"Contribuciones a la Economía" es una revista
académica con el
Número Internacional Normalizado
de Publicaciones Seriadas
ISSN 16968360
Onexy Quintana Martínez (CV)
onexy@eco.upr.edu.cu
Introducción
En este artículo el autor asume que el desarrollo empieza en primera instancia en la mente de las personas que conforman la sociedad. Comienza desde la individualidad, irradia hacia la comunidad, y la sociedad. En otras palabras, como mismo se puede aceptar que el lugar donde comienzan las guerras es en el corazón, la psiquis, la conciencia, la mente de los individuos, así ocurre también con el desarrollo. Desde luego, dicho de este modo pareciera que lejos de estar escribiendo en estos momentos un artículo científico, más bien este autor está escribiendo un libro quimérico. Pero hay algo ineludible, y es que de la misma manera que la guerra no alcanza a toda la sociedad, así también ocurre con el desarrollo. Por tanto, como mismo se trazan estrategias para que aquella no se generalice, han de trazarse estrategias para que el desarrollo sí lo haga. Esto puede lograrse siguiendo un conjunto de pasos que impliquen sembrar la concepción de desarrollo en toda su expresión y lograr que el hecho de que se “piense el desarrollo” no signifique que se deje de intentar “actuar el desarrollo”. Se ha de tomar lo positivo que han legado los pensadores del desarrollo hasta la actualidad y entronizárlo en el contexto en que vive la humanidad.
No es pretensión de ninguna manera en este momento exponer una nueva teoría del desarrollo, sino abordar de forma general cómo ha evolucionado teóricamente el desarrollo en general, luego el desarrollo sostenible en particular y por último, lejos de trazar alguna estrategia en específico, proponer tres pasos genéricos que el autor considera deben implementarse para que el individuo aprenda a pensar el desarrollo y llegue a ejecutar acciones para que ese pensamiento se materialice. Por lo que el objetivo de esta breve investigación ha consistido en “Proponer un conjunto de pasos genéricos encaminados a enseñar a las comunidades y la sociedad a ser correctos pensadores del desarrollo sostenible, lo cual permita que se constituyan en fin de cuentas en verdaderos actores del desarrollo sostenible”.
Primeramente se abordarán elementos del desarrollo, luego se especifican aquellos relacionados con el desarrollo sostenible y finalmente se proponen los tres pasos genéricos. El autor desea aclarar que esta no es la última palabra acerca del tema, sino que muchos han de levantarse en este mundo aún, que se dignen a abordar las temáticas del desarrollo, tanto en lo teórico como en lo práctico, y eso implicará, optimistamente hablando, un enriquecimiento y elevación de la dignidad humana y por ende de los pueblos componen toda la sociedad. Debe quedar claro que los pasos abordados en el presente trabajo son solo una propuesta, lo cual significa que para nada se pretende asumir que ellos son una fórmula rígida y única para todas las situaciones.
Para citar este artículo puede utilizar el
siguiente formato:
Quintana Martínez, O.: "De pensadores del desarrollo a actores del desarrollo. Algunos pasos genéricos para esa transición" en Contribuciones a la Economía,
febrero 2008 en
http://www.eumed.net/ce/2008a/
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1.1- La evolución de la teoría del desarrollo
El desarrollo es algo que compete a la localidad, la comunidad y la sociedad. Es un concepto difícil de definir. Esta dificultad surge de la multiplicidad de dimensiones implícitas en el concepto, la forma como se percibe y las prioridades que se dan a cada una de ellas, estas son múltiples y difieren según las perspectivas desde las cuales se analizan; sin embargo, podría afirmarse que siempre está asociado al aumento del bienestar individual y colectivo, a los cambios de la estructura económica y social, involucrando la sociedad entera en todos los aspectos.
El crecimiento es una noción más sencilla, se refiere al aumento de las actividades de producción de bienes y servicios, pero no forzosamente implica un cambio en la estructura económica y social. El concepto de desarrollo contiene en sí la idea del crecimiento económico.
En el debate internacional, en ciertos casos, se tiende a homogeneizar el crecimiento económico con el desarrollo, cuestión que no debe ser tomada como cierta. Por tal razón y para mejor comprensión de este trabajo, a continuación se explica la diferencia y evolución de ambos conceptos.
Después de la Segunda Guerra Mundial, creció el interés sobre los modelos de crecimiento macroeconómico y las cuentas de ingresos nacionales. Las variables que podían ser fácilmente medibles y los parámetros diferenciados que pudieran recoger valores para caracterizar el contexto económico, se convirtieron en objeto de estudio y planificación. Por tanto, las necesidades, metas y participación del ser humano fueron marginadas en beneficio de objetivos macroeconómicos.
A medida que el análisis estadístico aportaba estudios más exhaustivos a nivel nacional, se evidenció que, en algunos casos, países con crecimiento económico experimentaban un empeoramiento de las condiciones y la calidad de vida.
Paralelamente, algunas sociedades con ingresos relativamente modestos, lograron niveles de bienestar humanos ciertamente satisfactorios. Estas disyuntivas entre los ingresos y el bienestar social también se extendían a países industrializados. Entonces había que revisar los conceptos de desarrollo, crecimiento económico y distribución de la riqueza.
A comienzos de la década de los años 70, en la Universidad Sussex, del Reino Unido, se realizó un amplio estudio sobre cómo combinar crecimiento y distribución social. Las conclusiones fueron importantes: era necesario aumentar la productividad, pero analizando de quiénes y para quiénes. La redistribución de los medios de producción y los servicios básicos no sólo no era suficiente, sino que, a su vez, debía ser incrementada la productividad de la mayoría de los pobres.
El informe del Club de Roma de 1972, que resultó del proyecto sobre la Condición Humana, iniciado en 1968, marcó un hito en la conceptualización del desarrollo, al considerarlo como “el proceso que experimenta una sociedad para conseguir el bienestar de la población, relacionándose de forma armónica con el entorno natural, consiguiendo así, satisfacer las necesidades materiales y establecer las bases para que todo individuo pueda desplegar su potencial humano”.
En contraposición al carácter netamente cuantitativo del crecimiento, el desarrollo es definido como un proceso que involucra aspectos cualitativos de la condición humana en un país, región, localidad o continente.
La reformulación de la esencia del desarrollo continuó con la tesis del otro desarrollo, que fue promovida por sectores de Europa Occidental a través del informe “¿Qué hacer?”, aparecido en 1975. Su enfoque hace énfasis en el desarrollo como un concepto integral en el cual el ser humano y la satisfacción de sus necesidades constituye el objetivo supremo.
Al respecto, una de las principales precisiones de los autores del informe plantea que: “El desarrollo es un todo; es un proceso cultural, integral, rico en valores; abarca el medio ambiente natural, las relaciones sociales, la educación, la producción, el consumo y el bienestar”.
Paralelamente con la tesis del otro desarrollo, toma cuerpo la aproximación al desarrollo por el camino de las “necesidades humanas básicas”, que tiene puntos esenciales de contacto con aquella concepción. Sin embargo, esta última tesis logra penetrar de forma más aguda en la identificación e inserción de las necesidades humanas dentro de la estrategia del desarrollo, lo cual trasciende hasta el marco de la teoría económica y permite un análisis más balanceado de la esfera del consumo.
Al colocar el acento en la erradicación de la pobreza, el derecho al empleo, la distribución equitativa del ingreso y el acceso universal a los servicios básicos, ambas tesis (las dos anteriores) se inscriben dentro del movimiento renovador del pensamiento socioeconómico, que rompe con la óptica tradicional sobre los problemas del desarrollo.
En correspondencia con el predominio de esta nueva concepción en la escena internacional, el Banco Mundial modificaría su criterio relacionado con la problemática del desarrollo, el cual se argumenta en la parte dos del Informe sobre el Desarrollo Mundial, 1990, titulado: “La pobreza y el desarrollo humano”. La propuesta, si bien parece conceder una mayor prioridad a los factores sociales o humanos en la estrategia del desarrollo, en la práctica no rebasó los límites de las concepciones cuantitativas que identifican el desarrollo con el crecimiento económico.
Lo anterior se constata con claridad durante la década de los 80, especialmente en la primera mitad (1980-1986). En estos años, la explosión de la crisis de la deuda externa de los países subdesarrollados termina en forma abrupta con tres décadas de relativos progresos socioeconómicos y dio paso a la peor recesión después de la conocida durante los años 30, con el sensible empeoramiento de las condiciones de vida y agudos retrocesos sociales, en particular, entre los grupos de población más vulnerables, los niños y las madres.
A mediados de esta década, surge el estudio del Fondo de las Naciones Unidas para la infancia (UNICEF) titulado “Ajuste con rostro humano”, que como enfoque alternativo, insistió en la necesidad de tener en cuenta la dimensión humana de las políticas de ajuste e integrarlas a éstas en su conjunto, en lugar de considerarla como un componente adicional de bienestar. El modelo de ajuste con rostro humano, según sus propios autores, introduce “una dimensión de alivio de la pobreza en las necesarias políticas de ajuste, de igual manera que la redistribución del ingreso y la atención a las necesidades básicas lo hacen respecto a las políticas de crecimiento”.
Las cuestiones asociadas a la pobreza y su superación devinieron, cada vez más, el centro de las concepciones latinoamericanas acerca del desarrollo, que a partir de la profundización de la tesis de la “pobreza crítica” y, más tarde, con la formulación de reformas estructurales, se apartan de la visión tradicional del desarrollo latinoamericano y pretenden superar las limitaciones inherentes a las políticas de ajuste aplicadas hasta entonces.
La tesis de la CEPAL de “transformación productiva con equidad” de finales de los 80, destaca dentro de los esfuerzos por articular lo que los autores denominan una “concepción actualizada del desarrollo: crecer, mejorar la distribución del ingreso, consolidar los procesos democratizadores, adquirir mayor autonomía, crear condiciones que detengan el deterioro ambiental y mejorar la calidad de vida de toda la población; en fin, la transformación de las estructuras productivas de la región en un marco de progresiva equidad social”.
En ese tiempo se evidencia que existían las condiciones necesarias tanto desde el punto de vista político y social como teórico-conceptual para avanzar hacia una adecuada revalorización de la dimensión humana del desarrollo. No es casual que en 1990 vean la luz tres informes sobre el tema :
Informe sobre el Desarrollo Mundial, del Banco Mundial, dedicado ese año a la pobreza.
Desafío para el Sur, de la Comisión Sur.
Desarrollo Humano. Informe de 1990.
Sin abordar los demás por cuestiones de criterios de este autor (no por marginar sino por ganar en concreción), se puede ver que en este informe la Comisión Sur define el desarrollo de la siguiente forma:
“A nuestro juicio el desarrollo es un proceso que permite a los seres humanos utilizar su potencial, adquirir confianza en sí mismos y llevar una vida de dignidad y realización. Es un proceso que libra a la gente del temor a las carencias y a la explotación. Es una evolución que trae consigo la desaparición de la opresión política, económica y social (...). El desarrollo supone, por consiguiente, una creciente capacidad para valerse por sí mismo, tanto en el plano individual como colectivo”.
De ahí es fácil inferir que el verdadero desarrollo, tiene que centrarse en las personas, estar encaminado a la realización del potencial humano, del bienestar social y económico del mismo, y desde luego, tener por finalidad el logro de lo que él considera que son sus intereses sociales y económicos.
Es mediante la participación efectiva de los individuos de la comunidad y la sociedad, que el proceso de desarrollo puede orientarse hacia el logro de los valores de la comunidad en específico y la sociedad en general. Este logro es un componente indispensable del desarrollo, concepto que no puede restringirse a la satisfacción de las necesidades biológicas de sobrevivencias o materiales creadas por el sistema socioeconómico.
Por otro lado, en el concepto de desarrollo convergen de un modo explícito dos dimensiones: La Económica y la Sociolocal. Sesgar el desarrollo hacia una de las dos dimensiones es muy dañino para la sociedad. Desgraciadamente el sesgo, tal y como se evidencia en el análisis que hasta ahora se ha llevado a cabo, ha sido hacia la dimensión económica. Autores como Gastón Berger han señalado que: (…) “Una teoría del desarrollo que solo trabaja con variables económicas es irrealista e inapropiada”.
El enfoque moderno de las teorías de desarrollo reconoce como indiscutible la existencia de factores no económicos en la dinámica de este. La posición unilateral de considerar solo los aspectos económicos está siendo superada, aunque generalmente es admitido que los problemas del desarrollo no se agotan en un análisis de variables económicas, esto no tiene mucha vigencia en el plano práctico.
Un minucioso análisis pone de manifiesto que para lograr el desarrollo es necesario transformar hábitos, eliminar prejuicios, modificar conductas y modos de vida de seres humanos que se resisten al cambio, simplemente porque están habituados a modalidades antiguas o porque la nueva situación lesiona sus intereses. Es por ello que el cambio de actitud debe comenzar en el interior del ser humano: en su pensamiento.
1.2 – La evolución de la teoría del Desarrollo Sostenible.
Como ya se pudo constatar, en el epígrafe anterior, si se hace un análisis breve y lógico, el desarrollo sostenible esta inmerso en el desarrollo, por cuanto no puede haber desarrollo en un país determinado si no existe allí desarrollo sostenible, o al menos se aboga por ese paradigma. Es por ello que se dedicará este apartado para hacer referencia breve a la evolución teórica del desarrollo sostenible.
En el año 1972, se celebra la Primera Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente a raíz de una serie de acontecimientos, entre los que se destacan, según Roca:
Comienzo de la crisis energética.
Se hace público el primer informe del Club de Roma sobre límites del crecimiento.
Celebración en Estocolmo de la primera Conferencia sobre el Medio Humano.
Firma del Convenio de París sobre el Patrimonio Mundial, Cultural y Natural bajo los auspicios de la UNESCO.
Se inicia de esta manera según Lorés “una nueva forma de contemplar los problemas ambientales que repercuten, posteriormente, en una nueva tendencia del pensamiento sobre el desarrollo, lo cual según el criterio de muchos convierte la definición de desarrollo sostenible en un concepto alternativo - al introducir el factor ambiental- frente a la otra gran tendencia ilustrada por el enfoque económico” .
Es entonces cuando se dice que “el marco del desarrollo sostenible, aquel que permite mantener el equilibrio entre el crecimiento económico, el desarrollo social y la conservación del patrimonio natural incluidos los recursos biológicos, se perfila como uno de los más grandes retos a los cuáles se enfrentan no sólo las economías, sino las sociedades en general, tocando todos los puntos activos y pasivos de éstas” .
El concepto de "sostenible" aparece por primera vez en el informe Bruntland en 1987, titulado "Nuestro Futuro Común", presentado a la Asamblea General de las Naciones Unidas por la Comisión Mundial sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo, definiéndose como: “el proceso que satisface las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las futuras generaciones para satisfacer sus necesidades ” buscando, según el Consejo Interamericano para el Desarrollo Integral de la Organización de Estados Americanos (OEA) con fecha de 1997, la asociación íntima de la actividad económica con la naturaleza.
Algunos especialistas en desarrollo definen el desarrollo sostenible como: “un estilo que busca en cada región soluciones específicas a problemas concretos tomando en consideración el entorno natural y cultural, atendiendo a las necesidades inmediatas y a las de largo plazo. Se trata de encontrar los medios de amortizar el desarrollo socioeconómico con un manejo adecuado de los recursos naturales y el medio ambiente” .
Por otra parte, la Unión Mundial para la Naturaleza en 1991, emite otra definición más explícita: “es el proceso que permite que se produzca el desarrollo sin deteriorar o agotar los recursos que lo hacen posible. Este objetivo se logra, generalmente, gestionando los recursos de forma que se puedan ir renovando al mismo ritmo que van siendo empleados, o pasando del uso de un recurso que se genera lentamente a otro que lo hace a un ritmo más rápido. De esta forma los recursos podrán seguir manteniendo a las generaciones presentes y futuras”
Fue en la Conferencia de Río de Janeiro de 1992, (Conferencia de Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo, o "Cumbre de la Tierra"), que se institucionaliza el concepto de "desarrollo sostenible" y de "sostenibilidad”. La conferencia tuvo como objetivo elaborar un informe en que se examinasen los cambios en el estado del medio ambiente en los 20 años transcurridos entre las conferencias de Estocolmo y Río. También se trató el concepto de desarrollo sostenible para la protección, preservación y fortalecimiento del medio humano.
“Desde que se acuña el término de desarrollo sostenible, son muchos autores los que, desde ciencias como la economía, la sociología, entre otras, cuestionan su concepción, presentando básicamente dos argumentaciones” . Primero están aquellas relacionadas al hecho de que el concepto no tiene prácticas económicas y políticas claras. Segundo, están las que ven al desarrollo sostenible como un concepto incoherente y contradictorio dado que es la unión de dos conceptos de dos ciencias, la economía y la ecología.
A pesar de las críticas hechas en contra de esta definición de desarrollo sostenible, el concepto ha seguido evolucionando y hoy en día se pueden encontrar distintos enfoques sugeridos por organismos internacionales entre los que se destacan los siguientes:
- Banco Mundial: afirma que “la sostenibilidad es un modelo de desarrollo que articula el componente económico, social y ecológico, donde lo económico está relacionado con temas de eficiencia en el uso de los recursos, lo social a la equidad y lo ecológico a la calidad ambiental”
- El Banco Interamericano de Desarrollo en 1994, en su documento "Nuestra Propia Agenda", traza las líneas para una estrategia de desarrollo sostenible, las cuales contienen :
erradicación de la pobreza,
aprovechamiento sostenible de los recursos,
ordenamiento territorial,
desarrollo tecnológico compatible con la realidad social y natural,
nueva estrategia económico - social, organización, movilización social y reforma del Estado.
- La Estrategia para el Desarrollo de Costa Rica, entiende la sostenibilidad como “un proceso dinámico en el que el manejo de los recursos naturales, la potencialización de los recursos humanos, los mecanismos de concienciación y participación ciudadana, entre otros, fortalezcan las opciones para satisfacer las necesidades futuras básicas actuales, sin destruir la base ecológica de la que dependen el desarrollo socioeconómico y la calidad de las vidas futuras” .
- Asociación de Estados del Caribe (AEC): desde su constitución, ha manejado el concepto de sostenibilidad dentro de sus principios. Específicamente, la AEC entiende que la sostenibilidad es “un concepto integrador donde el desarrollo sostenible debe garantizar crecimiento económico, participación de la comunidad en la gestión y beneficios del desarrollo, así como garantizar la preservación del medio ambiente y la conservación de los recursos naturales, en particular del Mar Caribe” .
- La Unión Mundial para la Naturaleza (UICN): enfoca el desarrollo sostenible como “un proceso que permite que se produzca el mismo sin deteriorar o agotar los recursos que lo hacen posible. El éxito del objetivo se logrará, gestionando los recursos de forma que se puedan ir renovando al mismo ritmo que van siendo empleados, o pasando del uso de un recurso que regenera lentamente, a otro que tenga un ritmo más rápido de regeneración. De esta forma, los recursos podrán seguir manteniendo a las generaciones presentes y futuras” .
Todos estos enfoques tienen como elemento en común la operatividad de cada vértice del triángulo de la sostenibilidad que busca un espacio integrador entre distintas esferas (económicas, sociales y ecológicas), interrelacionándose entre sí.
Se persigue que más que trabajar por un concepto acabado, se debería procurar que el desarrollo de cada país tenga en cuenta las estrategias para la consecución de una economía sostenible, que según el Centro de Investigación Económica para el Caribe deben ser: conservar y aumentar los recursos de base, cambiar la calidad del crecimiento, satisfacer las necesidades humanas esenciales, asegurar un nivel sostenible en la población, revitalizar el crecimiento, dar una nueva orientación a la tecnología y conciliar medio ambiente y economía.
En esta línea, según Mclntyre y un colectivo de autores, el desarrollo sostenible considera, de forma general, tres principios :
1. La sostenibilidad ecológica garantiza que el desarrollo sea compatible con el mantenimiento de los procesos ecológicos esenciales, de la diversidad biológica y de los recursos biológicos.
2. La sostenibilidad social y cultural garantiza que el desarrollo aumente el control de los hombres sobre sus propias vidas, sea compatible con la cultura y los valores de las personas afectadas, y mantenga y fortalezca la identidad de la comunidad.
3. La sostenibilidad económica garantiza que el desarrollo sea económicamente eficiente y que los recursos sean gestionados de modo que se conserven para las generaciones futuras.
Independientemente de que hay un gran cúmulo de teoría en lo que a desarrollo sostenible se refiere, y no mucha práctica, se considera que el mismo es posible siempre que exista voluntad. Pero: ¿Habrá desarrollo sostenible solo porque está escrito en un documento en qué consiste el mismo? ¿Será suficiente para un académico, investigador o un miembro cualquiera de la sociedad tener claras todas estas teorías para que ya esté garantizado el desarrollo sostenible en la mente y la realidad objetiva que se está viviendo? Es el criterio de este autor, que la respuesta a ambas preguntas es negativa, es por eso que ahora se abordarán los juicios de este investigador con respecto a lograr que en las comunidades y en las sociedad, sea posible tener primero, individuos que sean pensadores del desarrollo sostenible, y después que se conviertan en actores de ese propio desarrollo sostenible.
1.3-Tres pasos genéricos para enseñar a las comunidades y la sociedad a pensar y actuar correctamente el desarrollo.
Es importante que el desarrollo sostenible se impregne en los componentes que integran el pensamiento humano, entendiendo el pensamiento como “una actividad mental no rutinaria que requiere esfuerzo, o como lo que ocurre en la experiencia cuando un organismo se enfrenta a un problema, lo conoce y lo resuelve” . Se podría definir también “como la capacidad de anticipar las consecuencias de la conducta sin realizarla” . Cuando el individuo piensa, intervienen mecanismos como la memoria, la atención, los procesos de comprensión, aprendizaje, etc. El pensar suele verse como “una experiencia interna e intrasubjetiva” . El autor considera que a pesar de que el pensamiento tiene varias características, existe una importantísima y conveniente para el tema que se está tratando: su función de resolver problemas.
Muchos han sido los que han tratado precisar lo que la “resolución de problemas” significa desde diversos ángulos de la ciencia: psicólogos, psiquiatras, comunicadores, sociólogos e historiadores. Sin embargo, hay una definición muy curiosa a partir de la cual el autor definió tres pasos genéricos(por denominarlos de alguna manera) para que en las comunidades y la sociedad en general se luche por la sostenibilidad ambiental a partir de una inserción previa del respeto e identificación con el medio ambiente en el pensamiento de ellos. La definición fue dada por Gagné, quien planteó que la solución de un problema es "una conducta ejercida en situaciones en las que un sujeto debe conseguir una meta, haciendo uso de un principio o regla conceptual" . Los principios o reglas conceptuales se encuentran en la mente de los individuos, asimismo, un principio se convierte en principio cuando se encuentra dentro de lo que para el individuo es moral, es decir, está bien hecho, y la conducta ejercida implica acción. Es por ello que de ahí se pueden deducir tres pasos genéricos que implicarán una solución gradual del problema ambiental que aqueja hoy a la humanidad:
1. Conquistar la mente del individuo con un enfoque problémico del desarrollo sostenible.
2. Comprometer moralmente al individuo con el problema medioambiental y su solución.
3. Ejecutar acciones concretas encaminadas a resolver la problemática ambiental.
Conquistar la mente del individuo con un enfoque problémico del desarrollo sostenible.
Aquí la cuestión consiste en vender una idea, la idea es la siguiente:”el desarrollo sostenible es un paradigma, que incluye la honradez, entereza, sinceridad y pureza del ser humano, sin embargo, con las actuales actitudes de la sociedad es imposible lograrlo y se destruye aquello a lo cual todos pertenecen y por tanto, se acaba con uno mismo”. Esta es solo una propuesta, cualquier idea que exprese la esencia de esta problemática ambiental, puede aceptarse igualmente.
Esta conquista se lleva a cabo a través de una buena estrategia de posicionamiento. Ante tantos productos, ideas, razones y ruidos de hoy en día, el enfoque fundamental del posicionamiento, es manipular lo que ya está en la mente del ser humano, es decir, buscar un ordenamiento de las ideas ya existentes. La forma más certera de conquistar a la sociedad actual es con un mensaje simple y penetrar en la mente, concentrados en el receptor y en cómo será percibida la idea y no en la realidad de ella misma.
Desde luego, hay un obstáculo para que este paso se lleve a cabo, y es que los individuos tienden a no escuchar las ideas que implican para ellos responsabilidad, y más cuando estas son ideas tan serias como el derretimiento de los polos, la pérdida de biodiversidad, entre otras consecuencias nefastas. No obstante, se debe vencer ese obstáculo.
Hay una realidad, si se quiere que alguien haga alguna cosa, primero hay que hacer que ese alguien la piense antes, y justamente este es el momento.
Una de las actividades que pueden llevarse a cabo son campañas agresivas de comunicación que informen con lujo de detalles la situación actual del medio ambiente, evidenciando su deterioro y necesidad de restablecimiento, tanto en programas radiales como televisivos. Pero insistir hasta la saciedad, sin caer en posiciones pedantes…si es necesario, difundir un espíritu de preocupación verdadera en las comunidades o en las sociedad en general que haga que incluso en sueños aparezca el problema ambiental, y en esto este autor no exagera, pues es posible ubicar mensajes importantes en la subconciencia humana, que se manifiesten en sueños, pesadillas o en momentos de ebriedad extrema. La idea no es sembrar el pánico, sino estimular la acción, por lo que se ha de cuidar concienzudamente los límites entre lo uno y lo otro. Aunque parezca romántico, es conveniente que al menos como comienzo, el hombre sueñe con un medio ambiente más conservado, y una actitud humana más responsable a ese respecto.
También se pueden realizar charlas acerca del tema en reuniones regionales, departamentales y a nivel de vecinos, con una persona liderando la actividad, designada por las instancias superiores o los centros respectivos que se encargan de estudiar y enseñar acerca del medio ambiente. Esas actividades serían muy pertinentes en este primer paso.
También son muy buenas las representaciones y obras de teatro cuyo tema central sea el que se aborda, en la práctica ha resultado mucho, sobre todo en comunidades que no son de muchos habitantes.
Se puede concluir este paso, cuando su objetivo principal se cumpla: Ubicar la problemática ambiental en la mente del individuo, de manera que se haga consciente de que el desarrollo sostenible le es necesario.
Hay algo importante en todas estas cuestiones del posicionamiento de una idea: debe haber un emisor, en este caso las instancias designadas a ese efecto, un mensaje y un receptor, en este caso el receptor es el pueblo, la comunidad, la ciudad, según sea el caso. De ahí se infiere que el emisor debe diseñar el mensaje acorde a las características del receptor, si se está haciendo trabajo comunitario en una comunidad rural se debe hablar al nivel de los miembros de la comunidad rural, de otra manera no se logrará hacer pensar a esos miembros como se quiere que piensen, pues nadie puede pensar al nivel que por tradición no le corresponde. Esto también debe tenerse en cuenta en el resto de los pasos.
Comprometer moralmente al individuo con el problema medioambiental y su solución.
Es posible que se logre que los individuos tengan en su mente la preocupación y hasta la convicción de que el medio ambiente precisa de acción urgente en su favor por parte de ellos. De hecho este autor cree que es alcanzable eso, y con el paso anterior debe lograrse. Pero no es suficiente con eso. Se necesita un compromiso. Eso es un reto, pues en este mundo postmoderno es muy difícil lograr que el ser humano se comprometa con algo. Entre ellos mismos se hace difícil el compromiso, ¿cómo será con el medio natural, cuando incluso en el ámbito científico se discute que la sociedad forme parte de ese medio ambiente?
Se hace necesario comprometer moralmente a los miembros de las comunidades para que actúen, pero para ello debe estar incluido dentro de la moral del ser humano, que la no actuación positiva para con el medio ambiente a pesar del conocimiento bien fundamentado de esa actuación, constituye un acto inmoral.
La moral es un concepto muy relativo en la actualidad, para una definición adecuada de la moral hay que tener presente los objetos constitutivos de la moral. Ellos son: su carácter psicológico y su carácter práctico. Para algunos la moral es " la Ciencia de las leyes ideales y de la actividad libre del hombre" . Para Paul Faulquié la moral: "...es la teoría razonada del bien y del mal" . En fin, la moral establece las normas que determinan lo que es el bien y lo que es el mal. Dicho de otro modo, la moral establece lo que se debe y lo que no se debe hacer. Lo permitido y lo prohibido.
Haciendo un análisis un poco más detenido se puede decir que la moral formula principios generales. “Según estos principios clasifica y juzga todos los hechos particulares que son propios de su campo” . La moral está muy bien fundamentada, porque el fundamento de ella es la razón.
Indudablemente, los diferentes sistemas morales podrán establecer distintos principios, como su base. Pero, en esencia, en todos ellos se encuentra la razón que busca preestablecer y legitimar el respectivo sistema.
Es muy difícil lograr uniformidad en un compromiso moral con los individuos que forman la sociedad para que se conviertan en verdaderos pensadores y actores del desarrollo, debido al carácter relativo de la moral. Esto significa que alrededor del mundo, y aún a nivel individual, lo que está bien para unos, está mal para otros. Se necesita un modelo de pensamiento que pueda actuar como una línea regidora de la moral…para algunos es la Biblia, para otros es el Corán, hay quienes se apoyan en lo socialmente aceptado, otros en el “dejar hacer”. Es por ello que este autor aconseja que si se busca constituir a las personas de una sociedad en pensadores del desarrollo sostenible, se debe comenzar primero por las comunidades, pues no sería difícil para un grupo de sociólogos, psicólogos y otros especialistas afines, definir qué es lo generalmente aceptado en la comunidad como “lo correcto” y a través de persuasión y cambio gradual de patrones, ubicar la responsabilidad ambiental como algo necesario para ser una persona moral y aceptada ante sus semejantes como tal. Desde luego, esto no sería un proceso de dos días, pero de lo que si está convencido este autor es que si se hace con paciencia, constancia, seguridad, interés, sentido de pertenencia y respeto, el proceso será sin lugar a dudas sólido, fructífero y exitoso.
Lo que se busca con lo antes dicho no es otra cosa que un cambio de actitud, y el cambio de actitudes de los miembros de una comunidad es un elemento fundamental para lograr el éxito de cualquier tipo de plan o proyecto que piensen llevar a cabo los actores sociales. Según el Dr. Jorge Ugarteche Lens “los principios de la teoría moderna de administración recomiendan tomar en cuenta el comportamiento de los individuos para alcanzar logros institucionales más importantes” .
Es por ello, que la aplicación sistemática de estrategias motivacionales de todo tipo constituye un elemento decisivo para el éxito, que debiera convertirse en una política imprescindible en toda planificación moderna a nivel de sociedad o comunidad.
Este paso finalizará una vez que se cumpla el objetivo del mismo: Ubicar dentro de lo moral la preocupación ambiental como un elemento que exprese responsabilidad, prestigio y respeto en la comunidad o en la sociedad que constituya la esfera de actuación en ese momento.
Ejecutar acciones concretas encaminadas a resolver la problemática ambiental.
Hasta aquí pudo haberse conquistado la mente del individuo con la idea de la necesidad que tiene el medio ambiente natural de su cuidado, pudo haberse comprometido moralmente como resultado de un cambio de actitud no solo de la individualidad sino de la comunidad o sociedad al comenzar a asociar a las personas morales con el cuidado y conservación de los bienes y servicios ambientales, pero aún falta la ejecución de actividades palpables en las comunidades que resuelvan problemas puntuales y por tanto evidencien que la sociedad cuenta no solo con pensadores del desarrollo, sino con actores del desarrollo.
Para ejecutar acciones concretas, primero tienen que estar definidos problemas concretos. Es por ello que se han de identificar los problemas ambientales, o el problema ambiental que esté presente en la comunidad para planificar las tácticas o acciones correspondientes, de modo que la brecha que se hace visible entre el futuro hacia donde va la comunidad si sigue con las actuales condiciones y el futuro adónde la comunidad quisiera estar, se haga cero.
Este autor ha podido constatar tanto en la teoría existente como en su propia experiencia, que para llegar hasta ese punto, en la comunidad se utilizan dos caminos: la intervención comunitaria por un lado, o el trabajo comunitario con una óptica de Educación Popular por el otro. No se pretende en este momento dar una receta que sea aplicable en todos los escenarios, pues no caben dudas a estas alturas del Siglo XXI, de que las condiciones concretas de cada comunidad, país, o región son muy particulares. No obstante, sin caer en modelos rígidos, este autor prefiere utilizar metodologías de participación comunitaria a través de la Educación Popular. Hasta el momento existen metodologías de trabajo comunitario desde esa óptica, provenientes de varios países de América Latina, dentro de los cuales está Brasil, que tiene el privilegio de ser el país de donde ha salido todo un caudal teórico y práctico en ese tema, con el protagonismo de Paulo Freire.
Independientemente de la vía que se utilice, hay dos invariantes en el proceso: la definición del problema ambiental y la determinación de las acciones específicas para solucionarlo. En ello, pueden utilizarse herramientas como el Diagrama Ishikawua, la Matriz de Vester y la Matriz de Planificación de Proyectos.
Cuando se logre concretar este paso, y si de hecho todo el proceso se ha implementado con seriedad, conciencia y respeto, se obtiene como resultado que aquellos miembros de la comunidad y por consiguiente de la sociedad que participaron desde un inicio y lograron llegar hasta el final, transitaron desde un período de impasibilidad, a un período en el que fueron “pensadores del desarrollo”, y de ahí a constituirse en “actores del desarrollo”. Y eso es lo que el medio ambiente (la sociedad incluida, a pesar de ser este un criterio propio del autor) realmente desde hace ya algún tiempo necesita. En virtud de lograr eso, se ha de luchar de una manera consecuente, con denuedo y sentido de pertenencia. Solo así se podrá hablar con vergüenza en el rostro de un concepto tan abarcador, esencial y paradigmático como es el desarrollo sostenible.
Este paso finalizará una vez que el objetivo fundamental del mismo se haya cumplido: Ejecutar acciones concretas que resuelvan problemas específicos en la comunidad y por consiguiente, en la sociedad.
Conclusiones
El tema de la sostenibilidad ambiental y el desarrollo no se ha agotado ni se agotará aún, hasta tanto no dejen de representar elementos generadores de preocupación para el mundo actual. Cada día se escucha en las noticias cómo se va deteriorando el medio ambiente en toda su extensión, y a cada instante la pérdida de biodiversidad y otros problemas se hacen mucho más evidentes.
Lo más embargante de todo eso no es solo el hecho en sí de lo que está ocurriendo, sino la actitud pasiva que adoptan muchos individuos ante la evidencia de que se deteriora el lugar donde se desarrollan ellos mismos, a pesar de que en muchas ocasiones la acción del ser humano pudiera contribuir a contrarrestar ese efecto; desde luego, no se quiere decir con esto que no se ha hecho nada, solo se desea señalar que abruma ver cómo algunos al saber cómo van ocurriendo las cosas, actúan tal cual si lo que sucediese no tuviera nada que ver con ellos…y en este tipo de cosas, solo hay dos opciones: la de luchar a favor de la contribución propia para alcanzar verdaderamente el desarrollo, o la de contribuir conciente o inconcientemente para lo contrario; aquellos que se abstienen y actúan con indiferencia, se encuentran en la segunda opción.
No bastarán las metodologías, ni los pasos, ni las estrategias, ni los procedimientos, ni nada para hacer que cada día el ideal de desarrollo sostenible se acerque más a este mundo. Pero hay una verdad que no puede soslayarse nunca: primero, todo esto tiene que nacer en el interior de las personas. Para ser un “actor del desarrollo”, hay que ser primero un “pensador del desarrollo”. Y eso es lo que hay que alcanzar hoy en toda la América Latina y el Caribe, así como en el resto del Mundo también.
Cuando la responsabilidad por este hermoso lugar donde se le ha permitido vivir al ser humano esté sembrada en el propio corazón de ese ser humano, es que se podrá gradualmente actuar para vencer, preservar y salvar no solo a la Tierra, sino a la propia raza humana.
Bibliografía:
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