"Contribuciones a la Economía" es una revista
académica con el
Número Internacional Normalizado
de Publicaciones Seriadas
ISSN 16968360
Marco Aurelio Mathus Robles (CV)
mathusrobles@hotmail.com
Resumen.
Actualmente han surgido varias preguntas sobre la relación entre la pobreza, el crecimiento económico y la distribución del ingreso, por ejemplo: ¿es el crecimiento bueno para los pobres?, ¿un mayor crecimiento es mejor para los pobres que un menor crecimiento?, ¿cuál es el papel que juega la desigualdad del ingreso?, ¿es posible disminuir la pobreza con una menor desigualdad? Las respuestas a dichas preguntas, han dado como resultado un nuevo campo de estudio en el cual la reducción de la pobreza podrá llevarse a cabo gracias al crecimiento económico y a la redistribución del ingreso.
La Importancia del Crecimiento Económico y la Distribución del Ingreso en la Reducción de la Pobreza.
El pensamiento económico dominante de los años cincuenta y sesenta del siglo XX, suponía que el crecimiento era más que suficiente para reducir la pobreza, lo cual se lograba por medio de lo que comenzaron a llamar el “efecto goteo” (trickle down).
El efecto goteo implicaba una corriente vertical de ingresos de la población rica hacia la población en condiciones de pobreza, lo cual sucede de una manera espontánea. Es decir, los beneficios del crecimiento económico se van en un primer momento hacia los ricos, después cuando estos comienzan a gastar sus ganancias, los beneficios se dirigen hacia la población pobre. Por lo tanto, los pobres se benefician del crecimiento solo indirectamente a través de un flujo vertical procedente de los ricos.
Para citar este artículo puede utilizar el
siguiente formato:
Mathus Robles, M.A.: "Pobreza, Crecimiento Económico y Distribución del Ingreso"
en Contribuciones a la Economía, abril 2008 en
http://www.eumed.net/ce/2008a/
Esto significa que la proporción de los beneficios del crecimiento van a ser siempre menores en lo pobres. Sin embargo, a pesar de esto, la teoría del goteo afirma que la incidencia de la pobreza puede disminuir con el crecimiento, incluso si los pobres solo reciben una pequeña fracción de los beneficios totales (Kakwani y Pernia, 2000; 2).
En los años setenta el modelo económico predominante en los países en desarrollo denominado sustitución de importaciones se comienza a agotar en la mayoría de estos. Dentro de las principales causas, encontramos una abundancia de petrodólares, los cuales permitieron que los gobiernos mantuvieran altos niveles de gasto público, financiados por medio de un fuerte déficit. A pesar de esto, las mejoras en las condiciones de vida de la población continuaron observándose, y con ello una importante reducción de la pobreza por ingresos. Este resultado se debió a una mezcla peligrosa de crecimiento económico y una fuerte intervención del estado en distintos sectores económicos (Damián, 2004:133).
Esta situación de recesión de los países en desarrollo, permitió la implementación de una serie de reformas estructurales y disciplina macroeconómica, las cuales eran recomendadas por los organismos internacionales. Dichas reformas comprendían la liberalización del comercio exterior, del sistema financiero y de la inversión extranjera, la orientación de la economía hacia el exterior, la privatización de las empresas públicas, la desregulación de las actividades económicas, una disciplina fiscal, una reforma fiscal y modificaciones en los derechos de propiedad (Calva, 2004:100).
Sin embargo, a más de dos décadas del estallido de la crisis de la deuda, la cual causo grandes estragos en las economías en desarrollo y que fue el punto de partida para la implementación de las políticas económicas de un nuevo modelo económico, la puesta en marcha de nuevas políticas económicas no han logrado recuperar, y mucho menos sostener, el ritmo de crecimiento que se necesita para recuperarse de los efectos negativos de la crisis de la década del los ochentas, especialmente en materia de pobreza. Esto es el resultado de que el goteo hacia abajo no ha funcionado (Boltvinik y Damián, 2004:11).
En resumen, en las últimas dos décadas del siglo pasado, se pensaba que se resolvía la problemática del triangulo – pobreza-crecimiento-desigualdad – de una manera lineal y sencilla, apelando a la teoría del goteo, en donde el crecimiento económico generaría un goteo hacia los sectores mas vulnerables de la sociedad, reduciendo de ese modo la pobreza, mientras que la mala distribución del ingreso o desigualdad era presentada sólo como la mera asimetría entre los propietarios de los factores de la producción, pero en si misma no tenia porque afectar ni al crecimiento económico ni a la reducción de la pobreza y que con el tiempo tendería a disminuir. Esta afirmación se basaba en la teoría de Kuznets de la U invertida, en la cual la desigualdad del ingreso era algo natural en las primeras fases del crecimiento.
Simón Kuznets (1955) es el primer autor que plantea el estudio de la distribución del ingreso en el largo plazo, al contestar la pregunta sobre la relación entre el crecimiento económico y la distribución del ingreso. La respuesta dada y conocida como la hipótesis de kuznets, consistió en afirmar que la desigualdad de la distribución del ingreso aumenta en las primeras etapas del crecimiento económico, cuando la transición de una sociedad preindustrial a una industrial es más rápida la desigualdad se estabiliza por un tiempo, y luego disminuye en las últimas etapas del crecimiento, dando lugar a una curva en forma de “U” invertida que expresa la relación entre una medida de desigualdad, como el coeficiente de Gini, y crecientes niveles de ingreso per capita.
No fue la información empírica presentada por Kuznets lo que convirtió su obra en un clásico de la literatura económica, sino el hecho de que expuso por primera vez que el crecimiento económico trae aparejada la redistribución gradual de la actividad económica: de actividades caracterizadas por un nivel relativamente bajo de desigualdad, se pasará a actividades modernas caracterizadas por un nivel de desigualdad relativamente alto.
En respuesta a la incapacidad del nuevo modelo económico impuesto a finales del siglo XX con relación a la reducción de la pobreza por medio del crecimiento económico como único medio, las críticas no se hicieron esperar. Esta postura es representada por los teóricos del crecimiento empobrecedor, quienes han demostrado que es posible que el crecimiento económico agrave las condiciones de pobreza de la población (Bhagwati, 1988).
Los representantes del crecimiento empobrecedor profundizan en la interacción del crecimiento económico, la desigualdad y la pobreza, donde demuestra que la erradicación de la pobreza en una sociedad se puede lograr no solo por medio de políticas que alienten el crecimiento económico únicamente (canal indirecto), sino también mediante el uso de políticas redistributivas (canal directo).
Así mismo, identifica dos falacias muy frecuentes entre los economistas que analizan la relación entre la pobreza, el crecimiento y la desigualdad. La primera es pensar que el crecimiento es un objetivo rival de la disminución de la pobreza. La existencia del canal indirecto y su relación con la eficiencia del canal directo son pruebas de que la supuesta disyuntiva no es del todo cierta y que una política óptima debe de considerar ambos canales. La segunda falacia es la polarización ideológica en torno a los dos canales, afirma que equivocadamente el uso del canal indirecto se identifica con la teoría del goteo que usualmente se asocia a políticas extremadamente conservadoras, de igual forma, el uso del canal directo suele asociarse a políticas de izquierda.
La conclusión central de este pensamiento sobre el crecimiento empobrecedor es la complementariedad de políticas estratégicas y mecanismos entre el crecimiento y la distribución del ingreso para lograr una pronta disminución de la pobreza, para la cual es necesario buscar un crecimiento económico así como una mejora en la distribución del ingreso.
En respuesta a la critica sobre el papel del crecimiento económico en la reducción de la pobreza, en el año 2000 Dollar y Kraay presentan un documento llamado “el crecimiento es bueno para los pobres”, bajo el auspicio del Banco Mundial, con el que se retoma el análisis de la relación entre el crecimiento y la pobreza.
Dicho trabajo inicia con los comentarios de los detractores y defensores de la nueva modalidad de modelo económico que se esta implementando en los países en desarrollo, conocido como modelo neoliberal. Los detractores de este modelo entre los que se encuentran los teóricos del crecimiento empobrecedor, señalan los efectos negativos de este sobre los pobres, y que es precisamente un objetivo central del trabajo mencionado, demostrar que esto no es así, es decir que los grupos de menores ingresos se benefician en la misma proporción que el resto de la población.
Dollar y Kraay (2000) investigan cuál es la relación entre el incremento del ingreso de los pobres y el crecimiento general de la economía, y si este es diferente según los niveles de desarrollo, durante las crisis y/o entre distintos periodos de tiempo.
Dentro de las principales conclusiones de este trabajo encontramos que el ingreso de los pobres crece en una relación uno a uno con respecto al crecimiento general y que la hipótesis de Kuznet o de la “U” invertida no es generalizada, el efecto del crecimiento en el ingreso de los pobres no es diferente entre los países pobres o ricos, la implementación de políticas de crecimiento beneficia tanto a los sectores pobres como al resto de la economía, también señala que no existe evidencia contundente de que las instituciones democráticas o el gasto público en salud y educación tengan efectos sistemáticos en el ingreso de los pobres, la relación pobreza y crecimiento no se modifica en periodos de crecimiento económico positivos o negativos.
Al respecto Kakwani y Pernia (2000:2) comentan que el estudio de Dollar y Kraay demuestra que el crecimiento, sin importar la naturaleza de este, beneficia de la misma manera a los sectores pobres como a los no pobres, por lo cual el gobierno no tiene la necesidad de implementar políticas de crecimiento a favor de los pobres y por lo tanto, señalan que sus conclusiones no son concluyentes, para afirmar que el crecimiento es bueno para los pobres.
Por su parte, Foster y Székely (2001:6) demuestran por medio de un método alternativo, que al igual que Dollar y Kraay existe una relación positiva entre crecimiento y el nivel de ingreso de los pobres, es decir, un aumento en el crecimiento trae como consecuencia también un aumento en el nivel de ingreso de los pobres. Sin embargo, esta relación arroja un valor menor a uno, con lo cual el incremento en el ingreso de los pobres es menos que proporcional al incremento del crecimiento general, por lo cual la población pobre se ve menos beneficiada por el crecimiento de la economía, debido a que la distribución del ingreso se modifica en repercusión de los pobres.
Algunos autores (Lusting, et. al., 2002 y Ravallion, 2004), señalan que el impacto del crecimiento económico sobre los niveles de pobreza, dependerán en última instancia de las medidas que se elijan para cuantificar tanto el crecimiento económico, así como la de la pobreza. También mencionan que la rapidez con la que el crecimiento reduce la pobreza y los distintos resultados que se obtienen en la reducción de la pobreza con las mismas tasas de crecimiento, dependen de la desigualdad del ingreso inicial y de sus variaciones en el tiempo, cuanto mas desigual es un país, menos efectivo es el crecimiento para reducir la pobreza.
Ravallion (2004:14) concluye que el crecimiento será un instrumento importante contra la pobreza, sin embargo pueden existir resultados distintos en la reducción de la pobreza aun con las mismas tasas de crecimiento, lo cual se explica por el nivel de desigualdad inicial así como sus variaciones en el tiempo.
Lo anterior ha sido parte del debate sobre la importancia que tiene la distribución del ingreso junto con el crecimiento para una pronta reducción de la pobreza, por lo cual se ha encontrado una relación en los cambios de los niveles de pobreza en cualquier país con cambios en el nivel de ingreso promedio y los cambios en la distribución del ingreso. Esto sugiere que una buena estrategia de reducción de la pobreza tiene que centrarse tanto en el tipo de crecimiento, así como en el patrón de ese crecimiento en especial a como se distribuye.
Kraay (2004) señala también que la importancia del crecimiento para la reducción de la pobreza comienza a declinar conforme avanzamos de una medida de incidencia o proporción de pobres hacia una de intensidad y severidad, esto debido a que mientras mas alejado de la línea de pobreza más sensible se es a los cambios en la distribución del ingreso que a los cambios en el crecimiento.
En esta dirección Bourguignon (2004:2) afirma que la reducción de la pobreza absoluta, es decir el grado de insatisfacción de las necesidades básicas de la población, es el resultado de una identidad aritmética en la cual juegan la tasa de crecimiento económico de la sociedad o del crecimiento del ingreso promedio, y la distribución de ese crecimiento, en un proceso dinámico y retroalimentado
El mismo Bourguignon señala que el verdadero desafió de establecer una estrategia de desarrollo para reducir la pobreza está en las interacciones entre la distribución del ingreso y el crecimiento económico, y no en la relación entre pobreza y crecimiento por un lado y la pobreza y la desigualdad por el otro, relaciones que son esencialmente matemáticas. Por lo cual propone que las variaciones en los niveles de pobreza están relacionadas con las variaciones en el crecimiento económico y en las variaciones en la distribución del ingreso.
Todo lo anterior demuestra que la hipótesis de que el crecimiento económico es suficiente para la reducción de la pobreza, muestra solo una parte del problema, ya que la estructura de la distribución del ingreso sienta las bases que hacen muchas veces que este proceso se agrave aun con la presencia de crecimiento económico.
Los primeros resultados generalmente aceptados de este debate sobre la relación entre la pobreza, el crecimiento y la desigualdad, ha arrojado sus primeras conclusiones (The World Bank, 2006: 73). Primero, no se puede negar que el crecimiento económico tiene una gran importancia en la reducción de la pobreza, ya que países que han demostrado una importante reducción de su pobreza, han experimentado prolongados periodos de un crecimiento económico importante.
Segundo, los cambios progresivos en la distribución del ingreso son positivos para la reducción de la pobreza. Si bien es difícil argumentar que una reducción de la pobreza es posible de alcanzar con políticas redistributivas en ausencia de crecimiento económico, si se puede afirmar que el crecimiento asociado con cambios en la distribución del ingreso reducirá más la pobreza que manteniendo la distribución inalterada.
El tercer hallazgo es que no existe una fuerte evidencia empírica que sugiera una tendencia general de que el crecimiento haga a la distribución del ingreso más o menos equitativa o de que los cambios en el crecimiento y la desigualdad estén relacionados, por lo cual se podría sugerir que el crecimiento es neutral a la distribución del ingreso.
En resumen, encontramos que si bien el crecimiento es fundamental para la reducción de la pobreza, no es suficiente por si mismo, ya que debe de ir acompañado por cambios positivos y progresivos en la distribución del ingreso para un mejor efecto ya que la desigualdad en las etapas iniciales del crecimiento son un freno para reducir la pobreza.
Este renovado interés por explicar la relación entre la pobreza, el crecimiento económico y la distribución del ingreso ha generado nuevas metodologías para su análisis, tales como el llamado crecimiento pro-pobre y la descomposición de la pobreza. Mientras que el crecimiento pro-pobre mide el efecto de los cambios en el ingreso promedio y en la distribución del ingreso de la población pobre con respecto a la no pobre, el segundo mide la contribución del crecimiento o ingreso promedio y de la distribución del ingreso en las variaciones de la pobreza.
Crecimiento Pro – Pobre.
Actualmente existe un amplio consenso en la idea de que el crecimiento económico por si mismo es suficiente para reducir la pobreza, por lo cual, ahora la discusión se está centrando en el crecimiento pro-pobre, el cual va mas allá de la teoría del goteo o derrame impuesta desde hace algunas décadas.
El crecimiento pro-pobre ha sido definido por organismos internacionales como la OCDE y la ONU como el crecimiento que genera una significativa reducción en la pobreza, es decir que beneficia a los pobres. Sin embargo esta definición en muy limitada ya que no responde a preguntas como: ¿Cuánto debería ser el beneficio de los pobres para que el crecimiento sea considerado pro pobre? ¿Cuál es la reducción de la pobreza que se le atribuye al crecimiento para ser considerada pro pobre?
Sin embargo, este debate no es nuevo, ya que desde los años cincuenta del siglo XX, organismos como el Banco Mundial promulgaban la implementación de políticas económicas que favorecieran el “crecimiento de base amplía”, en el cual estaba implícito el crecimiento pro-pobre.
Si bien el crecimiento pro-pobre hace un particular énfasis en el impacto del crecimiento en la reducción de la pobreza, no deja de lado el papel de la distribución del ingreso, variable que hace la principal diferencia entre las distintas definiciones de este tipo de crecimiento en particular. Es importante señalar que el crecimiento pro-pobre busca corregir las deficiencias o limitaciones de la hipótesis del efecto goteo, en especial al papel que juega la distribución del ingreso.
López (2004:3) presenta una revisión sobre lo que se sabe y no se sabe del crecimiento pro-pobre, clasificando la información en tres grupos distintos. En una primera instancia explora el papel relativo que juega el crecimiento y la desigualdad en la reducción de la pobreza. Posteriormente revisa los trabajos que se han centrado en la relación entre crecimiento y desigualdad, poniendo atención en la doble causalidad y por último, se centra en la importancia de las políticas que deberían llevar a cabo para una exitosa estrategia de reducción de la pobreza más que en la relación de los elementos del triangulo pobreza-crecimiento-desigualdad propuesto por Bourguignon.
A pesar de la variedad de definiciones existentes sobre el crecimiento pro-pobre, dos son las que parecen dominar en la literatura más reciente las cuales dependen del tipo de relación existente entre el crecimiento, la pobreza y la distribución y que se pueden clasificar en un enfoque absoluto y otro relativo.
El enfoque relativo (Kakwani y Pernia, 2000:3), define al crecimiento pro-pobre como aquel que beneficia a los pobres proporcionalmente más que a los no pobres. La implicación es que mientras el crecimiento reduce la pobreza, al mismo tiempo disminuye la desigualdad del ingreso. Es decir, el crecimiento económico viene acompañado por cambios distributivos que favorecen a los pobres, esto es, la pobreza se reduce más de lo que lo hubiera hecho si los ingresos de todos los grupos hubieran crecido de la misma forma.
El crecimiento pro-pobre bajo un enfoque relativo puede operacionalizarce a partir de tres metodologías de cuantificación distintas que relacionan los cambios en la pobreza, en el ingreso medio y en la distribución del ingreso. La primera mide el crecimiento pro-pobre a través de un índice de crecimiento pro-pobre desarrollado por Kakwani y Pernia (2000), el segundo propuesto por Kakwani y Son (Kakwani, Khandker and Son. 2004) llamado tasa de crecimiento equivalente a la pobreza y por último Son (2003) por medio de una curva de pobreza crecimiento.
Sin embargo este enfoque es más restrictivo, ya que países que han tenido un rápido crecimiento económico y una importante reducción de la pobreza, podrían no tener un crecimiento pro-pobre si los ingresos promedios de los pobres crecieron a una menor tasa que los no pobres, es decir que la desigualdad se incrementó. Para evitar esta discusión sobre los cambios en la distribución del ingreso se busca centrarse solamente en lo que pasa en la medida de pobreza, para lo cual se propone un segundo enfoque denominado absoluto.
El enfoque absoluto, cuyos principales representantes son Ravallion y Chen (2003:93-99) afirma que el crecimiento es pro-pobre si los pobres reciben los beneficios absolutos del crecimiento igual o más que los beneficios absolutos de los no pobres. Bajo esta definición, la desigualdad absoluta podría aumentar, disminuir o mantenerse sin cambios en el transcurso del crecimiento. Esta definición se centra principalmente en la velocidad en la que aumentan los ingresos promedios de los pobres y en consecuencia la pobreza se reducirá.
Este enfoque se basa en la evidencia que sugiere que el crecimiento es el elemento principal del crecimiento pro-pobre, pero los cambios en la desigualdad pueden tanto aumentar o reducir el efecto del crecimiento pro-pobre en los niveles de pobreza. Por lo tanto un rápido crecimiento pro-pobre necesitará no solo de un rápido crecimiento económico sino también de esfuerzos para aumentar las capacidades de los hogares pobres para tomar ventaja de las oportunidades que el crecimiento genera. Este enfoque es la base teórica de la meta de reducción de la pobreza que se establecen en los Objetivos del Milenio del Programa de las Naciones unidas para el Desarrollo.
Ravallion y Chen (2003) miden el crecimiento pro-pobre absoluto por medio de una tasa de crecimiento pro-pobre, la cual representa la tasa de crecimiento en el ingreso o consumo en diferentes puntos porcentuales de los pobres que hace crecer sus ingresos.
De alguna manera, estos dos enfoques vuelven a poner en discusión el viejo dilema de ¿crecer o redistribuir? Bajo el primer enfoque se pone claramente énfasis en la distribución, pero también en este caso el crecimiento pro-pobre exige algo más que una mejora distributiva. Se podría decir que, según el enfoque relativo, un crecimiento pro-pobre requiere tanto redistribución como crecimiento, o si se quiere un crecimiento con redistribución positiva. Para el segundo enfoque el crecimiento es pro-pobre si los pobres se benefician de él, aun cuando la desigualdad pueda aumentar y los más beneficiados sean los no pobres.
Descomposición de la Pobreza.
Como se ha señalado, la evolución de la pobreza en un periodo de tiempo determinado puede ser explicada en función de dos elementos principales que son el impacto del crecimiento económico por medio de cambios en el ingreso promedio de la población, así como también por las alteraciones sufridas en la distribución del ingreso en el mismo periodo.
Un segundo método para analizar la relación entre la pobreza, el crecimiento y la distribución del ingreso es descomponiendo los cambios experimentados en la pobreza durante un periodo de tiempo en dos factores: un efecto crecimiento, esto es, el cambio en el nivel de la pobreza si se hubiera mantenido inalterada la distribución del ingreso y un efecto distribución, es decir, el cambio en la pobreza si se hubiera mantenido el ingreso medio constante.
El crecimiento del ingreso sin que se altere la estructura distributiva del mismo, permitirá que una proporción de los hogares que se encontraban en una situación de pobreza equivalente a estar por debajo de una línea de pobreza logren superar esta línea, y el resto de la población reducirá la brecha o distancia que los separa de la línea de pobreza.
Por su parte, los cambios importantes en la estructura de la distribución del ingreso son aquellos que se originan por las transferencias entre los hogares considerados pobres y los no pobres o por medio de crecimientos diferenciados de los ingresos entre los pobres y el resto de la población, los cuales tendrán un importante efecto en los cambios de la pobreza.
Una de las investigaciones pioneras sobre el papel que juega la desigualdad del ingreso y el crecimiento económico sobre las variaciones en la pobreza, es de Datt y Ravallion (1992) quienes sugieren una metodología para descomponer los cambios en la pobreza en un efecto crecimiento y un efecto distribución, para poder determinar si estas variaciones en la pobreza responden solamente a las fluctuaciones del ciclo económico o también a cambios en la distribución del ingreso.
Datt y Ravallion definen el componente o efecto crecimiento de los cambios en la medida de pobreza como la variación en la pobreza debido a un cambio en el ingreso medio manteniendo constante en el tiempo la medida de distribución del ingreso. Por su parte, el componente o efecto distribución de los cambios en la medida de pobreza es una variación en la pobreza debido a un cambio en la medida de distribución del ingreso, manteniendo constante el ingreso promedio en el tiempo. Por lo anterior las variaciones en la pobreza se pueden descomponer de la siguiente manera:
∆P = ∆PC + ∆PD + Residuo
donde ∆P es la variación de la pobreza y ∆PC y ∆PD son el componente de crecimiento y el distributivo, respectivamente.
Se puede observar que bajo este método no es posible descomponer o desagregar de manera exacta el cambio observado en la pobreza, ya que generalmente se presenta un residuo, el cual surge de la diferencia entre el cambio efectivo de la pobreza y la suma de los efectos crecimiento y distribución.
Lo anterior fue resuelto por Mahmoudi (2001), quien propuso una metodología para eliminar el residuo y conocer de forma exacta cada uno de los efectos. La descomposición propuesta es:
∆P = ∆PC + ∆PD
Esta manera de descomponer los cambios de la pobreza es principalmente un ejercicio de estadística comparativa, en donde se puede observar que es lo que pasaría con la pobreza si se altera alguno de los componentes básicos que la afectan, mientras permanecen constantes los demás. Este tipo de descomposiciones es muy ilustrativa porque muestra los mecanismos por medio de los cuales resulta una variación de la pobreza, en el contexto de una economía con un ingreso y una distribución del ingreso determinados.
Elasticidad Ingreso y Elasticidad Distribución de la Pobreza.
Finalmente es importante determinar la sensibilidad de la pobreza ante cambios en el ingreso y en su distribución. Para lo cual el concepto de elasticidad es una forma de medir dicha sensibilidad y presentan la situación de manera estructuralista, ya que la información obtenida permite determinar el potencial de reducción de la pobreza del crecimiento económico y de las variaciones en la distribución del ingreso.
La elasticidad pobreza/ingreso indica en que porcentaje cambia la pobreza ante un cambio proporcional del ingreso manteniendo constante la distribución. Por otro lado la elasticidad pobreza/distribución muestra como puede afectarse la pobreza ante un cambio en la distribución del ingreso, manteniendo constante el ingreso promedio.
Kakwani (1990) propone una metodología para encontrar la medida de estas elasticidades para lo cual es necesario encontrar la forma funcional de la pobreza con respecto al ingreso medio, la línea de pobreza y el índice de Gini. De esta forma es posible establecer el cambio en la pobreza ante un cambio del ingreso medio real o en la distribución del ingreso.
Varios estudios analizan la elasticidad pobreza/ingreso para explicar en que medida un mejor desempeño económico puede ayudar a reducir la pobreza. Entre ellos Bourguignon (2004) propone que dicha medida depende a su vez del nivel del ingreso medio y de la distribución relativa del ingreso inicial. La idea central es entonces que cuanto mayor sea el ingreso medio inicial y menor el coeficiente de Gini, mayor impacto tendrá un incremento proporcional del ingreso para reducir la pobreza, como resultado de una más igualitaria distribución del crecimiento sobre los distintos estratos de la sociedad.
Sin embargo, en cuanto a la elasticidad pobreza/distribución, es difícil establecer una relación unívoca entre cambios en la distribución del ingreso, medidos por un cambio en el índice de Gini, y cambios en la pobreza manteniendo el ingreso medio constante, ya que los cambios en la distribución del ingreso podrían dejar sin variaciones los niveles de pobreza.
Es decir, la distribución del ingreso podría mejorar si se reasignaran ingresos de los deciles más altos hacia los de ingreso medio (pero que no están por debajo de la línea de pobreza), esto resultaría en una reducción del índice de Gini sin reducción del nivel de pobreza. En forma contraria si la distribución del ingreso se hiciera a favor de los de menor ingreso, podría resultar una mejora en el índice de Gini pero con una reducción importante de la pobreza. Sin embargo con la utilización de la metodología de Kakwani (1990) es posible encontrar alguna aproximación de la elasticidad pobreza/distribución del ingreso.
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