Adrián López
La mayoría de
“... (los) sabios ... (son gente a la que)
las letras han dado un martillazo ...” que los aturdió.
“... (La)
grande diversidad de ... escuelas y la sorprendente
contradicción de sus opiniones, ... convencieron a (Hercule
Savinien de Cyrano de Bergerac) de que no debía poner fe en
ninguno de sus partidos ...”
En la Austria
de 1848, el “... gobierno mantenía ... la potestad de los
terratenientes sobre los pequeños campesinos en dependencia feudal,
la del fabricante sobre los obreros ..., la de los pequeños
maestros artesanos sobre los oficiales y aprendices, ...
(etc.)” Para citar este artículo puede utilizar el
siguiente formato:
Adrián López:
“Debate en torno a lo que es “trabajo productivo” y “labor
improductiva” en el capitalismo" en Contribuciones a la Economía, noviembre 2007.
Texto completo en http://www.eumed.net/ce/2007c/al-marx1.htm
"Contribuciones a la Economía" es una
revista académica con el
Número Internacional Normalizado de Publicaciones Seriadas
ISSN 16968360
DEBATE EN TORNO A LO QUE ES “TRABAJO PRODUCTIVO” Y “LABOR
IMPRODUCTIVA” EN EL CAPITALISMO
Universidad Nacional de Salta, Argentina
edadrianlopez@yahoo.com
Michel de Montaigne
Le Bret
Friedrich Engels
A pesar de que el tema fue abordado en diversas ocasiones[1], la oportuna lectura de la pausada investigación de dos analistas seguidoras del marxismo nos llevó a reconsiderar ciertos aspectos y quizá (la sabiduría “del” tiempo lo podrá “certificar”...), a modificar puntos de partida ya explicitados.
Por supuesto, en la polémica indirecta con los trabajos de Gabriela Lamelas Paz[2] y de Paula Bach[3] no intentamos “cerrar” una discusión que, tal cual lo aceptan las autoras, seguirá abierta. Tampoco anhelamos efectuar una reseña de lo discutido por ellas, ya que la exposición de nuestro parecer acabaría diferido.
Avanzando en la cuestión, querríamos plantear casi “apriorísticamente” cuáles son algunos aspectos globales a sopesar:
· Según nuestras investigaciones, las categorías en liza no son sólo aplicables para el caso particular del modo capitalista de explotación del trabajo, sino que son extensibles a otras formas de economía y sociedad[4].
En la cita del amigo del exiliado en Londres, se aprecia que los oficiales y aprendices no son obreros productivos, puesto que una buena parte de los maestros artesanos pertenecían a los denominados “sectores independientes” no privilegiados, y en consecuencia no eran capitalistas: algunos de ellos, podían asomar como independientes y otros, en calidad de atareados improductivos. Sin embargo, los maestros artesanos, aprendices y oficiales son asignables a la enredada fase de transición pre-capitalista europea, que marca el paso de los feudalismos a la hegemonía del capital.
Por lo demás, en unas líneas perdidas del Capítulo VI (inédito), que es el engarce[5] entre el vol. I y II de El capital[6], se estipula que una cantante puede ser obrera improductiva, asalariada gestora de plusvalor o una comerciante (Marx 1972 b), que a su vez puede ser una gran empresaria o una pequeña mercader que sólo obtiene dineropatrimonio por la venta de su talento.
· Empero, los categoremas de “trabajo productivo” y “labor improductiva” sirven para diferenciar los segmentos sociales que son clase obrera enfrentada con el capital, de los que no están en lucha con él.
En este hojaldre de asuntos, en la tradición marxista insiste con tanta fuerza un punto de vista opuesto que hasta Gramsci se atreve a considerar que el filósofo técnico o “profesional”, por ejemplo, es un trabajador calificado “en comparación” con el obrero manual[7].
· No hay ambigüedades ni oscilaciones en Marx, en el terreno de cómo definir a los que cumplen el rol de fuerza de trabajo expoliada por el capital y a los que, siendo atareados que efectúan labores improductivas, no son clase.
Acorde a lo que pesadamente desbrozamos, emplea diferentes criterios porque algunos de ellos o todos, siempre que no se incurra en contradicciones[8], pueden aplicarse para dilucidar el multifacético problema del trabajo productivo e improductivo.
a) Es célebre la idea de que en la riqueza conformada bajo el mando del capital, el trabajo productivo es el que suscita plusvalía[9].
b) Cuando por ejemplo, discute con economistas de su época[10] y a pesar de que no acepta sin matices, el criterio que anunciaremos a manera de un criterio general, piensa que en circunstancias especiales, vale distinguir a las clases de labores anunciadas, teniendo en mente si se objetivan o no en productos escindibles de su proceso de producción[11], y si tales valores de consumo nacen o no de tarea manual o intelectual[12].
c) Con este aspecto, se enlaza la hipótesis de que hay una división de las labores que separa el trabajo manual[13], que casi siempre es tarea productiva, del trabajo “espiritual”, que con frecuencia está asociado a labores improductivas[14]. Pero si nos colocamos desde la perspectiva del movimiento en su conjunto, trabajo manual/tarea productiva, labor intelectual-trabajo improductivo, son pares de “binomios” que mutuamente se necesitan[15].
d) Si casi siempre es adecuado imaginar que tarea intercambiada por dinerocapital es trabajo productivo, conviene poseer a la vista el comercio y la banca, en la medida en que allí la moneda funciona como dinero/capital pero una cantidad de los asalariados del sector no reciben su paga en calidad de obreros productivos: la ganancia obtenida no proviene de la explotación de ellos, sino del plusvalor “desviado” que se “captura”.
e) El otro criterio es el de separar las tareas efectuadas en la esfera de la producción directa, y las que tienen lugar en el resto de los instantes de la vida colectiva (distribución, circulación y consumo). Pero aquí hallamos una excepción, que la representa la industria de los medios de transporte para personas y mercancías: un porcentaje de los obreros, tal cual lo señalamos infra, valoriza capital aun cuando no alteren de forma palpable lo trasladado[16]. Lo que se abona es el propio proceso de producción (el movimiento de entidades sociales), proceso que no es separable[17] de su resultado[18].
f) A causa de lo pluridimensional que es la reproducción del capital social global, el epicúreo germano se ve empujado a diferenciar entre “funciones improductivas” [19], y su opuesto implícito (“funciones productivas”): vg., el capital mercantil cumple un rol improductivo de intermediación[20] (cf. infra).
Por lo demás, apela a las nociones de “capital productivo” y “capital improductivo”.
Acorde a lo así sugerido, pueden darse algunas de estas “extrañas” situaciones:
i) las actividades que, tanto del lado de las “empresas” como del flanco de los que allí intervienen, se ubican en el registro de la distribución, circulación y consumo entran en el vasto universo de lo que Marx denomina “funciones improductivas”[21], independientemente de que haya en tales momentos de la vida comunitaria, porcentajes variables de “trabajo productivo” e “improductivo”.
ii) Las actividades que, tanto desde la perspectiva de las unidades de producción cuanto desde los agentes que participan en dichas unidades, se encuadran en la génesis directa de riqueza, son “funciones productivas”, allende la distinción conceptual más fina que separe porcentajes variables de “trabajo productivo” e “improductivo”.
iii) De lo explanado por aquel al que frecuentamos a contrapelo de los poderes que lo prohíben, es adecuado inferir que los capitales que, además de lo precedente, despliegan las fuerzas genéticas en un sentido creador y ofrecen valores de consumo que enriquecen la complejidad de lo humano, son “capital productivo”. Por el contrario, los capitales que desenvuelven las potencias aludidas en un sentido destructor y lanzan al mercado valores de consumo que alienan a los individuos, son “capital improductivo”.
iv) Los capitales que se emplean en la esfera de producción directa y que suscitan la plusvalía total que se repartirá en el resto de los sectores sociales bajo distintas formas (disímiles clases de rentas o ingresos, ganancia industrial, interés y renta de la tierra), son “capital productivo”[22]. Por silogismo, los capitales que son utilizados en los otros instantes de la vida social, son “capital improductivo”[23].
v) Ciertos tipos de capital productivo, engarzados en el campo de la producción directa, pueden ser “improductivos” en el sentido de iii. A su vez, algunas clases de capital pertenecientes a la distribución, circulación y consumo, que son “improductivos” en el sentido de iv, pueden ser “productivos” en el sentido de iii.
g) El capital empleado en el registro de la producción se asocia con el trabajo productivo, y el que se destina al plano de su reproducción[24] (momento que incluye a los otros tres arriba citados), casi siempre se vincula con la labor improductiva.
h) La otra estrategia para ayudarnos a dilucidar qué habrá de ser “trabajo productivo”-“labor improductiva”, es el que se fija en los modos de subsunción de las tareas al capital, lo que supone observar la manera de organizar el trabajo[25].
Pero este ítem es extremadamente complejo y requeriría una investigación aparte. Sin embargo, hemos intentado destejer el “nudo gordiano” de las casi innumerables formas de sometimiento del trabajo al capital, en López 2004.
i) En el sorprendente vol. I de la historia crítica de las Teorías sobre la plusvalía, es estipulado que la decisión para determinar cuándo un trabajo es productivo o improductivo, se apoya en cuándo la tarea reproduce capital, en particular, capital constante, y cuándo entra en el intercambio global por mera renta[26]. Es decir, que el monto del producto anual se fragmenta en una parte que se consume como renta (y allí hay que incluir a un número determinado de obreros improductivos[27]), y en otra que repone capital[28].
j) Otra pista que sirve para estudiar lo que funcionará en calidad de “labor productiva” y “tarea improductiva” es la de la reproducción completa de base y superestructura, en la proporción en que, hasta determinado punto, es legítimo homologar “producción material” con “basis” y “producción espiritual” con superestructura[29]: no siempre pero casi en la mayoría de los acaeceres, el trabajo que valoriza capital se ubica en el ámbito de la base, y el trabajo trocado por ingresos[30], en el de la hiperestructura. Por eso es que los obreros improductivos tienen “poder de mando” en los signos y/o en sus sistemas.
Sin embargo, de esos múltiples “escalímetros” proponemos cinco grandes orientaciones a los fines de elucidar si estamos frente a labor productiva o improductiva:
a) enfocar cómo se gesta plustarea y plusvalía, y cómo se compone el beneficio;
b) qué posición ocupa la praxis analizada con referencia a los cuatro momentos de la vida comunitaria;
c) cuál es el papel del capital estudiado en la reproducción total del modo capitalista para la creación de riqueza;
d) en qué porcentaje el capital en juego contribuye al abultamiento de la plusvalía social global, y/o en qué cantidad acapara lo inducido por los otros capitales;
e) cómo influye en la caída de la tasa de lucro.
Si pudiera haber “desconcierto” en los parámetros aconsejados por Marx, estamos convencidos de que con estos otros, que se hallan en sus textos y que son una “selección” de los explicitados ya, sorteamos las objeciones de Paula Bach, esgrimidas contra Mandel y Rubin.
Ahora bien. Es factible exponer de forma “sumaria” lo que pensamos acerca de lo despejado, como para que resalte lo que nos distancia de las interpretaciones “standard”:
· Los obreros improductivos son individuos que efectúan “trabajo no trabajo”, que las más de las veces no agregan valor[31].
· Empero, hay segmentos “híbridos” de trabajadores improductivos que son capaces de añadir valor a lo que producen[32].
· No siempre ocurre que laborantes de “cuello blanco” como ingenieros, capataces, etc. son improductivos[33].
· No todos los atareados improductivos tienen interés en colaborar en la construcción de “flujos” cuando menos, anticapitalistas. Es más difícil que aspiren a proyectos de socialismo libertario. Una de las razones es que, al no ser clase sometida al capital, carecen de la necesaria conciencia política para enervarse contra su dominio. Of course, hay que aclarar que este aserto abstracto no implica atarse a ningún mecanicismo, ni a filosofía de la conciencia alguna.
· Por lo que acabamos de ver en el punto I, no todos los asalariados son necesariamente trabajadores productivos, es decir, que incrementan capital.
· Los obreros improductivos no son una porción “llamativa” de la clase trabajadora que contribuye a acrecentar el capital con el aspecto de un tercer poder soberano[34].
· La determinación del precio del trabajo necesario que repone a los obreros improductivos, no siempre se tasa por los costos-valor, sino que a veces intervienen los vericuetos de la oferta y la demanda, los caprichos de la moda, etc.[35].
· Es probable que el desarrollo de un cosmos cada vez más diferenciado en el seno de los servicios, que ocasione que sea factible denominar “capitalismo de servicios” (cf. infra) a ese despliegue del capital en las esferas de la distribución, circulación y consumo, se deba a lo que, con suma agudeza, plantea Paula Bach. Por un lado, a una colectivización del capital que usufructua los servicios y que se opone a lo privado del capital ocupado en el campo de la producción[36]. Por el otro, a una estrategia para apuntalar la tasa general de lucro e incluso, para incrementarla[37], retardando su caída o volviéndola muy lenta.
Sin incurrir en un “defensismo” a ultranza, dogmático y autoritario de Marx, nos surge posible dibujar que en la ardua discusión entablada existen “casos emblemáticos”, la mayoría de los cuales habrían sido enfocados por él, lo cual es disparador para lucubrar otras “orillas” que, por estar históricamente situado, no pudo siquiera imaginar, tal como indefectiblemente nos ocurrirá a los que habitemos un siglo XXI capitalista.
En nuestra opinión, esos “ejemplos ejemplares” son:
a) los asalariados de las ramas del transporte de mercancías y de personas;
b) los empleados de comercios mayoristas y minoristas;
c) los asalariados de comercios al menudeo;
d) los que ofrecen servicios individuales;
e) los empleados en actividades vinculadas al Estado;
f) los servicios de carácter colectivo, como la educación, la medicina, las telecomunicaciones, la industria del espectáculo y del entretenimiento, etc.
En conexión con lo abocetado ligeramente, respondemos:
a) cierto porcentaje de las ramas del transporte de mercancías y de personas, son necesariamente obreros productivos, esto es, trabajadores que ceden pluslabor que se cristaliza en plusvalía.
Sin embargo, no siempre ocurre que la supervalía total que se convierte en ganancia media se compone exclusivamente de la plusvalía gestada por dichos obreros: puede haber un porcentaje de plusvalor que viene de la cesión de supervalía de los sectores directos de la producción. Incluso, puede haber una fracción de la ganancia (no de la plusvalía, concepto que es diverso del anterior) que se integra del fondo que se origina por los magros salarios de los obreros improductivos del sector[38].
Por ende y tal como lo hemos adelantado, al lado de esa imprescindible cantidad de obreros productivos hay también obreros improductivos.
Un caso especial de la industria del transporte, lo constituye el “alquiler”, la construcción y/o venta de vías de comunicación para mercancías e individuos. Aquí, la plusvalía y la ganancia emergen de la explotación de los obreros productivos que fabrican tales vías. Pero en lo que se refiere al “alquiler” de las mismas, el lucro no se constituye por plusvalor sino por interés[39]; ni siquiera es pertinente la categoría “renta de la tierra”.
Para el caso de la venta por parte del Estado y siempre que exista una porción de su presupuesto que opere como capital, la ganancia se integra de la supervalía que se extrae de los atareados en la fábrica de las vías mencionadas. En cualquier circunstancia, el Estado asume los costos de circulación del capital social global.
Ahora bien, por analogía con el ejemplo de la construcción de “rutas” para el transporte de mercancías y personas, la explotación económica de recursos naturales estratégicos (litio, petróleo, gas, etc.) genera beneficios que se componen con fuerte preponderancia, de un interés[40] particular que tales unidades le cobran a terceros por el monopolio de recursos sustanciales para la reproducción de la comuna en el tiempo. Por supuesto, existen porcentajes disímiles (al igual que en la mayoría de las situaciones acerca de las que razonamos) de obreros productivos e improductivos.
b) Si los emprendimientos del Estado son actividades que se ubican en cualquiera de las esferas ya enumeradas de la vida colectiva, pueden valorizar capital de acuerdo a las lógicas pertinentes que, en alguna medida, se detallan en el curso de estas especulaciones. De lo contrario, sus niveles internos se guían con la dinámica de las tareas llevadas a cabo por obreros improductivos.
c) Casi siempre, porcentajes elevados de asalariados en los comercios mayoristas y minoristas, no son obreros productivos. Hay una cantidad que sí son trabajadores productivos[41].
Si bien Marx indica que un número determinado de los empleados en tales comercios añaden supervalía a la ganancia, como en el caso de los laborantes de los depósitos que albergan por infinidad de causas, las mercancías que luego irán a los desiguales mercados[42], el grueso de la pluslabor que se transfigura en beneficio se origina en la esfera de producción directa.
Así, lo que los capitalistas comerciantes efectúan es un “puente” y cobran por ello a los industriales.
d) Los comerciantes al menudeo no son capitalistas sino independientes que hacen circular mercancías[43] y que pueden acaparar dinero bajo el carácter de patrimonio-dinero[44], es decir, no en tanto capital-dinero sino como un “fondo” de seguro contra las incertidumbres de la existencia.
Si la cantidad de “personal” utilizado lo permite, podrá encontrarse un número variable de obreros improductivos y de independientes, temporarios o no.
e) En lo que se refiere a los denominados “servicios”, seguimos a Paula Bach en su diferenciación entre los que serían pasibles de llamarse “individuales” (e1), muchos de los cuales aborda Marx, y otros que, por contraposición, tendrían unos rasgos más “colectivos” (e2), algunos de los cuales Marx también pincela. En esta proporción, nos orienta en el estudio de servicios que no aparecieron en su época, tales como la industria cultural (entretenimiento, etc.).
e1) Algunos “servicios personales” no son necesariamente ofertados por obreros improductivos; también encontramos a artesanos, quienes (según nuestras investigaciones) pertenecen a los “sectores independientes”.
Muchos de los “servicios individuales” pueden ser ejecutados para intercambiarse por simples ingresos, o pueden ser explotados en sentido capitalista. Un abogado es improductivo si labora para sí mismo, pero es un obrero productivo si integra un “buffet” que lo regentea un capitalista.
Incluso, puede darse la tristeza de que un pequeño “negocio” de prostitución no llegue a los niveles de una explotación de carácter capitalista (como el “burdel” de la famosa “rusa” María de Salta), ni tampoco se componga de “meretrices” improductivas, sino que adquiera la fisonomía de un “emprendimiento” de independientes, de los perfiles de los que suelen hallarse en el célebre “Bajo” de la capital de nuestra provincia.
e2) Por las pausas introducidas por argumentos esquemáticos, estamos en condiciones de hipotizar que las actividades propias de las telecomunicaciones y de lo enlazado con la “cultura”, son ramas que “anidan” en el proceso de consumo.
La ganancia de la industria de las telecomunicaciones y de la industria cultural, puede estar integrada, como en ejemplos anteriores, por cantidades variables de pluslabor entregada por los eventuales obreros productivos que existan, por el plustiempo cedido por los trabajadores improductivos que haya, y por el plus regalado por los independientes que se utilicen para asumir distintos roles, pero lo significativo de ella emerge de lo que se gesta en la producción directa asociada con ese circuito de inversiones: vg., en la fabricación de hardware, en los insumos de las impresiones, en los materiales usados en la transmisión de información, energía y calor, etc.
Ahora bien. Con cierta legitimidad, es factible que alguien se interrogue acerca de cuál es la “utilidad” y/o actualidad de un análisis casi “talmúdico” de las afirmaciones del nacido en Tréveris. Una respuesta viable a esta postura pragmático-política que exigiría una orientación para influir en el curso de los acontecimientos, sería quizá que las opciones prácticas tienen distinto “color” y se las interpreta con otros “prismas” si partimos de la idea, expuesta por las autoras mencionadas supra, de que los obreros improductivos y/o los sectores independientes son fragmentos de la clase expoliada por el capital, o si sostenemos que tales segmentos no pertenecen a las clases dominadas.
También la concepción de la dinámica capitalista es diferente: en un caso, se observa con asombro la emergencia “no prevista” de un supuesto “capitalismo de servicios” y en la otra “línea”, se constata que los grupos que no son clase explotada crecen porque el capitalismo multiplica el tesoro a tal extremo, que no bastan las clases dominantes para consumirla. Gramsci, en medio de las desesperantes condiciones de las mazmorras fascistas, era consciente de que con el despliegue de las potencias creadoras del capital, se abultaban los sectores “parásitos” o los conjuntos asociados al proceso de consumo suntuario, improductivo y por mor de un distinguirse de los integrantes de los grupos subalternos[45].
Para apresurar una conclusión: dos diagnósticos, otras tantas probables acciones.
[1] López, Edgardo Adrián “Semiótica y Materialismo Histórico: una confluencia oportuna para la teoría de los grupos sociales” en Revista 4. Escuela de Historia. Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional de Salta (UNSa.). Talleres Gráficos M. G., Salta, Año 4, vol. I, N° 4, año 2005: 267/286.
Engels, Friedrich Revolución y contrarrevolución en Alemania. Editorial Polémica, Buenos Aires, 1976.
Le Bret “Prólogo” en Cyrano de Bergerac, Hercule Savinien Viaje a la Luna. Espasa Calpe, Madrid, 2000.
Montaigne, Michel de Ensayos (I). Altaya, Barcelona, 1995.
[2] Lamelas Paz, Gabriela “¿Es productivo el trabajo de servicios?” en Lucha de clases. Revista marxista de teoría política. Cooperativa Chilavert, Buenos Aires, N° 5 (segunda época, julio de 2005): pp. 121-132.
[3] Bach, Paula “El ‘sector servicios’ y la circulación del capital: una hipótesis” en Lucha de clases ..., pp. 105-120.
[4] López, Edgardo Adrián “Semiótica y Materialismo Histórico: una confluencia oportuna para la teoría de los grupos sociales” en Revista 4. Escuela de Historia. Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional de Salta (UNSa.). Talleres Gráficos M. G., Salta, Año 4, vol. I, N° 4, año 2005: 267-286.
Marx, Karl Heinrich Teorías sobre la plusvalía. Vol. II, Cartago, Buenos Aires, 1975.
[5] Marx, Karl Heinrich Capítulo VI (inédito). Siglo XXI, Buenos Aires, 1972.
[6] Marx, Karl Heinrich El capital. Vol. I, Cartago, Buenos Aires, 1983.
Marx, Karl Heinrich El capital. Vol. II, Cartago, Buenos Aires, 1983.
[7] Gramsci, Antonio Cuadernos de la cárcel. Tomo 4. Cuadernos 9-12. Ediciones Era, México, 1986, p. 218.
[8] Los teóricos del “capitalismo de consumo”, que sostienen que la “vieja” teoría del valortrabajo es inadecuada para explicar la formación de los precios de mercancías-signos como la marca, seguramente se ocuparían con ahínco en buscar ejemplos de situaciones en las cuales habría que “aplicar” dos o más “parámetros” de los enunciados, pero que fuesen incompatibles. En un imaginario contexto de esos claroscuros, hay que optar por usar sólo uno de ellos incluso existiendo el riesgo de no captar en su complejidad el tipo de labor que es estudiada.
[9] Marx, Karl Heinrich Teorías sobre la plusvalía. Vol. I, Cartago, Buenos Aires, 1974, pp. 334-335.
[10] Marx Teorías sobre la plusvalía, pp. 144/147.
[11] Marx Teorías sobre la plusvalía, pp. 341-342.
[12] Marx Teorías sobre la plusvalía, p. 146.
[13] Bach* acierta al expresar que la tarea manual puede intervenir en la creación de bienes inmateriales, y que el trabajo intelectual es apto para moldear valores de uso materiales.
*Bach, Paula “El ‘sector servicios’ y la circulación del capital: una hipótesis” en Lucha de clases. Revista marxista de teoría política. Cooperativa Chilavert, Buenos Aires, N° 5 (segunda época, julio de 2005): p. 108.
[14] Marx, Karl Heinrich Capítulo VI (inédito). Siglo XXI, Buenos Aires, 1972.
[15] Marx Capítulo VI (inédito).
[16] Marx, Karl Heinrich Teorías sobre la plusvalía. Vol. I, Cartago, Buenos Aires, 1974, p. 145.
[17] Aquí, debido a las peculiaridades de la industria que rápidamente tratamos, el universo de la producción se difumina con el de la reproducción del capital apostado en el transporte: más que nunca, el traslado de mercancías e individuos es producción de pluscapital que es su reproducción.
[18] Marx, Karl Heinrich El capital. Vol. II, Cartago, Buenos Aires, 1983, p. 60.
[19] Marx El capital, p. 125.
[20] Marx, Karl Heinrich Teorías sobre la plusvalía. Vol. III, Cartago, Buenos Aires, 1975, p. 295.
[21] Marx, Karl Heinrich El capital. Vol. II, Cartago, Buenos Aires, 1983, p. 125.
[22] Marx, Karl Heinrich El capital. Vol. III, Cartago, Buenos Aires, 1983, p. 293.
[23] No obstante, en general es creíble decir que el capital, por ser una forma estrecha “dentro” de la cual se tiene que “comprimir” la diversidad del tesoro, es “en sí” improductivo.
[24] En el ciclo de la reproducción del capital, son esenciales las formas típicas del capital/dinero y del capital-mercancía, cuyos paradigmas son el financista y el comerciante. Pero todo el conjunto, producción y reproducción, es indisociable por interferir cierta división del trabajo que los lleva a “cooperar” para la supervivencia del sistema.
[25] Marx, Karl Heinrich Teorías sobre la plusvalía. Vol. I, Cartago, Buenos Aires, 1974, p. 137.
[26] Marx Teorías sobre la plusvalía, pp. 195-196.
[27] Marx Teorías sobre la plusvalía, p. 216.
[28] Marx Teorías sobre la plusvalía, pp. 195/196.
[29] Marx Teorías sobre la plusvalía, pp. 240-241.
[30] Marx Teorías sobre la plusvalía, p. 158.
[31] Marx Teorías sobre la plusvalía, p. 139.
[32] Marx Teorías sobre la plusvalía, p. 139; f. i., los sastres.
[33] Marx, Karl Heinrich Teorías sobre la plusvalía. Vol. III, Cartago, Buenos Aires, 1975, p. 294.
[34] Contra Lamelas Paz, Gabriela “¿Es productivo el trabajo de servicios?” en Lucha de clases. Revista marxista de teoría política. Cooperativa Chilavert, Buenos Aires, N° 5 (segunda época, julio de 2005): pp. 121-132.
[35] Marx, Karl Heinrich Teorías sobre la plusvalía. Vol. I, Cartago, Buenos Aires, 1974, pp. 133, 135.
[36] Bach, Paula “El ‘sector servicios’ y la circulación del capital: una hipótesis” en Lucha de clases. Revista marxista de teoría política. Cooperativa Chilavert, Buenos Aires, N° 5 (segunda época, julio de 2005): pp. 118/119.
[37] Bach, Paula “El ‘sector servicios’ y la circulación del capital: una hipótesis” en Lucha de clases ..., pp. 119-120.
[38] Marx, Karl Heinrich y Friedrich Engels Correspondencia. Cartago, Buenos Aires, 1975, p. 205.
[39] Marx, Karl Heinrich Elementos fundamentales para la crítica de la Economía Política. Borrador (1858-1859). Vol. II, Siglo XXI, Buenos Aires, 1972, nota tachada al pie de la p. 14, y pp. 20, 22.
[40] López, Edgardo Adrián López, Edgardo Adrián Historia, Semiótica y Materialismo crítico. Segmentaciones sociales y procesos semióticos: la dialéctica base-superestructura. Tesis Doctoral dirigida por el Lic. Juan Ángel Ignacio Magariños Velilla de Morentin. Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional de Salta (UNSa.), Salta, Pcia. de Salta, Argentina. Inédito.
[41] Marx, Karl Heinrich El capital. Vol. III, Cartago, Buenos Aires, 1983, p. 294.
[42] Marx, Karl Heinrich El capital. Vol. II, Cartago, Buenos Aires, 1983, p. 131.
[43] Marx, Karl Heinrich Elementos fundamentales para la crítica de la Economía Política. Borrador (1858-1859). Vol. I, Siglo XXI, Buenos Aires, 1971, p. 192/193.
[44] Marx Elementos fundamentales para la crítica de la Economía Política. Borrador (1858-1859), pp. 467/468.
[45] Gramsci, Antonio Cuadernos de la cárcel. Tomo 4. Cuadernos 9-12. Ediciones Era, México, 1986, p. 219.