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Número Internacional Normalizado
de Publicaciones Seriadas
ISSN 16968360
Pagina nueva 1 Cambio Climático: de Adán al Protocolo de Kyoto.
Mario Luís Perossa (CV)
Universidad de Buenos Aires
marioperossa@yahoo.com.arRESUMEN: Desde tiempos inmemoriales el ser humano ha interactuado con los recursos naturales disponibles en su medio, y valiéndose de los mismos logró forjar su cultura y su identidad, ha crecido intelectualmente en la misma medida en que con técnicas nuevas iba dominando el planeta que nos cobija; siempre creando, siempre haciendo, siempre siendo el dueño de sus decisiones y de su futuro. A partir de la Revolución Industrial y debido a la quema de combustibles fósiles -petróleo y carbón especialmente- cambió la relación atmosférica de gases de efecto invernadero aumentando la temperatura media del último siglo, en una proporción mayor que en los últimos 10.000 años, afectando seriamente el futuro de las generaciones venideras.
PALABRAS CLAVE: cambio climático, GEI, ciclo del carbono, Protocolo de Kyoto, contaminación ambiental.
ABSTRACT: As from immemorial times human beings have interacted with the natural resources available in their environment. Using the aforementioned resources man has forged its culture and identity. The new techniques applied in the dominance of the planet, in which we dwell on, are the result of the intellectual grown up experienced by human beings. Man has always been the owner of its decisions and future creating and executing them. As from the Industrial Revolution and due to the burning of fossil fuels – especially petrol and carbon- the atmospherical relation of greenhouse effect gases has changed, thus increasing the average temperature of the last century in a higher proportion than in the last 10,000 years. As a consequence, the future of the coming generations shall be seriously affected.
KEY WORDS: climatic change, GEG (greenhouse effect gases), cycle of the carbon, Kyoto's Protocol, environmental pollution.
Para citar este artículo puede utilizar el siguiente formato:
Perossa, Mario Luís “Cambio Climático: de Adán al Protocolo de Kyoto", mayo 2006. Texto completo en http://www.eumed.net/ce/
Desde tiempos inmemoriales el ser humano ha interactuado con los recursos naturales disponibles en su medio, y valiéndose de los mismos logró forjar su cultura y su identidad, ha crecido intelectualmente en la misma medida en que con técnicas nuevas iba dominando el planeta que nos cobija; siempre creando, siempre haciendo, siempre siendo el dueño de sus decisiones y de su futuro.
En un principio, esta relación con la naturaleza fue una unión beneficiosa, el hombre era sólo una especie más dentro del conjunto de los seres vivos. Técnicas y herramientas sencillas eran las que utilizaba para su mejor proveer, lo que el medio ofrecía era lo que utilizaba con buen tino e imaginación para mejorar sus resultados. Aprendió a dominar el fuego, a forjar metales, a sembrar y cosechar. Domesticó animales, descubrió los textiles, sintió el poder que tenía y cómo usarlo.
Y fue precisamente con los textiles donde el hombre comenzó una evolución como nunca antes había tenido, una verdadera re-evolución de la industria que lo llevaría a multiplicar de manera impensada la producción de bienes, nunca tan escasos como hasta ese entonces.
Y también fue precisamente cuando se dio este cambio en los sistemas de producción que también ocurrió el comienzo en el quiebre del equilibrio que la Naturaleza tenía tan bien concebido para el mundo, si bien demoró hasta la década de 1970 para hacerse tangible y efectivo. Fue a partir de la Primera Revolución Industrial que el hombre comenzó a producir en escala y también a contaminar en escala cada vez mayor el suelo, el agua y el aire; durante los últimos 200 años hemos estado quemando combustibles fósiles no renovables en una cantidad cada vez mayor, y liberando a la atmósfera una cantidad enorme de dióxido de carbono que nuestros bosques (cada vez más raleados) ya no tienen capacidad de absorber. Como resultado de esto la temperatura media terrestre ha aumentado 0,6º C durante el siglo XX y se espera un aumento de entre 1,4º C y 5,8º C para los próximos cien años. Si bien no parece mucho comparado con los cambios de temperatura entre la época estival e invernal a la que estamos acostumbrados, debemos compararlo con los cambios que se han realizado en el planeta: de darse el cambio menor de los esperados, sería mayor que en cualquier otro siglo de los últimos 10.000 años, lo cual no es poco.
Éstas actividades más algunos métodos de explotación agrícola actuales –el uso intensivo de fertilizantes especialmente- han provocado un aumento de gases de efecto invernadero como comúnmente se los conoce a aquellos que retienen en nuestra atmósfera parte del calor solar que recibimos y de este modo nos permiten tener una temperatura ideal para el desarrollo de la vida tal como la conocemos. De no existir estos gases nuestro planeta sería tan frío como la Luna, y tan yermo como la misma.
Como respuesta en 1983 se crea la Comisión Mundial sobre Medio Ambiente y Desarrollo, quien en su reporte de 1987 titulado “Nuestro Futuro Común”, define desarrollo sustentable como: “un desarrollo que satisface a las necesidades del presente sin menoscabar la capacidad de las futuras generaciones de satisfacer sus propias necesidades”. Surge el concepto de “sustentabilidad” tal como lo conocemos hoy.
Siempre en el plano internacional, se sanciona en el año 1994 la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático que en su artículo 2 se propone como objetivo “Estabilizar las concentraciones de GEI en la atmósfera a un nivel que no impida interferencias antropogénicas peligrosas en el sistema climático”. Según estudios realizados en el seno de las Naciones Unidas, la concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera terrestre es un elemento indispensable para el aumento global de la temperatura en el planeta, y esto se manifiesta de diversos modos:
Aumento general de la temperatura en la Tierra.
Descongelamiento parcial de las masas heladas, con el consiguiente aumento en el nivel del mar.
Cambio en el régimen de siembra y cosechas.
Ampliación del radio de acción de enfermedades “transmitidas por vectores”, como el paludismo.
Cambio en los hábitats naturales.
Desaparición de especies.
Cambios en la flora y en la fauna silvestre.
Círculo vicioso: altas temperaturas, desertificación, menores sumideros de carbono, mayor concentración de GEI.
El cambio climático que estamos viviendo tiene una relación directa y unívoca con el desarrollo logrado por los países industrializados de América del Norte, Europa Occidental y el Japón; en un mundo donde la energía por excelencia se basa en el petróleo y el carbón, la quema indiscriminada de los mismos que tardaron millones de años en formarse y sólo algunos cientos para consumirlos tiene un balance extremadamente negativo para el ciclo del carbono que pasó rápidamente de estar contenido en estos recursos a ser liberados al ambiente con el consiguiente aumento de la concentración de los GEI en la atmósfera y el recalentamiento global. La peor parte de todo este proceso es que el bienestar logrado por algunos países hoy aqueja a miles de millones de personas que viven en países en vías de desarrollo y tienen muy pocos recursos que hoy deben destinar a subsanar problemas generados por el cambio climático, tales como hacer frente a tormentas de una violencia inusitada hasta entonces, contaminación de fuentes de agua dulce por el avance del nivel del mar, pérdida de zonas costeras e inundación de llanuras con la consiguiente pérdida de cultivos y brotes de enfermedades que en lugar de desaparecer, avanzan con mayor fuerza que antes tales como el paludismo, el cólera, etc.
Una participación más activa de las Naciones Unidas ocurrió en 1997, cuando se sancionó el Protocolo de Kyoto durante la Convención de Cambio Climático que se celebro dicho año en Japón. Es aquí donde los países industrializados se comprometen a reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero en un promedio de 5,2 % aproximadamente respecto de sus emisiones del año 1990, a cumplir en un primer período llamado de compromiso y que abarca desde el año 2008 hasta el 2012. En el mismo Protocolo se definen los gases de efecto invernadero a los siguientes:
Dióxido de Carbono (CO2)
Metano (CH4)
Óxido Nitroso (N2O)
Hidrofluorocarbonos (HFC)
Perfluorurocarbono (PFC)
Hexafluoruro de azufre (SF6)
Se formula el CO2-equivalente como unidad de medida, ya que todos estos gases pueden reducirse por su capacidad de retener el calor en forma equivalente al dióxido de carbono.
Es aquí donde se reconoce que el problema del calentamiento gradual del planeta es un tema que nos afecta a todos por igual pero las responsabilidades son diferenciadas, y es por ello que en el Protocolo de Kyoto se propone una reducción en la emisión de GEI en aquellos países desarrollados que se mencionan en su anexo A.
Resulta importante destacar que tanto los EEUU como Australia están entre los países que más contaminan el ambiente y no ratificaron el mismo para no tener que reducir sus expectativas de crecimiento económico. Cabe recalcar que estos dos países solos son los responsables de la emisión del 33% aprox. de los GEI.
Estudios privados afirmaban que acatar el PK le hubiera significado a los EEUU una inversión no menor a u$s 77.000 M por año. Debido a los problemas políticos que significa para los EEUU proveerse del petróleo necesario para su desarrollo –ya que el mismo proviene de una de las zonas más inestables políticamente del globo, y el ánimo antinorteamericano de la misma-, es que su presidente George W. Bush decidió volcar fondos (cerca de u$s 10.000 M anuales) y esfuerzos hacia la búsqueda de fuentes de energía alternativas para reducir la dependencia del mismo, orientando las inversiones hacia el uso de nuevas tecnologías e incentivos para el financiamiento de otras fuentes de energía tales como el viento, el hidrógeno y el etanol; como así también el carbón y la energía nuclear, que si bien también esta última es contaminante no lo es tanto como el petróleo. Aunque esto se debió a razones de puro interés económico y político, fue saludado por los ambientalistas del mundo como un avance más extra-Kioto es su lucha por un mundo más limpio; queda claro que esto no significa de modo alguno un cambio de posición de la política de EEUU con respecto al PK, ya que el mismo Bush dijo que el PK afectaría la economía (de EEUU) y no compartía el hecho que se excluyese a los países pobres (en vías de desarrollo) del compromiso de reducir sus emisiones.
El camino hasta Kyoto:
1988: Primera cumbre sobre cambio climático realizada en Toronto, Canadá. Se describe al impacto ambiental como apenas inferior al efecto causado por una guerra nuclear.
1990: Primer informe internacional del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático, donde los científicos advierten sobre la imperiosa necesidad de reducir los niveles de dióxido de carbono –principal gas causante del efecto invernadero- en un 60% con respecto a esa década.
1992: Se firma en Río de Janeiro la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (CMNUCC), donde se reconoce el principio de responsabilidad común pero diferenciada, correspondiente a las diferencias de crecimiento entre los países desarrollados y aquellos en vías de desarrollo. Se incluye una meta para el año 2000: que las emisiones sean iguales a las de 1990 en los países desarrollados.
1997: Durante la Tercera Conferencia de las Partes (COP3) que se celebra en Japón, se firma un nuevo e importantísimo documento conocido como el Protocolo de Kyoto (PK), donde los países desarrollados y algunos con
economías en transición (llamados países Anexo I) se comprometen a reducir sus emisiones de Co2e en aproximadamente un 5,2% con respecto a 1990, a cumplir en el primer período de compromiso en el período 2008/2012, para que los países Anexo I puedan cumplir sus metas de reducción, durante la COP desarrollada en Marruecos se firmó el Acuerdo de Marrakech que complementa al PK y donde se fijaron tres mecanismos de flexibilización:
Comercio de derechos de emisión.
Mecanismos de Implementación Conjunta.
Mecanismos de Desarrollo Limpio.
Comercio de derechos de emisión:
El primero se refiere a la venta de derechos de emisión entre países del Anexo I. Este caso corresponde cuando los esfuerzos de reducir sus emisiones por parte de un país Anexo I han sido mayores que los requeridos por el compromiso, este país puede comerciar esos excedentes de derechos de emisión para que otro país también Anexo I alcance de ente modo sus objetivos de reducción.Mecanismos de Implementación Conjunta:
Se refiere cuando un país de Anexo I (a través de empresas privadas o públicas) desarrolla acciones en otro país también Anexo I con reducción de emisiones o capturas de GEI.Mecanismos de Desarrollo Limpio:
Solamente este último mecanismo involucra a países No Anexo I. Cuando un país Anexo I realiza inversiones en países No Anexo I con intenciones de reducción de emanaciones GEI existentes o captura de los mismos debido a transferencia de tecnología, esas capturas o reducciones (que deben certificar) generan certificados de reducción de emisiones también computables para el logro de los objetivos propuestos por el PK.En una próxima entrega continuaremos analizando el Protocolo de Kyoto y los mecanismos a los que pueden hacer uso los países del Anexo I para cumplir con los compromisos asumidos.
Glosario:
GEI: Gases de Efecto Invernadero.
PK: Protocolo de Kyoto.
CMNUCC: Convención Marco de las Naciones Unidas para el Cambio Climático.
MDL: Mecanismo para un Desarrollo Limpio.
IC: Implementación Conjunta.
COP: Conferencia de las Partes, se refiere a las Conferencias anuales organizadas por las CMNUCC.
Co2e: Unidad de medida de las reducciones/permisos de emisión, equivalente a 1 tonelada de dióxido de carbono o su equivalente en otro GEI.
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