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La Nueva Fase de Desarrollo Económico y Social del Capitalismo Mundial
José de Jesús Rodríguez Vargas
I NEOLIBERALISMO MONETARISTA VS KEYNESIANISMO
MARCO POSKEYNESIANO: LA REACCIÓN
Stephen P. Dunn argumenta que el poskeynesianismo no ha muerto, como los críticos de la corriente ortodoxa se "han encargado entusiastamente de proclamar", sino sucede todo lo contrario porque, afirma: "lo que estamos viendo es el hundimiento de la economía convencional predominante" , refiriéndose al monetarismo. Sin embargo, Dunn reconoce que la corriente poskeynesiana se encuentra marginada e incluso en su interior hay el reconocimiento de que "a menos que se haga algo, el poskeynesianismo podría no sobrevivir". La conclusión del autor es que la estrategia más razonable, más práctica, es que la corriente atraiga o se comprometa con otros planteamientos metodológicamente compatibles, lo que contribuiría a un mayor desarrollo y, es posible, a su prosperidad. Argumenta que la principal fuente de confusión y diferencia entre la teoría neoclásica y el poskeynesianismo es metodológica.
Bhaduri y Steindl a principios de los ochenta consideraban apenas digno de discutir el contenido del monetarismo, y se preguntaban desconcertados ¿cómo, ésta ideología gradualmente ganaba terreno y se convertía en "el credo de los círculos gobernantes en algunos países y con mucha influencia en otros"? Estos economistas hacían notar que el monetarismo estaba asociado a una política monetaria y fiscal restrictiva, misma que siempre había sido apoyada por los banqueros y los financieros, la City de Londres y Wall Street; ya que estos eran los que demandaban altas tasas de interés y presupuestos restringidos. De tal manera que "la teoría monetaria había encontrado un hogar en aquellos círculos más que en cualquier otro". Consideraban que el ascenso de la influencia del monetarismo en el mundo había sido precedido por un cambio de poder de la industria a los bancos. Era vista como una ideología de los banqueros y los rentistas y, por tanto, servía como un antídoto a la ideología keynesiana.
Se preguntaban los poskeynesianos ¿por qué había ganado tanto poder a pesar del daño que estaba causando al capitalismo industrial? Algunos poskeynesianos hablan del "rompimiento del consenso entre los economistas" en la mitad de los setenta como consecuencia del shock petrolero y de la stagflation -la persistente e intolerable tasa de desempleo e inflación a la vez- que llevó a que "se disolviera el amplío acuerdo en teoría económica" que tenían los economistas de mainstream de la época y los gobernantes; la situación económica contradictoria produjo conflictos entre la Fed y el Tesoro, entre la Casa Blanca y el Congreso, entre la política monetaria y la fiscal, misma que en el periodo 1950-60 “había sido una política combinada de pleno empleo y razonable estabilidad de precios” .
Para uno de los más connotados poskeynesianos, Paul Davidson, la creciente tendencia inflacionaria y la stagflation mundial llevó al "colapso de la dominación de la teoría económica keynesiana neoclásica" y la creencia en la curva de Phillips. En estas circunstancias, con la "exposición de las imperfecciones de la teoría, los monetaristas friedmanos fácilmente atacaron el marco teórico keynesiano neoclásico y corrieron a llenar el vacío" . Hay cierta coincidencia entre los poskeynesianos de que el ascenso del monetarismo fue a partir del otoño de 1979, cuando la Reserva Federal, con Paul Volcker, cambió la política monetaria dando principio a lo que llaman “el experimento monetarista”: restricción de la oferta monetaria-altas tasas de interés-dinero caro y escaso, para combatir la inflación de dos dígitos a fines de la administración Carter y principios de la de Reagan. También coinciden que a mitad de 1982, en medio de una grave recesión e insolvencias bancarias y financieras, la Fed se “puso el sombrero de prestamista de última instancia y abandonó el experimento” .
No obstante, otros poskeynesianos reconocen que en la era de Reagan se asentó lo que ellos llaman una “contrarrevolución” contra la “nueva economía”, la “revolución” que los economistas keynesianos de la administración Kennedy y Johnson habían lanzado en los sesenta. La administración Reagan había adoptado una estrategia económica radical ofertista que unió una política fiscal de alto déficit a una política monetarista restrictiva de la Reserva Federal. Esta política, afirman, dejó un déficit fiscal estructural, que fue la principal causa para una creciente deuda nacional, y una política fiscal encadenada a una "moda de estabilización", y, por consiguiente, era una herramienta ineficaz para alcanzar un crecimiento de pleno empleo, mientras que la política monetaria se había convertido en el único instrumento de política macroeconómica. Además, percibían que, el cambio a una política fiscal más restrictiva se estaba propagando a los principales países y se convirtió, desde entonces, en un patrón internacional .
Para los poskeynesianos el monetarismo es una "concepción irreal de la economía moderna, de las instituciones y de la historia y por tanto sus políticas monetarias son equivocadas" ; otros veían al monetarismo en retirada porque algunas bases teóricas de la política monetaria, como la estabilidad de la relación dinero-ingreso y la velocidad de la circulación del dinero, estaban en crisis "porque los eslabones que conectaban los sectores reales y financieros habían cambiado en los ochenta" . Los autores Fazzari y Minsky reconocían en 1984 que el monetarismo sobrevivía y que "no había un modelo bien articulado no-monetarista para los gobernantes", en un momento en que el keynesianismo ortodoxo se encontraba con un bajo prestigio. Por lo tanto, su objetivo era bosquejar una alternativa teórica al monetarismo y a la política económica. Proponían, con base a Keynes y a Kalecki, un déficit público cuando cayera el empleo y un superávit cuando ocurriera inflación; dentro del marco fiscal, la política monetaria debería acomodar la política fiscal y las necesidades de los negocios, se debería evitar las altas tasas de interés y aliviar los efectos depresivos de las bancarrotas, y el banco central debía ser prestamista de última instancia. En fin, proponían una política económica "marcadamente diferente de los principios que han guiado la política de estabilización en los Estados Unidos en los años recientes" .
A fines de los ochenta el prolífico poskeynesiano, Randall Wray, estuvo tentado a desechar las opinión de Beryl Sprinkel, de Thomas Moore (ambos asesores del Presidente, CEA's) y de Alan Greenspan (desde entonces el Presidente de la Junta de Gobernadores de la Fed) porque consideraba que tenían opiniones equivocadas de tipo monetaristas, ofertistas, "o algo peor", con respecto a temas polémicos como la inversión, el ahorro, el déficit público, las tasas de interés, el crowding out; "sin embargo, reconocía, que estos economistas mantienen importantes posiciones como responsables de política económica y sus opiniones sobre los déficit no están lejos de las opiniones presentadas en los manuales de economía" ; por tanto, finalmente, retomaba sus planteamientos para debatirlos. El mismo trato despectivo le iba a dar a otro grupo de economistas como, Barry Bosworth, William Nordhaus, Charles Schultze, entre otros que se encontraban envueltos en la "histeria" por la escasez de ahorro. El profesor Randall calificaba: "tristemente todos estos artículos carecen de teoría. Realmente, la mayoría de los análisis probablemente reprobarían cualquier clase de principios de macroeconomía" y se sorprendía de que se estuviera enseñando economía en las universidades por los economistas menos notables . Así era el nivel, así era parte de la reacción poskeynesiana al ascenso del monetarismo en Estados Unidos en la década de los ochenta.
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