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La Nueva Fase de Desarrollo Económico y Social del Capitalismo Mundial
José de Jesús Rodríguez Vargas
III TEORÍAS DEL LIBERALISMO Y EL MONETARISMO
LA ECONOMÍA DEL CONTROL DE LA OFERTA
Norman B. Ture define al ofertismo como “la economía por control de la oferta (que) parece pedir una concentración de la política pública en el aumento de las ofertas o servicios productivos que se proporcionan en forma privada, de aquí la oferta de producción, en lugar de la concentración en la demanda agregada” o en otras palabras la receta ofertista “es una restricción del crecimiento en la demanda nominal agregada por medio de la reducción del aumento del gasto gubernamental y de la disminución de la tasa de aumento de la existencia de dinero al mismo tiempo que se eliminan o disminuyen los impuestos que frenan el incentivo para un esfuerzo orientado al mercado y para formación de ahorro y capital” .
Al igual que el keynesianismo, el ofertismo pretende aumentar el empleo, la producción y el ingreso, pero con medidas distintas; no con una creación y aumento de la demanda, sino con su reducción; no con aumento del gasto gubernamental sino con su disminución, al igual que la disminución de la tasa de crecimiento del dinero. Estas políticas, señalan, aumentan el empleo, la producción y el ingreso, y a la vez, disminuyen la inflación. La economía por control de la oferta es la aplicación de una teoría de precios, la microeconomía, en el análisis de problemas de tipo macroeconómicos. Une la teoría clásica, neoclásica y monetarista contemporánea con políticas económicas públicas. Sus antecedentes teóricos se encuentran en Adam Smith, J.B. Say, Alfred Marshall, Milton Friedman, Arnold Harberger, Gary S. Becker, Martin Feldstein, Michael Boskin, Arthur Laffer .
Para los ofertistas “un aumento en la existencia de dinero implica un aumento en el ingreso nominal, pero no corresponde al aumento en la producción e ingreso real”. En esto coinciden completamente con Friedman. Argumentan que el aumento en los bienes producidos depende del aumento en la cantidad de bienes de producción, o en la eficacia de su uso, y esto a su vez depende de un aumento en las recompensas reales para suministrar estos insumos. Y como la expansión monetaria por sí misma no consigue ningún aumento en estas recompensas reales y por tanto no impacta en el aumento de los insumos ni en la producción, lo único que resulta es un aumento de los precios.
Se oponen al gasto gubernamental en bienes y servicios, porque altera los precios relativos al cambiar la composición de la demanda agregada. Esta medida es fundamental en la política keynesiana, mientras que para los ofertistas al aumentar la demanda se aumentan los precios nominales, comparado con los precios a los que de otra manera se venderían en el sector privado y la consecuencia de esta distorsión en el precio es una reducción en compras del sector privado de este tipo de bienes y servicios. Además, no hay ningún cambio en la productividad, no aumenta la oferta de insumos de producción, no se altera la recuperación de capital, y tampoco hay cambio alguno en el insumo agregado, sólo un cambio de distribución.
El enfoque de la economía ofertista es facilitar un funcionamiento más eficaz del sector privado y permitir que la economía consiga a largo plazo la tasa de expansión del potencial total de producción. La política gubernamental más adecuada es una reducción en la tasa de impuesto al ingreso que genera aumentos en las ofertas de los servicios de mano de obra, de capital y de la producción y no estimula presiones inflacionarias. Rechazan que los déficit presupuestales sean necesariamente inflacionarios o que los aumentos en los desembolsos gubernamentales son la raíz de la inflación. Reconocen, que sí pueden ser inflacionarios en la medida en que es financiado por expansión monetaria y dependiendo del tamaño del déficit. Los ofertistas creen que se debe de romper la relación tradicional entre la expansión monetaria, el déficit del gobierno y la inflación, con un “crecimiento lento y fijo de la existencia de dinero” y su impacto positivo en la eficacia de los mercados. Es decir, la regla monetaria.
Una política monetaria exitosa, que detenga la inflación, incrementa la expansión de servicios de mano de obra y capital, aumenta los ingresos y la producción total. Mientras que con inflación, aumenta las tasas reales del impuesto al ingreso, en contra del esfuerzo y el ahorro, por lo tanto, reduce la expansión de mano de obra y bienes de capital y producción total. Los ofertistas proponen una política fiscal que fomente la producción fortaleciendo la oferta agregada. Con base en la disminución de los impuestos y al aumento de los incentivos se estimula a los factores de la producción impactando en un incremento en el ahorro, en el trabajo y en la producción empresarial. Es famosa la “curva de Laffer”, que propone una disminución de la tasa de impuestos para fomentar la producción, el ingreso y por consiguiente la recaudación fiscal, sin provocar un déficit gubernamental.
La economía del control de la oferta se basa en los teóricos clásicos y neoclásicos del librecambio, de tal manera que para David G. Raboy un ofertista debe de estar de acuerdo con la mayoría de las siguientes afirmaciones: el sistema de mercado proporciona el vehículo más eficaz para la distribución de recursos; es un mecanismo estable; se ajusta a los cambios de precios con relativa rapidez; al incorporar información de costos en el mecanismo de mercado, se reconoce que la economía se encuentra, más o menos, en un equilibrio continuo; los individuos y las empresas son racionales y se relacionan con conductas normalmente optimistas; éstos son sensibles a las recompensas después de los impuestos .
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