Contribuciones a la Economía


"Contribuciones a la Economía" es una revista académica con el
Número Internacional Normalizado de Publicaciones Seriadas
ISSN 16968360

 

DESARROLLO RECURRENTE Y PERIÓDICO EN LAS VARIABLES FUNCIONALES DEL MODO DE PRODUCCIÓN CAPITALISTA

 

Yoandris Sierra Lara
Universidad de Pinar del Río
ysierra@fcsh.upr.edu.cu


I. Preámbulo teórico – metodológico.

Este movimiento recurrente se registra en un grupo de variables que, por su naturaleza e importancia vital en la vida del Capitalismo vamos a denominar variables funcionales. Se denominan de tal forma en contraposición con lo que damos en llamar variables esenciales y variables coyunturales del Modo de Producción Capitalista.

Las variables esenciales son las que definen la esencia del sistema en un momento determinado. Siendo el Capitalismo un sistema económico social, sus basamentos más profundos están dados en la estructura de las relaciones sociales de producción, y más concretamente en el tipo y forma de la propiedad. Por otra parte, el sistema necesita de un mecanismo de regulación económica para lograr su persistencia en el tiempo. La propiedad se conjuga dialécticamente con el mecanismo de regulación económica generando un cuerpo sistemático para su funcionamiento.

 

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Para citar este artículo puede utilizar el siguiente formato:
Sierra Lara, Y.: "Desarrollo Recurrente y Periódico en las Variables Funcionales del Modo de Producción Capitalista" en Contribuciones a la Economía, octubre 2008 en http://www.eumed.net/ce/2008b/


La historia del Capitalismo muestra que al interior del tipo de propiedad privada el sistema ha vivido formas de manifestación de este tipo de propiedad. Al mismo tiempo, los mecanismos de regulación económica han ido históricamente cambiando su estructura en base a los cambios objetivos ocurridos en cuanto a la forma de la propiedad privada. Históricamente, el Capitalismo ha evolucionado desde niveles más primitivos de formas de propiedad y mecanismos de regulación hasta niveles más complejos y contradictorios del mismo.

Externamente esto se ha expresado en la existencia de Fases y Etapas en el desarrollo del Capitalismo. En cuanto a las Fases, aparecen dos en la historia del Capitalismo: Capitalismo Premonopolista, donde predomina la Propiedad Privada de forma Capitalista y un mecanismo de regulación capitalista privado. La segunda Fase de Desarrollo es el Capitalismo Monopolista, donde el Mecanismo de Regulación ha ido desde el Mecanismo de regulación monopolista privado hasta el mecanismo de regulación monopolista estatal trasnacional que, en nuestra opinión, sólo se encuentra en sus primeros pasos de conformación.

La base material para este desenvolvimiento a nivel esencial aparece dada en los procesos de socialización y concentración de la producción social y el capital. Las Etapas de desarrollo se han constituido al interior de la Fase Monopolista, siendo estas: Capitalismo Monopolista Privado, Capitalismo Monopolista de Estado, Capitalismo Monopolista de Estado Trasnacional. La singularidad es que a cada etapa le corresponde un determinado grado o forma específica de la propiedad privada y un consecuente mecanismo de regulación económica.

Así, sintéticamente queda que el primer nivel de desenvolvimiento del Modo de Producción Capitalista es el nivel esencial, cuyas variables claves son: formas de manifestación de la propiedad privada y el consecuente mecanismo de regulación económica, la base material de este nivel de desenvolvimiento está dado en los procesos de socialización y concentración de la producción social y el capital. La expresión externa, histórica de este nivel esencial está dada en las Fases y Etapas de Desarrollo que describe el Modo de Producción Capitalista.

El segundo nivel de desenvolvimiento capitalista está dado en las variables funcionales del Modo de Producción Capitalista. Es ampliamente reconocido en la literatura económica que el Capitalismo describe ciclos económicos, tanto cortos como largos. En el caso de los cortos se reconoce la existencia de cuatro fases: crisis – depresión – reanimación – auge. En el caso de los ciclos largos existen los siguientes elementos: onda larga ascendente – crisis estructural – onda larga descendente – punto de inflexión. Las variables que aparecen directamente implicadas en esta dinámica son precisamente los principales indicadores económicos del sistema, principalmente la cuota de ganancia del capital social. Es esta variable la que describe los movimientos ascendentes y descendentes que se incluyen a toda la economía capitalista. La base material para este tipo de movimiento aparece dado en la contradicción económica fundamental del sistema capitalista en el caso del ciclo económico corto y la crisis de superproducción; y en la relación entre las innovaciones y aplicaciones tecnológicas y su impacto sobre la dinámica de la cuota de ganancia, como base para el ciclo económico largo, al tiempo que también se apoya en la coyuntura específica de la correspondencia fuerzas productivas – relaciones sociales de producción en un momento determinado. La mayoría de los estudios realizados en torno a los ciclos económicos encuentra las siguientes huellas estadísticas:

Sintéticamente, el segundo nivel de desenvolvimiento capitalista está dado en el nivel coyuntural. Este se reconoce así debido a que evidencia el comportamiento en un momento determinado de los principales indicadores del sistema, principalmente la cuota de ganancia, y expresa a su vez la coyuntura de la correspondencia fuerzas productivas – relaciones sociales de producción en un momento determinado. La base material para este movimiento está dada en la contradicción económica fundamental del sistema y la dinámica objetiva de la ley de correspondencia. Se expresa externamente en fases y ondas de ciclos económicos y en crisis económicas coyunturales o estructurales.

El tercer nivel de desenvolvimiento capitalista ocurre en torno a las variables funcionales del sistema capitalista. Estas variables funcionales son: 1) Patrón de Acumulación del Capital Social. 2) Función, rol y poderío Económico del Estado. 3) Naturaleza y papel del Sistema Monetario Financiero Internacional. (SMFI), 4) Funcionalidad Social – Institucional – Política. En las condiciones del Capitalismo, son estas variables y el contenido específico que estas ganen en un momento determinado las que garantizan la realización de los niveles esenciales y coyunturales del Modo de Producción.

Su movimiento histórico se expresa externamente en la sucesión de Modelos Globales de Valorización, Acumulación y Reproducción del Capital Social. Los Modelos Globales son especie de mecanismos sistemáticos de funcionamiento capitalista que alcanzan a dominar estructuralmente el sistema de economía capitalista mundial, y que engloban masivamente al conjunto de variables funcionales de forma que estas se interconecten entre sí de forma dialéctica y sistémica.

Históricamente los Modelos Globales Capitalistas describen un ciclo constante de sustituciones que son capaces de hacer funcionar a la economía capitalista bajo un paradigma específico de funcionamiento. La base material para la evolución de estos Modelos Globales y de las variables funcionales que le dan contenido están dadas en la dinámica de la correspondencia fuerzas productivas – relaciones sociales de producción y en el comportamiento a largo plazo de la cuota de ganancia.

En lo que resta, este trabajo está orientado a analizar el comportamiento histórico que han seguido las variables funcionales del Modo de Producción Capitalista, resaltando como ha sido un constante ciclo de repetición al nivel más global el resultado obtenido. Este resultado indicaría que el Capitalismo además de los niveles de desenvolvimiento reconocidos, describe otro movimiento histórico capaz de afectar el conjunto de los procesos socioeconómicos y las propias tendencias futuras del régimen.

II. Comprobación Histórico – Lógica.

Para comprobar tal comportamiento histórico en estas variables hemos distinguido tres etapas fundamentales dentro del desarrollo capitalista y, especialmente, al interior del Capitalismo Monopolista. Estas son: Etapa I. 1900 – 1930, etapa que denota el fin del Capitalismo de libre competencia e inicio del Imperialismo y el dominio del Capitalismo Monopolista Privado (CMP) como mecanismo de regulación económica; II. 1945 - 1970, etapa que denota el predominio del Capitalismo Monopolista de Estado, el denominado período de posguerra y la existencia de un mundo socialista; III: 1970 hasta la actualidad, etapa que demuestra el predominio del Capitalismo Monopolista de Estado Trasnacional, la aniquilación del Socialismo real y la era de la llamada Globalización Neoliberal.

II. A. Comportamiento de la Variable Patrón de Acumulación del Capital Social.

Con el arribo del Imperialismo el sistema capitalista despliega una de sus más impresionantes espirales financieras especulativas. Los principales teóricos de inicios del siglo XX vivieron este proceso de caída en las tasas de ganancia de la economía real, observaron también el auge especulativo – financiero. V .I. Lenin lo vinculó con los cambios estructurales del sistema, R. Hilferding a la dinámica interna del capital financiero y J. M. Keynes a la psicología de los agentes económicos y al desarrollo de los mercados financieros. Pero al final, todos estaban ante el mismo problema: la aversión del sistema a reproducirse por los cauces “naturales” de una economía productiva.

Cabría preguntarse si este dominio de la actividad especulativo – financiera se constituye en un estado irreversible en las condiciones del Capitalismo Monopolista. Ciertamente el Imperialismo potenció una tendencia que es propia de la racionalidad del sistema capitalista, la búsqueda a cualquier costa de la valorización del capital aún sin pasar por la fase de producción. Pero si bien este nuevo estadio en la vida del sistema potencia la actividad especulativa – financiera existen factores contrarrestantes de tal tendencia que llevan al Capitalismo a asumir patrones no especulativos durante importantes períodos de tiempo. Así, el impulso especulativo – financiero es una tendencia que encuentra en el Capitalismo Monopolista un contexto estructural, institucional e incluso cultural, más propicio para su desarrollo, pero bajo el mismo desarrollo del Capitalismo Monopolista se van generando las condiciones para que el sistema pueda aplicar en determinado momento un patrón de acumulación productivo – comercial.

De manera que no hay por lo tanto un estadío terminal del sistema. Hay más bien fases de predominio de un patrón u otro, en dependencia básicamente de la coyuntura histórica que atraviesa el Capitalismo, especialmente en cuanto al grado de sus contradicciones que aparece muy reflejado en un indicador como la cuota de ganancia.

Los movimientos en los patrones de acumulación parecen estar condicionados objetivamente por la dinámica de la cuota de ganancia. Ante un estado ascedente de la misma el régimen se desplaza o mantiene un patrón de acumulación productivo – comercial, ante una caída o estancamiento de la tasa de ganancia el sistema asume un patrón de acumulación especulativo - financiero. Así, este último régimen de acumulación se comporta como un mecanismo de defensa del sistema capitalista que le permite sobrevivir cuando su racionalidad como régimen de producción social se ve comprometida.

El gráfico 1 muestra como desde 1880 hasta 1920 - espacio de tiempo en el cual surge y se consolida el capitalismo monopolista- la cuota de ganancia sufre una fuerte caída tendencial. La respuesta del capital fue asumir un patrón de acumulación especulativo – financiero que va a durar hasta los años treinta. Si se observa la gráfica se verá que a partir de ese momento la tasa de ganancia describe un claro movimiento al alza sostenida.

Precisamente, en la etapa II (1945 - 1970) el sistema en su conjunto comienza a abandonar el paradigma de acumulación capitalista previo e inicia un desarrollo sobre la base de la acumulación productivo – comercial.

Esta etapa II registra el proceso de industrialización de las principales economías capitalistas del mundo. Abriga los procesos de industrialización basados en un modelo de importaciones sustitutivas en América Latina. Se potencia por todas las vías la expansión y profundización del mercado interno como motor del crecimiento dotando necesariamente a las masas sociales de elevados y seguros ingresos sinónimos de mercados en las nuevas condiciones, las propias economías periféricas son asumidas como demanda global en un intento masivo del capital de sumar a su lógica productiva a todo el planeta. Las economías centrales muestran potentes niveles sostenidos de crecimiento del producto nacional y de la productividad del trabajo. Se logra alta funcionalidad tanto por el lado de la oferta como por la demanda. La propia política macroeconómica del período está concebida como inflacionaria bajo el objetivo estratégico de elevar el nivel de ocupación y de actividad económica. Todos estos son claros indicios de que el Capitalismo había asumido por casi treinta años un patrón de acumulación productivo – comercial.

En la etapa III se observa claramente una tendencia decreciente sostenida en la tasa de ganancia. Estructuralmente el sistema atraviesa por primera vez en su historia un proceso de Estanflación. Todo el paradigma económico – institucional creado alrededor de la acumulación productiva – comercial se debilita ostensiblemente y el sistema, amén de infinidad de cambios en sus diferentes niveles de actuación, se dirige decididamente a un patrón de acumulación especulativo – financiero .

La siguiente recopilación de opiniones y resúmenes de datos demuestran el despliegue de la actividad especulativo financiera como principal actividad económica a partir de la década de los setenta.

 La dimensión de la especulación es impresionante y ofrece el más vertiginoso cambio en la economía mundial en los últimos 20 años al compás de la toma del poder por la contrarrevolución monetarista en esencia neoliberal.

En 1975 la compra – venta de monedas extranjeras para pagos de bienes o servicios, esto es, como parte normal del comercio internacional de bienes y servicios representaba el 80% del total de monedas extranjeras transadas. El restante 20% era la especulación cambiaria que tradicionalmente era una parte minoritaria en el comercio de divisas.

Veinte años después el escenario había cambiado de forma radical. Ya entonces el 97.5% del total del comercio de divisas se hacía con fines especulativos y sólo el 2.5% cubría transacciones reales en bienes y servicios. La burbuja financiera alimentada por la especulación se ha transformado de socio menor en dueña aplastante del escenario económico. La economía especulativa decide y dicta las tendencias por encima y en desmedro de la economía real. (...) El movimiento diario del monstruo es alucinante: en 1973 las transacciones diarias en el mercado financiero eran de unos 15000 millones de dólares. En 1986 eran ya de 200000 millones y actualmente alcanzan aproximadamente la cifra de hasta 2 millones de millones” .

 “..., en 1998 el movimiento diario de capitales en el mundo era de unos 2000 millardos de dólares. Pero solo 1/50 o quizás incluso un 1/100 de esta cifra tenía relación con el comercio. El incremento de estas cifras es muy importante. Calculadas sobre una base de treinta años, las transacciones financieras fueron de 10 – 2 0 millardos de dólares diarios en 1970, de 80 millardos en 1980, de 500 millardos en 1990 y, como ya se mencionó, de 2000 millardos de dólares en 1998” .

 “En el mercado financiero globalizado se hacen transacciones cada 24 horas por unos tres millones de millones de dólares, de los cuales el 95% son especulativas, sin relación alguna con movimientos de bienes y servicios reales. Frente a esa cifra resulta insignificante el monto de las exportaciones mundiales en un año (7 millones de millones de dólares) o incluso el PIB mundial que es de unos 31 millones de millones de dólares” .

Toda esta vorágine especulativa financiera se desarrolla al tiempo que la economía real, expresada en la dinámica del PIB se deprime:

 “Los datos confirman que en los últimos años conforme aumentan las cifras que se mueven en el Sistema Financiero Internacional la evolución del PIB de los países capitalistas desarrollados entre 1950 y 1996 ha ido decreciendo.

Simultáneamente a la reducción relativa del ritmo de progresión de la Economía Real, la burbuja financiera aumentaba, lo que ha ido transformando el tipo de funcionamiento de la economía mundial. “Realmente, la economía real, productora de bienes y servicios que satisfacen necesidades humanas, se ha convertido en un enano insignificante frente a la economía de casino. Más que en ningún otro momento en la historia del capitalismo, la palabra mágica es especular”

La interacción del comportamiento de la economía real y la economía virtual se representa con alta claridad en la siguiente tabla que analiza el comportamiento de los principales índices de la economía real y la economía virtual en los principales países capitalistas.

Más recientemente la denominada burbuja financiera se ha desplazado por diferentes ramas de la economía capitalista en un tipo de movimiento que indica a las claras la naturaleza parasitaria y auto agotador de este proceso. Los sectores inmobiliarios, de los alimentos y del petróleo han sido los más afectados en esta espiral .

Todo este movimiento descrito acá se asienta en el agotamiento coyuntural de la economía real como fuente de ganancia abstracta para el capital, en la recaída de los niveles de productividad del trabajo y en la capacidad de las economías centrales de mantener el crecimiento económico previo. Se apoya por su parte en cambios institucionales claves en torno al SMFI y los sistemas de balanza de pagos, el rol del Estado Nación, la redefinición de los objetivos económico – sociales estratégicos de las naciones, los “programas de ajuste estructurales” de las economías, etc. Los amplios y renovado procesos de concentración y centralización del capital contribuyeron grandemente al proceso de acumulación capitalista en la esfera financiera y en parte aseguraron un mínimo necesario de inversiones en la economía real .

En resumen, es apreciable una trayectoria a lo largo del Siglo XX que sugiere la existencia de un proceso recurrente en cuanto a la práctica de la acumulación capitalista, que va conformando momentos de predominio especulativo – financiero, a momentos de predominio productivo – comercial. Las formas históricas – concretas en que esto ocurre no son idénticas obviamente, pero de manera general se practican claramente estos dos patrones de acumulación: productivos – comerciales / especulativo – financieros.

II. B. Comportamiento de la Variable Función, rol y poderío Económico del Estado.

Por su parte el Estado como variable clave en su sentido económico también ha sufrido importantes variaciones a lo largo del tiempo*. Mucho antes de la primera etapa que analizamos acá, tan atrás como en el proceso de acumulación originaria del capital, el Estado jugó un papel activo en la conformación del sistema capitalista. Si se toma la última etapa en el desarrollo del Mercantilismo como el espacio de transición económica entre el Feudalismo y el Capitalismo, habrá que resaltar que el Estado fue clave en la génesis del Capitalismo. Se trataba de un período de amplio proteccionismo, intervencionismo y regulación económica por parte del Estado, eso sin contar la política de Estado de rapiña y saqueo aplicada para extraer las riquezas de medio mundo. Esta situación prevalece desde los albores del Capitalismo en el siglo XVI hasta bien entrado el siglo XVIII.

El Estado continúa su recia participación durante toda la etapa del Capitalismo Manufacturero. Más tarde la Revolución Industrial que se sucede principalmente en Inglaterra y su impacto socioeconómico iba a cambiar radicalmente la situación. Los principales impactos de la Revolución Industrial en la capacidad productiva del sistema capitalista, sobre todo en Inglaterra, comienzan a hacerse sentir con enorme fuerza en la segunda mitad del siglo XIX.

El resultado de este proceso de desarrollo industrial, propiciado en gran medida por la protección del propio Estado, fue la consideración de que lo que se necesitaba para expandir la economía y el predominio inglés por todo el mundo era una política de “liberalismo económico”. Simplemente Inglaterra no tenía a quien temer en el mercado mundial, y a nivel nacional el sistema de mercado se había desarrollado lo suficiente como para empezar a mostrar su legendaria armonía funcional. Cierto que la nueva perspectiva lo fue primero en el pensamiento económico y sólo después se tradujo al mundo de la política y práctica económica. Pero, ya a partir de 1850 el Liberalismo en la potencia capitalista del momento fue una realidad. La clave estuvo dada al parecer en el ascenso al poder político y económico del capital industrial.

Bajo el predominio del Capital Industrial más potente del mundo “los productos de las fábricas inglesas no necesitaban ningún privilegio exclusivo para conquistar el mundo” ; tampoco se hacía económico proteger las fronteras económicas nacionales toda vez que la carestía en los alimentos y demás productos primarios provenientes del extranjero que pudiera generar una política proteccionista terminaría afectando la ganancia industrial. El momento exigía libertad para operar. Y fue lo que ocurrió .

El cambio de fase en el desarrollo del Capitalismo suscitado en los inicios del siglo XX no encontró en el Estado una respuesta rápida. De hecho, el liberalismo prevaleció aún en medio del dominio de los monopolios y sólo vino a replantearse su condición tras la crisis estructural de 1929 – 1945. Obviamente, desde 1900 hasta 1945 hay cierto desfasaje entre las condiciones efectivas del funcionamiento capitalista y la participación estatal en los asuntos económicos. Rige como mecanismo de regulación el capitalista monopolista privado pero claramente, o aún todas las condiciones necesarias no estaban creadas, o la inercia mental de los economistas, hombres de negocios y políticos no asimilaba la idea de que se hacía necesario replantear el papel del Estado en los asuntos económicos. El Liberalismo y el papel asignado al Estado no fueron la causa del cambio de fase en el desarrollo del capitalismo, pero se habían convertido en parte del problema a solucionar o corregir.

El “New Deal” en los Estados Unidos, la aparición de la teoría y práctica keynesiana, la base objetiva material que significa la imbricación de los monopolios con la actividad estatal, e incluso la II Guerra Mundial fueron los elementos necesarios y suficientes para que el Estado volviera a tomar una posición central en la vida económica de las naciones capitalistas ahora en un nivel de desenvolvimiento histórico superior por parte del Capitalismo.

El Estado se hacía imprescindible para la economía capitalista en su nivel funcional. El Estado debía comenzar a participar activamente de la reproducción del sistema para garantizar su funcionamiento progresivo. Para mediados del siglo XX los economistas y políticos burgueses eran conscientes de la tendencia hacia la superproducción y la desocupación que caracterizaba al régimen capitalista. Tal situación se expresa básicamente en un exceso de la oferta total por sobre la demanda total, o al menos, en un contacto de equilibrio entre ellas que genera un nivel de ocupación productiva lejano al pleno empleo y por lo tanto a la capacidad potencial de crecimiento de la economía.

Prevaleció el tratamiento del sistema económico desde el lado de la demanda, lo que se traduce en la práctica en un potenciamiento de la misma en el afán de acercar su volumen al nivel de oferta existente. La demanda está constituida básicamente por inversiones, consumo y saldo neto de exportaciones. Ahora bien, debido a la propia estructura socioeconómica capitalista, la racionalidad basada en la búsqueda de ganancias, y el alto grado de monopolización de la actividad productiva, ni el consumo privado ni las inversiones privadas logran alcanzar un nivel lo suficientemente elevado como para equilibrar la economía a un grado aceptable de empleo y ocupación de la capacidad productiva instalada. El resultado es que en manos del sector privado de la economía, el estancamiento progresivo y el desempleo sería la única resultante, diagnóstico realizado ya tempranamente por Lenin.

Es en esta especie de trabazón o círculo vicioso donde aparece el rol del Estado no ya solamente como garante del orden social burgués, sino como palanca de la propia reproducción del sistema. El Estado tendrá por fuerza que actuar sobre un incremento de la demanda total del sistema. Esto lo haría a través de cuatro vías fundamentales: incremento de los gastos gubernamentales en consumo, incremento de las inversiones estatales, mediante la política redistributiva del ingreso nacional tendiendo a potenciar la demanda sobre todo de los grupos de bajos ingresos creando un amplio mercado interno, y sumando un neto positivo en el sector externo de la economía lo que se lograría favoreciendo la penetración de los capitales propios en el extranjero y practicando una balanza comercial favorable vía instrumentos proteccionistas.

Por otra parte, el Estado se convierte en un importante propietario que invierte en las ramas que se consideran poco rentables o demasiado riesgosas para el capital privado pero que son claves en el funcionamiento de la economía . Se despliega también, sobre todo al rechazarse las posturas neoclásicas del “automatismo” del mercado, el uso de las políticas macroeconómicas para regular el sistema. Especialmente se aplican las políticas monetarias y fiscales, ambas expansivas para lograr el abaratamiento del crédito, la disminución del salario real de los trabajadores, la expansión del consumo, de las inversiones y en definitiva del ingreso nacional y el nivel de ocupación.

Esta exposición es en síntesis el núcleo duro que caracteriza la participación activa y reguladora del Estado en los asuntos económicos del Capitalismo en la etapa II. Es un contraste espectacular con la participación del Estado en la etapa I, donde se caracterizó por ser una participación pasiva y poco reguladora del sistema.

La etapa III (1970 – hoy) aparece como una reacción frente al papel económico asumido por el Estado en la posguerra. De la mano de la crisis estructural, de la caída en la tasa de ganancias de la economía real, de la estanflación no prevista en el esquema keynesiano, de la caída en los niveles de productividad social del trabajo y de la reacción política, entre otros factores, los economistas neoclásicos vuelven a enarbolar su tesis de que el mercado por sí solo es capaz de garantizar la armonía del sistema económico y su capacidad de generar riquezas y distribuirlas eficientemente.

Tanto los Programas de Ajuste Estructural aplicados por los OFIs, como la propia doctrina y práctica económica establecida con base en el denominado Consenso de Washington*, hacen un gran énfasis en el desmantelamiento de la capacidad económica del Estado.

La lógica de la actividad económica en la etapa III se aproxima a lo siguiente: Al considerarse de una forma apologética al mercado, se le quita gran parte de su importancia a la política macroeconómica del Estado puesto que esta sólo serviría para distorsionar la buena marcha de los asuntos económicos. Se concibe la idea de que la política fiscal expansiva usada en la etapa II provoca inflación y no genera empleo, por lo tanto es contraproducente. Los impuestos redistributivos cancelan la vitalidad de la libre iniciativa al “castigar” a los emprendedores y premiar a los holgazanes. La política monetaria es incapaz de favorecer el funcionamiento de la economía real, puesto que un incremento de la oferta monetaria se traduce no en una baja de la tasa de interés y un incremento del crédito y las inversiones productivas, sino en un proceso inflacionario que termina afectando el capital.

La propiedad pública es ineficiente en principio, y conviene más un saldo negativo en la balanza comercial porque así habría más riqueza material entrando al país que la que sale del mismo . No hay razón para que el Estado controle la tasa de cambio o los flujos de capitales o cualquiera otra variable de acceso al mercado mundial pues, este también, al igual que el mercado interno, es capaz de lograr la armonía y el bienestar para todos sus miembros. La política social es rediseñada sobre la base de un modelo que considera al mercado y sus leyes como la institución natural capaz de favorecer la cohesión social, y el ubicar objetivamente a cada quien en su sitio .

En suma, la etapa III se sitúa en una posición bastante diferente a la existente en la etapa II en cuanto a la participación del Estado en los asuntos económicos. En estas nuevas condiciones el Estado pierde poder económico, pierde grandes volúmenes de propiedad, transfiere su capacidad de regulación económica al mercado interno y externo, transfiere su poderío económico a las ETNs enclavadas en la propia nación, al tiempo que dirige sus raquíticas políticas macroeconómicas a encauzar por sano rumbo la marcha del mercado.

Se llega así a una etapa donde el Estado en el plano económico aparece debilitado, retraído de la reproducción del sistema económico, cercano a las posiciones de gendarme de la burguesía pero cediendo el funcionamiento económico del sistema al mercado . Existe claramente entonces una aproximación entre las etapas I y III, existe una especie de repetición de fase sólo interrumpida por el período de posguerra pero que enseña a las claras las huellas de un pasado ya vivido, ahora recreado bajo las nuevas condiciones de desarrollo que impone el despliegue de las fuerzas productivas y la internacionalización de las relaciones económicas, pero más allá de esas obvias y necesarias diferencias, en esencia se trata de una etapa que vuelve a alejar al Estado de los asuntos económicos, tal como la vivida entre 1850 y aproximadamente 1930.

Esta trayectoria recurrente o cíclica seguida por el Estado en su dimensión económica no flota en el aire ni es fruto de la casualidad. Está conectada material y dialécticamente a las condiciones de vida económica que impone el patrón de acumulación vigente en un período de tiempo determinado. Un patrón de acumulación productivo – comercial demanda de una participación activa del Estado en cuanto a partícipe del proceso de acumulación y reproducción y como regulador por excelencia de las principales variables macroeconómicas y de contacto con el sector externo de la economía nacional.

Lenin había predicho que los monopolios generan estancamiento económico. La vida ha demostrado que la participación estatal en la economía capitalista puede enfrentar tal situación cerrada, pero sólo lo hace o sólo se hace necesario en cuanto la economía capitalista haya decidido reproducirse en un esquema de economía real. Cuando la economía se desplaza hacia un patrón especulativo – financiero, el estancamiento económico sigue ahí, pero la valorización del capital puede desplegarse en la llamada economía virtual y este estancamiento pierde importancia para el sistema, al menos en el corto plazo.

Es así cuando se impone un Estado débil, simplemente no se necesita de su participación en tal estado de cosas. Por lo tanto, el Estado gira sobre las exigencias que le transmite el patrón de acumulación vigente. Sobre esta base, no es posible descartar la posibilidad de que el Estado retome en gran medida su poder y capacidad económica si ocurre la orientación efectiva del sistema hacia un patrón de acumulación productivo – comercial en el futuro cercano.

II.C. Comportamiento de la Variable Naturaleza y papel del Sistema Monetario Financiero Internacional. (SMFI).

Si el Estado en su dimensión económica está subordinado a la lógica que impone el patrón de acumulación vigente, el SMFI también alcanza tal grado de dependencia y vínculo, además de estar completamente asociado su desarrollo particular a la lógica de desarrollo general del sistema capitalista. Así, dos factores contribuyen a la conformación estructural y a la funcionalidad específica de este sistema aún en los marcos de una economía capitalista.

En esta variable analizamos tres elementos. El primero de ellos está asociado al papel que juega el dinero como mercancía universal en este sistema; en segundo lugar hacemos una síntesis de las características básicas de estos sistemas por cada etapa destacando sus rasgos principales, la forma de relación de las economías nacionales con estos sistemas, la lógica que se potencia en cuanto a acumulación del capital; en tercer lugar analizamos el mecanismo de corrección o equilibrio de la balanza de pagos. Estos tres elementos están asociados tanto a la esencia capitalista del SMFI como a su capacidad funcional.

En la etapa I el SMFI se apoya en el Sistema Patrón-Oro, viniendo desde el Siglo XIX hasta 1914 y en un segundo momento Sistema Patrón Cambios-Oro que va desde 1918 – 1940.

La esencia del sistema patrón – oro consistía en que éste mecanismo determinaba la cantidad de dinero en circulación en correspondencia con la cantidad de oro, garantizando así la convertibilidad de las monedas en oro con tipo de cambio fijo, la moneda de cualquier país era convertible en oro tanto dentro como fuera del país, el Patrón -Oro permitía la acuñación libre de las monedas y facilitaba el intercambio de las monedas de los diferentes países. Por su parte el sistema Patrón Cambios Oro consiste en que en el interior de los países circula el papel moneda en correspondencia a un lingote de oro como mínimo y el oro físico solo se usa para transacciones internacionales (saldo de cuentas).

En esta etapa el SMFI se regulaba básicamente por las leyes del mercado mundial, sin importante participación del Estado, por lo que la regulación estatal sobre las variables de contacto con tal sistema era prácticamente nula. Se trataba de un sistema proespeculativo – financiero devenido materialmente del nuevo grado de desarrollo alcanzado por las Bolsas de Valores y las Sociedades por Acciones en el Capitalismo, además obviamente de la influencia directa que significó la monopolización de la vida económica a inicios del siglo XX.

Las características de este Sistema están muy entrelazadas con el mecanismo empleado para lograr el equilibrio de la balanza de pagos. Este se basaba en las transferencias de oro no organizadas de un país a otro por canales privados. Se consideraba existía un mecanismo automático para la corrección de la balanza de pagos a través de las variaciones en los niveles de precios internos. El argumento sostiene que ciertas fuerzas enteramente automáticas tienden a establecer una distribución natural de los metales preciosos entre los países del mundo y los niveles de precios internos en diversos países tales que las exportaciones de cada país se igualan a sus importaciones. Toda extracción adicional de oro en un país elevará su nivel de precios en relación con el de otros países; el excedente de importaciones consiguiente debe financiarse con un salida de oro; esto engendra la misma reacción en el país que recibe el oro; y el proceso continúa hasta que todos los países que comercian hayan establecido un nuevo equilibrio entre exportaciones e importaciones correspondiente a la mayor oferta de oro .

En la segunda etapa (1945 – 1970) se emplea el denominado Sistema Patrón – oro – dólar. Aquí se adopta el dólar como equivalente del oro en las operaciones de pago internacionales. Se empleó la paridad fija al dólar en el resto de los países integrantes del sistema. El cambio del dólar en oro constituía el nexo fundamental de todo el sistema monetario con este metal. Se desarrolló un amplio proceso de regulación monopolista estatal en el seno de este sistema con la anuencia del Banco Mundial (BM) y el Fondo Monetario Internacional. (FMI).

Las características funcionales del SMFI en esta etapa están asociadas con el mecanismo de corrección de la balanza de pagos. Este se asocia básicamente al comportamiento de las variables de la economía real, a diferencia de la etapa I donde se partía del movimiento de los precios para corregir la balanza de pagos. La lógica de esta etapa se puede describir de la siguiente forma: en un país en el que aparezcan una serie de excedentes de las exportaciones sobre las importaciones, tiene lugar un aumento de la demanda total y, por lo tanto, de la renta. Este aumento de la renta debe ser tal que pueda suscitar una cantidad de ahorro que en el equilibrio final sea sensiblemente igual al saldo comercial.

Pero si se supone, como parece real, que las importaciones son función de la renta, entonces, a aquél aumento de la renta seguirá un aumento de las importaciones y en la posición de equilibrio el saldo se habrá reducido. Por el contrario, en un país en el que haya una serie de excedentes de las importaciones sobre las exportaciones, tiene lugar una disminución de la demanda total y, por lo tanto, de la renta, de forma que el ahorro se reducirá en un volumen similar al saldo negativo final.

Durante tal proceso, las importaciones disminuyen y dicho saldo final quedará reducido al de partida. Ha sido demostrado que para reducir a cero los saldos activos y pasivos por haberse conseguido el perfecto equilibrio en la balanza de pagos, sería necesario que las variaciones de la renta diesen lugar a determinados volúmenes de inversión o, respectivamente, a desinversiones inducidas. Lo que aquí es preciso tener en cuenta es que existe, parcial o completo, un proceso de reequilibrio de las cuentas con el exterior basadas sobre las variaciones de la renta, es decir, una variable de la economía real.

Por su parte, el corregimiento del desequilibrio se apoya sobre la existencia de una tasa de cambio fija, precisamente una característica fundamental del SMFI de ésta etapa. En la práctica cotidiana, el Estado apoya a través de sus políticas de descuento y fiscal el logro del equilibrio, que no podía ser garantizado plenamente por este mecanismo.

Un elemento interesante es la forma que asume las exportaciones de capital en esta etapa II en contraste con la etapa I. En la primera etapa el predominio de las exportaciones de capitales correspondía a las denominadas inversiones en cartera, o en acciones de sociedades. En la etapa II, el predominio deja de estar asociado a las exportaciones en cartera para acercarse a las Inversiones Directas . Este movimiento que se corona con el retorno a partir de 1970 de las inversiones en cartera consolidando el denominado proceso de financiarización , tiene que estar condicionado materialmente por los cambios asumidos en el patrón de acumulación vigente y del tipo de economía predominante. Una economía real dominante exige inversiones directas, una economía virtual exige y además favorece las inversiones en cartera.

El SMFI de esta etapa II se caracteriza en definitiva por ser un sistema proproductivo, favorecedor de la economía real, subordinado a la búsqueda del crecimiento económico y el nivel de ocupación. Un Sistema donde las economías nacionales se conectaban con pleno dominio de sus variables de contacto dando un alto grado de soberanía. Un Sistema subordinado al Estado y regulado por éste. Un sistema de tasas de cambio fijas y con predominio de las Inversiones Extranjeras Directas.

En la etapa III aparece un SMFI desmonetizado, con el dólar aún como principal divisa internacional pero sin un respaldo en oro como había prevalecido desde 1945 hasta 1971. Bajo estas circunstancias la paridad comienza a plantearse en términos de oferta y demanda en el mercado de divisas. Su mecanismo de corrección de la balanza de pagos se lleva a cabo mediante las modificaciones de los tipos de cambio. En el caso que el país A se formara un saldo deficitario de la balanza de pagos, ese país rebaja la cotización de su moneda. Esto lleva a que sus mercancías se tornen relativamente baratas para los compradores extranjeros. Esta situación da lugar a la tendencia del país a aumentar sus exportaciones. Al mismo tiempo los precios de las mercancías extranjeras (con respecto al país A), expresados en moneda nacional de este país, resultan ahora relativamente más caros para sus compradores. De aquí que se restrinja la importación.

El aumento de la exportación por un lado y la disminución de la importación por el otro, eliminan, o por lo menos reducen, el exceso de pagos al extranjero sobre los ingresos, producidos en el país A. Este mismo proceso, pero en sentido inverso, se opera cuando el saldo de la balanza de pagos es positivo .

Los tipos de cambios han de fluctuar sujetos a las fuerzas de oferta y demanda en el mercado mundial de divisas. Detrás de esta idea aparece la especulación monetaria como base para la “regulación” del equilibrio en la balanza de pagos, y, por supuesto la oportunidad material para convertir del SMFI en una máquina de valorizar los capitales alejados de la producción.

El SMFI de la etapa III en su dimensión funcional puede caracterizarse como regulado por las fuerzas del mercado mundial, un sistema dotado de leyes de auto reproducción interna que en cierto grado lo independizan de las condiciones de reproducción de la economía real, un Sistema que funciona acorde a los intereses de la reproducción del Capital Financiero – Especulativo, un sistema ante el cual el Estado no tiene capacidad de regulación de sus variables de contacto, un Sistema que se sitúa como centro del universo capitalista y no como afluyente de recursos , como un Sistema donde predominan las inversiones en cartera creadoras de dependencia e incapaces de generar crecimiento económico en la periferia, un Sistema catalizador de la especulación monetaria, de la fuga de capitales y de la deuda externa, etc .

La estructura y el funcionamiento del SMFI han estado subordinados, histórica y lógicamente a la evolución del sistema capitalista y a las coyunturas de la acumulación. Se registra sobre esa base un movimiento recurrente, repetitivo en cuanto a fases de predominio de su naturaleza pro - productiva o pro – especulativa, en cuanto a su posibilidad de regulación estatal – nacional o regulación mercadocéntrica, en cuanto a los niveles de soberanía económica – financiera para los países aislados o de una injerencia masiva de su propio accionar en estas economías, y se registra incluso alternación en cuanto a las inversiones predominantes en el mercado mundial, dígase inversiones directas en el contexto de los patrones de acumulación productivos – comercial e inversiones en cartera en el contexto de los patrones especulativos – financieros.

II. D. Comportamiento de la Variable Funcionalidad Social – Institucional – Política.

Esta es una variable más compleja que las demás toda vez que está condicionada por las variables de contenido económico, pero a nivel de superestructura cuenta con sus propias variables incidentes. Consideramos no obstante que aún bajo estas circunstancias especiales, la morfología socio – institucional progresa gobernada principalmente por las variables económicas y brinda, por lo tanto, caracteres acordes con esta dinámica económica, por lo que, aún siendo en grados diversos de desarrollo, reaparecerán algunos elementos importantes para garantizar la funcionalidad del sistema al nivel superestructural a las exigencias de la base económica.

Si esto es así, en las etapas analizadas previamente encontraríamos cambios sustanciales también en la funcionalidad socio institucional política. Veamos. De 1945 a 1970 prima la acumulación productiva – comercial en el Capitalismo desarrollado, y en el caso del subdesarrollado se práctica incluso una práctica desarrollista basada sobre todo en la industrialización de las naciones periféricas. En estas circunstancias la que hemos denominado variable 4 muestra un comportamiento digamos activo. Esta realidad se puede deducir del siguiente fragmento: “Dentro del modelo fordista la agregación social estaba “dada” (automáticamente creada por el sistema fabril) aunque era una agregación mecánica, coercitiva, forzada y, en ocasiones, despóticas. Era, repetimos, una comunidad terriblemente despótica, pero dentro de la cohesión fordista de cierto modo era un producto automático del sistema” .

Es decir, la acumulación productiva – comercial integra potencialmente a los trabajadores y a la sociedad en su conjunto, además, este tipo de acumulación exige de un desarrollo progresivo en la demanda efectiva, tanto interna como externa para el país. Tal situación hace que el sector de los trabajadores gane en importancia económica, dado que serán los protagonistas del nuevo esquema de acumulación al generar en un momento la plusvalía y luego contribuir a su realización. El hecho de que sean importantes para el capital no es sinónimo de que sean exonerados de la explotación ni mucho menos, lo única que expresa es que el factor trabajo hace valer aún más su importancia en la producción de la riqueza y gana fuerza política al ganar la fuerza e importancia económica.

Una de las formas básicas de la organización de los trabajadores son los sindicatos. Estos sólo pueden asimilar trabajadores empleados, y en la medida que más potente se hace la base industrial y el proceso productivo como base de la sociedad más crece el empleo y con él la demanda de fuerza de trabajo, lo que ubica a los trabajadores en una posición privilegiada para negociar sus intereses. Es obvio que industrialización y sindicalismo no son una misma palabra, pero la historia ha demostrado sin embargo que desindustrialización si se asemeja bastante a muerte del sindicalismo.

En cuanto a institución y expresión de poder político, el Estado Nación es una maquinaria potente, capaz de centralizar la gestión económica y con ella la actividad política de la nación. La expresión socio – institucional era la de un Estado capaz de lograr la legitimidad política y la funcionalidad de la sociedad civil. Hay que recordar que el enfoque cepalino puede adscribirse, sin mayores problemas, a la burguesía industrial nacionalista que encabezó las primeras fases del patrón de acumulación que propició la industrialización sustitutiva tradicional ” Puede creerse que el auge vivido por el pensamiento económico institucional en todos estos años está apoyado materialmente en el sano y expansivo desarrollo de las instituciones burguesas, como el Estado Nación por ejemplo.

La etapa III evidencia la asimilación de un patrón de acumulación especulativo – financiero, que como ya vimos arriba se acompaña de una regresión del poder y papel económico del Estado en pos del mercado interno y externo.

De alguna manera esto tiene que expresarse en la vida socioinstitucional – política del Capitalismo, especialmente en las condiciones de organización de la clase obrera, el papel del sindicalismo y la fortaleza y dinámica de los vínculos sociales por un lado, y en cuanto a la dimensión sociopolítica – institucional del Estado burgués por el otro.

En cuanto al primer aspecto, los cambios en la base económica sucedidos en los últimos treinta años han provocado cosas como las siguientes: “..., en el modelo posfordista la cohesión social dejó de ser algo dado. La sociedad de nuestros días está dominada por el riesgo, por una absoluta falta de seguridad, por lo impredecible. ( ...) En esta sociedad el desarrollo industrial no puede seguir garantizando la reconstrucción de los vínculos sociales; estos vínculos, o se reconstruyen artificialmente de alguna manera o están ausentes” .

Estos sucesos de asocian a la asimilación de un nuevo paradigma en la acumulación capitalista y sobre todo, en la pérdida de importancia relativa de la economía real, la demanda efectiva y con ella de los trabajadores como clase social .

La segunda dimensión conlleva un análisis más detenido. Está claro que aún en las condiciones de un retraimiento del Estado en los asuntos económicos como el sucedido en los últimos 30 años no debilita ni un ápice el carácter burgués de esta maquinaria y su naturaleza represiva de una clase social contra otra. El Estado sigue siendo burgués y sigue siendo represivo por naturaleza. Pero una pérdida efectiva de poder económico, expresada en un debilitamiento de la capacidad reguladora, interventora y propietaria de esta institución siempre a favor de otra, tiene por fuerza que afectar su dimensión política.

Esto no se nota mientras prosiga dominando un estado burgués proimperialista, al que le bastará con aplicar la fuerza bruta para controlar la situación social; pero en cuanto un gobierno nacionalista, sea o no burgués, llega al poder encuentra una estructura vacía en lo económico y por tanto, limitada en lo político. ¿Qué tipo de política constructiva puede desarrollar un gobierno sin el poder económico efectivo en sus manos? ¿Puede tomarse el poder represivo como sinónimo de poder político? Creemos que la debilidad política de Estado Nación viene así a sumarse a la debilidad económica del mismo y a un tipo de acumulación especulativo – financiero.

En resumen, al menos desde la década de los cuarenta hacia acá, la estructura socio institucional y la dimensión política del Estado Nación han seguido una trayectoria condicionada en alto grado por las exigencias y necesidades de la acumulación capitalista. Apoyándose sobre tal base a la que consideramos con una naturaleza recurrente en el Capitalismo, podemos inferir que la dimensión socioinstitucional y Estado Nación puede atravesar igualmente fases similares de existencia, en alto grado condicionadas al nuevo carácter de la reproducción capitalista.

Hay que reconocer que esta variable es de las cuatro analizadas la que menos posibilidades tiene de repetir escenarios íntegros ya superados. La siguiente idea puede aclarar la cuestión: “La reindustrialización es sobre nuevas bases productivas y contractuales. La desindustrialización y el desarrollo del sector servicios tienen una importante implicación en la situación de los trabajadores y su relación con la empresa. Ya no es posible que el sindicalismo juegue un papel fundamental como en la etapa anterior –con sindicatos nacionales en las ramas básicas y en el sector público. Viendo retrospectivamente, fue más fácil la sindicalización con base a la industria centralizadas y rígida, porque actualmente es una cuesta muy empinada pretender la organización laboral en condiciones de los nuevos métodos de administración toyotista y de flexibilidad laboral, sobre todo, en el sector servicios”.

Es iluso esperar una regresión en los paradigmas técnico productivo del Capitalismo. En ese sentido no vale la pena esperar una vuelta de las condiciones ideales para la sindicalización en la gran fábrica capitalista, esto es cierto, pero consideramos que otra cuestión de peso está dada en la importancia relativa de la clase obrera en la generación y realización de la plusvalía, sobre todo en la segunda.

Tal importancia económica no es de ninguna forma desechada históricamente por el régimen en los años 70, ha sido más bien “desactivada”. Una vuelta a un patrón de acumulación productivo – comercial tendría que poner en un lugar importante a la clase obrera y su consumo como fuerza motriz de la reproducción capitalista. Tal posibilidad ha sido advertida ya por otros autores . Una reconsolidación de la importancia económica de esta clase dará una base material proclive para la integración de la misma y de sus posibilidades materiales de concentrar la lucha social, política o económica. Apostamos por esta idea como base para esperar ver repetirse una nueva fase parecida, aunque sabemos que nunca más igual, a la vivida por el Capitalismo entre 1945 -1970.

De la misma manera, la consolidación económica que presuntamente pudiera presenciar el Estado hacia un futuro cercano, se traducirá en la asimilación de un Estado - Nación potente en cuanto a su dimensión política e institucional. Tal proceso asemejaría en condiciones al vivido ya por el Capitalismo entre 1945 -1970.

Conclusiones.

En síntesis se puede plantear que las cuatro variables analizadas se constituyen en variables fundamentales para el funcionamiento del Capitalismo, de tal manera que pueden ser consideradas como variables funcionales del sistema capitalista. Dentro de ellas el papel principal le corresponde a la variable 1, dado que es la más próxima a los procesos contradictorios y vitales que se despliegan en el nivel esencial o básico del Modo de producción Capitalista. Las demás variables están en estrecha relación dialéctica con la variable 1. Esta última determina el carácter y la naturaleza de las demás al tiempo que estas con su adecuación dan paso al proceso de acumulación del capital.

Se observa que estas variables siguen un movimiento recurrente a lo largo del tiempo, generando digamos fases de desenvolvimiento funcional del sistema. Tales cambios registrados en las variables están condicionados objetivamente y deben ser considerados no como una simple eventualidad coyuntural sino como una regularidad del desarrollo capitalista en un determinado nivel de su organismo, básicamente el que hemos denominado nivel funcional en contraposición con el nivel esencial que es donde radican sus variables esenciales como la propiedad privada, el mecanismo de regulación, la ley y contradicción económica fundamental, etc.

Cabría por último alertar sobre la posibilidad objetiva de que el sistema capitalista esté realizando en estos precisos momentos una transición o cambio dialéctico en el contenido, carácter y naturaleza de sus variables funcionales, lo que daría la perspectiva de un nuevo estadio de desarrollo donde prevalezca un patrón de acumulación productivo comercial, un paradigma estado céntrico, un SMFI pro productivo, regulado y soberano, y una funcionalidad social e institucional mucho más consolidada, sobre todo expresada en el Capitalismo Subdesarrollado donde no se dieron los verdaderos y autóctonos movimientos objetivos que demandarían realmente la superación histórica del Fordismo como paradigma técnico productivo.

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