Ledis Mesino Rivero
El Bienestar Social está definido en función de la equidad en la distribución del ingreso y logro de oportunidades para todos, tal como lo señala Sen (1995):
El bienestar va a depender de la distribución del ingreso, y el mismo está influido determinantemente por las capacidades y habilidades de los individuos, donde los análisis y las políticas distributivas deben enfocarse en lograr la igualdad en términos de “capabilidades”, en educación, salud, alimentación, atención a los minusválidos, eliminar la discriminación de las mujeres, etnias, razas, entre otros (p. 13).
Igualmente, el Bienestar Social se puede entender por la satisfacción de necesidades cualitativas y cuantitativas de un grupo de personas, en una sociedad o bien el acceso y el consumo de bienes y servicios, las relaciones sociales y la calidad del ambiente. Un bienestar social mínimo se alcanza cuando se cubren las necesidades básicas de los individuos, en términos de equidad, entre ellas, alimentación, salud, educación y vivienda. El nivel de bienestar de una sociedad, se evalúa en función de indicadores socioeconómicos, entre los cuales están: esperanza de vida al nacer, relacionada estrechamente con el nivel de salud y de nutrición, así como el ingreso familiar, la tasa de mortalidad infantil vinculada a las condiciones de vida y acceso a servicios de salud y la tasa de analfabetismo, ligada a la calidad de vida, al empleo, al ingreso y la salud, esto es, que todos tengan acceso a los bienes materiales e inmateriales de la sociedad.
Cabe destacar, que la evolución del bienestar social, surge en las primeras décadas del siglo XX, en su lucha por los logros de los derechos de la sociedad y en el sentido de la igualdad social, demostrando que el nivel económico, la madurez del sistema de seguridad social y el nivel de la estructura de la población, son la mejor explicación del esfuerzo del bienestar. En virtud de ello, según Mariñez (2000), “El Estado debe proporcionar ese bienestar social, a través de estándares mínimos de niveles de ingreso, nutrición, salud y seguridad, educación y vivienda a cada ciudadano, no como un derecho caritativo, sino como un derecho social” (p. 9).
En consecuencia, el mismo autor concluye, refiriéndose a lo citado por Marshall (1963), que el bienestar social es una consecuencia del proceso de modernización, o del desarrollo de las sociedades industriales en los últimos 300 años, en el que se lograron alcanzar los derechos de los ciudadanos. Asimismo, realiza la evolución del bienestar social de la siguiente manera:
De igual manera, el bienestar social es definido según Hernández y Chasco (2004) como:
El conjunto de sentimientos de satisfacción material e inmaterial que producen en las personas y colectividades una serie de condiciones materiales que no pueden reducirse únicamente al nivel de renta, sino que incluyen otras dimensiones importantes de la existencia humana, como la equidad en términos de salud, educación, servicios, infraestructura, vivienda, seguridad, entorno, entre otros (p. 2).
En esta perspectiva, cabe señalar, que el nivel de ingresos es un elemento básico en la obtención de bienestar social, pero tampoco se puede identificar pobreza con ingresos reducidos, puesto que algunos grupos de población sufren también otro tipo de limitaciones en sus capacidades de acceso a diversos bienes, como la enseñanza no obligatoria, buena salud, alimentación adecuada, vivienda y entornos dignos, ejercicio de las libertades, entre otros, y es al Estado al que le compete brindar la mayor suma de felicidad posible a sus ciudadanos, a través del ejercicio de la función pública, logrando la equidad en la distribución del ingreso, para que todos tengan acceso a los beneficios del bienestar, por medio de la ejecución de las políticas sociales a través del gasto público social.
Es por ello, que el fin último que persigue el Estado es el bienestar social de su población, y para tal fin, utiliza las políticas fiscales, a través de la ejecución del gasto social, implementando medidas que conlleven a la búsqueda del mejoramiento del nivel socioeconómico de todos sus pobladores, por tal motivo, el bienestar social, se debe concebir como una política de Estado.
Por su parte, bienestar social y calidad de vida, están estrechamente relacionados y según Sen y otros (2000), define que la calidad de vida es apreciada como la satisfacción de necesidades externas e internas de los sujetos, físicas y psicológicas. El término necesidades básicas remite a la obtención de un nivel de vida mínimo, que incluya alimentación, vivienda, vestido, mobiliario, así como servicios de agua potable, alcantarillado, electrificación, transporte, educación y salud. Cuando se determina cuáles necesidades deben ser cubiertas en una sociedad y se reconoce que existen deficiencias en su satisfacción, se está en posibilidad de determinar cuándo es pobre una población.
De igual manera, el Programa de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO, 2000), definió Indicadores para determinar mínimos de bienestar, en alimentación se tomó mínimo calórico y proteínico para una persona, para vivienda se determinó el mínimo de espacios suficientes para una familia (2,5 personas por dormitorio en zonas rurales) y dos en zonas urbanas, en buenas condiciones y con servicios de agua potable, alcantarillado y energía eléctrica, para educación se determinó el nivel básico, con la primaria terminada completa, y por último para salud, las tasas de mortalidad y el acceso a los servicios (p. 3).
Finalmente, el bienestar social comprende salud, renta, educación, felicidad, relaciones sociales y oportunidades, es decir, igualdad de oportunidades para toda la población, extendida a todos los bienes materiales e inmateriales, que se consideran socialmente deseables.