TEXTOS SELECTOS

CURSO DE ECONOMÍA SOCIAL

 

R. P. Ch. Antoine

 


 

 

 

La oferta y la demanda.

En sentido general, hay oferta y demanda, lo mismo de parte del comprador que del vendedor. El comprador ofrece dinero y demanda en cambio una mercancía; el vendedor ofrece una mercancía y demanda dinero. Pero, en economía política, se ha convenido considerar la oferta y la demanda en relación con las mercancías. En este caso, el vendedor es el que ofrece y el comprador el que demanda.

Cuando aumenta la cantidad de bienes cambiables, tienden, en iguales circunstancias, a disminuir el valor, y, por consecuencia, el precio. Tal es el caso de los objetos manufacturados que, en la actualidad, se hallan sumamente multiplicados y a bajo precio. Si la cantidad absoluta disminuye, su valor en cambio levanta. Así, la caza, a consecuencia de su desaparición sucesiva, alcanza precios cada vez más elevados.

Si se consideran, no ya las cantidades absolutas de bienes económicos disponibles que existen, sino las cantidades puestas en venta, se expresan las variaciones de los precios del valor de cambio por la ley de la oferta y de la demanda. Esta fórmula célebre, de la que tanto han abusado algunos economistas, significa que el curso de toda mercancía en un mercado, depende de la relación que existe entre la cantidad ofrecida por los vendedores y la cantidad pedida por los compradores. Si la demanda es superior a la oferta, el precio sube; si, por el contrario, la oferta es superior a la demanda, el precio baja.

Así concebida, la ley de la oferta y de la demanda está fundada en la naturaleza humana; expresa el hecho de la concurrencia. Cuando varios vendedores se hallan presentes, cada uno de ellos, para solicitar el comprador, bajará sus exigencias todo lo cerca posible del limite de los gastos de producción. Siendo mayores que la demanda las cantidades ofrecidas, es claro que la facilidad de adquisición aumenta por parte del comprador y hace bajar el valor. Si la demanda se halla en exceso, la adquisición se hace más difícil para el comprador y el valor sube.

Como se ve, el mecanismo de la oferta y de la demanda tiene, en último término, por base los dos elementos de valor de cambio: la utilidad y la dificultad de adquisición (la rareza).

Pero como hace notar muy bien el P. Pesch, la ley de la oferta y de la demanda no es una ley fatal y necesaria, no es el regulador único del valor y del precio. La verdad de que las cosas raras, esto es, difíciles de adquirir, son estimadas, no impone ninguna necesidad a la voluntad. En relación al comprador podemos considerar tres momentos: a), la rareza del objeto; b), la influencia de esta rareza sobre el juicio del valor; e), la influencia de este juicio sobre la voluntad y la conducta del comprador. La rareza es una propiedad del objeto que, con la mayor frecuencia, no depende en modo alguno de nosotros. El que se estime más un objeto útil de difícil adquisición, es una necesidad ele nuestro conocimiento y de nuestro juicio y no, como dicen Marshall y Menger, el resultado de una presión económica; nada más conforme con la razón que el hombre pague más cara una cosa rara y útil.

Sostener, por otra parte, que el valor y el precio se hallan únicamente determinados por la oferta y la demanda, es dejarse pagar con palabras, porque no hay relaciones conocidas ni leyes determinadas entre las variaciones re la oferta y de la demanda, de una parte, y de otra, la del valor, lo que constituye una primera imposibilidad. Y, en otros respectos, no se puede conocer con exactitud cuál es, de una parte, la cantidad de las demandas, y de otra, la santidad de las ofertas. Ahora bien; para llegar a una lev, a una relación necesaria, es precisa la reunión de esto, dos elementos: conocer exactamente la cantidad de las ofertas y la de las demandas, y además, conocer el baremo de las oscilaciones del valor, según las oscilaciones de las ofertas y de las demandas; pero nos faltan estos dos conocimientos (1).

Por ejemplo: si la cosecha de trigo aumenta una quinta parte, el precio del trigo disminuye, de una manera insensible; pero, por el contrario, si disminuye una quinta parte, inmediatamente este precio dobla. En la cosecha de los vinos, la proporción se modifica de una manera completamente distinta, sin más razón que la de que uno se priva más fácilmente de vino que de pan. Cuando un objeto es de moda, su precio no deja de aumentar a pesar del incremento de las ofertas; cesa la moda, y el precio se reduce a la nada a pesar de la disminución de las ofertas.

Entre las causas que influyen en la variación de los precios hay una que no podernos pasar en silencio y es el cambio en el valor de la moneda.


(1) Arnault, Resumé d'un Cours d'économie politique, p. 66.


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