"Contribuciones a la Economía" es una revista
académica con el
Número Internacional Normalizado
de Publicaciones Seriadas
ISSN 1696-8360
Oscar Luis Delgado Abreu
Antonio Armando Rodríguez Pérez
Instituto Superior pedagógico “Félix Varela” de Villa Clara
eiphvc@enet.cu
Introducción.
El mundo contemporáneo, inmerso en un desenfrenado avance tecnológico unido a nuevas y complejas transformaciones sociales y económicas de carácter universal, genera cambios en los patrones tradicionales en la conducta y accionar del individuo que es imprescindible entender, asimilar y adecuar a nuestro proyecto social. Los valores son guías de conductas de las personas. Su finalidad última es la supervivencia del ser humano. Cada hombre y mujer posee algún tipo de valor que ordena su vida no siempre estos valores son compartidos por todos. Los valores tienen la función social de asegurar la convivencia y el respeto mutuo. Todos los valores se proyectan, de una forma u otra, hacia el mantenimiento y el desarrollo del bienestar del individuo hasta el de la humanidad. El contenido de los valores como parte de los principios, las normas y escalas valorativas, debe transformarse internamente en convicciones, atendiendo al tratamiento de los componentes del valor (cognitivo, afectivo-volutivo, ideológico y de las experiencias acumuladas en la actividad). Solo en la actividad es donde los docentes pueden interiorizar las influencias educativas del significado de los valores, por medio de las relaciones interpersonales directas, docente-alumno, la comunicación, los hábitos, las costumbres o tradiciones en determinados tipos de actuaciones y actividades planeadas y previstas con fines educativos.
La laboriosidad significa hacer con cuidado y esmero las tareas, labores y deberes que son propios de las circunstancias. El estudiante va a la escuela, el obrero a su fábrica, los profesionales dirigen su actividad en la producción o los servicios. Pero laboriosidad no significa únicamente cumplir con el trabajo, también implica el ayudar a otros en el trabajo, la escuela, e incluso durante el tiempo de descanso; los padres velan por el bienestar de toda la familia y el cuidado material de sus bienes; los hijos además del estudio proporcionan ayuda en los quehaceres domésticos.
Es el trabajo de cada día es el que educa, al realizarlo con prontitud, cuidado y bien hecho, “que el hacer las cosas bien importa mas que el hacerlas”. Él, va forjando este valor de la laboriosidad, educando la voluntad. Y ello, a obtener el autodominio que lleva, evitando el atractivo de lo fácil y cómodo, a superarse, realizando el esfuerzo necesario que precisa el deber bien hecho, el deber cumplido. Poco a poco, se va haciendo el “músculo” mental necesario para que, sin esfuerzo aparente se vaya adquiriendo el valor de la laboriosidad. La escuela como la institución a la que ha sido conferida la alta misión de guiar la formación de las jóvenes generaciones, tiene que dirigir el proceso docente educativo en coordinación con el resto de los agentes sociales para lograr preparar al joven para asumir el reto de la vida laboral. El trabajo construye al mundo tal cual es. El mundo es el territorio donde se desarrolla el ser humano. Un préstamo de la naturaleza que el hombre transforma con su esfuerzo y su inteligencia. El trabajo es la modificación de la tierra en beneficio del ser humano.
Para el fortalecimiento del valor laboriosidad los profesores deben llegar a
poner en un primer plano los objetivos ideológicos pues todo el proceso de la
actividad y sus resultados, convence a los alumnos del honor y la dignidad que
tienen los que trabajan y la importancia social del trabajo en concreto que
realizan. Martí descubre la honda e insoslayable relación entre conocimiento -
sentimiento – valor. “Sólo se admira lo que se conoce, sólo se ama lo que se
admira, sólo se está comprometido con lo que se ama”. Por ese camino se debe de
transitar, cultivar los sentimientos a partir del desarrollo del conocimiento y
sólo entonces se asumirá el compromiso. “La educación tiene un deber ineludible
para con el hombre – no cumplirlo es crimen: Conformarle a su tiempo – sin
desviarle la grandiosa y final tendencia humana “.
Delgado Abreu y Rodríguez Pérez: "El Valor Laboriosidad en la Formación Ética del Contador" en Contribuciones a la Economía, agosto 2009 en http://www.eumed.net/ce/2009a/
¿Cómo fortalecer el valor de la laboriosidad para la formación ética de los Contadores?
Para dar respuesta a esta interrogante se propone como Objetivo General: resumir algunos apuntes necesarios, para el conocimiento del profesor, a la hora de desarrollar su labor educativa.
Desarrollo:
Los Valores y la personalidad.
Mucho ha avanzado la historia de la educación desde que los valores ya eran objeto de la preocupación de muchos hombres de ciencias. Se hace necesario conocer el término axiológico proveniente del griego axia=valor y logos=estudio o tratado. De hecho podemos afirmar que desde la ‘epoca de la República de Platón considerado como uno de los primeros proyectos educativos que reconozca la historia de la educación ya se pretendía formar determinadas características o rasgos en los estudiantes como era el bien, la belleza, etc. Como fin o propósito de la educación . Sin embargo en casi todo el medioevo , la lucha por el establecimiento de los valores casi siempre estuvo encausada por la iglesia como la institución educativa más importante y en particular por la religión como forma de la conciencia social dominante siempre bajo los designios divinos. Con el renacimiento el tema de los valores adquiere una nueva dimensión al tomarse al hombre como medida de todas las cosas. Pero no es hasta el surgimiento de la burguesía como clase revolucionaria que en su enfrentamiento con la decadente moral feudal, que el tema de los valores se toma como arma de lucha para representar a la naciente burguesía como un hombre superior, representante de un nuevo orden económico y social superior .Desde esa época y prácticamente hasta los años 50 del siglo xx el estudio de los valores fue privilegio casi exclusivo de la ideología burguesa a nivel internacional, destacándose por su importancia y aportes algunos de la talla estelar como es el caso de Max Scheler. Para la filosofía el fundamento básico de los valores es el marxismo- leninismo, destacando en la relación valor valoración sus similitudes y diferencias.
Si se tiene en cuenta que los valores son "una compleja formación de la personalidad, contenida no sólo en la estructura cognitiva, sino fundamentalmente en los profundos procesos de la vida social, cultural y en la concepción del mundo del hombre, que existen en la realidad como parte de la conciencia social y en estrecha correspondencia y dependencia del tipo de sociedad en el que niños, adolescentes y jóvenes interactúan y se forman". Compartiendo el criterio de la Dra. M.T. Martínez, quien considera “la educación en valores como un proceso mediante el cual el individuo no sólo conoce y reconoce el significado social de los valores, sino que se implica en ellos afectivamente, lo cual le permite realizar valoraciones que orientan sus actitudes y actuaciones, con la interiorización y apropiación del valor para sí, que le da la posibilidad de actuar autónomamente”, por considerar la educación en valores como un proceso que le permite al individuo realizar valoraciones que orientan sus actitudes y actuaciones, con lo que se apropian del valor y lo manifiestan en sus modos de actuación.
Como es sabido los niños están aprendiendo continuamente de sus padres y maestros, no sólo lo que estos les enseñan sino, sobre todo, lo que ven en ellos, cómo actúan, cómo reaccionan ante los problemas. Por ello, la mejor forma de trasmitir valores es no aplicar la tan popular frase de “haz lo que yo digo y no lo que yo hago”. Si se quiere un mundo mejor para todos hay que empezar por crearlo nosotros mismos y “hacer lo que decimos”. Hay bastante acuerdo en considerar los valores como normas de conducta y actitudes según las cuales se comporta el individuo, que son coherentes con aquello que se considera correcto y que dan forma a nuestra manera de ser y de sentir. La adquisición de buenos valores depende, como casi todo en la vida de los jóvenes, de sentirse queridos y seguros, de desarrollar relaciones estables con sus padres y maestros y de tener confianza en sí mismo. Por otra parte, la coherencia entre los valores que se quiere trasmitir y la forma en que se actúa es fundamental. El ejemplo que den los padres y maestros en su forma de relacionarse con los demás, de ponderar el interés colectivo por encima del individual, de repartir por igual, de renunciar a algo para ser solidarios, de defender la Patria, etc. es lo más importante. En esa coherencia está la respuesta a la pregunta de si es posible que los aprecien los mismos valores que a sus padres y maestros les parecen importantes. Por otro lado, no se puede olvidar el asegurarse de que los valores que se quieren son realmente lo mejor que se puede ofrecer.
Desde el punto de vista sociológico podemos decir que el tema de los valores se trata conceptualmente a partir del termino de valor , de orientaciones de valor u orientación valorativa indistintamente teniendo en cuenta el peso social, es decir de las condiciones sociales sobre determinadas ideas o juicios de valor, es decir que no podemos perder de vista la eterna relación existente entre lo objetivo y lo subjetivo en el devenir histórico. Es importante que tengamos en cuenta que independientemente que los valores o juicios de valor dependen de una circunstancia histórico concreto, es innegable que las ideas y valores pueden contribuir al perfeccionamiento de las circunstancia. Desde la óptica Psicológica el estudio de los valores los trata fundamentalmente desde su expresión subjetiva buscando explicación acerca del origen y regularidades y desarrollo de aquellas formaciones psíquicas de su estructura y funcionamiento que posibilitan la orientación del hombre y su valoración con relación al mundo que lo rodea en particular con relación hacia las relaciones humanas . Los sistemas de valores morales y su relación con la esfera moral de la personalidad del individuo. Desde el enfoque psicoanalítico de S.Freud las normas y valores sociales se interiorizan a partir de un mecanismo de defensa del yo, o principio de la realidad que es la identificación, lo que garantiza la formación de una instancia de la estructura de la personalidad llamada súper yo que tiene la función del control, de regulación de los impulsos, que emanan de los instintos del hombre y cuya satisfacción debe realizarse de acuerdo a las exigencias sociales , a las normas aceptadas socialmente por lo que los valores cumplen básicamente una función de regulación de la conducta social(14). Como puede verse esta teoría trata de interpretar los mecanismos sociales a partir de las necesidades y deseos reprimidos por el hombre. El enfoque conductista y neoconductista al tratar de hacer a la Psicología una ciencia más objetiva y científicas sobre las bases de una concepción positivista y pragmática del hombre en su relación con la realidad centra su objeto de estudio en la conducta. Esto lo conduce a considerar los valores morales a su expresión o componente conductual. Para él la formación de valores no es más que un proceso de aprendizaje de conductas morales sucesivas a partir de los mecanismos de recompensa y castigo que actúan como reforzadores de dichas conductas a través de acondicionamiento. Para ellos los elementos de carácter interno, subjetivo de los individuos no juegan un carácter activo en el proceso de la formación de valores.
La Psicología de enfoque histórico-cultural desarrollada por L.S Vigotski y sus continuadores constituye un marco teórico y metodológico adecuado para la comprensión, diagnóstico y dirección del proceso de formación y desarrollo de los valores. El hombre es el productor de valores en tanto crea la riqueza material y espiritual que a su vez se constituye en fuente de su desarrollo. Vigotski principio de la interiorización como mecanismo explicativo de la formación de las funciones psíquicas superiores y que se expresa en la ley genética general del desarrollo cultural ,explica el desarrollo moral como un producto de la interiorización de las normas y reglas morales , a partir de lo cual la formación de determinadas instancias morales internas que como un sistemas de formaciones psicológicas regulan desde el plano interno la conducta del individuo. Claro que dicho así parece que es fácil, pero debemos tener presente que ¨solo se logra si se produce el desarrollo de formaciones psicológicas estrechamente vinculadas entre si y a todo el sistema de la conciencia que orienta y regula la conducta del individuo. Esto es que los valores como reguladores de la actuación se expresan como formaciones psicológicas de la personalidad que integra en una unidad funcional lo cognitivo y lo afectivo en tanto que para que el valor regule la actuación del sujeto y a su expresión como motivo de actuación. Los valores tienen una existencia real no porque sean objetos del reflejo cognitivo, sino porque son resultado de la actividad práctica de los hombres a través de la cual adquiere connotación social, donde son portadores de determinadas relaciones sociales y los hace adquirir un significado social o valor, pero puede también ocurrir que al perder el significado social un valor puede perderse al dejar de interesar. El valor debe encontrar diversas formas de expresión, todas ellas consecuentes con su esencia. El sujeto portador del valor debe ser tolerante con los fracasos y persistir en la búsqueda de las formas de realización del valor. Los valores son cambiantes, e históricos, sin embargo, existe en ellos, una parte relativamente perenne, principios fundamentales o valores universales; verdad, bondad, belleza, justicia, equidad, libertad. Y una parte flexible, cambiante, que deriva del contexto histórico-cultural e ideológico.
El valor es, entonces, una propiedad de las cosas o de las personas. Todo lo que es, por el simple hecho de existir, vale. Un mismo objeto (persona o cosa) puede poseer varios tipos de valores, por ejemplo, un libro puede ser útil además de interesante, es captado como un bien, ya que se le identifica con lo bueno, con lo perfecto o con lo valioso. Los valores valen por sí mismos, se les conozca o no. Van más allá de las personas, es decir, trascienden, por lo que son y no por lo que se opine de ellos. Una persona valiosa, es una persona que posee valores interiores y que vive de acuerdo a ellos. Un hombre vale entonces, lo que valen sus valores y la manera en como los vive. Ya en el ámbito social, la persona valiosa buscará ir más allá de "mi libertad", "mi comodidad o bienestar" y se traducirán estos valores en solidaridad, laboriosidad, honestidad, libertad de otros, paz.
El término valor está relacionado con la propia existencia de la persona, afecta su conducta, configura y modela sus ideas y condiciona sus sentimientos. Se trata de algo cambiante, dinámico, que, en apariencia, hemos elegido libremente entre diversas alternativas. Depende, sin embargo en buena medida, de lo interiorizado a lo largo del proceso de socialización y, por consiguiente de ideas y actitudes que se reproducen a partir de las diversas instancias socializadoras (escuela, familia, la comunidad, los medios de difusión masiva, etc.).
La personalización de los valores, elemento esencial de desarrollo moral en el proceso educativo, reúne desde un punto de vista psicológico, diferentes exigencias, entre las que podemos señalar las siguientes.
1. Los valores no se agotan en las conductas, ni en las expresiones intencionales del sujeto. El valor no depende de apreciaciones subjetivas individuales; son valores objetivos situados fuera del tiempo y del espacio. El niño, joven o adulto, el individuo como tal, incorpora y da sentido a aquello que se vincula con su experiencia y sus necesidades reales, sin embargo, la educación como proceso tiene sentido precisamente en tanto es una vía eficaz para ampliar en el educando su sensibilidad hacia nuevos aspectos de la vida que si bien no adquirieron sentido para él de forma espontánea, la adquieren a través de la comunicación con el otro, proceso esencial de la socialización.
2. Los valores se forman en la comunicación interpersonal, no sólo por la racionalidad implicada en este proceso, sino también, por la calidad afectiva que se establezca definida por las emociones, las vivencias y el desarrollo de la sensibilidad del sujeto hacia diferentes aspectos de la vida. Los valores no son abstracciones, sino dimensiones ideales, significaciones construidas y necesarias de relaciones humanas y del sentido de la vida de las personas, que se personalizan y se expresan en las más diversas formas de comportamiento.
3. La personalización de los valores implica la congruencia de los nuevos valores que se deseen educar, con una racionalidad individualmente asumida. El momento de contacto de la persona con nuevos valores no puede representar, cuando este proceso es consciente, un cambio radical con los valores anteriormente expresados por la persona, pues el proceso desarrolla cambio de valores o de adquisición de nuevos valores en un proceso lento y gradual que debe expresar una clara racionalidad cuando supone la disposición consciente del sujeto.
Según un artículo publicado en Revista Pedagogía Universitaria nada hace más daño al desarrollo moral que el cambio brusco de valores. Esto tiende a crear inseguridad, escepticismo e incredulidad, porque el sujeto a nivel consciente sólo puede personalizar aquellos valores que puede justificar y explicar desde una racionalidad personalmente elaborado. El fortalecimiento de los valores de los estudiantes no puede lograrse mediante los esfuerzos de un solo profesor, sino que se requieren acciones coordinadas de todo el colectivo pedagógico de la escuela politécnica y del colectivo de trabajadores de la entidad productiva. El fortalecimiento de los valores ataña todas las fuerzas sociales de la sociedad: además de las entidades productivas y las escuelas politécnicas, las organizaciones juveniles, políticas y de masas, la familia, la comunidad, etc. Esta es una tarea de carácter social general que rebasa los límites de la formación técnica y profesional.
Por otro lado, las asignaturas de formación general y básica deben convertirse en un componente importante para el fortalecimiento de los valores en los estudiantes en las especialidades técnicas, de ahí la necesidad de integrarlas a las asignaturas técnicas y para ello deben trabajar en todas sus clases con los siguientes requerimientos.
Profundización: Es importante realizar un análisis metodológico profundo en cada una de las unidades de los programas de estudios. El perfeccionamiento de los métodos de enseñanza contribuye a fortalecer los valores de los estudiantes, pero esto no resulta suficiente, sino que es necesario emplear los métodos de enseñanza en forma de sistema, con una concepción didáctica desarrolladora.
Diagnóstico: El profesor debe tener en cuenta las características del grupo de estudiantes, la situación social en que viven, su medio familiar y normas de conducta.
Para cumplir el objetivo formativo de un determinado tema el profesor utiliza un método general, pero la forma en que lo hace un alumno es distinta a la forma en que lo hace otro. En el método, cada alumno manifiesta su propia personalidad, sus gustos, vivencias e intereses y por tanto, modifica relativamente el método general. De ahí la importancia de que el profesor tenga una caracterización certera de cada uno de sus estudiantes.
Fundamentación: El docente debe efectuar los ajustes o adecuaciones correspondientes a los contenidos que se desarrollan, aprovechando sus potencialidades educativas y llevando al aula lo fundamental, lo que no varía, los núcleos básicos del conocimiento, en fin, lo que el alumno no puede dejar de saber. Para que el contenido objeto de asimilación se convierta en una herramienta para el fortalecimiento los valores, no puede estar al margen del estudiante, tiene que ser significativo para él, tiene que estar relacionado con las necesidades del alumno.
Cientificidad: Es imprescindible enfrentar a los estudiantes a situaciones concretas donde tengan que demostrar con su conducta lo correcto a hacer, donde tengan que asumir una posición al respecto. En este sentido, eliminar la dicotomía que aun se manifiesta en la práctica escolar entre teoría y práctica adquiere una importancia de primer orden.
Activación: Convertir al estudiante en un participante activo y protagonista de cada acción, y no en un receptor pasivo es una tarea impostergable del docente contemporáneo. Esto está dado en que el contenido puede tener distintos niveles de valoración por parte del estudiante, por lo tanto, las relaciones afectivas que el estudiante alcanza con el objetivo contribuyen a establecer la escala de valores que ese objeto tiene para el estudiante, lo cual se logra precisamente en la relación entre el contenido y el método. Dicho de otra manera, el valor que el estudiante le asigna a un objeto determinado depende en gran medida de la relación afectiva que establece con éste, y esta relación afectiva depende a su vez del modo en que el profesor destaque la significación que posee el objeto para el estudiante, o sea, del método de enseñanza empleado. Los métodos activos de enseñanza deben emplearse tanto en la escuela politécnica como en la entidad productiva, tanto en actividades docentes como extradocentes, extraescolares, productivas y de investigación; sólo así contribuirán al fortalecimiento de los valores en los estudiantes. Los métodos de enseñanza deben emplearse en forma de sistema, con una concepción didáctica desarrolladora, que estimule el análisis, razonamiento, argumentación y obtención de conclusiones políticas, promoviendo un enfoque personológico y reflexivo, centrado en el estudiante, que favorezca un cambio cualitativo en las normas de conducta de los estudiantes.
Problematización: El profesor de asignaturas técnicas debe desarrollar habilidades para plantear y resolver situaciones problémicas de la vida cotidiana y de la ciencia que estudian. Otras dos importantes expresiones del fortalecimiento de valores en el proceso de apropiación del conocimiento profesional son el planteamiento de problemas, a partir de lo estudiado, y la problematización y cuestionamiento de los propios contenidos que se estudian y de la vida cotidiana. La solución de problemas es para muchos autores la vía principal por la que se manifiesta el fortalecimiento de los valores. Es necesario plantearle al estudiante tareas atractivas y significativas para resolver en la clase y fuera de ella, ya que "si la lógica inicial es la lógica productiva, mediante las soluciones de problemas, la que forma valores es la lógica creativa, mediante la solución del problema, quizás de un solo problema, pero que exige una lógica investigativa para su solución". Ahora bien, ¿Resolver problemas en grupos o de manera individual? Las condiciones en que desarrolla sus valores el individuo concreto en la vida real, productiva, económica y financiera de la empresa no son, por regla general, las que caracterizan a los grupos constituidos para la solución de problemas en el aula. No obstante, la inserción de las técnicas para la solución de problemas en grupo, en el marco de la escuela politécnica, puede contribuir al fortalecimiento de los valores, y además, puede constituir un importante factor de motivación hacia el propio proceso de educación. El docente debe enseñar a plantear problemas de la vida cotidiana, no enseñar soluciones, respuestas. Es más importante la pregunta que la respuesta, hay que hacer interrogantes a los alumnos.
Motivación: Es muy significativo para la eficacia del proceso de fortalecimiento de valores que el docente logre implicar al estudiante en su propio proceso de aprendizaje profesional. Los estudiantes deben ir recibiendo progresivamente responsabilidad sobre su propio aprendizaje profesional. Ellos necesitan llegar a darse cuenta que sólo pueden educarse y aprender si lo hacen por sí mismos y que fortalecerán sus valores en la medida en que se impliquen a sí mismos, activa y voluntariamente, en el proceso pedagógico profesional. Una condición esencial para que el estudiante fortalezca sus valores es precisamente el carácter activo con que él aborde su proceso de preparación técnica y profesional. Otro de los cometidos de la educación valoral sería, pues, el de explicar a los estudiantes que es necesaria una determinada actitud para el aprendizaje y la educación, el alumno debe saber que de él se espera una colaboración para el fortalecimiento de sus valores. El estudiante debe ser considerado sujeto del proceso de aprendizaje profesional; de manera que él esté consciente del papel que debe jugar en su propio aprendizaje y educación y de la necesidad que tiene de fortalecer sus valores.
Si el estudiante no está implicado en algún grado en la materia, en el proceso de aprendizaje profesional, en la especialidad que estudia, que ésta tenga algún sentido para él, difícilmente se puedan fortalecer sus valores. El estudiante deber estar implicado en la actividad concreta, productiva, económica, financiera, para que desarrolle sus valores. Cuando se hace algo por el gusto propio, por placer, porque se está motivado, entonces se obtendrá un comportamiento adecuado, pero si se le da una dimensión externa, entonces puede afectar la conducta. De ahí que sea importante trazar estrategias metodológicas que motiven al estudiante, que lo impliquen en el proceso.
Discusión: En la escuela politécnica es un imperativo crear un ambiente que estimule el desacuerdo y provocar la duda en el alumno. Es necesario utilizar el desacuerdo de manera constructiva, desarrollando el contenido profesional con un enfoque problémico, en la búsqueda de un mejoramiento contínuo. El docente debe provocar la duda, respetuosa, constructiva, en el estudiante, así como el cuestionamiento y la insatisfacción con los resultados productivos, económicos y financieros de las empresas del territorio, con vistas a la transformación cualitativa de la conducta cotidiana de los estudiantes. Hay que estimular un comportamiento activo y transformador de la realidad, impulsar el cuestionamiento, la movilidad y el cambio de lo existente, de lo tradicional y convencional, y estimular de una manera especial la corrección y transformación de la realidad productiva y de servicios. Es buscar el desarrollo. El docente debe apoyar y estimular el enfrentamiento a los obstáculos que impiden la concreción de las ideas nuevas y la búsqueda de las vías para eliminarlos consecuentemente. "Es cierto que el escolar va a opinar de algo que se supone no conoce; sin embargo, las vivencias, los intereses y las intuiciones de los alumnos con frecuencia son sorprendentemente útiles si, por supuesto, se les permite exponerlos. Pero sobre todo, el grado de compromiso es mucho mayor".
Investigación: El profesor de hoy debe formar hábitos y practicar técnicas que lleven al descubrimiento, a la investigación y al estudio. Las técnicas de investigación son las que preparan para la autoeducación. Esto implica que el profesor debe ser capaz de adentrarse junto a sus alumnos por caminos técnicos desconocidos también para él. No debe ser autoritario ni asumir una posición de poder; por el contrario, debe manifestar amplitud de criterios, ser flexible, aceptar las ideas de los alumnos, aun cuando éstos piensen diferente a él; no imponer su criterio y permitir la libre expresión de ideas, luchar por eliminar o atenuar los obstáculos y resistencias que surjan en el grupo o en algún estudiante.
La formación de valores tiene una gran importancia para el desarrollo de la personalidad socialista, para lograr que los jóvenes asuman una participación correcta de las luchas que caracterizan la etapa de construcción de una nueva sociedad. Se trata de la formación de los valores que deben regir el comportamiento general de la juventud, los que orientan su conducta y determinan consecuentemente sus actitudes, es decir, sus formas de actuar.
Es fácil determinar los valores esenciales del socialismo, la paz, la justicia social, la libertad, la responsabilidad, el trabajo creador, el colectivismo la ayuda mutua, el patriotismo socialista, el internacionalismo proletario, la solidaridad, la disciplina, pero no debe olvidarse que los valores se forman en un proceso complejo. Estos no están en los objetos y fenómenos, son producto del grado de significación que adquieren en el individuo en el proceso de sus relaciones con ellos.
Según algunos pedagogos, los valores son siempre una relación sujeto-objeto, siempre el resultado de las valoraciones, de un reflejo específico de la conciencia. Ellos expresan la importancia, la significación de la realidad y de determinados fenómenos para los hombres; esta posición es muy importante para el trabajo pedagógico.
Surge la cuestión del sujeto portador de los nuevos valores. Y aparece haciéndose sentir en toda su dimensión el grupo social esencial, la juventud. Y el reto se hace cada vez más complejo para los educadores. Ello exige, atendiéndola momento histórico que se vive, el enfoque axiológico de la educación, ya que nos manifiesta el problema en toda su complejidad. De ello ha de ocuparse entonces, la Filosofía de la Educación por cuanto desde su enfoque valorativo logra sistematizar lo relativo a la naturaleza, esencia, cuestiones que encierra, lugar y papel en el proceso de la educación y por supuesto, su significación. Y es que la educación desempeña una función valorativa de las aspiraciones humanas y ha constituido el hilo conductor en el quehacer de diferentes generaciones en cada época histórica. Adentrarse en el complejo proceso de formación de valores, objeto de nuestra investigación requiere de presupuestos teóricos tanto filosóficos, como sociológicos, psicológicos y pedagógicos, los que se erigen en fundamentos científicos imprescindibles para dicho empeño. Está comprobado por la experiencia pedagógica acumulada en todos estos años de quehacer educacional, que los valores no se forman ni se consolidan o potencian a partir de una estrategia de comprensión en el trabajo pedagógico y en sentido más amplio, social. No es tratando de que sea comprendida la necesidad de que se posean como cualidades de la personalidad, y que se asuman como normas de conducta y más aún como principios y convicciones, que pueden formarse valores, no es tampoco a través de un proceso discursivo gradual y ascendente que se manifieste y exprese finalmente en un proceso de asimilación consciente por el sujeto, es mucho más, es sobre todo el resultado de las vivencias y experiencias del sujeto en su vida cotidiana individual y social, las que adquiere y asimila en las disímiles situaciones y contradicciones en que interactúa en el proceso de socialización, del cuál surgen intereses, motivaciones y necesidades que se convierten definitivamente en valores a través de las formas individuales .
Atendiendo a los principios universales de la dialéctica como teoría general del desarrollo, las leyes fundamentales y las categorías permite apoderarse en su esencialidad, de los objetos, fenómenos y procesos de la realidad. Desde este enfoque se puede penetrar en la formación de valores en dos sentidos esenciales: carácter de proceso y su integralidad. El primero supone comprenderlo en movimiento, en su desarrollo y no como algo dado, estático o acabado. Mientras que el segundo propicia la apropiación en su multidimensionalidad de dicho proceso, en el que intervienen diversos factores.
De igual forma se logra descubrir el carácter histórico - concreto que asumen los fines humanos así como la naturaleza compleja y contradictoria del proceso de interiorización por el individuo. Se revelan entre otras, las contradicciones entre lo social y lo individual, el ideal y lo real, lo universal y lo particular, lo nuevo y lo viejo. La comprensión materialista de la historia al concebir la sociedad como un sistema de nexos y relaciones, en su desarrollo, a partir de la dialéctica de lo material y lo ideal, lo objetivo y lo subjetivo, permite comprender no sólo qué son los valores (su naturaleza), su lugar como componentes de la ideología sino el papel que desempeñan en la historia como fuerzas movilizadoras del desarrollo social.
Se asumen como presupuestos teóricos, ideas esenciales aportadas por las disciplinas de naturaleza filosófica y axiológicas pero con enfoques particulares que son altamente necesarias dadas las características del problema que investigamos. Se concibe como un proceso social complejo, condicionado histórico y socialmente, enraizado en la cultura y la historia. La actividad humana en la formación de valores no es sólo la acumulación de conocimientos, habilidades y hábitos sino de sentimientos y convicciones. Así, se comprende como principio la esencial relación instrucción-educación. Recordemos con Martí que: ...”la educación no es más que esto, la habilitación de los hombres, para obtener con desarrollo y honradez los medios de vida indispensables en el tiempo en que existen, sin rebajar por eso las aspiraciones delicadas, superiores y espirituales de la mejor parte del ser humano...” “Educar es todo, educar es sembrar valores, es desarrollar una ética, una actitud ante la vida”
El estudio de los valores permite aproximarse a un problema de extraordinaria significación en estos tiempo, la formación del hombre que enfrentará los retos que impone el desarrollo de la nueva tecnología en un mundo polarizado al que la globalización neoliberal a enriquecido más a los ricos y empobrecido más a los pobres y en ese contexto la educación cubana tiene la ineludible tarea de ofrecer igualdades de oportunidades y posibilidades a todos los jóvenes.
Esta problemática de la Educación en valores preocupa y ocupa a políticos, especialistas y pedagogos en varias regiones de América Latina. Existen en algunos de estos países notables intentos en torno al trabajo de educación en valores, los cuales se presentan de una forma asistemática, no obstante aparecen procedimientos o alternativas que sin dudas trazan pautas en esta problemática.
Los Valores asociados al trabajo.
Esta investigación tiene sus basamentos psicopedagógicos en la teoría histórico-cultural de Vigotski. Según sus tesis la psicología no sólo debe estudiar la actividad laboral humana como punto de partida del desarrollo psíquico del hombre, sino también debe explicar cómo éste nuevo tipo de actividad produce una reestructuración de la psiquis. Su idea sobre este aspecto consiste en que, al igual que la actividad humana se convierte en una actividad mediatizada a partir de los instrumentos que el hombre utiliza en su ejecución, los procesos psíquicos se hacen también mediatizados, actuando como elementos mediadores los fenómenos de la cultura humana.
El trabajo es el verdadero dueño del nuevo orden, el fundamento de la educación de la personalidad. La moral comunista concibe la laboriosidad consciente, libre como uno de los más importantes valores morales. Se asume entonces que la formación integral de los adolescentes y jóvenes cubanos, exige de manera prioritaria una orientación hacia la formación de una cultura laboral, que es el proceso y resultado de la preparación consciente, organizada y sistematizada, que dirigida por la institución escolar en interrelación con la familia y la comunidad se realiza en los diferentes contextos de socialización y que tiene como objetivo esencial desarrollar en los escolares una cultura laboral. Esto significa educar en y para el dominio de conocimientos, hábitos y habilidades laborales, normas de conducta y valores que permitan una actitud emprendedora hacia el trabajo como vía de autorrealización y participación social creativa y transformadora en las que incluso consumir sea expresión de una valoración positiva acerca del trabajo que este encierra. Concebirlo así tiene una premisa: hacer del trabajo el centro de los proyectos.
Las investigaciones y experiencias pedagógicas que de una manera u otra han estudiado la educación técnica y profesional coinciden en la necesidad de que dicha escuela alcance una mayor creatividad y autonomía social en su desempeño y que conlleve la formación de personalidades capaces de vivir con satisfacción en su comunidad e influenciar positivamente en el proceso interactivo y desarrollador. Por ello la escuela tiene el deber social de egresar un trabajador productor con alta calificación técnica, politizado, e inmerso en la problemática de su comunidad y de la cultura del país, como un agente de cambio.
Es el trabajo de cada día el que educa, al realizarlo con dedicación, prontitud, cuidado y bien hecho. Él, va forjando este valor de la laboriosidad, educando la voluntad. Y ello, al obtener el autodominio que nos lleva, evitando el atractivo de la comodidad, a superarnos, realizando el esfuerzo necesario que precisa el deber bien hecho, el deber cumplido. Poco a poco, se va adquiriendo el valor de la laboriosidad. Ser una persona trabajadora es para el hombre un calificativo que le dignifica porque, el trabajo hace crecer al hombre. Considerado una maldición bíblica, el trabajo ha tenido mala prensa. Ya los Beattles cantaban: “It’s been a hard day’s night, and I been working like a dog” (“Ha sido la noche de un día duro, he estado trabajando como un perro”). Sobre la puerta de ese infierno que fue el campo de exterminio de Auschwitz, los nazis colocaron el letrero “Arbeit macht frei” (“El trabajo hace libres”). Trabajar se asocia con animales, pero no con seres humanos.
Juan Pablo II escribió en 1981 en su encíclica “Laborem exercens” (“El trabajo humano”): “El trabajo es un bien del hombre, porque mediante el trabajo el hombre no sólo transforma la naturaleza adaptándola a las propias necesidades, sino que se realiza a sí mismo como hombre, es más, en un cierto sentido ‘se hace más hombre’”. Ciertamente, las bestias no “trabajan”; a lo sumo, empujan de un carro y aprovechamos su fuerza física. Sólo el ser humano “trabaja”, porque en cada cosa que hace, aunque sea la más insignificante, deja algo de su ingenio, de su esfuerzo, y de su propia humanidad. El hombre “humaniza” el mundo mediante su trabajo. No se trabaja para “ganar dinero”, sino para realizarse como ser humano. El trabajo humano es la primera forma de ser solidarios, y contribuir al bienestar de la sociedad. Se le devuelve a la comunidad humana lo que ella ha invertido en educación y bienestar. No hay trabajos sin importancia. En una facultad universitaria, en una empresa, en un taller, en una escuela, en un carretón de limpieza, en la casa... Lo que le da al trabajo su valor no es el “sueldo” o el “relumbrón social” que tiene, sino el ser humano que trabaja y deja en él su propia vida. Por eso el trabajo humano no tiene “precio”, porque la persona humana no tiene “precio”.
Juan Pablo II escribió en 1981 en su encíclica “El trabajo humano”. La laboriosidad es la virtud del que se empeña en un trabajo bien hecho. Exige constancia, imaginación, paciencia. A veces hay que trabajar mucho, a veces años y décadas, antes de ver el “fruto del trabajo”. Una sociedad sana y una nación grande están hechas de hombres y mujeres que viven la laboriosidad.
Cuando alguien se refiere a una persona por “ser muy trabajadora” esta se siente distinguida y halagada, los demás ven en ella la capacidad de estar horas y horas en la escuela, en la casa o en el trabajo haciendo “muchas cosas importantes”. Efectivamente esa puede ser la razón, pero existe la posibilidad de carecer de un sistema de trabajo que la lleve a “trabajar” más tiempo de lo previsto. Esto se identifica con claridad cuando se inician varias tareas y sólo se terminan algunas, generalmente las menos importantes (las que más gustan o se facilitan), además de ir acumulando labores que después se convertirán en urgentes. La laboriosidad significa hacer con cuidado y esmero las tareas, labores y deberes que son propios de nuestras circunstancias. El estudiante va a la escuela, los profesionales dirigen su actividad o los servicios que se prestan, el obrero largas horas para hacer su labor. Pero laboriosidad no significa únicamente "cumplir" nuestro trabajo. También implica hacer un uso óptimo de la jornada laboral, buscar soluciones a posibles problemas, ayudar a otros en el trabajo, en la escuela, e incluso durante el tiempo de descanso.
Conclusiones:
El valor de la laboriosidad se expresa en el máximo aprovechamiento de las actividades laborales y sociales que se realizan a partir de la conciencia de que el trabajo es la única fuente de riqueza, un deber social y la vía para la realización de los objetivos sociales y personales.
Es reconocible que el valor de la laboriosidad se ha instaurado y desarrollado durante la formación ética de un contador cuando los mismos:
• Muestran plena dedicación a la actividad laboral y social que realizan.
• Poseen capacidad para enfrentar los obstáculos y encontrar soluciones a los problemas presentados en la actividad social que realizan.
• Cumplen con disciplina, eficiencia y calidad las tareas encomendadas.
• Sienten mayor realización personal, en tanto mayor sea su aporte social en la actividad que desempeñan.
• Combaten cualquier manifestación de acomodamiento y vagancia.
• Propician un clima de compromiso, consagración y nivel de respuesta a las tareas asignadas, cumpliendo adecuadamente con todos sus compromisos.
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