Dr. José Francisco Bellod Redondo (CV) Para citar este artículo puede utilizar el
siguiente formato:
Bellod Redondo,
J.F.: “El irritante error de
Mr Marx: Una breve nota" en Contribuciones a la Economía,
octubre 2007. Texto completo en http://www.eumed.net/ce/2007c/jfbr.htm
"Contribuciones a la Economía" es una revista
académica con el
Número Internacional Normalizado
de Publicaciones Seriadas
ISSN 16968360
EL IRRITANTE ERROR DE MR MARX: UNA BREVE NOTA
Departamento de Economía, UPCT
bellodredondo@yahoo.com
JEL : B14, E1
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1.- Introducción.
La publicación de la obra “Karl Marx and the Close of His System” en 1898 por
parte del profesor Böhm – Bawerk supuso el ataque mejor fundamentado
científicamente recibido por la Teoría de la Plusvalía. Es lo que se ha dado en
llamar el “Problema de la Transformación de los Valores en Precios”: al detectar
la (presunta) incoherencia entre el sistema marxista expresado en términos de
valor – trabajo y ese mismo sistema expresado en términos monetarios, la Teoría
de la Plusvalía, tan trabajosamente elaborada a través de los tres volúmenes de
“El Capital”, parecía desmoronarse. A partir de ese momento la divergencia entre
los economistas “burgueses” y los marxistas se hizo aún más pronunciada e
irreconciliable.
La actitud de los seguidores de la economía “convencional” fue meramente
despectiva: la obra de Böhm – Bawerk zanjaba para siempre el debate y sepultaba
definitivamente la teoría del valor – trabajo. De hecho, al margen de las
cuestiones ideológicas, el “Problema de la Transformación” es la justificación
básica invocada en el ámbito académico para que la obra de Marx no forme parte
de la enseñanza “oficial” de la teoría económica en los países capitalistas.
Marx se convirtió, de repente, en una pieza de museo.
Por el contrario, para los economistas marxistas el “Problema de la
Transformación” se convirtió en una obsesión: no podía ser que un simple enredo
aritmético echase por tierra una teoría tan aparentemente consistente; una obra
avalada por el laborioso proceso de investigación que cualquier lector neutral
de “El Capital” puede comprobar. A partir de ahí, prestigiosos marxistas (y no
marxistas) se han volcado en la tarea de “corregir” los problemas algebraicos
que subyacen en el “Problema de la Transformación” para salvar (o enterrar
definitivamente) la Teoría de la Plusvalía. Esa tarea de corrección se inicia
con la obra de Bortkiewicz (1907) y se revitaliza a partir de la versión
ofrecida por Sweezy (1942).
2.- El Problema.
En forma esquemática podemos plantear el llamado “Problema de la Transformación
de Valores en Precios” de la manera siguiente.
El análisis que Marx hace del funcionamiento del sistema capitalista se
desarrolla en términos de “valores”, no de “precios”, pero con el supuesto
implícito de que estos últimos guardan una relación funcional sencilla y directa
con aquellos. Así, se denomina “valor” a la cantidad de trabajo contenida en una
mercancía, mientras que el “precio” es el pago “monetario” que se realiza al
comprar una mercancía. La intención de Marx es demostrar que el beneficio
capitalista es plusvalía: trabajo no pagado. Para ello es necesario desarrollar
una teoría en la que las variables son medidas en términos de “valor” pero que
no pierda su significación al ser traducida a “precios”, pues de lo contrario no
podría demostrarse que “plusvalía” y “beneficio” sean una misma cosa y, en
consecuencia, el beneficio capitalista no tendría por qué nacer de la
explotación.
Como es sabido, el análisis que Marx hace del funcionamiento del sistema
capitalista se desarrolla en términos de “valores”, no de “precios. De hecho, el
volumen I de “El Capital” fue redactado como si tal relación estuviese
demostrada y es en el volumen III, editado por Engels, cuando Marx se muestra
plenamente consciente del problema y trata de corregirlo.
A nivel agregado podríamos plantearlo del modo siguiente.
Estamos en una economía competitiva y cerrada, con dos factores productivos
homogéneos que son el capital y el trabajo. Sea el valor del conjunto de
mercancías producidas durante un año en una economía; es la suma del capital
constante; el capital variable y la plusvalía contenido en él. Esto es:
(1.1)
Todos los elementos contenidos en (1.1) están expresados en términos de “valor”,
no en precios monetarios. Para Marx valor es la cantidad de trabajo contenida en
una mercancía y el precio es la expresión monetaria del valor. El capital
constante es el valor de los medios de producción usados en el proceso de
producción (por ejemplo, el valor de la harina, la levadura, la sal ó la
depreciación del horno empleados en la fabricación del pan). Se trata de trabajo
“cristalizado”, trabajo incorporado en las mercancías usadas para producir
nuevas mercancías. El capital variable junto con la plusvalía es la cantidad de
trabajo directo incorporada durante el proceso productivo, de la cual solo se
retribuye la parte a los asalariados, quedando la plusvalía como ganancia (en
términos de valor) para el capitalista. Para el Marx del primer volumen de “El
Capital” la relación valor – precio es tan evidente que al referirse por ejemplo
al capital constante, lo define como desembolso de dinero que el capitalista
realiza en medios de producción.
Si tenemos en cuenta que en una economía existen sectores, el sistema en
conjunto queda definido con ecuaciones del tipo:
(1.2)
Con las variables anteriores se pueden obtener nuevas variables de interés
analítico y que nos van a conducir directamente al “Problema de la
Transformación”. Así podemos definir la tasa de plusvalía como la proporción
existente entre la plusvalía obtenida y el capital variable. La tasa de
plusvalía mide el grado de explotación de los trabajadores a manos de la clase
capitalista, puesto que se trata de la proporción del trabajo creado que no se
traduce en bienes para los trabajadores. Cuanto mayor sea mayor será el grado de
explotación. La ganancia puede expresarse en términos relativos, esto es, en
proporción a la inversión que realiza el capitalista , obteniéndose la
denominada tasa de ganancia . Finalmente, se define la composición orgánica del
capital como la proporción entre el capital variable y el total del capital
aplicado al proceso productivo, sirviendo para medir de alguna forma el grado de
tecnificación de los procesos productivos. Cuanto mayor sea la composición
orgánica del capital más tecnificado será ese proceso. Tales fórmulas se
expresan habitualmente como sigue:
, , (1.3)
El “Problema de la Transformación” comienza cuando en vez de tratar con un
esquema agregado como el (1.1), trabajemos con los distintos sectores económicos
que podamos identificar en una economía, tratando de obtener los precios
relativos. La economía agregada no es la mera suma de los sectores que la
integran sino que, en equilibrio, deben cumplirse una serie de requisitos
lógicos. El análisis de Marx tiene lugar en un marco de economía competitiva y
bajo el supuesto de libertad de movimiento de factor capital y factor trabajo,
tales requisitos son los siguientes.
En primer lugar, según Marx, la tasa de ganancia en cada uno de los sectores
debe ser idéntica al de los restantes, de lo contrario los capitalistas se
trasladarían de los sectores menos lucrativos a los más lucrativos y viceversa.
Ese movimiento cesa cuando se alcanza la igualdad de tasas de ganancia, esto es:
(1.4)
En segundo lugar, debe verificarse la igualdad entre las tasas de plusvalía de
los distintos sectores, pues de lo contrario los asalariados migrarían de los
sectores con mayores valores de (mayor grado de explotación) hacia los de menor
(menor grado de explotación). Nuevamente ese movimiento cesa al lograrse:
(1.5)
La tasa de ganancia de cada sector puede expresarse como:
(1.6)
En la expresión (1.6) podemos comprobar la (hipotética) incoherencia lógica y
empírica del sistema de Marx invocada por Böhm – Bawerk. Si en los sectores de
la economía se ha de obtener la misma tasa de ganancia y en todos los sectores
la tasa de plusvalía es asimismo idéntica , necesariamente se deduce de (1.6)
que en todos los sectores la composición orgánica del capital ha de ser la misma
, lo cual es sencillamente falso según se infiere de la simple observación
cotidiana del mundo real: existen sectores muy tecnificados, como por ejemplo la
producción de energía atómica ( elevado) que conviven con otros menos
tecnificados, como por ejemplo el sector textil ( reducido). Y no existe, como
afirma el propio Marx, tendencia alguna en el sistema capitalista que conduzca a
la igualación de composiciones orgánicas entre sectores.
La conclusión es directa y demoledora: la teoría del valor – trabajo de Marx no
serviría para explicar los precios relativos de las mercancías producidas en un
sistema capitalista bajos supuestos elementales de libre circulación de bienes y
factores.
Los intentos de corregir los errores o las incoherencias del esquema de Marx
nacen con el propio autor de El Capital. Marx introduce el concepto de “precio
de producción”: el precio resultante de aplicar en cada sector a la tasa general
de ganancia . Como indicara Sweezy (1942) se trata de una “solución a medio
camino” porque Marx omitió valorar el capital constante y el capital variable
según los “precios de producción”, de modo que el importe de los beneficios
(monetarios) no coincide con el de la ganancia.
Lo que sigue es de sobra conocido y nos hemos referido a ello al principio de
esta nota: desprecio por parte de la “economía convencional”, que ha excluido
injustificadamente el sistema marxiano de las enseñanzas oficiales de Economía;
y una ardua (y creo que frustrante) tarea de “corrección” por parte de los
simpatizantes de Marx.
3.- Un Supuesto Erróneo.
La clave de la inconsistencia detectada en (1.6) reside en la asunción de unos
supuestos erróneos por parte del propio Marx. En ese constante solapamiento de
la esfera de valores y la esfera monetaria que tiene lugar en la redacción de
los sucesivos volúmenes de “El Capital”, se desliza un supuesto muy restrictivo
que resulta fatal para el sistema marxiano y que, siendo un supuesto falso puede
y debe ser excluido de la “Teoría de la Plusvalía”. Nos referimos a la igualdad
intersectorial de las tasas de plusvalía, un supuesto que han asumido
acríticamente tanto los defensores como los detractores de la Teoría de la
Plusvalía. Un supuesto así puede ser desterrado de la Teoría de la Plusvalía sin
demérito de esta: de lo contrario, incurriríamos en esa especie de “escolática
soviética” tan fatal para el marxismo que pusiera de manifiesto el profesor
Marcuse.
Este supuesto, que mencionamos más arriba, indica que, por acción de la
competencia los trabajadores tienden a desplazarse desde los sectores con
mayores tasas de plusvalía (tasas de explotación) hacia los de menor tasa hasta
alcanzarse un nivel general . Este supuesto competitivo sería el equivalente en
el ámbito del factor trabajo, al que mueve a los capitalistas en el ámbito del
factor capital a desplazarse de un sector a otro en busca de la máxima
rentabilidad.
Pero la analogía es falsa, al menos en los términos descritos. Trabajadores y
capitalistas responden a las señales que perciben en la esfera monetaria. Aunque
la esfera del valor – trabajo existe, es real, ni trabajadores ni capitalistas
tienen por qué ser conscientes de ello, ni tampoco reaccionar ante los posible
valores de las variables que respecto de ella podamos definir. Para los
capitalistas, dado un volumen de capital se maximiza el beneficio (medido en
euros) si se maximiza la tasa de beneficio (medida en porcentaje sobre el
volumen de capital movilizado). El beneficio, en tasa o en valor absoluto, es
una señal “operativa”, visible, a la que los capitalistas pueden recurrir para
evaluar si están empleando su capital en el sector adecuado. Eso sucede en la
esfera monetaria. Mientras tanto, en la esfera del valor – trabajo, si se cumple
que el trabajo es fuente exclusiva de creación de valor, la igualdad de tasas de
beneficio intersectoriales implicaría igualdad en las tasas de ganancia.
Los trabajadores también se mueven entre sectores por acción de la competencia,
pero no es la tasa de plusvalía (tasa de explotación) el indicador de
referencia, sino el salario monetario. La tasa de plusvalía no es una variable
observable en la esfera monetaria, el salario nominal sí. Dado un nivel de
precios, los trabajadores tenderán a moverse desde los sectores con menores
salarios nominales a sectores con niveles salariales más elevados. Ese
movimiento provoca a igualación intersectorial de salarios nominales, no de tasa
de explotación. Por tanto el supuesto de igualdad de tasas de plusvalía no es
cierto.
Sustituyendo el supuesto de “igualdad de tasas de plusvalía” por el de “igualdad
de salarios nominales” la incoherencia detectada en (1.6) se elimina y para cada
par de sectores de nuestra economía la condición se traduce en:
(1.7)
Si la composición orgánica del capital difiere entre los sectores la igualdad en
las tasas de ganancia puede verificarse gracias a distintas tasas de plusvalía:
cuanto mayor sea la tecnificación de un sector, mayor será su tasa de plusvalía
lo cual es plenamente coherente con el sistema marxiano ya que más y mejor
tecnología aumenta la capacidad de extraer trabajo a cada unidad de tiempo
empleada por un trabajador en un proceso productivo.
A partir de aquí podemos reconstruir los esquemas de reproducción de Marx
obteniendo precios y valores. Para un modelo bisectorial tendríamos:
En el Sector I, productor de bienes de consumo, se obtienen unidades físicas
empleando para ello máquinas que contienen horas de trabajo en unión con horas
de trabajo directo. En el Sector II, productor de medios de producción, pueden
obtenerse máquinas empelando a tal efecto máquinas que contienen horas de
trabajo y horas de trabajo directo. En el sistema anterior los elementos a la
izquierda se computan en unidades de tiempo (horas de trabajo socialmente
necesario), mientras que los elementos de la derecha son unidades físicas de
producto. Para calcular el equilibrio del sistema reescribimos las expresiones
anteriores homogeneizándolas en unidades de tiempo:
Siendo el valor – trabajo unitario de cada unidad de producto del tipo . A su
vez, el trabajo directo aplicado en un sector puede ser trabajo retribuido o
trabajo no retribuido o plusvalía, de tal manera que . Como una hora de trabajo
apropiada por el capitalista contiene el mismo poder adquisitivo que una hora de
trabajo efectivamente retribuida, el salario es el precio monetario tanto de la
hora pagada como de la hora apropiada a modo de plusvalía. Así, en equilibrio,
el valor trabajo destinado a la adquisición de bienes de consumo será igual a la
suma de las rentas procedentes del trabajo (retribuido+plusvalía), esto es ; por
lo cual el valor – trabajo de cada unidad de bien de consumo será:
(1.8)
En cuanto a su precio se debe cumplir que la valoración monetaria del gasto en
bienes de consumo sea igual a la renta monetaria de quienes los adquieren, ya
sean trabajadores ó capitalistas, de modo que siendo el salario:
(1.9)
(1.10)
Las funciones de precios así obtenidos son homogéneas de grado en : la cantidad
de trabajo socialmente necesario para la producción de los bienes de ambos
sectores es la variable explicativa del precio. Si normalizamos con las
expresiones (1.9) y (1.10) el precio coincide con el valor – trabajo:
(1.11)
(1.12)
Y, aunque tomásemos se compraba fácilmente que los precios relativos dependen de
la relación de trabajo socialmente necesario contenida en ellos, siendo los
precios función directa de valor - trabajo:
(1.13)
Bibliografía.
Böhm – Bawerk, E. (1898); “Karl Marx and the Close of His System”, T. F. Unwin,
Londres.
Bortkiewicz, L. (1907); “Zur Berichtingung der Grundlegenden Theorischen
Konstruktion von Marx im Dritten Band des Kapital”, Jahrbürcher für
Nationalökonomie und Statistik, vol xxxiv, pp. 319 – 335.
Caballero Álvarez, A. (1984); “La Crisis de la Economía Marxista”, Editorial
Pirámide, Madrid.
Marcuse, H (1984); “El Marxismo Soviético”; Alianza Editorial, Madrid.
Sweezy, P. M. (1942); “Teoría del Desarrollo Capitalista”; Fondo de Cultura
Económica, México.