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La Nueva Fase de Desarrollo Económico y Social del Capitalismo Mundial
José de Jesús Rodríguez Vargas
V. EL RUMBO DEL CAPITALISMO
PRODUCTIVIDAD DEL TRABAJO
Lo importante a largo plazo es la productividad, dicen los clásicos y The Economist . Sobre la productividad del trabajo se sustenta el edificio capitalista y el poder de una nación. La productividad es la piedra granítica. El debate de la Nueva Economía en Estados Unidos tuvo como su eje central el impacto de la productividad en los sectores económicos y su comportamiento cíclico o tendencial. Sobre esto he dado cuenta en III.2.
A pesar de mostrar una clara posición con respecto al debate, consideré, en aquel punto, que aún faltaban datos y tiempo para se definiera a un posible vencedor. Hoy con datos revisados y más recientes, algunos importantes participantes están redefiniendo su posición. En primer lugar, Robert M. Solow, el autor de la tesis de que las computadoras están en todas partes excepto en las estadísticas, y por lo tanto, no existía productividad alguna con la revolución tecnológica, ha expresado recientemente cierta aceptación cuando dice que “las empresas demoraron un poco en aprender a usar no sólo la tecnología de la información sino a cómo organizarse; es muy probable que al fin estemos observando los beneficios” .
La posición sobre la que giró realmente el debate de la segunda mitad de los noventa, sobre la productividad del trabajo, fue la del principal escéptico, Robert J. Gordon. En un trabajo más reciente sobre el tema reconoce que su posición sobre el papel preponderante del componente cíclico en la productividad durante el periodo 1995-1999, no se sostiene con base a la situación actual, mucho más optimista: “nuestro veredicto sobre el enigma #1 es que poco de la recuperación del crecimiento de la productividad en 1995-1999 fue cíclico, y casi todo representó un cambio fundamental en la tendencia” .
Gordon prevé que la economía de Estados Unidos está en camino de alcanzar una tasa de crecimiento de la productividad de casi tres por ciento anual en el periodo 1995-2005; es decir, que estima que del 2003 al 2005, el crecimiento del 2.9 por ciento será semejante a la del periodo 1995-2002. Pronóstico que lo ubica claramente en una posición optimista –incluso superior a los más optimistas del debate-, dejando atrás su clásico escepticismo.
Ahora, Gordon, explica el comportamiento de la productividad con base a la “hipótesis del retraso” de Paul A. David y aplica la analogía del motor de combustión interna para entender porque los resultados de la productividad de las computadoras personales se manifestaron hasta la mitad de los noventa. Así como se requirieron inversiones complementarias en carreteras y suburbios para alcanzar los beneficios completos del transporte y el automóvil, también –sostiene- fueron necesarias innovaciones complementarias en software y en tecnología de la comunicación para obtener los beneficios potenciales de la computadora personal, y que lo que realmente impulsó la recuperación de la productividad después de 1995 fue el “maridaje” entre la computadora y el software tipo Windows a las tecnologías de la comunicación que hicieron posible el Internet .
Con este trabajo de Gordon, podría quedar superada la discusión abierta precisamente por él mismo. En el momento de las definiciones, cuando la realidad de la productividad se expresa en las estadísticas y en la economía y, tirios y troyanos, están reconociéndola, el portavoz de la corriente escéptica, la revista The Economist, lanza su nueva posición: “la "paradoja de la productividad" ha sido resuelta”; reconoce que la “aceleración de la productividad ha sobrevivido a la crisis económica, contrario a lo que muchos esperaban” y “como resultado la productividad del trabajo de Estados Unidos ha crecido en un promedio de 3.3 por ciento en los pasados cinco años, el ritmo más rápido en décadas” y finaliza expresando que a largo plazo, la productividad del trabajo es el “único indicador económico importante” y, este, es un componente “real” de la “nueva economía” de Estados Unidos.
Los editores de la revista comparten la explicación cada vez más generalizada de que las nuevas tecnologías no elevan la productividad automáticamente, como lo “confirma las lecciones de la historia” y que las empresas necesitan tiempo para reorganizar sus procesos productivos y administrativos para hacer mejor uso y poder cosechar los beneficios. El pronóstico del crecimiento de la productividad para Estados Unidos en la próxima década lo ubica alrededor del 2.5 por ciento promedio anual, tasa que consideran tendrá un “impacto colosal en la creación de riqueza”, que elevará los salarios reales, las ganancias y niveles de vida de la población, además, reducirá el déficit gubernamental a través de una mayor recaudación de impuestos y será mucho más fácil pagar las pensiones del futuro .
Por otro lado, Martín N. Baily, uno de los principales defensores de la Nueva Economía, afirma en trabajo reciente que las dos incertidumbres –el componente cíclico y un aumento temporal debido al boom tecnológico- que había sobre la aceleración post-1995 han sido reducidas o eliminadas, porque la productividad se ha mantenido fuerte durante la recesión y la crisis tecnológica. Prevé un crecimiento “muy probable” de 2.5 por ciento en la productividad y un crecimiento potencial del PIB de tres a 3.5 en los próximos años; un segundo escenario es un “posible resultado” de 2.75 a tres por ciento de productividad y un producto potencial de casi cuatro por ciento. En cualquier caso Baily considera que los resultados serán suficientes para generar empleos, elevar los salarios y las ganancias, asimismo, en el largo plazo mejorarían las perspectivas presupuestarias .
Las recientes y nuevas posiciones de Solow, Gordon y The Economist, sellan la vieja discusión sobre la Nueva Economía y, sobre todo, confirman la continuidad de la revolución tecnológica basada en las tecnologías de la información y la comunicación. Estamos en medio de la revolución y está impactando la productividad en Estados Unidos y muchos otros países. No se acabó la revolución de la IT y de Internet con la recesión generalizada y, aún, se espera que pronto se despliegue una gran ola de innovación basada en la convergencia de las bio-, info- y nanotecnologías, cada una por sí mismo promete y juntas pueden sostener altas tasas de productividad y de crecimiento .
Aunque continúan los riesgos como el señalado déficit público, el déficit de la cuenta corriente y la deuda pública y familiar de Estados Unidos, la caída del dólar, el precio del petróleo, las deudas de países subdesarrollados, la deflación, el terrorismo, e incluso el aumento de las tasas de interés que impactarán los créditos hipotecarios, las perspectivas son optimistas para el año 2004 y a mediado plazo (alrededor de un quinquenio). Con base a información del tercer trimestre del 2003 se ha fortalecido el ánimo en los círculos gubernamentales de los Estados Unidos , en la Reserva Federal y en las proyecciones del FMI .
Se calcula que la productividad del trabajo, en el periodo de la recuperación 2002-2003, alcance tasas entre cuatro y cinco por ciento anual -crecimiento extraordinario no registrado en los últimos cincuenta años- y, posteriormente, reduzca su acelerado e insostenible ritmo para mantenerse a tasas superiores al 2.5 por ciento y, por tanto, que Estados Unidos se vuelva a convertir en la locomotora del mundo con un crecimiento por encima del potencial –éste se calcula entre tres y 3.5 por ciento.
Yo, también, apuesto a que la crisis cíclica y la recuperación vacilante quedó atrás y que son amplias las posibilidades del fortalecimiento de la onda larga expansiva tipo Kondrátiev para Estados Unidos y su aparición en pocos años en el ámbito mundial. No aseguro el crecimiento y desarrollo social permanente y absoluto, sino mejores tasas a largo plazo en los principales indicadores, comparadas con las existentes durante la onda descendente.
Actualización: Los resultados más recientes de la productividad del trabajo de Estados Unidos muestran que el buen comportamiento durante el debate de la Nueva Economía (2.5) y los primeros años del nuevo Kondrátiev –1996-2000- se mantuvo durante el año de la recesión (2.5) y casi se duplicó (4.4) en el bienio de la recuperación, 2002-2003. Estamos hablando de un crecimiento extraordinario, más grande y prolongado de lo previsto por los más optimistas de hace cuatro años, que ha superado con creces el exiguo crecimiento (1.4) durante la onda recesiva de 1974-1995. Gráfica V.2.
Las comparaciones son reveladoras del cambio del capitalismo de Estados Unidos: la larga onda expansiva anterior fue sostenida por un crecimiento de la productividad de 2.8 por ciento anual, en los nueve años de la actual onda Kondrátiev está creciendo al 3.1 por ciento anual, superior a los primeros años de la onda anterior. Los últimos años –2001/2004 que para algunos siguen siendo de crisis productivas o de recesión prolongada (con base a la pérdida de empleos), la tasa de productividad promedio anual es de 3.9 por ciento. Solamente hay un cuatrienio con semejante tasa de crecimiento anual, la de 1948-51; ambas extraordinarias situaciones se debieron a la transformación estructural y socioinstitucional de Estados Unidos, y, particularmente, a la revolución tecnológica, en cada época. .
¿Durará el milagro de la productividad? Los antiguos escépticos y los optimistas creen que seguirá un crecimiento sostenible por algunos años con una tasa de 2.75 por ciento promedio anual, lo que garantizaría un crecimiento del producto, del empleo, de los ingresos, ganancias y salarios, un reducido déficit fiscal y estabilidad monetaria. Esta posibilidad existe, puesto que Estados Unidos se encuentra en una onda expansiva de tipo Kondrátiev.
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