"Contribuciones a la Economía" es una revista
académica con el
Número Internacional Normalizado
de Publicaciones Seriadas
ISSN 16968360
José Alejandro Jiménez Jiménez (CV)
BENEMÉRITA UNIV. AUT. DE PUEBLA
alex_jimjim@hotmail.com
Introducción:
Para poder comprender el pensamiento escrito de Carlos Marx no basta con haber leído, o saberse al dedillo, alguna de sus principales obras más divulgadas; para esta tarea es imprescindible revisar todos sus escritos, los publicados, los inéditos y hasta los borradores de este gran pensador revolucionario del siglo XIX.
En el transcurso de tal proceso de revisión, se descubre la importancia e íntima relación que, para Marx, tuvo la economía política y la historia en la construcción de su pensamiento.
Esta apreciación queda testificada por el propio Marx en el prólogo de 1859 a la Contribución a la crítica de la economía política, donde él señala que en la búsqueda de respuestas a sus múltiples dudas –en torno a los intereses materiales, las discusiones sobre el libre cambio, el proteccionismo, etcétera- descubre que su formación en filosofía y en jurisprudencia, no le permiten arriesgar una opinión o un juicio certero sobre esas cuestiones; por lo que asevera que inicia una exploración crítica de la Filosofía del derecho de Hegel, cuyos resultados fueron publicados en París en 1844.
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Jiménez Jiménez, Y.A.: "Los
epígonos de la economía política y el funeral de ciencia económica" en Contribuciones a la Economía,
febrero 2008 en
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Dichas investigaciones lo llevan a afirmar que ni las relaciones jurídicas, ni las formas de estado, pueden explicarse por sí mismas ni por la evolución general del espíritu humano; sino que se originan en las condiciones materiales de existencia, que Hegel comprendía bajo el nombre de sociedad civil; pero que la anatomía de ésta, hay que buscarla en la economía política . Y, enseguida, sintetiza de una manera magistral la urdimbre conceptual básica de su pensamiento, en un conciso recorrido del devenir humano en general. El entramando categorial que ahí se despliega, constituye la base del materialismo histórico, es decir la otra herramienta imprescindible del análisis en Marx.
Entonces, para quien anhele tener respuestas certeras a los problemas cotidianos en el ámbito socioeconómico y político, debe quedar clara la necesidad de reconstituir para sí, esa metodología emanada de la observación hacia una realidad material existente, que está en constante cambio y transformación por la naturaleza y por la acción de los seres humanos. Tal metodología de análisis –materialismo dialéctico- que va de lo abstracto a lo concreto, de lo simple a lo complejo y en sentido inverso, de manera continua, establece esa conexión biunívoca que se manifiesta de múltiples formas en toda la obra de Marx
Descubrir la importancia e implicaciones que ello ha tenido -en los ámbitos mencionados y en el ejercicio específico de la ciencia económica- es la intención de esta presentación. Para ello, el tema se aborda en cinco partes, en la primera y la segunda, se hace una reseña histórica de la Economía política para comprender en sus orígenes, los objetivos, contexto, divergencias y su status actual. En una tercera, se muestra cómo -desde los tiempos ancestrales- se ha pretendido liquidar a la economía política, eliminar con ello al pensamiento de Marx; lo que esto ha significado para los efectos prácticos del desarrollo económico o el de la sociedad en su conjunto, así como para la libertad del pensar, del ser y del hacer transformador sobre el statu quo social. En un cuarto apartado se comenta, de forma comparativa, en torno a las dos metodologías básicas que sustentan los análisis que versan sobre los fenómenos económicos. Los problemas que enfrenta la enseñanza de la Economía Política, son presentados, en forma general, en una quinta parte. Se finaliza con un apartado de conclusiones que, por pertinencia, no es tan breve.
Se advierte, al lector que la temática aquí presentada, por ir de lo particular a lo general –como decía el propio Marx- no es nada sencilla y que su comprensión exige, al menos, un buen ejercicio interdisciplinar. Las notas y referencias al pie de página contribuyen como aclaración o complemento necesario sobre lo que se va tratando a fin de lograr una mejor reflexión.
1. Propósitos de la Economía Política y su origen como ciencia.
La comprensión científica del proceso de desarrollo social, en su devenir histórico, tiene como punto de partida la acción recíproca entre los seres humanos y el mundo material circundante.
Tal circunstancia, obliga a tomar conciencia de que el problema para el hombre -al plantearse la transformación de ese basto mundo en el curso de la producción material-, es descubrir las regularidades o leyes que rigen el desarrollo de esas acciones por las sociedades humanas, puesto que de ello depende su propia existencia.
Percibir la relevancia de este hecho, significa empezar a descubrir la importancia del análisis de la economía política como ciencia social, puesto que ese es, precisamente, su objetivo o propósito de estudio. Es decir, se trata de la observación, del registro analítico y de la comprensión de la acción del hombre enfrentado con la existencia objetiva, la cual -aunque existe independientemente de su voluntad y de su conciencia- es adaptada para satisfacer las necesidades de los seres humanos. Por tal razón, la recuperación histórica es imprescindible en tal examen.
Por su forma de percibir al mundo, por su compromiso social y por su concepto metodológico -que subraya el papel activo de los seres humanos en el conocimiento y en la transformación del mundo material- la economía política asume sus fundamentos sobre una concepción filosófica dialéctico-materialista del mundo.
Sin embargo, esto no siempre fue así. Durante la edad media, el pensamiento económico se encuentra ligado a las concepciones teológicas y no se ocupaba del estudio de las leyes que rigen el proceso de producción y de la distribución. Como se abrevia enseguida, los orígenes sistemáticos de la economía política como ciencia, se hallan en estrecha vinculación al desarrollo del capitalismo.
2. Reseña histórica de la Economía Política, su contexto y status actual.
Fue en los siglos XVI y XVII durante la época de expansión del capitalismo comercial que se inicia la sistematización de estudios referentes a las leyes del incipiente proceso económico capitalista. Se reconoce a William Petty (1627-1687), el haber emprendido los estudios sobre la determinación del valor natural de las mercancías por la acción del trabajo contenido en ellas, apartándose de los pensadores mercantilistas de su época. En el siglo XVIII los fisiócratas (Francois Quesnay, Richad Cantillón y Turgot) y, más tarde, los fundadores de la denominada economía política clásica (Adam Smith y David Ricardo) contribuyeron al abandono del pensamiento mercantilista y a la difusión del liberalismo económico. Para estos liberales y sus continuadores neoliberales del último tercio del siglo XX hasta la fecha, la armonía espontánea de los intereses individuales (libres fuerzas del mercado, “mano invisible” o porque “así lo quiere Dios”, lo mismo da) junto con la opresión de las inmensas mayorías de trabajadores pobres constituyen el beneficio de la nación .
Un recuento breve del proceso precedente permite la observación de que, en la primera fase del capitalismo, el descubrimiento de las leyes económicas dejó ver que las instituciones feudales y las concepciones mercantilistas estorbaban a los intereses económicos de la burguesía. En consecuencia, a ésta última -dado el papel progresivo que, en ese entonces, le correspondía- se la llegó a representar como factor del desarrollo económico, en contraste con la clase feudal y las capas sociales a ella vinculadas, a las cuales se las consideraba como clases improductivas.
Tanto William Petty como el propio Adam Smith señalan al respecto: “(…) no se ocupan más que de comer, beber, cantar, jugar danzar y hacer metafísica”. “El trabajo de algunas de las clases más respetables de la sociedad, al igual de lo que ocurre con los servidores domésticos, no produce valor alguno y no se concreta o realiza en un objeto permanente o mercancía vendible, que dure después de realizado el trabajo. (…) El soberano, por ejemplo, con todos los funcionarios o ministros de justicia que sirven bajo su mando, los del ejército y la marina son, en aquel sentido, trabajadores improductivos. (…) Igual consideración merecen otras muchas profesiones, tanto de las más importantes y graves como de las más inútiles y frívolas, los jurisconsultos, los clérigos, los médicos, los literatos de todas clases; y los bufones, músicos, cantantes, bailarines, etcétera.”
En la medida que se desarrolló el capitalismo, la actitud de algunas de las clases sociales fue cambiando conforme cambiaban sus intereses dentro del proceso económico de la sociedad. Al principio, la clase social capitalista apoyó el desarrollo de las ciencias naturales y, también, estaba interesada en el conocimiento científico de las leyes económicas; sin embargo, en la medida que el capitalismo evolucionó, fueron apareciendo fracciones de la burguesía y sectores afines a ella, que han impedido no sólo el conocimiento o el desarrollo de la economía política, sino también el impulso de las ciencias naturales. Esta oposición ha sido resultante del conflicto de intereses derivados de la propia acción de los sectores sociales, su visión y compromiso o no, ante las fuerzas de la naturaleza y con su propia especie, durante el proceso económico .
El impulso a la libre investigación científica en las ciencias naturales y en la economía política, vistas como instrumentos para la supresión de las trabas al desarrollo del capitalismo, se vio obstaculizado cuando la economía política comenzó a cuestionarse respecto a que si la libre actividad de los sectores burgueses y sus intereses económicos de clase concordaban con el interés de las numerosas masas del pueblo y, en particular, con los intereses de la clase obrera. Lo mismo aconteció, cuando las investigaciones de la economía política debatieron, entre otras cosas, acerca del “origen natural” o la “inmutabilidad y lo eterno” de las leyes económicas de la producción capitalista, así como el rol progresista y representativo de la burguesía en “provecho del desarrollo social”.
Al respecto, Marx apunta que, después de 1830, una vez que la burguesía había conquistado el poder político en Francia y en Inglaterra, la oposición empezó a revestir formas amenazadoras al nuevo orden burgués. “Ya no se trataba de si tal o cual teorema era o no verdadero, sino de si resultaba beneficioso o perjudicial, cómodo o molesto, si infringía o no las ordenanzas de policía. Los investigadores desinteresados fueron sustituidos por espadachines a sueldo y los estudios científicos imparciales dejaron el puesto a la conciencia turbia y a las perversas intenciones apologéticas.”
Para los estudiosos de la economía, lo anterior significaba, o bien, mantener una actitud científica y propugnar por la continuación de los principales postulados de la economía política clásica o por el contrario, propiciar su abandono; lo cual abrió paso a la formación de varias corrientes del pensamiento económico , catalogadas como economía vulgar, economía política marxista, economía subjetivista y la corriente histórica.
A partir de esta gran división de la economía política en varias corrientes se habla de economía marxista y economía burguesa , cada una con diversas vertientes.
Desde entonces, la economía política como ciencia que estudia las leyes sociales de la producción y de la distribución y como continuadora del objetivo de estudio que caracterizó a la economía política clásica quedó vinculada a la corriente marxista; en tanto que, la teoría económica burguesa siguió un rumbo diferente.
Discutir ahora de economía política es hablar de teoría económica marxista . “Su análisis crítico consiste en poner de relieve el carácter histórico de las categorías y de las leyes de la economía política clásica, demostrar que estas leyes no son leyes inmutables de la naturaleza, sino consecuencias de las relaciones económicas entre los seres humanos y que corresponden a un modo particular de producción” . Busca, asimismo, superar los resultados obtenidos de tal apreciación, sobre la base de una interpretación materialista de la historia. Así lo demuestran los estudios sobre los problemas de la reproducción, la acumulación, las crisis económicas, o los análisis sobre los fenómenos económico-sociales que acompañan a la evolución capitalista en su desarrollo, o las investigaciones sobre la formación del capitalismo monopolista y del imperialismo , o cualquier otra formación económico-social en sus interrelaciones con la dinámica del modo capitalista de producción. Sus fundamentos teóricos y su metodología han establecido las bases para el estudio y auspicio de las nuevas formas de organización social de la producción por los seres humanos, incluida entre ellas, la economía política del socialismo u otra denominación que reciba.
En otras palabras, después de haber nacido como “ciencia de la burguesía” , la economía política se transformó en “ciencia de la clase obrera”, al desplazarse -con el desarrollo ulterior de esta ciencia- su base social hacia los ideólogos de todas las clases que sean capaces de elevarse, teóricamente, hasta la comprensión del conjunto histórico, como señalara el propio Marx . La economía política, al analizar las leyes de la dinámica y desarrollo del modo de producción capitalista, facilita los conocimientos necesarios, en principio, a la clase obrera y a los seres humanos en general, para una acción consciente e intencional en el proceso de transformación de las relaciones económicas capitalistas. Es decir, es capaz de dirigir su acción hacia un modo de producción apto para superar el carácter, aparentemente, espontáneo del desarrollo social y lograr objetivos acordes con la voluntad consciente de los seres humanos, donde “el libre desenvolvimiento de cada uno sea la condición del libre desenvolvimiento de todos” .
2.1. La economía vulgar o subjetivista y la corriente histórica en economía.
La tendencia seguida por las corrientes burguesas, olvidándose del carácter social e históricamente limitado de las relaciones de producción, crearon, en cambio, la apología capitalista como algo natural, eterno e incuestionable bajo la conjetura de que las relaciones de intercambio -expresadas en la supuesta ley de oferta y demanda- conducen a un ordenamiento armonioso del cual se benefician demandantes y oferentes. Las clases sociales simplemente no existen.
Tal concepción hace apologías del sistema, descalifica a priori el pensamiento de Marx y conduce a la liquidación de la economía política como ciencia que estudia las relaciones entre los seres humanos, para convertirse en un ensueño de la conducta de los consumidores con las cosas. Las leyes que llegan a enunciarse, desde tal suposición teórica, quedan al margen de su condicionamiento histórico y asumen el carácter de categorías universales de la actividad racional humana independientes de las condiciones sociales. Este es el enfoque de la denominada economía vulgar y de sus continuadores en la corriente subjetivista que insisten en separar las categorías y las leyes económicas del proceso de producción social . De ahí parte la creencia de que, el beneficio o renta que recibe la burguesía es la compensación por correr el riesgo de facilitar a los consumidores la obtención de las mercancías -en la medida que, bajo las condiciones descritas, el único problema esencial que la burguesía tiene que resolver es el del consumo-.
Por su parte, la corriente histórica, aunque reconoce el carácter social del proceso de la producción y de la distribución, negaba la existencia de leyes económicas, sustituyéndolas por construcciones históricas idealistas -como son las concepciones de Sombart o de Max Weber -.
3. Tendencia a la liquidación de la Economía Política. Los ancestros y sus retoños.
Tanto por las concepciones de la corriente histórica, como por la forma en que ésta reemplaza el estudio de las leyes sociales de la producción y de la distribución, -al igual que lo hace la corriente subjetivista, cuando sustituye tales leyes por una lógica de conducta psicológica de elección racional entre consumidores y oferentes, es decir cuando se hace surgir una mera praxeología de la ciencia económica- se tiende a la liquidación de la economía política.
Sin embargo, como bien señalan los marxistas -y lo reconocen los verdaderos teóricos de la burguesía- por razones de orden práctico, la burguesía necesita el conocimiento de las leyes económicas que rigen su propia dinámica, a fin de poder orientar sus políticas económicas; se trata de que, realmente, necesita dilucidar los efectos que normalmente se desarrollan en el mercado capitalista, tales como la formación de precios competitivos, la acción de los aranceles, los problemas de la paridad monetaria y los créditos, entre otros muchos fenómenos, que impactan sobre la balanza comercial y de pagos, sobre las utilidades y la acumulación.
La acción cotidiana de todas esas variables, obliga a no olvidar que el motor fundamental de la dinámica capitalista, continúa siendo la competencia por la ganancia y que, la creciente competitividad que esto genera –tanto a nivel de la producción y la distribución, como a nivel social o hacia el conjunto de la economía- tiende, por una parte, a concentrar y centralizar la riqueza; y, por otra, reproduce periódicamente, una masa creciente de desempleados, cuya existencia, aunque le es funcional al sistema, le crea, a la vez, crisis recurrentes que cuestionan el orden económico-social instituido por el capitalismo. Tal situación se hace, escandalosamente, visible en la progresiva polarización de la riqueza social que contrasta con el gran potencial de las fuerzas productivas sociales.
No basta, por tanto, que se hayan cultivado -y se sigan cultivando- diversas ciencias especializadas como la historia económica, la estadística aplicada a la economía o econometría, puesto que para obtener de ellas, cierta información de provecho práctico, es necesario contar con una base analítica firme en economía política . Lo contrario, siempre ha sido desastroso para los intereses de la propia clase capitalista. Así lo expresan los hechos históricos que han sido registrados en torno a las grandes crisis cíclicas sufridas por el capitalismo; tales como la crisis inflacionaria del último cuarto del siglo XIX, o la gran depresión de 1929-33 que condujeron respectivamente a la 1ª. y 2ª. guerras mundiales, de catastróficas consecuencias sobre la humanidad.
Por ello, el pensamiento económico contemporáneo busca una salida a la contradicción, entre el deseo de liquidar a la economía política y la necesidad práctica de poseer conocimientos efectivos en economía, que permitan enfrentar problemas reales como el creciente desempleo, las crisis recurrentes, la paridad cambiaria, las tendencias y límites de la acción de las leyes del desarrollo capitalista sobre el propio sistema o sobre el futuro de la humanidad. Problemas que han sido abordados, fehacientemente, por la economía política y que han quedado fuera del campo de visión de los economistas burgueses.
Por eso, cuando hoy nuevamente lo intentan, no obtienen una adecuada respuesta científica sin traspasar sus propias limitaciones teóricas y tienen que incorporar algunos lineamientos extraídos del marco de análisis que, tradicionalmente, ha caracterizado a la economía política. Sin embargo, los economistas que lo hacen, al criticar por ejemplo, la actividad de los grandes monopolios y oligopolios como una “imperfección del mercado” pierden -al asumir tal punto de vista- las causas del fenómeno estudiado e idílica o malévolamente han sugerido, de una manera explícita o implícita, volver a las condiciones de la llamada “libre concurrencia, sin intervención del Estado en la economía, como realización de los principios de la racionalidad económica” olvidándose, por completo, de que son precisamente, tales condiciones las que originan los problemas de la monopolización económica , la marginación social, el creciente desempleo y la desigualdad social.
El apoyo, en todos los ámbitos, y los créditos a esa apologética teoría económica burguesa –que continúa pregonando, contra los hechos, la existencia del equilibrio de intereses regulados por las leyes de competencia en el mercado, consideradas como principios universales de la racionalidad económica- no ha hecho más que estancar el avance de la ciencia económica.
Al confrontarse con la realidad efectiva de los hechos, el paradigma teórico económico hoy dominante, bajo su manifestación neoliberal, ha expresado la falsedad de sus enunciados. El recobro de los datos estadísticos e históricos, de las últimas tres décadas, comprueban la ineficacia de las políticas económicas auspiciadas bajo el embate del pensamiento neoliberal cuyo funeral ha sido anunciado por el moribundo Banco Mundial , uno de los principales instrumentos que –junto con el Fondo Monetario Internacional (FMI)- fueron utilizados para el apuntalamiento de tan desastrosas políticas, contra las mayoritarias masas del mundo en los países pobres. Estos países, después de esos últimos treinta años, hoy se encuentran con más problemas y se hallan en peores condiciones que antes de que el FMI hubiese impuesto las políticas de estabilización y ajuste, mismas que sirvieron de antesala práctica al denominado decálogo de Washington .
4. Importancia del método para la comprensión de los fenómenos económicos.
Siendo que, el objetivo de la economía política es facilitar el conocimiento y comprensión de la realidad económico-social tal como ésta es, a fin de dilucidar sus tendencias y estar en condiciones de proyectar un futuro material menos incierto para los seres humanos, se observa que para la consecución de esa finalidad, no ha existido más limitación que la metodología teórica utilizada o el que, simplemente, no se efectúe investigación alguna en estos ámbitos.
Así lo muestran la historia y los resultados obtenidos por las diferentes corrientes del pensamiento económico.
El simple cambio de nombre de “Economía Política” a “Economía”, pretendió liquidar no sólo el carácter social de esta ciencia económica sino su objetivo de análisis como algo históricamente determinado. Se pretendió construir una ciencia válida para cualquier época o forma social de producción y se creó una ciencia abstracta o pura, que se ocupa de analizar la conducta o comportamiento del hombre para elegir entre los recursos escasos . Bajo tal contexto, para el subjetivismo o economía vulgar, la existencia de empresarios capitalistas, obreros en activo, subempleados y desempleados, constituye un dato dado cuya situación socioeconómica depende de su “libre” capacidad de elegir.
En verdad, tal ciencia “no interesa, ni al estudioso ni al estudiante y sirve muy poco a los fines prácticos de la conducta en los negocios (…) El estudiante no tiene necesidad de ir a una universidad para saber que se posee capacidad de elegir entre diversas alternativas (…) o que, la quinta cucharada de sopa proporciona una satisfacción menor que la primera, (…) También, el capitalista sabe, sin haber asistido a lecciones de economía, que combinará los factores de la producción en el modo que le permita obtener el máximo de producción al menor costo.
En realidad, lo que quiere saber el estudiante es porqué tiene diez monedas y no cien mil dólares en los bolsillos; [quiere saber] por qué una vez graduado, al buscar trabajo no lo encuentra; y el capitalista, asimismo, desearía saber porqué su capital es de ésta y no de otra magnitud, por qué le niegan el crédito, por qué tiene que competir con un coloso industrial y qué le impide emplear un capital como mejor le parezca.”
Pero, para esa ciencia pura, todas estas cuestiones no tienen respuesta dentro de su corpus teórico metodológico. La aceptación del sistema económico como algo dado, hace que se pierda la explicación histórico-casual y obliga a los defensores de este modelo a recurrir a estáticos supuestos, enunciados en el “ceteribus paribus” marginalista y neoclásico del positivismo en su expresión económica.
El resultado de este proceder conduce a un desconocimiento de las leyes objetivas del sistema económico que, al dejar de lado su totalidad y la interrelación de los fenómenos, no llega a descubrir su dinámica interna ni puede dilucidar sus tendencias.
En cambio, el método que sigue la economía política es otro. En primer término, se parte de la existencia objetiva de un mundo real del cual los seres humanos son parte integrante .
En segundo lugar, se preocupa por resaltar la importancia de la acción humana no sólo en la realización o en la comprensión de las leyes del desarrollo económico, sino en su vinculación con la naturaleza toda. De esta manera, se sabe que los seres humanos con mayor conciencia de la naturaleza, protagonizan la historia y transformación del mundo.
En tercera instancia, se llega a comprender que las leyes que se descubren no son más que la expresión de los procesos objetivos que se desenvuelven, independientes de la voluntad del sujeto.
Como cuarto punto, interesa destacar no lo que parece estable sino lo que deviene en el futuro; lo cual es derivable conforme al desempeño humano en el presente y actuando sobre la naturaleza. Se trata, en definitiva, de contribuir en la comprensión del pasado para entender cómo es que se ha llegado a la situación presente y estar en condiciones de proyectar el futuro.
Una quinta consideración de la economía política, es concebir que los fenómenos económico-sociales están orgánicamente vinculados entre sí, que dependen unos de otros y que se condicionan recíprocamente.
Y en sexto lugar, se reconoce que tales fenómenos tienen contradicciones internas y que la lucha entre contrarios (lo viejo y lo nuevo, lo que muere y lo que nace, por ejemplo) es lo que caracteriza internamente al proceso de transformación y desarrollo; o bien, es lo que hace factible (en esencia) la transformación de los cambios cuantitativos en cambios cualitativos.
Tal metodología -aquí brevemente reseñada y que va de abstracto a lo concreto- ha sido definida como dialéctico-materialista, cuya aplicación en el campo de la economía política -dirigida al estudio de los procesos y fenómenos económico sociales- ha confirmado, desde que se dio a conocer en 1859, su superioridad analítica frente a las limitaciones del positivismo empírico, nuevamente impuesto, desde el último cuarto del siglo XX, por la concepción económica, hoy dominante en su versión neoliberal.
Para la concepción dialéctico-materialista en economía política –decía Marx - los conceptos como expresión del pensamiento, son productos de una realidad histórica efectiva, adquieren vida y se hacen concretos [como concretos pensados] y no poseen plena validez sino dentro del marco de esas mismas condiciones. De manera específica, en los Grundise se lee: “En el acto mismo de la reproducción, no sólo se modifican las condiciones objetivas (por ejemplo, un pueblo se transforma en ciudad, un desierto en terreno cultivado), sino que se modifican, también, los propios productores, en cuanto que surgen nuevas cualidades de sí mismos, se desarrollan y transforman ellos mismos en el proceso de la producción, crean nuevas fuerzas y representaciones, nuevos modos de relación, nuevas necesidades y un nuevo lenguaje.” . Esta apreciación tiene como soporte una forma, un método dialéctico, una teoría de la totalidad en conjunción de sus partes, capaz de aprehender el mundo y transformarlo en conciencia y plenitud de lo humano.
5. Problemas actuales que enfrenta la enseñanza de la economía política.
En el ámbito del saber humano, la experiencia ha demostrado que, en el trabajo de los científicos sociales, la discusión y las discrepancias sobre algún tema o aspecto de la realidad son vitales para la vida, la superación y enriquecimiento de sus respectivas disciplinas (Sociología, Economía, Derecho, Administración, etcétera); sin embargo, no menos cierto es que en el caso de la Economía, existen diversas vertientes y enfoques cuyas “teorías han resultado ser falsas pero siguen llenando reputados libros de texto y revistas ”.
Ya Marx advertía, en el prólogo de 1867, cuando en particular se trata de “economía política, la libre investigación científica tiene que luchar con enemigos que otras ciencias no conocen. El carácter especial de la materia investigada, levanta contra ella las pasiones más violentas, más mezquinas y más repugnantes que anidan en el pecho humano: las furias del interés privado (…). Hoy día, el ateísmo es un pecado venial, en comparación con el crimen que supone la pretensión de criticar al régimen de propiedad consagrado por el tiempo” .
Una de las razones que han explicado y explican esta situación es la existencia de intereses sociales tanto de grupo como entre clases, que tratan de ocultar y rechazar la verdad sobre las auténticas causas que originan los fenómenos económicos. Si la corriente marxista habla de fenómenos tales como la concentración de la riqueza, el desempleo, la desigualdad y la marginación social -entre otros tantos problemas- se la descalifica y es atacada con métodos nada científicos. Entre las descalificaciones de mayor grado se encuentra: 1) La exclusión de Marx y sus seguidores de las cátedras universitarias –incluidas numerosas escuelas de economía-; 2) la negativa de recursos o apoyos para sus investigaciones; 3) el uso de argucias dirigidas a los estudiantes –es decir, los futuros profesionales, en especial a los de la ciencia económica- en el sentido de que la economía política –y con ella toda ciencia social y humanística- no les servirá para encontrar trabajo y sin que, al mismo tiempo, se les de una explicación acerca de que, los fenómenos del subempleo y el desempleo crecientes, entre muchos problemas, son resultado de la barbarie que asume la acumulación capitalista, etcétera, etcétera.
Pero en contraparte, se difunden versiones neoclásicas y marginalistas que, aunque no se ajusten a la verdad, convienen a los intereses de los grupos económicos capitalistas dominantes. Bajo esta connotación, se llega a afirmar que la explotación no existe, que la situación de atraso, miseria y desempleo son derivadas de la libre elección en pro de la holgazanería u ocio, o que los salarios son bajos porque no se posee suficiente “capital humano” o dizque son el “pago del trabajo”, conforme a su contribución marginal al producto social, etcétera. Tales versiones, en cambio, son publicitadas, promovidas y apoyadas, al margen de toda ética o criterio científico que haga honor a la verdad o se acerque a ella.
Conclusiones:
Como se podrá ahora deducir, en materia económica y en cualquier ciencia, el mayor acercamiento a la objetividad de la verdad, depende no sólo de los alcances propios del corpus teórico metodológico empleado, sino también de la ética científica de los estudiosos de tales fenómenos.
El proceso del devenir de los seres humanos en el tiempo, es decir su historia, demuestra que todo grupo privilegiado sólo ha respetado su propio discurso y juego político hasta donde estas dos actividades le son ventajosas. El resultado de ello ha sido la creciente polarización de la riqueza concentrada en unos cuantos frente a los millones de humanos empobrecidos. Lo especial de esta ley socioeconómica es que resalta tales resultados como efectos, derivados del carácter caduco de unas relaciones de producción sustentadas en la apropiación individual de la riqueza. En consecuencia, no es sólo porque desde el último cuarto del siglo XX, -en que se registra la brutal vivencia a la que fueron sometidos los millones de seres humanos, bajo el dominio ultraconservador del neoliberalismo globalizante- sino porque, desde los orígenes del desarrollo capitalista, la experiencia acumulada por los millones de seres humanos sometidos al capital, es la que hace decir: ¡basta a este sistema efímero históricamente!
La construcción del hombre nuevo, hacia una nueva sociedad -distinta a la agotada sociedad capitalista- pasa por el reencuentro del ser humano consigo mismo y con el medio ambiente, en una afirmación autocrítica y transformadora del medio bio-psico-sociocultural que le rodea.
Pasa por construir la experiencia que demuestra que el mejoramiento de las condiciones de vida no es contradictorio con la modernización de las empresas estatales, como pregonó el monetarismo neoliberal; pasa por restituirle a la sociedad, organizada desde un Estado congruente a ella, las empresas estratégicas que fueron privatizadas, a fin de garantizar un desarrollo comprometido con la sociedad en su conjunto, el medio ambiente y el planeta .
Los fenómenos económicos que parecen inexplicables por las teorías económicas y no económicas existentes, sólo han podido desentrañarse si se recurre a su revisión teórica, el contexto económico-social en que éstas surgieron, sus aspectos prácticos, sus efectos y su contraste con la cambiante realidad. Una revisión de tal naturaleza implica el uso de una metodología tanto histórica como teórica para comprender los resultados que emanan de la aplicación de los modelos a la realidad o al análisis de tales fenómenos. Esta forma sistemática de razonamiento ha sido proporcionada por Marx desde la Economía política, a toda ciencia social y humanística.
Obviamente, para el marginalismo de libre competencia perfecta, tal procedimiento se vuelve maldito; puesto que, paso a paso, los hechos históricos destrozan todas sus presunciones teóricas, como mecanismo eficaz de asignación y distribución de recursos dentro de la actividad económica. En cambio, la economía política no rechaza el juicio de la historia, ésta misma se ha encargado de demostrar que sus postulados y afirmaciones sobre la dinámica capitalista son verdaderos. Para la metodología marxista, no basta la confirmación de lo lógico como proceso de construcción mental, sino su desenvolvimiento histórico.
El reconocimiento de todas esas particularidades por la economía política, como ciencia, la han obligado a ejercer pluralidad disciplinar y procurar los intercambios científicos imprescindibles para un análisis económico que ve la realidad como un todo o en su conjunto. En economía política, se necesita conocer desde luego la demografía, la sociología, la historia, la ciencia política, pero también tener un amplio horizonte que va desde la geografía hasta la lingüística y no puede desdeñar las bases de la psicología, ni de la filosofía. Las técnicas de análisis económico precisan de cierto nivel de matemáticas y estadística. Trabajar en economía política requiere, en primer lugar, estar dispuestos a aprehender para sí, esta basta gama de conocimientos; y, en segundo término, aprender a utilizarlos para poder comprender los fenómenos sociales derivados del proceso económico y poder incidir, de manera racional y consciente sobre dicho proceso.
Toda la obra “El capital. Crítica de la Economía Política” es una clara muestra del método aplicado a la investigación analítica. Razón más que suficiente, para entender que el estudio concienzudo de dicha obra, en su interrelación a la cotidianidad de los fenómenos actuales, es necesario –mientras se mantenga el modo capitalista de producción- para comprender sus leyes, su comportamiento y sus tendencias recientes.
Para ejemplificar la aseveración que antecede, baste recordar, entre tantas otras cosas, que los problemas siempre vigentes a la lógica del capital –tales como las tendencias que asumen las leyes de la acumulación capitalista; o bien, los de la transformación de los valores en precios de producción, el capital ficticio, la tasa de ganancia, etcétera– han podido tener respuesta debido a la solidez de esa teoría metodológica marxista que, -hasta la fecha y pese a sus críticos más encarnizados- no ha podido ser superada. Muy por el contrario, los hechos históricos demuestran su fortaleza para comprender, en los momentos actuales, las cambiantes manifestaciones de la dinámica capitalista, sus contradicciones internas, sus crisis periódicas, sus tendencias y los límites históricos de esta forma de organización de la producción.
Pretender la muerte de la economía política, no sólo es dar el primer paso para la liquidación de la economía como ciencia, sino que simultáneamente, es la antesala funeral del conocimiento pertinente que tanto requiere la denominada era del conocimiento. Su sola permanencia, durante más de dos siglos en la discusión académica universitaria, ha permitido y permite contrastar su concepción unitaria de la totalidad, su perspectiva desenajenante ante la verdad objetiva de los hechos. Actúa, por tanto, como polo susceptible de generar una concepción totalitaria, humanista, descosificante e integral sobre la vida humana en general; fomenta la cooperación solidaria y la ayuda mutua frente al egoísmo individual, competitivo y voraz que propagan las otras corrientes del pensamiento.
Como podrá apreciarse, las corrientes del pensamiento económico se encuentran, básicamente, situadas en dos planos de representación diversos: uno (el de la economía política) que reconoce a los seres humanos en su realidad bio-psico-socio-cultural; y el otro (el de las teorías económicas burguesas), que concibe a las personas como un simple factor de producción, una máquina de hacer, aceptable si es productiva y desechable al momento de no ser rentable a los negocios de la empresa u organización. La primera, con una perspectiva de compromiso social, con la vida, con el planeta y con el universo; la segunda, vertida al interés, al egoísmo individual y a la competencia destructora.
El reto, entonces, para una investigación o para una educación comprometida con la sociedad no es la vinculación de las mismas, a los desnudos intereses privados de las empresas, sino fomentar una investigación y una educación adecuadas, para superar esas actitudes de cada uno a responsabilizarse, únicamente, de su tarea especializada y que, al mismo tiempo, se sobreponga al debilitamiento de la solidaridad , emanadas del egoísmo y de la competencia individualista, mismas que esos neoliberales han fomentado para su propio provecho.
Dentro del contexto estructural y económico vigente , ha quedado muy claro para la economía política que, una concepción de tal envergadura genera resistencia u oposición; es decir, en tanto las estructuras económico sociales sigan sujetas al puro interés privado o beneficio para unas cuantas grandes empresas u organizaciones, no puede estarse en camino de una nueva forma de asumir el desarrollo económico con responsabilidad social y sustentable, comprometido con la vida, el planeta o con el universo todo.
Los problemas como el desempleo, la marginación, el subempleo, la delincuencia y la violencia entre tantos otros que ha agudizado el capitalismo neoliberal, sólo podrán superarse transformando radicalmente la base o el contexto económico del cual emanan nuestras actitudes ante la vida. En esta tarea, la reflexión de Marx lleva una gran delantera. De ahí, la necesidad de recuperar su pensamiento, en la perspectiva de una investigación y de una educación comprometida con los seres humanos en sociedad, el planeta y la vida misma. Ésta de por sí es incertidumbre, el saber o el conocimiento lo son más ante la infinitud de lo desconocido. La comprensión de todo esto es lo único que da sentido a la libre investigación, al ser y al hacer en la vida.
¡Enfrentemos juntos ese reto!
José Alejandro Jiménez Jiménez
Facultad de Economía, BUAP
septiembre de 2007
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