El monometalismo o sistema del patrón único, es un régimen monetario en el cual un solo metal, el oro, por ejemplo, recibe el curso legal ilimitado; los otros plata, cobre o níkel, no se admiten más que a título de moneda de vellón (1).
El bimetalismo, o sistema del doble patrón, admite, al contrario, al curso legal completo, al oro y a la plata (2).
Es preciso en este caso, para asegurar la unidad, establecer una relación legal de valor entre estos dos metales. En nuestros días se halla establecida la relación de 1 a 15 y medio, es decir, que en valor nominal igual, las piezas de oro contienen quince veces y media menos metal fino que las piezas de plata. En Francia, por ejemplo, la pieza de oro de 5 francos no contiene más que 1 gramo, 45 de fino, mientras que la pieza de 5 francos de plata, contiene 22 gramos y se sacan ciento cincuenta y cinco piezas de 20 francos de un kilo de oro, mientras que no se recortan de un kilogramo de plata más que cuarenta piezas de 5 francos.
Los economistas partidarios del monometalismo pretenden que este sistema es más lógico. ¿No es lo más sencillo admitir un solo patrón, una sola medida? En realidad, el mejor sistema monetario no es siempre el más sencillo, sino más bien el que se halla expuesto a menos variaciones. Seguramente, si se pudiera encontrar un metal precioso en bastante abundancia para satisfacer a la necesidad de moneda que exigen las transacciones del mundo entero y de un valor perfectamente constante, no tendría razón de ser el bimetalismo. Pero no suceden las cosas así. Por otra parte, si con el doble patrón hay el riesgo de que las variaciones sean más frecuentes, también las atenúa cuando se producen. Cuando uno de los metales, el oro, por ejemplo, llega a ser objeto de una producción más abundante y baja de valor, el otro, la plata, tiende a desaparecer de la circulación (3). Al desaparecer, la plata deja el campo libre al oro en el preciso momento en que éste es más abundante; se multiplican, pues, los empleos ofrecidos al oro, encontrándose contenida el alza de los precios que resulta de la rarefacción de moneda. He ahí una ventaja sumamente preciosa que no podría conseguirse con el monometalismo, porque obliga a sufrir sin atenuación todas las variaciones del valor del metal elegido.
A pesar de los vivos ataques de que hoy es objeto el bimetalismo, está muy lejos de ser condenado por la teoría. Si todos los pueblos de Europa y América llegaran a entenderse para adoptarlo, la gran tensión del mercado abierto para los dos metales haría muy rara la ruptura del equilibrio así establecido, obteniéndose el mejor sistema monetario actualmente realizable.
(1) Los principales monometalistas son Miguel Chevalier, (Revue des Deux Mondes, Abril y Agosto de 1876.—Bonnet, Ibid,1878). Leroy-Beaulieu, Arnauné, Bamberge, Haupt, Stanley-Jevons y R. Giffen Nineteenth Century, Noviembre de 1889).
(2) El bimetalismo se ha defendido por Wolowski, Carey, Cernuschi, De Laveleye (Revue des Deux Mondes, 15 de Agosto de 1878, la Monnaie et le Bimetallisme international, 1891. Dana Oornton, Cucheval-Clarigny (Revue des Deux Mondes, Noviembre de 1822).-Edmundo Thirg, H. S. Foxwell (Revue d'economie politique, Junio de 1896).
(3) Este curioso fenómeno es resultado de una ley económica llamada ley de Gresham. Esta ley - renovación de Aristofanes -que en todo país en que circulen dos monedas legales, la moneda mala arroja a la buena. Esta ley encuentra su aplicación en los siguientes casos: 1.°, cuando una moneda gastada circula con una nueva; 2.°, cuando el papel moneda depreciado circula con una moneda metálica; cuando una moneda metálica cuyo valor intrínseco está en baja, circula con una moneda de valor constante. Este caso se presenta en casi todos los países que han adoptado a la vez la moneda de oro y la moneda de plata.