"Contribuciones a la Economía" es una revista
académica con el
Número Internacional Normalizado
de Publicaciones Seriadas
ISSN 1696-8360
Alfredo González Colunga
alfredo_colunga@telecable.es
El jueves 7 de mayo el Banco Central Europeo ha puesto en marcha la “máquina
de hacer dinero”. 60.000 millones de euros, destinados a comprar “activos
dudosos” (cédulas hipotecarias) de los bancos.
Hipótesis: en una crisis como la actual puede haber formas diferentes y mejores de gastar ese dinero público –tras imprimirlo con la máquina de hacer billetes- que inyectárselo directamente a los bancos y cajas en crisis porque estos, incluso aunque dispongan de liquidez, y afectando la crisis a todos los sectores, no sabrán a quién prestárselo. No se fiarán de ningún empresario por más limpio que sea su historial pues la caída de la demanda, generalizada, no dejará a nadie a salvo.
Palabras clave: circuito cerrado, circuito productivo, circuito social,
simbiosis.
Para citar este artículo puede utilizar el
siguiente formato:
González Colunga, A.:
"Hipótesis para una economía social"
en Contribuciones a la Economía, mayo 2009 en
http://www.eumed.net/ce/2009a/
Supongamos que diversos órganos de un individuo sufren falta de riego: su cerebro, sus extremidades, su hígado... y decidimos inyectar la sangre no en esos miembros, sino directamente en el corazón. De acuerdo, el corazón bombeará la sangre a todo el cuerpo, pero ¿no sería más sensato inyectar la sangre en los órganos poco regados con la conciencia de que el circuito sanguíneo –un circuito cerrado- hará llegar esa sangre, sin ninguna duda, hasta el órgano de bombeo?
Las comparaciones entre distintos sistemas son peligrosas, pero muy útiles para visualizar el concepto de “circuito cerrado”. El dinero, como la sangre, fluye a través de un circuito cerrado del que jamás escapa y por lo tanto, a la hora de inyectarlo, quizás la forma no sólo más eficiente, sino también más sensata y más humana, sea inyectarlo precisamente en aquellas zonas a las que llega más difícilmente, habida cuenta de que cuanto más lejos estén esas zonas de los órganos de bombeo, mayor será el recorrido que realice ese dinero y mayor su capacidad de activación ya no sólo económica, sino también social. Si un órgano del cuerpo tiene un problema de riego sanguíneo, inyectar la sangre que necesita directamente en el corazón parece una terapia, cuando menos, primitiva, que inflamará algunas zonas sin garantías de éxito a la hora de irrigar otras.
O utilizando otra comparación: deseamos poner en marcha la “bicicleta económica”. Podemos tratar de hacerlo haciendo fuerza sobre el eje de las ruedas, pero será más lógico empujar la espalda del corredor, es decir, apartándonos lo más posible del eje de las ruedas y creando con nuestra fuerza el mayor momento posible.
Parece entonces que merece la pena, desde cualquier punto de vista, estudiar qué sucede si ese dinero se inyecta en el sistema de otras formas. Si en lugar de entregar ese dinero a los bancos directamente -con la intención de que active los circuitos productivos- se introduce en el sistema, precisamente, a través de salarios que recibirán los más lejanos al acceso a ese dinero, léase trabajadores sociales de todo tipo, amas de casa o discapacitados. O investigadores y educadores. Es decir, creando dinero que active directamente los circuitos -las actividades- sociales del sistema, desde la consideración de que, al igual que las propiamente productivas, son también funcionales –pues mantienen la capacidad de consumo energético del sistema (trabajadores sociales) o garantizan su capacidad de consumo energético futuro (investigadores y educadores)-.
Descartando, dadas las pequeñas cantidades unitarias, la inversión, los receptores sólo podrán hacer dos cosas con ese dinero: ahorrarlo o gastarlo.
Si lo ahorran, ya habrá llegado a los bancos. Si lo gastan, estará activando el circuito productivo y, finalmente, también llegará a los bancos. Pero antes de llegar a ellos habrá recorrido todo el circuito económico. De esta manera aseguraremos también que ese dinero recorra también todo el circuito social.
Los expertos sabrán o podrán predecir qué parte de ese dinero será circulante y qué otra formará parte de los ahorros que los distintos actores ingresen en los bancos.
También qué parte del dinero entregado en forma de salarios sociales retornará a través de las arcas públicas a través de los impuestos. Tras un primer vistazo parece que si imprimimos y distribuimos 10 unidades monetarias, 4 (pongamos como ejemplo) volverán al emisor a través de esos impuestos y, por lo tanto, si queremos mantener ese nuevo circuito económico de forma indefinida, para distribuir 4 será necesario y suficiente imprimir 10 (las cantidades pueden variar sustancialmente si los ciclos de recaudación impositiva son trimestrales o anuales, etc.). Las 6 restantes se integrarán en el circuito productivo.
También podemos plantearnos cuánto dinero generará, a través del multiplicador monetario, el dinero inyectado. De forma tal que, cuando ese multiplicador se active, podamos retirar, si lo deseamos, parte de ese dinero.
Pero para activar el multiplicador monetario ese dinero deberá activar el crédito.
Pensemos en ellos un momento: si hablamos no de un salario social, sino de miles, cientos de miles, o millones, entonces se pueden hacer estudios muy precisos de qué harán los receptores con ese dinero y hacer públicos esos estudios. Pongamos por caso que de diez euros entregados dos se gastarán en alimentación, uno en vestido, uno en viajes y seis se ahorrarán. Las encuestas –los partidos políticos son expertos en recurrir a ellas y muy cualificados para evaluar su validez- pueden precisar esas expectativas de gastos tanto como se desee (si me entregan 950 euros mensuales durante tres años me comparé un SIMCA 1000 verde claro) En otras palabras: la banca sabrá, las empresas sabrán, con un alto grado de precisión, en qué se gastará. Las empresas sabrán en qué invertir y la banca sabrá a quién prestar.
El dinero se puede, además, “marcar” de diversas formas, siendo la primera y más evidente entregar esos salarios, precisamente, a través de los bancos o cajas que presenten problemas, creando en ellos nuevas cuentas.
Como hemos visto, realizar este proceso de forma masiva significa, si se realizan los estudios previos adecuados, mostrar en qué invertir y a quién prestar en el aparato productivo. Siempre que este aparato se encuentre en condiciones de satisfacer la demanda, el proceso simbiótico entre el circuito productivo y el circuito social funcionará. Y al argumento de que “el problema de los bancos o cajas con problemas de capitalización es que deben consumir recursos en re-capitalizarse y, por tanto, si existen problemas, hay que atajarlos cuanto antes” podemos responder: pues pongamos en marcha este proceso cuanto antes.
Finalmente, podemos considerar las ventajas políticas del proceso porque ¿hay un modo más seguro que este, en el que a la vez que se reactiva la economía, se implica en ella a cientos de miles, a millones de nuevos miembros (dedicados a funciones sociales), de ganar unas elecciones?