización de los datos existentes y no como su negación. Las diferencias internacionales de renta son desgraciadamente enormes y manifiestamente evidentes.
Para medir y representar la distribución personal se suele utilizar la curva de Lorenz. En la Fig. 7.6 está representada una curva de Lorenz imaginaria. Los ejes horizontal y vertical representan respectivamente los porcentajes acumulados de familias y de renta. La diagonal dibujada representa una situación totalmente igualitaria en la que la renta de todas las familias es la misma. La curva que une los vértices por debajo de la diagonal representa una situación menos igualitaria: el 40% de las familias más pobres tiene que conformarse con el 20% de la renta total, un 80% de las familias se reparte el 60% de la renta, lo que quiere decir también que el 20% de las familias más ricas disfrutan del 40% de la renta total del país. Cuanto más alejada esté la curva de la diagonal menos igualitaria será la sociedad a la que represente o, en otras palabras, cuanto mayor sea la superficie del área sombreada, mayor desigualdad habrá.
A partir de los datos que ofrecen las curvas de Lorenz se puede calcular el índice de Gini, el cociente entre el área sombreada y el área del triángulo bajo la diagonal. Sirve para mostrar el grado de desigualdad de la sociedad mediante un número entre cero y uno: habrá mayor igualdad cuanto más próximo se encuentre el índice de cero.
El desarrollo económico suele llevar aparejado una mejor distribución de la riqueza. Los países más pobres son precisamente los que muestran mayores diferencias sociales. Los países con sistema económico socialista se han destacado por la importancia dada a la búsqueda del igualitarismo en la distribución. El gráfico 7.6 muestra las curvas de Lorenz estimadas para Estados Unidos (1966), Polonia (1962) y Brasil (1960). El gráfico 7.7 muestra las curvas correspondientes a Dinamarca (1963), India (1968) y Costa Rica (1961). Los datos para trazarlas han sido extraídos de la Enciclopedia de Economía Planeta.
El desarrollo económico español está conduciendo también a una más igualitaria distribución personal de la renta. El gráfico 7.8 muestra las curvas de Lorenz de nuestro país estimadas para los años 1970 y 1980, con datos de la obra de Alcaide citada. Los índices de Gini españoles para esos años fueron respectivamente 0,457 y 0,294.