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La Nueva Fase de Desarrollo Económico y Social del Capitalismo Mundial
José de Jesús Rodríguez Vargas
II LA FASE RECESIVA Y LA TRANSFORMACIÓN ESTRUCTURAL Y SOCIOINSTITUCIONAL
INTRODUCCIÓN
En medio del periodo de mayor crecimiento económico y prosperidad social del capitalismo mundial y, particularmente, de Estados Unidos, aparecieron los primeros signos de crisis. Se percibió en la mitad de la década de los sesenta que el largo periodo de desarrollo de las fuerzas productivas estaba a punto de agotarse. Todos los países capitalistas desarrollados se encontraban en una onda larga Kondrátiev ascendente que a mitad-fines de la década de los sesenta mostraría el agotamiento de las fuerzas que le dieron impulso y difusión.
La relativa estabilidad del sistema monetario internacional, sostenido sobre principios establecidos al término del conflicto bélico y, sobre todo, por la estabilidad y crecimiento del capitalismo, empezaría a romperse en el eslabón más débil del mundo desarrollado, y, después, a propagarse hasta convertirse en una verdadera crisis monetaria mundial. Era el síntoma de problemas estructurales, entendidos, éstos, como problemas de la base económica y de las relaciones sociales, en términos marxistas.
Estados Unidos no fue el primer país que presentó problemas con su moneda, pero sí quien provocó los mayores estragos en el resto de los países cuando la devaluó. Se había roto completamente uno de los principios básicos del sistema de Bretton Woods, la estabilidad monetaria internacional; no era posible seguir con el sistema de tipos de cambio fijo, ahora, la inestabilidad provocaría mayor crisis, que se retroalimentaría, hasta llegar a la comprensión del fenómeno y la adopción de medidas efectivas para solucionarla.
Estados Unidos venía registrando, en la segunda mitad de los sesenta, problemas para sostener equilibrada su balanza de pagos; los gobiernos de otros países percibían que el dólar ya no representaba una moneda sólida y reclamaban el pago en oro. La tasa de inflación se duplicaba en relación con la primera mitad de la década, se incrementaba el déficit fiscal, se presentaban conflictos sociales, se alargaba el crecimiento del producto con políticas expansivas y de crédito privado, llegaba a su punto máximo la tasa de ganancia y se mostraba debilidad en la productividad del trabajo.
La década de los setenta es la crisis abierta y generalizada. Con excepción de Japón y otros países asiáticos, los demás países capitalistas desarrollados occidentales entrarían en una onda larga depresiva. Un nuevo fenómeno, la crisis productiva con inflación, parecía irresoluble en un primer momento de estupor e incredulidad, porque las medidas tradicionales de política económica provocaban mayor inflación o mayor crisis. La economía de Estados Unidos cae en un largo proceso de crisis de productividad que no será superado sino dos décadas después. Estados Unidos pierde competitividad internacional, es amenazado fuertemente por Japón, se empieza a desindustrializar el país, la inflación mantuvo una tendencia ascendente hasta principios de los ochenta, el déficit fiscal fue reacio a disminuir y la tasa de desempleo se duplicó; muchos afirmaban que era la crisis del imperialismo.
Los organismos multilaterales internacionales asumieron más y mayores responsabilidades mundiales, salieron de un cómodo letargo y se enfrentaron a problemas para los cuales no estaban preparados. La incapacidad de dichas instituciones obligó a la coordinación de los principales países industrializados (G7), para enfrentar la crisis. Se decidió, finalmente, tomar medidas firmes para acabar con el principal problema del capitalismo de la década de los setenta, la inflación (ver I.1). El objetivo fue acabarla con mecanismos monetarios y fiscales a corto plazo; pero, posteriormente, se percibió que la inflación y los desequilibrios mundiales eran expresiones del agotamiento de estructuras económicas y sociales, por tanto había que modificarlas.
Durante los ochenta se inician las principales reformas estructurales que habrían de arrojar resultados una década después. Se modificaría la forma de producir, la forma de dirigir y de distribuir el ingreso. Al final de una primera fase del proceso reestructurador capitalista, en la década de los noventa, la inflación ya no representaba peligro alguno, el Estado y la sociedad habían cambiado, las relaciones de fuerza entre las clases se habían inclinado a la burguesía y a la economía del mercado, el socialismo había desparecido, y los países luchaban por transitar rápidamente al campo capitalista; la revolución tecnológica en marcha desde los setenta empezaba a desplegarse en los noventa. Las condiciones que dieron origen a la crisis productiva y a los desequilibrios monetarios y financieros durante dos décadas se habían superado en gran parte. Las llamadas reformas estructurales, que se llevaron a cabo, crearon nuevas condiciones para abrir cauce al desarrollo (expresión tomada de Raúl Prebisch), es decir, una onda larga expansiva.
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