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"Contribuciones a la Economía" es una revista
académica con el
Número Internacional Normalizado
de Publicaciones Seriadas
ISSN 16968360
Injusta distribución de riqueza
Gabriel Boragina
gabriel.boragina@gmail.com
http://accionhumana.blogspot.com/Nota del editor:
Vea la crítica a este artículo de Ricardo A. Rodríguez de la Vega que está en
http://www.eumed.net/ce/2007a/rarv-bor.htmVea la respuesta de G. Boragina en
http://www.eumed.net/ce/2007a/bor-rarv.htm1. Introducción al tema
Dentro de los dogmas socialistas, campea en forma reiterada el de la "injusta distribución de la riqueza", el dogma socialista se basa, generalmente, en denuncias, pero es apabullantemente pobre en propuestas, un problema adicional, es que sus denuncias son insistentemente contradictorias unas con otras y autocontradictoras entre sí.
Hoy vamos a analizar el aparentemente "inocente" y plausible dogma de la "injusta distribución de la riqueza". Indefectiblemente, hay problemas cuando se confunden, en alguna frase, expresión o contexto, juicios éticos, morales o jurídicos y conceptos económicos, no es que no haya relación entre ellos, el problema es cuando esas conexiones causales se manipulan para obtener efectos en un sentido o en otro, en lugar de tratar de buscar la verdad en forma desinteresada. En la frase que analizamos "injusticia" es un concepto ético, moral o jurídico, en tanto que distribución de riqueza describe un fenómeno económico.
Para citar este artículo puede utilizar el siguiente formato:
Gabriel Boragina “Crítica de Hayek" en Contribuciones a la Economía, octubre 2006. Texto completo en http://www.eumed.net/ce/
2. "Lo" social y "lo" económico.
El primer grupo de malos entendidos, surge al pretender una artificiosa división entre "lo" social y "lo" económico. La economía es una ciencia social y alguien dijo "la más social de todas las ciencias", de modo tal, que intentar una artificiosa división entre fenómenos sociales y económicos, como si de cosas completamente diferentes se trataran, ya de por sí, nos conduce a errores mayúsculos, con lo que al pasar al terreno político, hacen que el bagaje de malos entendidos sea cada vez más descomunal.
3. Justicia y moral.
Por lo demás, los fenómenos económicos no son justos o injustos en si mismos, tampoco son morales, inmorales o amorales, son simplemente hechos, consecuencia de la acción humana, ilustremos esto con un ejemplo ya clásico: que una persona hiera o mate a otra es simplemente un hecho, que desde el punto de vista de la moral, la ética y la justicia podrá ser calificado de justo o injusto, si se juzga que el hecho fue ocasionado sin provocación de la víctima, se hablará de crimen, agresión o asesinato, si, por el contrario se juzga que el hecho fue ocasionado mediando provocación de la victima se hablara de "defensa propia" con lo cual el hecho quedará justificado y el autor libre de castigo. Esto mismo determinará la moralidad o amoralidad del hecho en sí mismo. Como explica Alberto Benegas Lynch (h) citando a Jellinek, "el derecho es un minimum de ética".
Un mismo hecho podrá en consecuencia ser justo o injusto, moral o inmoral. Esto no es relativismo ni jurídico ni moral, porque lo que determina la moralidad o inmoralidad de un hecho es el hecho completo, es decir, el hecho y las motivaciones del hecho, lo que incluye las actitudes y conductas, tanto del sujeto activo como pasivo, lo que deja incólume los conceptos morales de bien y mal. Todo hecho caerá, mas tarde o más temprano, dentro de una o la otra categoría.
4. "Justicia" e "injusticia" de la distribución.
Por aplicación de estos mismos principios, el hecho "distribución de riqueza" no es en sí mismo ni justo ni injusto como hecho aislado, como fenómeno económico, es algo que sucede cuando se produce un bien o servicio, lo que nos debería llevar a preguntarnos lo mismo respecto del fenómeno concomitante a la distribución, es decir, la producción.
Aquí no voy a analizar en detalle la falacia de Mill[1] ya que hay numerosísimas refutaciones a tal falacia, como por ejemplo, la del autor ya citado Alberto Benegas Lynch[2] , pero será indispensable conocer esta critica de Benegas Lynch (h) para comprender cabalmente lo que explicaré a continuación, por lo que animo al lector a leer aquella refutación. Yo me centraré en el aspecto moral, ético y jurídico de estas cuestiones. Baste aquí decir, que la base de la refutación a la falacia de Mill consiste en negar que producción y distribución sean dos fenómenos sucesivos, afirmando, en cambio, que son simultáneos, agregando a ello, que quien esto escribe comparte completamente dicha refutación.
Aclarado este punto continuaremos diciendo que para guardar un mínimo de coherencia el ataque a la injusta distribución debería derivar en un ataque análogo a la "injusta" producción, pero como campea en este terreno la doctrina de Mill ya citada, que considera producción y distribución como dos cosas diferentes, el ataque –habitualmente- solo se circunscribe a la distribución y no, en general, a la producción.
5. Inconsistencias y contradicciones.
Consecuencia de todo ello, hace que, en general, la producción reciba la calificación ética de "buena" y solo la distribución se considere susceptible de ser mala (o buena), mas aceptar el debate en estos términos conduce a errores, y lo que se debe hacer, es clarificar de que se habla, en realidad, cuando se alude a estos temas.
Los que claman por la "injusta distribución de la riqueza" aceptan implícitamente que el juicio ético de riqueza es por definición bueno, de lo que se quejan, lo que en realidad quieren decir con el término "injusto" es, "desigual" o "in equitativo", vale decir, utilizan tres palabras y conceptos diferentes para designar una misma cosa o idea. Bastará pues, referirse a la desigualdad de rentas y de patrimonios, porque lo que en verdad motiva la queja de estas personas, es la existencia de desigualdades entre las rentas y patrimonios de las personas, lo que ellos reducen, a su vez, al término "riqueza". El "problema", consiste –en definitiva para el socialista- en que la gente no es igual de rica, lo que es cierto, pero afirmar tal cosa y quedarse con ella, implica, sin mas, una simplificación inadmisible, porque debería ser evidente para el quejoso, que la gente no es igual de rica, sencillamente, por un hecho que ellos reputan natural en todos los demás aspectos humanos (menos en el económico) y es la evidencia irrefutable que la gente no es igual...en nada.
Como dijimos, en general, los socialistas no suelen referirse al hecho de que la gente es diferente en todo, curiosamente, en tanto guardan silencio respecto del hecho de las diferencias biológicas, psicológicas, anatómicas y físicas de las personas, y en algunos casos las admiten como naturales en forma expresa, solo se centran en las económicas, atacándolas.
Excepto el supuesto de mala fe, solo la ignorancia puede sostener que alguien que es diferente en todo lo demás, "deba" ser igual en lo económico, no se comprende que lo económico no es mas que el resultado de aquellas diferencias naturales, o sea, las biológicas, psicológicas, anatómicas y físicas de las personas.
Pero, dejando de lado lo anterior, ¿iguales a quiénes deberíamos ser todos, según los marxistas? Según ellos, a los ricos. Pero, nuevamente, la realidad nos indica que los ricos son ricos porque son diferentes a los pobres y que si las diferencias naturales no existieran, no habría ricos o no habría pobres, todos seriamos ricos o todos seriamos pobres. Mas lamentablemente, la naturaleza existe, y para nuestra dicha o pesar, la naturaleza es dispar, diferente, desigual. Y para mayor infortunio de los socialistas, el hombre, todos los hombres, todos los humanos en rigor, pertenecemos a ese mundo natural diferente, dispar, disímil.
Ergo, el socialismo es contra natura, al negar la evidencia de la diversidad natural. Pero, a su vez, es inconsistente, al aceptarla, aunque sea tácitamente, en muchos aspectos vitales, menos en el económico.
6. Mercado y distribución
Como dijimos otras veces, solo hay un caso en que la distribución puede realmente calificarse de injusta, y esto es, cuando se la obstruye o bien directamente se la impide, lo cual a su vez, solo puede ocurrir mediando el uso de la fuerza, en este ultimo caso, la distribución se altera porque el uso de la fuerza, en general, se ejerce contra el proceso dentro del cual la producción se genera, es decir, el proceso de mercado. Recordemos que cuando aludimos, sin mas, al fenómeno cataláctico "producción", en dicha expresión, implicamos los conceptos "producción / distribución" en el sentido dado por la escuela austriaca de economía, de un solo fenómeno con dos aspectos o (en términos de Alberto Benegas Lynch (h)) las dos caras de una misma moneda. El mercado es el proceso dentro del cual tiene lugar la producción y distribución de bienes y servicios, esto, a su vez, se hace posible por la existencia de miles de millones de arreglos contractuales en el sentido más amplio de la locución, desde el mas cotidiano (comprar caramelos en un kiosco) hasta el mas grande y complejo (industriales, empresariales, etc.).
A mi criterio, este es proceso es justo, cuando es libre y voluntario, o sea, no coactivo, y deja de serlo, cuando se obstruye -o directamente se impide- el ejercicio de la libertad y voluntariedad de los agentes que en él intervienen, esto es lo que marca las diferencias entre una economía libre y otra intervenida o dirigida.
[1] Producción y distribución, como hechos económicos separados o diferentes, parte de ideas elaboradas por el célebre economista ingles John Stuart Mill, autor clásico cuya influencia en el tema ha perdurado hasta nuestros días, a tal punto que aun hoy en las facultades de economía se continúa enseñando este tema conforme las doctrina que diera Mill hace mas de doscientos años.
[2] Véase, v.g. Socialismo de mercado, en Libertas, edición semestral de ESEADE.
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