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La Nueva Fase de Desarrollo Económico y Social del Capitalismo Mundial

José de Jesús Rodríguez Vargas

 

III TEORÍAS DEL LIBERALISMO Y EL MONETARISMO



ESCUELAS MONETARISTAS LIBERALES

Las teorías económicas forman escuelas con sus seguidores, epígonos, críticos, exegetas; la matriz teórica, que a su vez es producto de muchos trabajos e ideas anteriores, crea y desarrolla corrientes que van a dar nombre a otras escuelas. Así fue con la economía clásica de Adam Smith, que le sucedió el ricardianismo, los socialistas ricardianos, los marxistas, los economistas vulgares y los marginalistas, como los principales exponentes y críticos. Lo mismo sucedió con Keynes y su Teoría general, que dio origen a los keynesianos ortodoxos, a los poskeynesianos, a los neokeynesianos, a la síntesis neoclásica, a la nueva economía keynesiana. La escuela monetarista liberal que se remonta desde John Locke y David Hume en el siglo XVII ha acogido en su seno a prominentes portavoces. A partir de la década de 1950 el monetarismo liberal se ha identificado con Friedman y de él, y los antecedentes históricos, han surgido corrientes de gran influencia en los medios académicos y gubernamentales en las últimas tres décadas como son las expectativas racionales y la teoría del control de la oferta. Pero por otra parte, por camino propio, manteniendo coincidencias y diferencias, siempre estuvo presente, desde la década de 1920, la corriente más fundamentalista, la de Hayek.

III.3.1.1 FRIEDRICH A. HAYEK

Para Hayek los “monetaristas” son la corriente comandada por Milton Friedman, “el máximo representante” . Define a esta corriente por la afirmación de que “la inflación se debe única y exclusivamente a la expansión monetaria arbitrada por nuestros gobernantes”, tesis que Hayek considera incontrovertible, aunque expresa algunas diferencias. Agrega a la anterior causa de la inflación las presiones de los sindicatos y otros grupos monopólicos, como el cártel del petróleo, que obligan a los gobiernos a adoptar políticas inflacionistas . Friedman no comparte estas causas, que para él son efectos del gasto público inflacionario.
En el punto de la teoría monetaria, Hayek critica a los monetaristas y a los keynesianos por enfocar “el problema macroeconómicamente, mientras yo sostengo que la teoría monetaria en forma alguna necesita ese enfoque, aun cuando no pueda olvidar por completo el concepto macroeconómico”, y prefiere “la alternativa microeconómica […] que se basa en la construcción de modelos” . Hayek expresa diferencias con respecto a la teoría cuantitativa del dinero, base del monetarismo friedmano, por ser “simplista en exceso”, ya que no analiza el problema en toda su complejidad”; la principal objeción que hace Hayek a dicha teoría es que “dada su índole macroeconómica, se fija solamente en el nivel general de precios y adolece de consustancial incapacidad para descubrir los efectos que sobre la relativa estructura de los precios produce una expansión de los medios de pago disponibles. No contempla, por ello, las consecuencias más graves del proceso inflacionario: la mala inversión de recursos y la generación del correspondiente paro laboral”; pese estas “reservas teóricas”, Hayek considera que “para la mayor parte de las aplicaciones de índole práctica es útil dejarse guiar por esta simplificada versión”. Se refiere a la versión neoclásica de Fischer .
Otra diferencia de Hayek con Friedman es la llamada “regla monetaria” en que el Banco central está obligado a una tasa de crecimiento del circulante de 3-5% anual. Hayek no confía en que sea “posible privar a las autoridades monetarias de todos sus poderes discrecionales con sólo fijarles la cantidad del incremento dinerario que deben y pueden añadir a la circulación cada año”; cree que se debe dar cierta discrecionalidad “para garantizar la convertibilidad de todos los tipos de cuasidinero en dinero real, cosa necesaria si queremos evitar serias crisis de liquidez o pánicos”. En lo que sí está de acuerdo es que “debemos intentar lograr un sistema más o menos automático que en tiempos ordinarios regule la cantidad dineraria”, aunque no porque las autoridades estén controladas por ley sino porque en principio ellas deben buscar tal regulación .
Mientras Friedman es un defensor del tipo de cambio flexible, Hayek lo es por el sistema de cambios fijos. Se opone a los tipos flotantes porque fomenta la política inflacionaria. Propone los tipos fijos debido a que éstos “constituyen el freno necesario, prácticamente irremplazable, para obligar a los políticos y a las autoridades monetarias a que mantengan una moneda estable” y por tanto afirma que sólo con paridades fijas se puede lograr a largo plazo un sistema de estabilidad internacional . También difiere en cuanto la indexación de precios. Friedman propone una especie de escala móvil de precios. Para Hayek es un “remedio parcial” para algunos de los síntomas de la inflación, que “debilitaría probablemente la resistencia ante la inflación, prolongándola y aumentándola, por consiguiente, y a la larga aumentaría considerablemente el daño ocasionado y el sufrimiento producido acarreando desempleo” .

 


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