El cliente interno
Juan J. López Sobejano
(CV)
Desde hace unos años se han incrementado las referencias teóricas a conceptos
como “marketing relacional”, “marketing interno” o “cliente interno”, todas
ellas relacionadas entre sí. La utilización de estas nuevas construcciones
conceptuales refleja un nuevo enfoque de las relaciones empresa-cliente que en
ocasiones no se materializa en el día a día.En concreto la expresión “cliente
interno” no hace sino mostrar una nueva forma de entender el proceso de
producción, principalmente en empresas de servicios, y las relaciones que se
generan dentro de la propia organización.El cliente interno va indisolublemente
unido al marketing interno, que no es sino la aplicación de los principios del
marketing, yo añadiría que relacional, a los trabajadores de la organización.
Con ellos se pretende lograr una mayor lealtad, identificación y compromiso con
las estrategias de la empresa.
El concepto de cliente interno da la vuelta a la pirámide de mando. Ya no
servimos al jefe, sino que servimos a los clientes, y es el jefe quien nos sirve
a nosotros en cuanto que clientes internos ofreciéndonos liderazgo, motivación,
formación y aquellos instrumentos que faciliten y mejoren nuestro trabajo. Para citar este artículo puede utilizar el
siguiente formato:
López Sobejano,
J.J.: “El cliente interno" en
Contribuciones a la Economía, enero 2007. Texto completo en http://www.eumed.net/ce/
"Contribuciones a la Economía" es una revista
académica con el
Número Internacional Normalizado
de Publicaciones Seriadas
ISSN 16968360
juanje68@hotmail.com
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El cliente interno implica reconocer al trabajador como el principal activo de la empresa, no como un coste. Supone apostar por una fuerza laboral estable y en constante proceso de formación, a la que se aplica el llamado salario emocional (valor que recibe el trabajador más allá del estrictamente monetario). Supone fidelizar al empleado reconociendo su valor y su posición dentro de la empresa.La aplicación de este concepto de cliente interno permite reducir o anular lo que yo llamo “servicio cero o negativo” (un trabajador nuevo siempre necesitará un periodo de adaptación y, posiblemente, otro trabajador que le enseñe la estrategia de la empresa) al disminuir la rotación de trabajadores, aumenta la identificación del empleado con el proyecto y filosofía empresarial, evita peligros de mala publicidad en los momentos de la verdad entre el empleado y el cliente, fideliza clientes al encontrarse estos en un entorno más cómodo y relajado y disfrutar de una estructura de servicio en red y no piramidal, disminuye gastos al evitar posibles errores de nuevos trabajadores y al estar los antiguos empleados familiarizados con las gestiones estandarizadas.
Entonces, si esto es así ¿Por qué no se aplica de forma generalizada en las empresas turísticas? No olvidemos que el trabajador turístico es la primera imagen de la empresa frente al cliente y crea, junto con él, el servicio al ser consumido. En primer lugar porque el trabajador es, para el empresario, un coste y no un activo, monetarizando dicho empresario el proceso asignando a cada agente un valor. Por otro lado hay una cierta desconfianza hacia el trabajador por la posibilidad de “acomodarse” en el puesto, lo que explica el elevado nivel de rotación. No podemos olvidar las reticencias, tanto de trabajadores como de directivos, al cambio por suponer un esfuerzo y la creación de nuevas estructuras mentales que no todos están dispuestos a asumir. Además hay una evidente falta de formación de muchos directivos en este tipo de temas y la ausencia de departamentos integrales de marketing en los que el marketing relacional tenga peso específico.En definitiva, aplicar el concepto de cliente interno supone una nueva forma de acercarnos al cliente y de estructurar nuestra organización, trastocando los valores tradicionales y creando otros nuevos más acordes con los gustos y deseos del visitante actual.
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